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Entidad de población del Camino Francés, parroquias de Santa Mariña, San Salvador y Nosa Señora do Rosario de Sarria, municipio de Sarria, provincia de Lugo. Se localiza entre los lugares de Vigo de Sarria, al este, Zanfonga, al oeste y As Paredes, al sudoeste. Tenía 9.171 habitantes censados en el año 2019. Es cabecera municipal y comarcal.

Vista general de la población de Sarria.

La población está ubicada en el extremo oeste de una amplia depresión que se extiende entre las cadenas montañosas del oriente lucense y la llamada sierra do Páramo que media con la cuenca del río Miño, hacia el occidente. El emplazamiento constituye un importante nudo viario donde se entrecruzan varias carreteras de la red primaria provincial que, de norte a sur, comunican Sarria con Lugo y Monforte de Lemos y de este a oeste, Sarria con Becerreá, Triacastela, Samos y Portomarín.

La villa medieval de Sarria se levantó sobre un pequeño cerro que ronda los 485 metros de altitud. Al este del cerro transcurre el río de Sarria, mientras que por el lado contrario pasa el río Celeiro o río Pequeno; ambos cauces confluyen al norte de la población. El río de Sarria está cruzado en este tramo por dos puentes llamados Ponte Vella y da Ribeira, que ya existían en la Edad Media sirviendo a los viajeros y peregrinos que transitaban por el Camino Francés. Sobre el río Celeiro se extienden los puentes do Mazadoiro, do Lázaro y da Áspera, documentados en fechas posteriores; en O Mazadoiro existió también un antiguo vado.

Sarria desde A Ponte da Ribeira.

La llamada Ponte Vella se encuentra cerca del lugar de Vilar de Sarria. Al parecer, junto al puente había una taberna que funcionaba el siglo XIX. Desde aquí yendo en dirección a Compostela se podía rodear el cerro de la villa de Sarria por el lado norte, para cruzar a continuación el río Celeiro por O Mazadoiro o por el puente do Lázaro, buscando la ruta más directa por el término parroquial de San Pedro de Maside.

Aguas arriba da Ponte Vella se localiza sobre el mismo río de Sarria el puente da Ribeira, que se encuentra al pie de lo que fue el núcleo medieval de Sarria. La zona comprendida sobre la margen izquierda del cauce se conoce como barrio da Ponte, que fue un antiguo arrabal. En este barrio y junto al mismo puente se encuentra una fuente de agua potable del siglo XVIII que está blasonada con las armas de los Castro, correspondientes a los condes de Lemos. Bajo la fuente estuvo el lavadero público de la villa, que ya ha desaparecido; tuvo tejadillo de pizarra a cuatro aguas sostenido por columnas de hierro fundido. En la orilla opuesta funcionaban dos molinos hidráulicos con sus correspondientes canalizaciones y represas que todavía se conservan, uno es el llamado de Ribela y el otro do Toleiro. En el mismo barrio y próxima al puente da Ribeira, se levanta sobre la margen del Camino Francés la casa do Barrio o casa de Nullán, que fue construida en el año 1860 por Juan María López de Almance, capellán castrense de Sarria. Esta casa tuvo en sus jardines que se extienden hacia el río, una capilla dedicada a san Roque.

Plano de la Rúa Maior de Sarria.

(José Antonio Franco Taboada, Santiago Tarrío Carrodeguas (dirs.), A arquitectura do Camiño de Santiago: descrición gráfica do Camiño Francés en Galicia, Santiago [de Compostela], Xunta de Galicia, A Coruña, Universidade da Coruña, D.L. 2000).

Desde el barrio da Ponte se podía subir a pie a lo alto de la villa por la cuesta da Fonte da Ribeira, que se acondicionó en siglo XIX construyéndose una larga escalinata que desemboca en la plazuela de Vista Alegre. Con animales y carros se daba la vuelta por el arrabal buscando la embocadura de la rúa Maior, que fue la calle principal de Sarria antes de que se produjese su expansión urbana en los siglos XIX y XX.

En la parte baja de esta calle se localiza la casa blasonada dos Cedrón del siglo XVIII, también conocida como casa de Centeais. Poco más arriba está la iglesia parroquial de Santa Mariña de estilo neogótico, construida entre los años 1880 y 1885, tras haber sido derribado el templo románico del siglo XII que anteriormente ocupaba el mismo solar.

Iglesia de Santa Mariña de Sarria.

Frente a la entrada principal de Santa Mariña se encuentra el edificio del viejo casino, que tiene fachada de estilo modernista; el origen de esta institución se remonta al año 1850. Así mismo, junto al costado norte de la misma iglesia se abre la plaza de Juan María López, donde antiguamente se celebraban los mercados dominicales que fueron suprimidos en torno al año 1950.

Calle arriba estaba la llamada casa Grande dos Saavedra, que sufrió grandes reformas; en su interior conserva dos escudos, uno de ellos con una fecha escrita que corresponde al año 1552.

Rúa Maior de Sarria con el torreón de la fortaleza al fondo.

Enfrente de la Casa dos Saavedra se levanta la casa Vaamonde, que fue construida en el siglo XIX, convirtiéndose en casa consistorial en el año 1920. Lindando con ella está la llamada casa do Puche, residencia de los Díaz de Guitián a finales del siglo XVI; de esta última casa nos dice López Arias que Xoán Díaz de Guitián, párroco de San Salvador de Sarria, fundó en ella un centro de acogida o posada para los clérigos que venían a la villa, acondicionando, además, un granero de pan para ayudar a los pobres.

En la parte más alta de la rúa Maior se alza la iglesia parroquial de San Salvador, documentada a partir de las primeras décadas del siglo XII, aunque el edificio actual es de los siglos XIII y XIV, con algunas reformas posteriores que afectaron mayormente a la nave y a la fachada principal. Enfrente de San Salvador está el edificio del juzgado, que ocupa lo que fue el antiguo hospital de peregrinos de San Antonio, cuyo emplazamiento en este lugar nos consta al menos desde finales del siglo XV; el edificio fue reformado en 1594 y funcionó como establecimiento hospitalario hasta mediados del siglo XIX, después fue casa consistorial y escuela.

Parte alta de la rúa Maior de Sarria.

La rúa Maior desembocaba al pie de la fortaleza de Sarria, que fue de los condes de Lemos. La fortaleza estuvo ubicada en el punto más alto de la villa, siendo derribada en el siglo XIX. Se mantuvo habitada hasta el siglo XVIII y en ella residía su alcaide y ejercían cargos de justicia los merinos y corregidores de Sarria. En el plano de Sarria, elaborado por Coello de Portugal y Quesada en el año 1864, se nombra como “Fortaleza o Castro de los Romanos”; en el flanco sudoeste aparecen representados dos torreones que sobresalen de la cortina de muralla. Ante los torreones se extendía un cementerio -ya desaparecido- y hacia el oeste había una pequeña capilla nombrada como ermita de Santiago, que tampoco se conserva. En el mismo plano de Coello se consigna el campo de la feria, que se emplazaba al noroeste de la fortaleza, habiendo entre medias un profundo foso.

Iglesia de San Salvador de Sarria.

El concejo de Sarria terminó por ampliar el recinto ferial adquiriendo para ello parte del solar que ocupaba la fortaleza, que fue derribada sirviendo sus escombros para rellenar y explanar el terreno. La parte contraria del mismo solar quedó integrada en lo que hoy es la huerta de la casa Batallón, que fue construida a mediados del siglo XIX, frente al antiguo hospital de San Antonio. Es aquí donde se alza el único torreón de la antigua fortaleza que todavía permanece en pie. En la huerta de la misma casa se encuentra también un palomar de planta cuadrada, y sobre la pared que circunda la propiedad se distribuyen varias cruces que pertenecieron a un Vía Crucis del siglo XVIII, que subía desde la iglesia de Santa Mariña al monasterio da Madalena.

Torreón de la antigua fortaleza.

Frente a la casa Batallón, detrás del juzgado y en lo que fue la huerta del antiguo hospital de San Antonio, se construyó el edificio de la cárcel, de planta baja y corte clasicista, con los vanos de puertas y ventanas coronados por arcos de medio punto. Funcionó como prisión preventiva entre los años 1930 y 1950; recientemente este edificio ha sido restaurado con la idea de ser reutilizado como museo. Tras la cárcel se encuentra un mirador donde se colocó un crucero realizado en 1981 por el escultor lucense Manuel Mayo.

Pasando el mirador se continua por la calle que rodea la parte baja de la antigua fortaleza por el lado norte, para ir a desembocar ante el monasterio da Madalena; en esta calle se encuentra un “peto de ánimas” que tuvo una imagen de Santiago Peregrino esculpida en granito.

Casa do Batallón y antigua cárcel de Sarria, con el mirador y crucero al fondo.

El origen del monasterio da Madalena de Sarria se remonta a los monjes de la Orden Deum laudatiun, que en 1251 acordaron con el obispo de Lugo las condiciones de su establecimiento en la Vilanova de Sarria. El conjunto monumental de este monasterio es el resultado final de la suma de construcciones, demoliciones y reedificaciones efectuadas a lo largo de más de siete siglos y medio de historia. En la actualidad comprende la iglesia dedicada al culto, la residencia de los religiosos, el albergue para los peregrinos y las instalaciones de un colegio de enseñanza primaria. Entre todo ello destaca la iglesia monasterial que combina elementos originarios de los siglos XIII y XIV, con añadidos posteriores del gótico tardío, del renacimiento de los siglos XV y XVI y barrocos de los siglos XVII y XVIII. En su interior se encuentran los sepulcros de nobles y señores de la tierra de Sarria que fueron patrocinadores de esta iglesia, algunos con llamativos arcosolios de estilo plateresco. El convento anexo es fábrica del barroco clasicista edificada en su mayor parte entre los años 1775 y 1779 por el obispo de Lugo, Francisco Armañá; no obstante, dentro del convento se conserva un claustro de estilo gótico y renacentista. En 1835, tras la desamortización, los padres agustinos dejaron el lugar, que permaneció en estado de abandono hasta el año 1895, fecha en que el obispo Benito Murúa pidió a los Padres Mercedarios que se hiciesen cargo de la institución.

Monasterio da Madalena de Sarria.

En los tiempos de la fundación de este monasterio se hizo también el hospital con la capilla de San Roque, donde los monjes atendían los peregrinos; sus edificios fueron derribados a finales del siglo XVIII, después de que en 1777 se habilitasen los llamados hospitalillos nuevos, sitos dentro del propio convento.

Tras dejar atrás el monasterio da Madalena se descendía hacia el río Celeiro por una cuesta que llevaba hasta las inmediaciones de la capilla de San Lázaro, donde hubo una antigua leprosería que se documenta a partir del siglo XV. En el plano de Coello (citado más arriba) se puede ver como desde esta capilla se salía directamente de Sarria en dirección a Santiago, cruzando el río Celeiro por el puente do Lázaro que se encontraba en el camino que iba a Maside.

El Camino Francés a su paso por el puente da Áspera.

La bajada da Madalena a San Lázaro resulta hoy impracticable, ya que el paso está cortado. El descenso se realiza en cambio por el lado contrario, siguiendo una calle de nuevo trazado que transcurre pegada al muro del cementerio municipal y que lleva al camino del puente da Áspera. Este puente, de traza medieval, cruza igualmente el río Celeiro. Por él se va también hacia Santiago, bien por Zanfoga en la parroquia de San Pedro de Maside, bien por el ramal más largo que pasa por Barbadelo, población ésta que se cita en el itinerario jacobeo del Códice Calixtino (siglo XII).

Casa da Cultura de Sarria (antiguas escuelas públicas).

En el ensanche decimonónico de Sarria, en la llamada rúa do Porvenir que iba del antiguo arrabal al puente do Lázaro, se construyó en el año 1886 el edificio de las escuelas públicas, hoy casa da Cultura, que se compone de un cuerpo central de planta cuadrada con dos pabellones más bajos adosados a ambos lados. Este edificio -donado por el filántropo sarriano Matías López y López- es de noble construcción con las puertas, ventanas, esquinales y cornisas realzados con canterías de granito. Su organización arquitectónica responde a un principio de simetría, plenamente vigente en los edificios oficiales de la época.

Casa do Marqués o villa Andrea.

En el entorno de la calle de Matías López, sobre la carretera de Lugo a Monforte, se levantó el convento de las Madres Mercedarias (ya desaparecido), la plaza de abastos, la villa Aurelia (sede de la Sociedad Cultural y Recreativa de Sarria, fundada en 1919) y otras villas de carácter residencial como la llamada casa do Marqués o villa Andrea, de estilo modernista con balcones, galería y buhardillas francesas, en cuyo parque trasero tenía una capilla y un cenador, integrado todo ello en lo que hoy es la plaza da Vila. La capilla de la casa do Marqués ha sido recientemente rehabilitada, siendo en la actualidad sede de la cofradía del Santo Entierro y la Soledad y centro de ensayo de la coral polifónica del ayuntamiento de Sarria.

Capilla de la Casa do Marqués.

A lo largo del siglo XX Sarria llegó a multiplicar por cinco el número de sus habitantes. Este hecho trajo consigo la creación de una nueva parroquia que, bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario, comprende en su término el ensanche nuevo. La iglesia de esta parroquia se localiza en el bajo de un inmueble de varios pisos, sito en la rúa Formigueiros. En la fachada del inmueble pende una escultura de 200 kilos de peso fabricada con resinas y pigmentos de polvo de bronce, que representa la imagen de la Virgen con el Niño; es obra del artista Luis Neira Brochs, que fue colocada en el año 2010. El mismo artista hizo para esta iglesia las vidrieras, la puerta y barandilla metálicas de la entrada principal y dirigió también la realización del retablo de cerámica de la última cena instalado en el año 2011, así como el conjunto iconográfico que desde octubre del 2016 preside el presbiterio de dicha iglesia.

Villa Aurelia.

Historia

Al menos desde finales del siglo VIII el nombre de Sarria viene designando en primer lugar a un río y más tarde a un territorio, un condado y una villa medievales. La historia de la villa y de su fortaleza está íntimamente ligada a la de los magnates que disfrutaron de su señorío y ejercieron jurisdicción sobre su territorio. Uno de ellos el refundador de Monforte, Froila Díaz, junto con su mujer Estefanía Sánchez, habrían recibido del rey Alfonso VI de León los territorios de Lemos y Sarria. Este personaje, que aparece como imperante de Sarria en un documento del año 1096, habría permanecido al frente de dichos territorios al menos hasta el año 1111. A Froila Díaz le sucedió en la tenencia de Sarria Rodrigo Vélez, uno de los primeros señores de Lemos. Su hijo Álvaro Rodríguez de Sarria fue titular de esa misma tierra entre los años 1161 y 1167 e inmediatamente después lo fue su nieto, Rodríguez Álvarez.

Tras ellos la lista de los tenientes de Sarria es larga. Entre los años 1181 y 1186 figura en el ejercicio del cargo Gutierre Ruiz de Castro, primer representante de la rama gallega de la familia de los Castro una de las más poderosas estirpes de la época. Según el cronista fray Malaquías de la Vega, Gutierre Ruiz que se casó con la señora de Lemos, Elvira Osórez, habría recibido las villas de Lemos y de Sarria con sus tierras por merced hecha por el rey Fernando II de León. A partir de entonces y por algo más de un siglo los señoríos de Lemos y Sarria estuvieron, aunque con alguna interrupción, en manos de distintos miembros de la familia de los Castro.

Las primeras noticias relativas al lugar concreto de la villa de Sarria se remontan a los tiempos de Rodrigo Vélez y se refieren a su iglesia de San Salvador. Es así que en 1114 la reina doña Urraca concedió dicha iglesia al obispo de Mondoñedo, Nuño Alonso. Más tarde retornó al dominio real, constando que perteneció a Fernando II de León que la donó al conde de Sarria, Rodrigo Álvarez, quien, a su vez, volvió a donarla al obispo de Lugo en 1171. Alfonso IX de León confirmó esta última donación en 1189.

Alfonso IX de León falleció en Sarria en el año 1230 cuando peregrinaba a Santiago de Compostela para dar gracias por la reconquista de Mérida. Dos años antes el monarca había consignado un diploma en la “Vila Nova de Sarria”, nombre que aparece en la documentación después de que el propio Alfonso IX de León repoblase el lugar en torno al tránsito del siglo XII al XIII. A este hecho se refiere el Chronicon Mundi que habla también de Triacastela y Melide, las otras villas del tramo galaico del Camino Francés fundadas por este mismo rey.

Nos dice Ibáñez Beltrán que la repoblación de Alfonso IX supuso a la postre que Vilanova de Sarria sustituyese al viejo burgo de Larín (San Salvador de Larín, Láncara) como centro político de la tenencia de Sarria. Es posible que conllevase también la creación de la otra parroquia de la villa: la de Santa Mariña. Las fechas de la repoblación y de la construcción de la fábrica románica de Santa Mariña coincidirían, ya que algunos autores como Yzquierdo Perrín, han establecido paralelismos estilísticos entre esta iglesia y otros templos del entorno que se sabe fueron edificados a finales del siglo XII.

Al mediar la siguiente centuria, además de las iglesias del Salvador y Santa Mariña, había ya en Sarria un monasterio de religiosos llamados Laudantes Deum del que era su comendador fray Abril, quien en 1251 hizo escritura de sumisión al obispo de Lugo y al arcediano de Sarria. Este primer monasterio es el origen del convento llamado da Madalena que permanece en nuestros días y que desde su fundación sirvió para socorrer y dar hospitalidad a los peregrinos.

Ya en el siglo XIV, hacia el año 1305, el rey Fernando IV de Castilla confiscó los señoríos de Lemos y Sarria a Fernando Rodríguez de Castro y se los entregó al infante Felipe de Castilla. Fernando Rodríguez había desertado del bando del rey, siendo éste menor de edad, posicionándose del lado de su tío el infante don Juan quien acabó por renunciar a sus pretensiones de ocupar el trono. Después de esto y por un cierto tiempo la corona quiso anular la influencia de los Castro en Galicia poniendo al frente de las tierras a destacados personajes de la corte castellana y a fieles vasallos. Es así que en 1308 consta que el propio Fernando IV de Castilla confirmó un privilegio suyo por el que había cedido a Pai Mariño el puerto de Muros y la villa de Sarria, con sus alfoces respectivos. Poco después, en 1327, Alfonso XI de Castilla y León concedió los señoríos de Trastámara, Lemos y Sarria a su valido, Álvaro Núñez Osorio, que fue el primero en recibir aquellos patrimonios con el título condal. Más tarde el mismo monarca arrebató estos señoríos a Álvaro Núñez por haberse rebelado y hacia el año 1340 los entregó a su bastardo Enrique, que sería desposeído de todos sus feudos y títulos por su hermanastro el rey Pedro I de Castilla.

En 1360 Pedro I hizo merced a Fernando Ruiz de Castro de las villas de Sarria, San Xiao y Outeiro de Rei, dándoselas en mayorazgo para sus hijos y descendientes varones legítimos y a falta de ellos, para las hembras legítimas y si no hubiera, las tierras debían volver a la corona real. En 1366 el mismo rey otorgó a Fernando Ruiz el título de conde de Trastámara, Lemos y Sarria. Tras haber sido derrotado el rey Pedro I en la guerra civil que se desencadenó entre sus partidarios y los de su hermanastro Enrique, se entronizó en Castilla la nueva dinastía de los llamados Enríquez, que fueron los que se hicieron cargo de los estados de Trastámara, Lemos y Sarria una vez que fueron confiscados a Fernando Ruiz de Castro.

En 1376 el sobrino del nuevo monarca Enrique II de Castilla, Pedro Enríquez, convertido entonces en conde de Trastámara, Lemos y Sarria, recibió la villa de Sarria con sus “pueblas, e alfoz, e términos, e jurisdicción e vasallos, rentas, pechos e derechos”. El cronista Malaquías de la Vega registró este hecho diciendo que “El conde don Pedro Henrriquez tuvo la villa de Sarria y edificó allí su casa y una fortaleza, donde vivió. Antes ubo esta tierra don Fernando Ruiz de Castro en propiedad. Tomósela el rey don Henrrique y diola a su sobrino”; cabe pensar que el conde Pedro Enríquez no hiciese la fortaleza ex novo, siendo más probable que obrase sobre una fortificación anterior.

Nos dice Pardo de Guevara que el matrimonio de Pedro Enríquez con Isabel de Castro, sobrina de Fernando Ruiz de Castro, vino a legitimar históricamente su presencia al frente de los estados de Trastámara, Lemos y Sarria. En el año 1384 nos encontramos con que el rey Juan I de Castilla ordenó la confiscación de los bienes de Pedro Enríquez por su traición en Portugal y se los entregó al infante Fernando. Sin embargo, tan solo un año más tarde el conde Pedro obtuvo el perdón real por lo que le fueron reintegrados sus títulos y patrimonios gallegos, aunque no llegó a recuperar su anterior influencia.

El rey Juan II de Castilla concedió al duque de Arjona, Fadrique Enríquez de Castro, hijo del susodicho Pedro Enríquez, los mismos condados de Trastámara, Lemos y Sarria. Fadrique Enríquez murió sin sucesión legítima estando prisionero en el castillo de Peñafiel, habiendo sido desposeído por el rey de todos sus bienes y señoríos. Tras su muerte la villa de Sarria pasó a manos del condestable Álvaro de Luna.

Posteriormente Pedro Álvarez de Osorio, primer conde hereditario de Lemos, asumió la tarea de recuperar los estados que Juan II de Castilla había confiscado a Fadrique Enríquez. Contó para ello con su ventajoso matrimonio con Beatriz Enríquez de Castro, hermana de Fadrique Enríquez. Beatriz litigó largos años reclamando los antiguos señoríos que habían formado parte del patrimonio familiar, considerándose la única y legítima heredera de su hermano. Con el tiempo el matrimonio logró reunir sobre los restos del histórico condado de Trastámara Lemos y Sarria un dominio señorial de primera magnitud que abarcaba amplísimos territorios. No obstante, entre otras contiendas el matrimonio se encontró con que su pariente el nuevo conde de Trastámara, otro Pedro Álvarez de Osorio que recibió ese título en 1445 por merced regia, pretendía adscribir a su condado las posesiones de Ponferrada, Chantada y Sarria. Para dirimir la cuestión las dos partes firmaron en ese mismo año una concordia que no tuvo efecto práctico, de manera que se llegó al conflicto armado. Mientras tanto la villa de Sarria quedó en manos del conde de Trastámara que en torno al año 1447 reorganizó la tierra y anexionó varios pueblos a la villa, afectando también al señorío del monasterio de Samos que reaccionó protestando. Lejos de cerrarse, el conflicto continuó en los años siguientes. En 1451 firmaron de nuevo una avenencia que tampoco duró por mucho tiempo.

Malaquías de la Vega recoge una escritura en la que consta que, en el año 1458 Alonso Osorio tomó posesión de los estados de su madre, Beatriz Enríquez, incluyendo Sarria; se dice en el correspondiente documento: “tomaba y apprehendía la possessión vel quasi de la villa y puebla de Sarria, casa y fortaleça y sus pueblas para el dicho don Alonso Ossorio y este acto hiço consintiéndolo los vecinos de Sarria, sus vasallos, sin que nadie se lo perturbasse a 2 de febrero de 1458 y a tres tomó la possessión de Sanct Jullao y a 8 del mismo mes la de la puebla de Neyra de Jusao y a los diez la de Tría Castella. Todo con el benepláçito de Pedro Álvarez Ossorio, que quiso dar a su hijo las tierras de su madre para authoriçarle y ponerle casa antes de casarse”.

También es Malaquías de la Vega quien nos da noticia de la importante transacción hecha en el año 1459 por la que Pedro Álvarez de Osorio, sabiendo que en 1445 el rey Juan II de Castilla había hecho merced de la villa Sarria con sus pueblas a Pedro de Luna (hijo de Álvaro de Luna), compró a éste “Sarria e Neyra e Triacastela e la Puebla de Adayn e la Puebla de Sanct Julián e Otero de Rey e Castro de Rey e todos los otros lugares e pueblos e vasallos e heredamientos e Jurisdicciones quel duque don Fadrique avía e tenía e posseya en el reyno de Galiçia, tractó con don Pedro de Luna le çediesse el derecho que por la donaçión y merçed real avía adquirido […]. Vino en ello don Pedro de Luna, çediendo su derecho en el conde de Lemos y condesa e sus hijos y herederos para siempre jamás por tres mil e quinientas doblas quel dicho conde de Lemos le dio de oro castellanas”.

En 1464 Alonso Osorio volvió a enfrentarse por cuestión de la tierra de Sarria con el primer marqués de Astorga, Alvar Pérez Osorio, hijo del conde de Trastámara. Dos años después a instancias de los requerimientos del monarca los contendientes suscribieron otra concordia que fue rota en 1467, momento en que se produjo la primera sublevación Irmandiña de Galicia. Alvar Pérez se adhirió entonces a los caudillos de las hermandades y aprovechando que el conde de Lemos se encontraba refugiado en su castillo de Ponferrada le tomó, a decir de Malaquías de la Vega: “todas sus tierras, destruyéndole las fortaleças y robándole sus bienes y los de sus vasallos. Y aunque el rey don Henrrique escribió al marqués de Astorga que çesasse del intento y restituyesse las tierras al conde de Lemos, no lo quiso haçer sin que el conde de Lemos hiçiesse çesión de la tierra de Chantada y la de Sarria con otras villas y pueblos”. El conde de Lemos tuvo que avenirse dada la precaria situación en que se encontraba, no sin hacer una protesta pública dejando claro que haría la donación para librarse del marqués y para que cesasen las armas, pero que la haría forzado y en contra de su voluntad, recordando que Chantada y Sarria estaban en el mayorazgo que había hecho con Beatriz de Castro. La fortaleza de Sarria fue una de las que fueron derrocadas durante la revuelta. Inmediatamente después de su derrocamiento, Alonso Osorio murió en el monasterio de Samos a consecuencia de la peste.

Tras la muerte de Alonso Osorio se produjo un grave problema por la sucesión del condado de Lemos ya que, aunque Alonso estuvo casado con la hija del conde de Benavente, Leonor Pimentel, no tuvieron descendencia legítima. En 1468 su padre, el conde de Lemos contrajo matrimonio en segundas nupcias con María de Bazán, esperando sin duda engendrar un heredero varón que asegurase el futuro de sus estados y garantizase la integridad de los patrimonios. Sin embargo, la cuestión se complicó cuando en ese mismo año Rodrigo Pimentel (hermano de la susodicha Leonor Pimentel) logró que el rey Enrique IV le hiciese concesión de las tierras y villas que habían pertenecido a Alfonso Osorio.

A partir de aquí se inició un grave enfrentamiento entre el conde de Lemos y el de Benavente, que se vendría a zanjar en 1472 con el acuerdo del casamiento de sus dos hijos, Luis Pimentel y Juana Osorio. Los términos de este acuerdo contemplaban que si el conde de Lemos llegaba a tener varón o varones nacidos de legítimo matrimonio, su hija Juana no tendría el “condado de Lemos e las tierras de Cabrera e Ribera e las Pueblas de Chantada e Sarria e las villas de las Puentes e Cedera e Ponferrada e Villafranca e Cacabelos e Mantilla, con sus castillos e alfoces e juredición”.

Nos dice Pardo de Guevara que en los últimos años de su vida el conde Lemos, Pedro Álvarez de Osorio, al ver que su segundo matrimonio tampoco le había proporcionado varón que le sucediese, eligió como heredero al bastardo Rodrigo Osorio, a quien reconoció como hijo de Alonso Osorio y nieto suyo, urdiendo -al parecer- una complicada maniobra para hacer valer su legitimización. En 1480, tres años antes del fallecimiento de Pedro Álvarez de Osorio, Rodrigo Osorio tomó posesión de los estados de Lemos. Con todo, Juana Osorio reclamó sus derechos a la sucesión con el apoyo de los Pimentel de Benavente. En 1483 nada más morir el conde Lemos, el tercer conde de Trastámara y segundo marqués de Astorga -otro Pedro Álvarez de Osorio- firmó una alianza apoyando las pretensiones de los de Benavente, quienes a cambio les garantizaron su ayuda para la recuperación de “las villas y tierras y fortalezas de Sarria, e de Chantada, e de Triacastela, e de las pueblas de Adai, de San Julián e de Neira de Rey, e Neira de Yuso, e Froyán e Ansyán, e los cotos de Guntín e Canedo… que oy en día los tiene entrados e tomados e ocupados el dicho Rodrigo Osorio”.

Finalmente la cuestión con los Trastámara se solventó en ese mismo año con el acuerdo de la boda de Rodrigo Osorio con Teresa Osorio, hermana del conde de Trastámara y marqués de Astorga. En el acuerdo matrimonial se contempló la compra de Sarria por parte de Rodrigo Osorio y la devolución de Chantada y su tierra a los marqueses de Astorga. No obstante, se mantuvo la guerra abierta con la casa de Benavente que se apoderó entonces de varias fortalezas y de la villa Ponferrada. Los Reyes Católicos se vieron obligados a intervenir y enviaron al obispo de León a conciliar a los bandos, sin lograrlo. En 1484 el rey ordenó que cesase la lucha y que fuesen los oidores del reino quienes resolviesen el problema sucesorio. El resultado fue que se acabó por dividir el estado señorial en dos partes que quedaban separadas por los montes do Cebreiro; así, se asignó a Rodrigo Osorio el lado de Galicia con la villa de Sarria -entre otras-, teniendo que renunciar a sus posesiones en el Bierzo, Ribera y Cabrera.

Rodrigo Osorio no acató la sentencia, primero se negó a entregar los bienes que habían sido asignados a Juana Osorio, inmediatamente después tomó el castillo de Allariz, que era de los Pimentel de Benabente y en 1485 se dispuso a poner cerco a Ponferrada. Los monarcas reaccionaron preparando una campaña militar contra Rodrigo y confirmando a María de Bazán los bienes que por sentencia habían correspondido a las hijas que había tenido con el conde de Lemos. Más tarde la corona acordó con el conde de Benavente la compra de esos bienes y en virtud de ello, Juana Osorio cedió Ponferrada a los reyes en abril de 1486. En el verano de ese mismo año la plaza fue tomada por asalto. Rodrigo Osorio se sometió entonces a las duras condiciones de la rendición que le obligaban entre otras cosas a dejar las fortalezas de Ponferrada, Balboa y Sarria en poder de García Osorio, tesorero de la iglesia de Astorga. En los años que siguieron Sarria permaneció secuestrada por la corona, sucediéndose en la tenencia de su fortaleza distintas personas nombradas por los monarcas.

Al margen de estos hechos, se documenta en el transcurso del mismo período una viva actividad comercial de Sarria expresada principalmente en la celebración de mercados y de ferias periódicas. Así en 1487 consta que los Reyes Católicos hicieron merced a la villa de una feria franca anual de veinte días a partir del Corpus Christi. Años antes, en 1468, los monarcas habían estado aquí de paso en su peregrinación a Santiago dando numerosas limosnas a pobres, peregrinos y también a los que pedían para el lazareto que estaba a las afueras de la población.

Poco después, en el año 1494, Jerónimo Münzer menciona la villa de Sarria en la obra que publicó de su viaje por España y Portugal y dice de ella que tenía castellum parvum. La villa también es citada por Arnold von Harff como “Zarea” en el itinerario de los viajes que hizo por Egipto, Venecia y Santiago entre los años 1496 y 1499, anotando escuetamente que era “villa franca con su castillo en el monte”. También por entonces, concretamente en 1498, se registra la existencia de un nuevo hospital en la villa: el de San Antonio que daba acogida a los peregrinos.

En el año 1501 la reina Isabel devolvió las villas de Sarria, Castro de Rei y Outeiro de Rei a Rodrigo Osorio, por razón del acuerdo al que se llegó cuando se firmaron las capitulaciones del matrimonio de la hija de éste, Beatriz de Castro Osorio, con don Dionís de Portugal, hijo de los duques de Braganza y sobrino de la reina. Aun así, Rodrigo Osorio, que en ningún momento había dejado de litigar por sus intereses ya fuese por las armas o recurriendo a la justicia, esperó recuperar los patrimonios que había perdido, tomando partido entonces por el movimiento de los grandes de Castilla que favorecían la llegada del príncipe Carlos al que prestó juramento en 1507. Por este motivo se confrontó con el rey Fernando el Católico, quien en 1509 le obligó a entregar la tenencia de sus fortalezas de Sarria y Monforte al gobernador del reino de Galicia, Álvaro de Carbajal. Nos dice Malaquías de la Vega que Rodrigo Osorio “entregó las fortaleças desde 14 de agosto hasta 17 deste mes del año 1509 quedándose con el señorío y propiedad dellas”. Poco después, en diciembre del mismo año, se resolvió la concordia entre el rey Fernando y el príncipe Carlos, en virtud de la cual se debían restituir los bienes que se hubiesen embargado a los que en Castilla habían seguido la voz del príncipe. Sin embargo, al conde de Lemos no se le devolvieron sus fortalezas porque el monarca “no se las avía tomado mas que en tenencia por tenerle subjecto y que no las basteciesse, ni se hiçiesse fuerte en ellas dejandoselas en possessión y propiedad”.

Nos dice Malaquías que no por ello se privó el conde de recordar que había sido injustamente despojado “de las villas de Sarria, Castro de Rey y Otero de Rey, de las quales los reyes cathólicos le avían llebado la renta veinte años. Diçe que supplicó muchas beçes a los reyes cathólicos pusiessen este negocio en justiçia y le despojassen por sentencia o se lo restituyessen y que nunca le oyeron. Afirma lo supplicó al señor rey don Phelippe 1º y que le dio su fe y palabra real que asentandose las cosas y ofiçios destos reynos, lo mandaría luego ver e determinar”.

Asegura el cronista Jerónimo Zurita, que Rodrigo Osorio mantuvo la fortaleza de Sarria “por persona puesta por el rey todo el tiempo que vivió”. Rodrigo murió hacia el año 1521, heredando el condado de Lemos su hija Beatriz de Castro Osorio y tras ella su hijo Fernando Ruiz de Castro Osorio, que en 1543 obtuvo del emperador Carlos V el título de marqués de Sarria; título que conservaron ocho herederos por línea directa de los Castro de la casa de Lemos, pasó luego a los condes de Gelves y posteriormente a la familia Berwick y de Alba.

Fernando Ruiz de Castro Osorio tuvo que hacer frente a la pretensión de su madre Beatriz de crear mayorazgo en el primogénito de su segundo matrimonio, Antonio de Castro Osorio; a la cabeza de dicho mayorazgo estaba la villa y fortaleza de Sarria, además de Castro de Rei y Outeiro de Rei. A raíz de ello se originó un largo pleito que ganó Fernando Ruiz. Éste fundó a su vez mayorazgo a favor de su hijo Pedro Fernández de Castro y Andrade, le ordenaba por ello “sus villas de Sarria con su fortaleça, con sus pueblas y tierra y lugares y cotos”. Más tarde desheredaría a su hijo Pedro, revocando el mayorazgo que le hizo para volver a hacerlo a favor de su nieto Fernando de Castro y Andrade. El nieto heredó al abuelo en 1575 y en ese mismo año tomó posesión del condado de Lemos. A partir de aquí la villa de Sarria, junto con las de Outeiro y Castro de Rei quedaron definitivamente vinculadas a la herencia de la casa de Lemos.

Poco antes, en 1571, Sarria aparece entre las ciudades y villas más pobladas de la provincia de Lugo con dos parroquias, la de San Salvador que tenía cincuenta feligreses y la de Santa Mariña, que tenía cuarenta; se dice que había en ella oficiales de sastres, zapateros, herreros, tejedores, carpinteros y pedreros y que era “camino francés”. En la parroquia se cosechaba “mucho pan e trigo e millo” y era tierra donde se cogía mucha fruta. Al finalizar el siglo XVI, se censaban en el partido de la “Andadurria de Sarria” ciento vente vecinos pecheros, mientras que en la propia villa había ochenta. Con todo, en su Itinerario del Pelegrino Curioso y Grandezas de España del año 1577, Bartolomé Villalba dejó anotado: “Sarria, cabeza de marquesado; es villa pequeña; hay en ella una casa pequeña de agustinos”.

Por entonces, los dominios señoriales de los condes de Lemos en Galicia se dividían en el estado de Lemos, el marquesado de Sarria y el condado de Andrade y Villalba, divididos a su vez en merindades y alcaldías; así el marquesado de Sarria tenía las merindades de Outeiro de Rei y de Castro de Rei y las alcaldías de las pueblas de Adai, de San Xiao, de Neira y de Triacastela.

Ya en el siglo XVII, cuando el peregrino Domenico Laffi pasó por Sarria camino de Compostela en el año 1670, dice que era una tierra rica y muy bella, con hermosas viviendas y un convento de frailes vestidos de blanco, que daban la “passada” a los peregrinos. Encima de la villa vio un fuerte castillo, con altísimas murallas en torno y allí el señor de la tierra daba ayuda de dinero a los peregrinos que venían de Santiago. Esto último lo repite el carmelita Giacomo Antonio Naia en el año 1718: “el señor gobernador de la fortaleza da una passata de dinero a los peregrinos que vuelven de Santiago de Galicia, pero no a los que van”.

Poco más tarde, a mediados del siglo XVIII, el padre Solveira hizo la descripción de la población de Sarria en estos términos: “villa de cien vecinos en que hay una fortaleza antigua con su muralla, están arruinadas sus habitaciones interiores, dos parroquias, alcalde mayor con jurisdicción en la puebla de Sarria y en sus 27 feligresías, con 550 vasallos y en las pueblas de Triacastela, Neira de Jusá, san Julián y de Aday. Tiene la villa tres escribanos de número, regidores, procuradores de causas, carcelero y casa-cárcel”.

En la misma época, en las respuestas generales del Catastro de Ensenada del año 1753, encontramos información pormenorizada acerca de las feligresías de “Santa Marina y San Salvador de la villa de Sarria”. Se dice que ambas feligresías eran señorío particular perteneciente a la condesa de Lemos como marquesa de Sarria, por cuya razón no percibía derecho alguno de los vasallos. Los gastos que tenía que satisfacer el común de la villa se repartían entre la feligresía de San Salvador, a la que correspondía sufragar una tercera parte y la de Santa Mariña, que debía cubrir el resto; si no alcanzaba, la diferencia debía satisfacerse a medias. En la correspondiente partida de gastos figuran conceptos tan dispares como la reparación de fuentes y empedrado y el sostenimiento del hospital de San Antonio (que estaba dentro de la demarcación de San Salvador). Por entonces estaban censados en Santa Mariña cuarenta y cuatro vecinos, había cincuenta y seis casas habitables y tres arruinadas, estando abiertas una taberna para la venta de vino al por menor y una carnicería. Había en los términos de San Salvador veinte vecinos, repartidos en venticuatro casas habitables, ninguna arruinada; había igualmente una taberna para la venta de vino y también un estanquillo de tabaco de venta al por menor.

En el siglo XIX la creación del partido judicial de Sarria en 1813 y de su primer concejo constitucional en 1821 supuso el principio del fin del antiguo régimen administrativo, gubernativo y judicial. Más tarde, las guerras carlistas primero y la emigración hacia las Américas después, marcarían la historia de esta población.

En 1827 Sebastián Miñano anotó en su Diccionario que la villa de Sarria era cabeza de marquesado, perteneciente antiguamente a la casa de los condes de Lemos que por entonces ya estaba incorporada a la de Berwick. Había sido en otros tiempos residencia de un corregidor que tenía conocimiento de alzada y preventivo en cinco jurisdicciones llamadas las cinco pueblas. El núcleo urbano reunía por entonces 132 vecinos y 650 habitantes divididos entre las parroquias de Santa Mariña y San Salvador. El pueblo estaba regularmente formado, pero que era pequeño y de tercer orden. Había en los arrabales un convento de agustinos, un hospital, caja de correos y escuela de primeras letras. Era paraje bastante frecuentado de transeúntes y traficantes. Celebraba feria el 20 de marzo de cada año, produciendo trigo, centeno, maíz, nabos, patatas, todo género de legumbres y frutas, caza, pesca de río y pastos. Se criaban toda especie de ganados obteniendo quesos, mantecas y carnes saladas. También había telares de lienzos. Contribuía 5.500 reales y los derechos enajenados eran 400 reales.

En 1849 nos dice Pascual Madoz que las feligresías de Santa Mariña y San Salvador componían conjuntamente la villa de Sarria, sumando entre las dos unas 130 casas, que acogían una población total de 140 vecinos y 768 almas. Añade el autor que la residencia del juzgado de primera instancia contribuía al sostenimiento de posadas y otros establecimientos públicos. Indica por otra parte, que los caminos que desde el centro de la villa partían en distintas direcciones se hallaban medianamente cuidados.

En la descripción del itinerario militar de Narón a Pedrafita por Portomarín del año 1866 consta que la villa de Sarria tenía 143 vecinos y ofrecía algunos recursos para alojamiento; el municipio de su nombre tenía 1.938 vecinos.

Hacia el final de ese mismo siglo, la villa experimentó un importante crecimiento económico y urbanístico apoyado por la puesta en servicio del ferrocarril en 1880.

En los años treinta del siglo XX dice Amor Meilán que la población de las parroquias enclavadas en la villa de Sarria era de 1.495 habitantes de hecho y 1.498 de derecho. Añade que había en Sarria tres molinos harineros y sobre el río del mismo nombre estaban tendidos los puentes “del Toleiro”, en la carretera de Samos, que era moderno y metálico; “el puente Ribeira, el Puente Viejo y el de Frollais”, todos de sillería. Sobre el río Celeiro se encontraba el “puente Áspera, el Celeiro y el de Mazadoiro”. Había, además, otros pontigos que califica el autor como minúsculos y sin importancia. Se encontraban en la villa tres escuelas municipales y otras cinco de carácter particular, un hospital sanitario de fundación privada, dos sociedades de recreo, tres fondas, varias casas de huéspedes y facilidad de comunicaciones en carruaje con Samos, O Incio y otros pueblos del partido.

Ya en los años setenta de esta última centuria figuran en la Gran Enciclopedia Gallega Santa Mariña y San Salvador como parroquias que tenían en la entidad de la capital municipal de Sarria 3.949 habitantes.

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