Los restos que ahora se pueden observar en esta zona pertenecieron a la fortaleza de Sarria, ubicada en el punto más alto de la villa del mismo nombre, junto al Camino Francés, dentro del término parroquial de San Salvador de Sarria, municipio de Sarria, provincia de Lugo.
En la actualidad los restos que se conservan del complejo se reducen a uno de los torreones semicirculares de la muralla. Con una altura de más de trece metros de altura y ochenta de diámetro, se mantiene en pie entre la vegetación, a veces hostil, del lugar. Sus muros, de más de metro y medio resisten al paso del tiempo y dentro de él albergan una estancia rectangular de más de 12 m2 de superficie cubierta por una bóveda de cañón ligeramente apuntada. La estancia está cubierta a siete metros de altura por una bóveda de cañón ligeramente apuntada y se accedía a ella por una puerta adintelada que daba al interior de la fortaleza.
El torreón está construido con mampostería de gneises y esquistos trabados con argamasa de cal. Su almenaje es corrido y los merlones tienen en el centro saeteras de ojo de cerradura invertido talladas en piezas de granito. Sobre cada uno de los merlones se alzan albardillas cuadrangulares perforadas por aspilleras en el frente. En la base, a cada uno de los lados del torreón, se abren dos saeteras de ojo de cerradura invertido que enfilan los flancos.
Un tramo de escaleras conduce a lo alto del torreón. El arranque de esta contaba con dos escudos, uno con dos lobos pasantes correspondiente a los Osorio y el otro con los seis roeles de los Castro y el jefe partido de Castilla y León. Estas piedras de armas son iguales a las que aun campean sobre la puerta de la muralla de Monforte de Lemos y del castillo de Castro Caldelas que fueron igualmente de los Castro, linaje que obtuvo de forma hereditaria el condado de Lemos y posteriormente el marquesado de Sarria.
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| Restos de la fortaleza de Sarria. |
De construcción medieval y fue habitada hasta el siglo XVIII, pero fue en el XIX cuando se derribó. Durante los siglos de vida del edificio, fue la cabecera administrativa, gubernativa y judicial de un amplio territorio que en un inicio integró el condado de Sarria y, más tarde, incorporaría el marquesado del mismo nombre. Fue la residencia del alcaide y el lugar desde el que ejercían sus cargos de justicia los merinos y corregidores de la villa.
En cuanto a arquitectura, es posible rescatar de la documentación algunos aspectos que ayudan a comprender cómo fue su estructura. Era de planta circular y contaba con un reducto cercado con la casa y el patio de armas en su interior en la parte más alta. En cuanto a su estructura vertical, podemos apuntar que contaba con: una planta baja para la caballeriza, la bodega, la cocina y una sala de mayor tamaño; un piso alto, una sala principal con chimenea y paredes de cal y argamasa, además de varias estancias para el alcaide y su entorno que daban a corredores de madera con balaustres; en último lugar, contaba con un desván bajo la cubierta, esta con estructura de madera y cubierta de teja. En el patio había un pozo con su cadena y capacete para la extracción de agua.
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| Plano de planta (izquierda) y alzado de la torre (derecha). (José Antonio Franco Taboada, Santiago Tarrío Carrodeguas (dirs.),
A arquitectura do Camiño de Santiago: descrición gráfica do Camiño Francés en Galicia, Santiago [de Compostela], Xunta de Galicia, A Coruña, Universidade da Coruña, D.L. 2000). |
El reducto contaba al menos con dos torres, la denominada «del Homenaje» con acceso a través de una escalera que arrancaba de la parte de vivienda, y la llamada «Torre do Mercado», probablemente ubicada en el lado noroeste, frente al lugar donde se ubicaba el antiguo campo de la feria hasta bien entrado el siglo XIX. Además de las torres, el recinto estaba rodeado por una muralla de piedra con el ancho suficiente como para que su superficie pudiese ser usada para los paseos de ronda. La muralla estaba reforzada por varios contrafuertes de sillería y otros tantos torreones semicirculares distribuidos por tramos para facilitar el fuego cruzado desde las troneras laterales, cubriendo así la defensa de las cortinas del uro.
El pie del cerro sobre el que estaba asentada la fortaleza estaba rodeado por un foso, mientras que ante la puerta de entrada que se abría al naciente contaban con un contrafoso que se atravesaba por un puente elevadizo que conducía al patio de ánimas. Todavía en el siglo XIX se conservaba la calzada de piedra que servía de acceso a la fortaleza, salvando los dos fosos con arcos de medio punto.
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| Entorno de la torre. |
HistoriaAl menos desde finales del siglo VIII, el nombre de Sarria viene designando en primer lugar a un río y más tarde a un territorio, un condado y una villa medievales. La historia de la villa y de su fortaleza está íntimamente ligada a la de los magnates que disfrutaron de su señorío y ejercieron jurisdicción sobre su territorio.Uno de ellos, el refundador de la villa de Monforte, Froila Díaz -junto con su mujer Estefanía Sánchez- habrían recibido del rey Alfonso VI los territorios de Lemos y Sarria. Este personaje, que aparece como imperante Sarria en un documento del año 1096, habría permanecido al frente de dichos territorios al menos hasta el año 1111.A Froila Díaz le sucedió en la tenencia de Sarria Rodrigo Vélez, uno de los primeros señores de Lemos. Su hijo, Álvaro Rodríguez de Sarria, fue titular de esa misma tierra entre los años 1161 y 1167 e inmediatamente después lo fue su nieto, Rodríguez Álvarez.Tras ellos, la lista de los tenientes de Sarria es larga. Entre los años 1181 y 1186 figura en el ejercicio del cargo Gutierre Ruiz de Castro, primer representante de la rama gallega de la familia de los Castro, una de las más poderosas estirpes de la época. Según el cronista fray Malaquías de la Vega, Gutierre Ruiz, que se casó con la señora de Lemos Elvira Osórez, habría recibido las villas de Lemos y de Sarria con sus tierras por merced hecha por el rey Fernando II. A partir de entonces y por algo más de un siglo, los señoríos de Lemos y Sarria estuvieron -aunque con alguna interrupción- en manos de distintos miembros de la familia de los Castro.Hacia el año 1305 el rey Fernando IV confiscó los señoríos de Lemos y Sarria que eran de Fernando Rodríguez de Castro, entregándolos al infante Felipe de Castilla. Fernando Rodríguez había desertado del bando del rey siendo éste menor de edad, posicionándose del lado de su tío, el infante don Juan, que acabó por renunciar a sus pretensiones de ocupar el trono. Después de esto y por un tiempo, la corona quiso anular la influencia de los Castro en Galicia poniendo al frente de las tierras a destacados personajes de la corte castellana.En 1327 el hijo y sucesor de Fernando IV, el rey Alfonso XI, concedió los señoríos de Trastámara, Lemos y Sarria a su valido, Álvaro Núñez Osorio, que fue el primero en recibir aquellos patrimonios con el título condal. Durante el reinado de este último monarca (concretamente en el año 1320), sabemos que se cobraba en Sarria “la castellage”, impuesta sobre las bestias y mercancías que iban de paso; al igual que ocurrió en Melide, es posible que este impuesto se destinase a la construcción de la propia fortaleza de la villa.Alfonso XI arrebató los señoríos de Trastámara, Lemos y Sarria, a Álvaro Núñez por haberse rebelado y hacia el año 1340 los entregó a su bastardo Enrique, que fue desposeído de todos sus feudos y títulos por su hermanastro el rey Pedro I.En 1360 Pedro I hizo merced a Fernando Ruíz de Castro de las villas de Sarria, San Xiao y Outeiro de Rei, dándoselas en mayorazgo para sus hijos y descendientes varones legítimos y a falta de ellos, para las hembras legítimas y si no hubiera, las tierras debían volver a la corona real. En 1366 el monarca otorgó al mismo Fernando Ruíz el título de conde de Trastámara, Lemos y Sarria.Tras haber sido derrotado el rey Pedro en la guerra civil que se desencadenó entre sus partidarios y los de su hermanastro Enrique, se entronizó en Castilla la nueva dinastía de los llamados Enríquez, que fueron los que se hicieron cargo de los estados de Trastámara, Lemos y Sarria, una vez que fueron confiscados a Fernando Ruíz de Castro.En 1376 el sobrino del nuevo monarca Enrique II, Pedro Enríquez, convertido entonces en conde de Trastámara, Lemos y Sarria, recibió la villa de Sarria en mayorazgo, con sus “pueblas, e alfoz, e términos, e jurisdicción e vasallos, rentas, pechos e derechos”. El cronista Malaquías de la Vega registró este hecho diciendo que “El conde Pedro Henrriquez tuvo la villa de Sarria y edificó allí su casa y una fortaleza, donde vivió. Antes ubo esta tierra don Fernando Ruiz de Castro en propiedad. Tomósela el rey don Henrrique y diola a su sobrino”; cabe pensar que el conde Pedro Enríquez no hiciese la fortaleza ex novo, siendo más probable que obrase sobre una fortificación anterior.Nos dice Pardo de Guevara que el matrimonio de Pedro Enríquez con Isabel de Castro, sobrina de Fernando Ruíz de Castro, vino a legitimar históricamente su presencia al frente de los estados de Trastámara, Lemos y Sarria. En el año 1384 nos encontramos con que el rey Juan I ordenó la confiscación de los bienes de Pedro Enríquez por su traición en Portugal y se los entregó al infante Fernando. Sin embargo, tan solo un año más tarde el conde Pedro obtuvo el perdón real, por lo que le fueron reintegrados sus títulos y patrimonios gallegos, aunque no llegó a recuperar su anterior influencia.Más tarde, el rey Juan II de Castilla concedió al duque de Arjona, Fadrique Enríquez de Castro (1388-1430), hijo del susodicho Pedro Enríquez, los condados de Trastámara, Lemos y Sarria. Fadrique Enríquez murió sin sucesión legítima estando prisionero en el castillo de Peñafiel, siendo desposeído por el rey de todos sus bienes y señoríos. Tras su muerte la villa de Sarria pasó a manos del condestable Álvaro de Luna.Fue Pedro Álvarez de Osorio, primer conde hereditario de Lemos, quien asumió la tarea de recuperar los estados que Juan II había confiscado a Fadrique Enríquez, contó para ello con su ventajoso matrimonio con Beatriz Enríquez de Castro, hermana de Fadrique Enríquez. Beatriz litigó largos años reclamando los antiguos señoríos que habían formado parte del patrimonio familiar, considerándose la única y legítima heredera de su hermano. Con el tiempo el matrimonio logró reunir sobre los restos del histórico condado de Trastámara, Lemos y Sarria un dominio señorial de primera magnitud que abarcaba amplísimos territorios.No obstante, entre otras contiendas, el matrimonio se encontró con que su pariente el nuevo conde de Trastámara, otro Pedro Álvarez de Osorio, que recibió ese título en 1445 por merced regia, pretendía adscribir a su condado las posesiones de Ponferrada, Chantada y Sarria. Para dirimir la cuestión las dos partes firmaron en ese mismo año una concordia que no tuvo efecto práctico, de manera que se llegó al conflicto armado. Mientras tanto la villa de Sarria quedó en manos del conde de Trastámara, que en torno al año 1447 reorganizó la tierra y anexionó varios pueblos a la villa, afectando también al señorío del monasterio de Samos que reaccionó protestando en consecuencia. Lejos de cerrarse, el conflicto continuó en los años siguientes. En 1451 firmaron de nuevo una avenencia que tampoco duró por mucho tiempo.Malaquías de la Vega recoge una escritura en la que consta que en el año 1458 Alonso Osorio tomó posesión de los estados de su madre, Beatriz Enríquez, incluyendo Sarria; se dice en el correspondiente documento: “la villa de Sarria y su fortaleça estaba vacante con su tierra y pueblas y que se sabe fueron del condestable don Pedro, que edificó la villa con la casa y fortaleça, la qual goçó su hijo el duque de Arjona y por él y de su mano la tubo su hijo [bastardo] don Alfón de Castro y por real venta la ovieron los padres de don Alonso Ossorio y de derecho era de su madre doña Beatriz de Castro. Que por estas raçones tomaba y apprehendía la possessión vel quasi de la villa y puebla de Sarria, casa y fortaleça y sus pueblas para el dicho don Alonso Ossorio y este acto hiço consintiéndolo los vecinos de Sarria, sus vasallos, sin que nadie se lo perturbasse a 2 de febrero de 1458 y a tres tomó la possessión de Sanct Jullao y a 8 del mismo mes la de la puebla de Neyra de Jusao y a los diez la de Tría Castella. Todo con el benepláçito de don Pedro Álvarez Ossorio, que quiso dar a su hijo las tierras de su madre para authoriçarle y ponerle casa antes de casarse”.También es Malaquías de la Vega quien nos da noticia de la importante transacción hecha en el año 1459 por la que Pedro Álvarez de Osorio, sabiendo que en 1445 el rey Juan II había hecho merced de la villa Sarria con sus pueblas a Pedro de Luna (hijo de Álvaro de Luna), compró a éste “Sarria e Neyra e Triacastela e la Puebla de Adayn e la Puebla de Sanct Julián e Otero de Rey e Castro de Rey e todos los otros lugares e pueblos e vasallos e heredamientos e Jurisdicciones quel duque don Fadrique avía e tenía e posseya en el reyno de Galiçia, tractó con don Pedro de Luna le çediesse el derecho que por la donaçión y merçed real avía adquirido […]. Vino en ello don Pedro de Luna, çediendo su derecho en el conde de Lemos y condesa e sus hijos y herederos para siempre jamás por tres mil e quinientas doblas quel dicho conde de Lemos le dio de oro castellanas […] por este derecho de compra real goçaron estos condes lo de Sarria y pueblas referidas, que antes fue condado de la casa de Lemos por privilegio del rey don Pedro de Castilla”.En 1464 Alonso Osorio volvió a enfrentarse por cuestión de la tierra de Sarria con el primer marqués de Astorga, Alvar Pérez Osorio, hijo del conde de Trastámara. Dos años después, a instancias de los requerimientos del monarca, los contendientes suscribieron otra concordia que fue rota en 1467, momento en que se produjo la primera revuelta Irmandiña en contra de los grandes señores de Galicia.Alvar Pérez se adhirió entonces a los caudillos de las hermandades y aprovechando que el conde de Lemos se encontraba refugiado en su castillo de Ponferrada, le tomó a decir de Malaquías de la Vega: “todas sus tierras, destruyéndole las fortaleças y robándole sus bienes y los de sus vasallos. Y aunque el rey don Henrrique escribió al marqués de Astorga que çesasse del intento y restituyesse las tierras al conde de Lemos, no lo quiso haçer sin que el conde de Lemos hiçiesse çesión de la tierra de Chantada y la de Sarria con otras villas y pueblos”. El conde de Lemos tuvo que avenirse dada la precaria situación en que se encontraba, no sin hacer una protesta pública dejando claro que haría la donación para librarse del marqués y para que cesasen las armas, pero que la haría forzado y en contra de su voluntad, recordando que Chantada y Sarria estaban en el mayorazgo que había hecho con Beatriz de Castro.Uno de los que encabezó la revuelta Irmandiña fue Alonso de Lanzós, hijo de Juan Freire de Lanzós, que había sido hombre de armas del propio conde de Lemos, habiéndole rendido pleito homenaje por la fortaleza de Sarria, al ser nombrado merino y alcaide de ella en el año 1461.En la documentación del pleito sostenido entre los arzobispos compostelanos Tabera y Fonseca, encontramos noticias pormenorizadas sobre las vicisitudes por las que atravesó la fortaleza de Sarria en el transcurso de la revuelta y también en los momentos inmediatamente posteriores. Así se dice que Alonso Osorio recibió la fortaleza de Sarria en herencia de su madre, Beatriz Enríquez de Castro, y que vinieron las hermandades “ansi de Santiago como de otras partes del reino” y la derrocaron. Después, Alonso Osorio murió en el monasterio de Samos “de una naçida [peste] según dezían e que otros dezían que de henojo por le derrocaren la dichha fortaleza”.Declaran varios testigos del pleito que el primero que acudió a reconstruirla con mucha gente que viniera a la villa fue el conde de Trastámara y marqués de Astorga, que decían que la fortaleza era suya. Al parecer el de Trastámara falleció en Sarria una vez que ya estaban reedificados los muros de la cerca de fuera, ya que dentro la fortaleza había recibido escasos daños. Añaden que tras el desbaratamiento de las hermandades vino el conde de Lemos, Pedro Álvarez de Osorio, que continuó con las obras ordenando a los vasallos de los cinco alfoces de Sarria que trabajasen en la fortaleza; también llamaron a los del coto de Samos del que era merino el conde y a los de Portomarín por ser su comendador. Decía el conde, que ya que habían participado en el derrocamiento de la fortaleza debían ayudar a levantarla.Consta en el mismo pleito que en el momento del derrocamiento era alcaide y merino de Sarria, Galaor Osorio, hijo natural del conde de Lemos y después lo fueron Álvaro González de Ribadeneira y Mendo da Ribeira. Señalaban algunos que la fortaleza estaba hecha de “flaco hedefiçio”, y dicen también que Mendo da Ribeira procuró rehacerla mejor y más fuerte de lo que estaba, derribando paredes viejas y haciendo otras nuevas. De los diversos testimonios se deduce que la fortificación disponía de fosos y barreras y de una cerca de piedra todo alrededor; dentro se encontraba un reducto fortificado con la casa defendida por varias torres, entre ellas la del Homenaje y la del Mercado.Los oficiales pedreros y carpinteros de la tierra trabajaban por turnos de dos o tres días, teniendo que edificar cada pedrero tres pies de pared. Además, el conde hizo llamar ex profeso a unos nueve o diez maestros de cantería vizcaínos que levantaron la torre del Mercado. Unos testigos decían que se pagaba a oficiales y maestros con lo obtenido en la recaudación de las alcabalas, mientras que otros afirmaban que los vasallos aportaron un repartimiento hecho por el conde en las cinco pueblas y que no estaban seguros si el dinero de lo recaudado era para el cobro de los dichos oficiales y canteros, o si era para su estado. Los vasallos pagaban “porque los prendaban e peñoraban sus bois e bacas hasta que buscaban los dichos dineros e por mandamientos e premias que les hazían” y acudían a Sarria en contra de su voluntad “con sus personas, bois e carros e açadones e otros hazían las paredes e que servían ansimismo a los canteros de todo lo necesario”; los del coto de Samos tenían a su cargo hacer la cal. Se quejaban los que allí iban porque el conde no les daba de comer y tenían que traer sus propias vituallas o comprarlas.Después de la muerte de Alonso Osorio en plena revuelta, se produjo un grave problema por la sucesión del condado de Lemos, ya que, aunque Alonso estuvo casado con la hija del conde de Benavente, Leonor Pimentel, no tuvieron descendencia legítima. En 1468 su padre, el conde de Lemos, contrajo matrimonio en segundas nupcias con María de Bazán, esperando -sin duda- engendrar un heredero varón que asegurase el futuro de sus estados garantizando la integridad de los patrimonios. Sin embargo, la cuestión se complicó cuando en ese mismo año Rodrigo Pimentel (hermano de la susodicha Leonor Pimentel) logró que el rey Enrique IV le hiciese concesión de las tierras y villas que habían pertenecido a Alfonso Osorio.A partir de aquí se inició un grave enfrentamiento entre el conde de Lemos y el de Benavente que se vendría a zanjar en 1472 con el acuerdo del casamiento de sus dos hijos, Luis Pimentel y Juana Osorio; los términos de este acuerdo contemplaban que si el conde de Lemos llegaba a tener varón o varones nacidos de legítimo matrimonio, su hija Juana tendría de su herencia solamente la villa de Mantilla y otros lugares en el Rabanal, además de una determinada cantidad de dinero, plata y ajuar, sin que pudiese reclamar otra cosa. Si por el contrario no llegaba a haber tal heredero legítimo, doña Juana recibiría de su padre el “Condado de Lemos e las tierras de Cabrera e Ribera e las Pueblas de Chantada e Sarria e las villas de las Puentes e Cedera e Ponferrada e Villafranca e Cacabelos e Mantilla, con sus castillos e alfoces e juredición”.Nos dice Pardo de Guevara que en los últimos años de su vida el conde Lemos, Pedro Álvarez de Osorio al ver que su segundo matrimonio tampoco le había proporcionado varón que le sucediese, eligió como heredero suyo al bastardo Rodrigo Osorio, a quien reconoció como hijo de Alonso Osorio y nieto suyo, urdiendo -al parecer- una complicada maniobra para hacer valer su legitimización. En 1480, tres años antes del fallecimiento de Pedro Álvarez de Osorio, Rodrigo Osorio tomó posesión de los estados de Lemos. La escritura de emancipación de Rodrigo se hizo según Malquías de la Vega “a 14 de julio de dicho año [1483]. Tomóse la possesión en el obispado de Lugo de la Puebla de Aday ese día y a 28 la de Sanct Juliao y a 29 la de Neyra de Jusao y a 30 la de Tria Castela. Antes a 20 la de Sarria, sus fortaleças y tierra. […] Lo que pretendió el conde don Perálvarez fue en su vida poner al nieto en la possessión del estado y tenerle en nombre de su nieto y anssí a 15 de julio de 1480 pidió don Rodrigo Álvarez Ossorio que le hiçiesse omenage que le volvería las fortaleças de Sarria y Chantada. Haçíalo porque el nieto no se le lebantasse en su vida y le hiçiesse geurra y echasse del condado de Lemos”.Con todo, Juana Osorio reclamó sus derechos a la sucesión con el apoyo de los Pimentel de Benavente. En 1483, nada más morir el conde Lemos, el tercer conde de Trastámara y segundo marqués de Astorga -otro Pedro Álvarez de Osorio- firmó una alianza apoyando las pretensiones de los de Benavente, quienes a cambio les garantizaron su ayuda para la recuperación de “las villas y tierras y fortalezas de Sarria, e de Chantada, e de Triacastela, e de las pueblas de Adai, de San Julián e de Neira de Rey, e Neira de Yuso, e Froyán e Ansyán, e los cotos de Guntín e Canedo… que oy en día los tiene entrados e tomados e ocupados el dicho Rodrigo Osorio”.Finalmente, la cuestión con los Trastámara se solventó en ese mismo año con el acuerdo de la boda de Rodrigo Osorio con Teresa Osorio, hermana del conde de Trastámara y marqués de Astorga; en el acuerdo matrimonial se contempló la compra de Sarria por parte de Rodrigo Osorio y la devolución de Chantada y su tierra a los marqueses de Astorga. No obstante, se mantuvo la guerra abierta con la casa de Benavente, que se apoderó entonces de varias fortalezas y de la villa Ponferrada. Los Reyes Católicos se vieron obligados a intervenir y enviaron al obispo de León a conciliar a los bandos, sin lograrlo. En 1484 el rey ordenó que cesase la lucha y que fuesen los oidores del reino quienes resolviesen el problema sucesorio. El resultado fue que se acabó por dividir el estado señorial en dos partes que quedaban separadas por los montes do Cebreiro; así se asignó a Rodrigo Osorio el lado de Galicia con la villa de Sarria -entre otras-, teniendo que renunciar a sus posesiones en el Bierzo, Ribera y Cabrera.Rodrigo Osorio no acató la sentencia, primero se negó a entregar los bienes que habían sido asignados a Juana Osorio, inmediatamente después tomó el castillo de Allariz, que era de los Pimentel y en 1485 se dispuso a poner cerco a Ponferrada. Los monarcas reaccionaron preparando una campaña militar contra Rodrigo y confirmando a María de Bazán los bienes que por sentencia habían correspondido a las hijas que había tenido con el conde de Lemos. Más tarde la corona acordó con el conde de Benavente la compra de esos bienes y, en virtud de ello, Juana Osorio cedió Ponferrada a los reyes en abril de 1486; en el verano de ese mismo año la plaza fue tomada por asalto. Rodrigo Osorio se sometió entonces a las duras condiciones de la rendición que le obligaban entre otras cosas a dejar las fortalezas de Ponferrada, Balboa y Sarria en poder de García Osorio, tesorero de la iglesia de Astorga. En los años que siguieron Sarria permaneció secuestrada por la corona, sucediéndose en la tenencia de su fortaleza distintas personas nombradas por los monarcas.En 1492 consta que los Reyes Católicos dieron orden a Juan de Arévalo, contador del reino de Galicia, para que librase del dinero de la contribución de la Santa Hermandad las cantidades gastadas en las obras de reparación de la fortaleza de Sarria.En el año 1494 Jerónimo Münzer menciona la villa de Sarria en la obra que publicó de su viaje por España y Portugal y dice de ella que tenía castellum parvum. La villa también es citada por Arnold von Harff como “Zarea” en el itinerario de los viajes que hizo por Egipto, Venecia y Santiago, entre los años 1496 y 1499 y dice que es “villa franca con su castillo en el monte”.En el año 1501 la reina Isabel devolvió las villas de Sarria, Castro de Rei y Outeiro de Rei a Rodrigo Osorio, por razón del acuerdo al que se llegó cuando se firmaron las capitulaciones del matrimonio de la hija de éste, Beatriz de Castro Osorio, con Dionís de Portugal, hijo de los duques de Braganza y sobrino de la reina.Con todo, Rodrigo Osorio, que en ningún momento había dejado de litigar por sus intereses, ya fuese por las armas o recurriendo a la justicia, esperó recuperar los patrimonios que había perdido tomando partido por el movimiento de los grandes de Castilla que favorecían la llegada del príncipe Carlos, al que prestó juramento en 1507. Por este motivo se confrontó con el rey Fernando, quien en 1509 le obligó a entregar la tenencia de sus fortalezas de Sarria y Monforte al gobernador del reino de Galicia, Álvaro de Carbajal. Nos dice Malaquías de la Vega que Rodrigo Osorio “entregó las fortaleças desde 14 de agosto hasta 17 deste mes del año 1509 quedándose con el señorío y propiedad dellas”. Poco después, en diciembre del mismo año, se resolvió la concordia entre el rey Fernando y el príncipe Carlos, en virtud de la cual se debían restituir los bienes que se hubiesen embargado a los que en Castilla habían seguido la voz del príncipe. Sin embargo, al conde de Lemos no se le devolvieron sus fortalezas porque el monarca “no se las avía tomado mas que en tenencia por tenerle subjecto y que no las basteciesse, ni se hiçiesse fuerte en ellas dejandoselas en possessión y propiedad”.Comenta el mismo Malaquías que no por ello se privó el conde de recordar que había sido injustamente despojado “de las villas de Sarria, Castro de Rey y Otero de Rey, de las quales los reyes cathólicos le avían llebado la renta veinte años. Diçe que supplicó muchas beçes a los reyes cathólicos pusiessen este negocio en justiçia y le despojassen por sentencia o se lo restituyessen y que nunca le oyeron. Afirma lo supplicó al señor rey don Phelippe 1º y que le dio su fe y palabra real que asentandose las cosas y ofiçios destos reynos, lo mandaría luego ver e determinar” y aunque en este sentido Rodrigo no llegó a obtener nada del rey Fernando, volvió a dirigirse a él insistiendo “para que se sirviesse dejarle la fortaleça de Sarria, por estar en frontera del marquesado y aunquel rey dixo estar seguro de la lealtad del conde, […] no le conçedió aquella fortaleça si bien le representó que los cavalleros comarcanos de Sarria le arían agravios. Y que se acordasse su alteça se la avía dado cuando se hiço el casamiento con don Donís […] y quitarsela tan presto era gran mengua del conde, porque sus enemigos tenían esto por vengança y se loaban de averle echo este daño y le amenaçaban el duque de Alba y su hijo con […] perdida de todo su estado de Lemos”. También pidió al monarca que “le dexasse por su alcayde de la fortaleça de Sarria con omenage y por ella reçibiesse la fortaleça de Moeche o la de Castro de Rey, o ambas juntas”; en esta última súplica queda patente el valor estratégico que el conde Rodrigo otorgaba a la fortaleza de Sarria.Asegura el cronista Jerónimo Zurita que Rodrigo Osorio mantuvo la fortaleza de Sarria “por persona puesta por el rey todo el tiempo que vivió”. Rodrigo murió hacia el año 1521, heredando el condado de Lemos su hija Beatriz de Castro Osorio y tras ella su hijo Fernando Ruiz de Castro Osorio, que en 1543 obtuvo del emperador Carlos V el título de marqués de Sarria; título que conservaron ocho herederos por línea directa de los Castro de la casa de Lemos, pasó luego a los condes de Gelves y posteriormente a la familia Berwick y de Alba.Fernando Ruiz de Castro Osorio tuvo que hacer frente a la pretensión de su madre Beatriz de crear mayorazgo en el primogénito de su segundo matrimonio, Antonio de Castro Osorio; a la cabeza de dicho mayorazgo estaba la villa y fortaleza de Sarria, además de Castro de Rei y Otero de Rei. A raíz de ello se originó un largo pleito que ganó Fernando.Mientras tanto, Fernando Ruiz fundó a su vez mayorazgo a favor de su hijo Pedro Fernández de Castro y Andrade. Le ordenaba por ello “sus villas de Sarria con su fortaleça, con sus pueblas y tierra y lugares y cotos y los de Castro de Rey y Ottero de Rey, todas en el reyno de Galicia, con todas sus jurisdicciones, pechos, derechos, rentas, vasallos, etc y mas los mrs. del juro en Galicia […] con todas las fuerças neçessarias excluyendo en los llamamientos a los eclesiásticos y regulares, obligando a los herederos deste vínculo y mayorazgo que se digan de Castro y Portugal”.Más tarde, Fernando Ruiz desheredó de Sarria y otras villas a su hijo Pedro, revocando el mayorazgo que le hizo para volver a hacerlo a favor de su nieto Fernando de Castro y Andrade. El nieto heredó al abuelo en 1575, y en ese mismo año tomó posesión del condado de Lemos. A partir de aquí la villa de Sarria, junto con las de Outeiro y Castro de Rei quedaron definitivamente vinculadas a la herencia de la casa de Lemos.Al término de esta misma centuria la fortaleza de Sarria mostraba signos de abandono. Así Losada Díaz y Seijas Vázquez citan un recuento e inventario que se hizo en el año 1596 a fe de don Gregorio Fernández Moure, donde figura que la construcción estaba necesitada de reparación: “allose que en lo vaxo junto a la puerta de la cavalleriza una pared se cae… y está muy tuerta. En la sala principal de arriba… está deshecho junto a la chimenea…y un buen pedazo de lo que es cal y argamasa. En los corredores altos faltan muchos balahustres… y tablas del suelo y del fallado alto. Las escaleras por donde sube a la torre del omenaxe deshechas y podridas. Los cubos de la huerta no tienen puertas… y ansí mesmo hes menester reparar de nuevo la puente levadiza que entra en el patio de la fortaleza”.El mismo estado de ruina era patente en el año 1603, cuando se volvió a hacer un nuevo inventario que recoge Vázquez Seijas dándonos igualmente idea de las distintas dependencias, servicios y defensas que tuvo la fortaleza; además de lo que se dice en el anterior informe se habla de la necesidad de tejas para reparar las cubiertas, del pozo con cadena y capacete que había en el patio, de la existencia de una bodega, cocina y sala grande bajas y de un “cubo de cave la puerta de hierro”.En 1610 nos consta que se convocó, cuando menos, a los vecinos de Triacastela para que acudiesen a servir con bueyes y carros para reparar la fortaleza de la villa de Sarria (Triacastela era por entonces una de las cuatro alcaldías de las que se componía el marquesado de Sarria).Cuando el peregrino Domenico Laffi pasó por Sarria camino de Compostela en el año 1670, dice del castillo de Sarria que era bello y fuerte, con altísimas murallas en torno y allí el señor de la tierra daba ayuda de dinero a los peregrinos que venían de Santiago; esto último lo repite el carmelita Giacomo Antonio Naia a comienzos del año 1718: “el señor gobernador de la fortaleza da una passata de dinero a los peregrinos que vuelven de Santiago de Galicia, pero no a los que van”.A mediados del siglo XVIII el Padre Solveira hizo la descripción de la población de Sarria, diciendo que había una fortaleza antigua con su muralla y que estaban arruinadas sus habitaciones interiores.En las primeras décadas de la siguiente centuria la fortaleza estaba ya en desuso y así hay constancia de que en el año 1821 el Ayuntamiento de Sarria solicitó al duque de Alba autorización para explanar un terreno de la fortaleza que era colindante con el campo de la feria. No mucho después, en 1842, el apoderado del propio duque concedió a ese mismo Ayuntamiento la piedra de sillería del castillete que se decía frente a la feria para emplearla en la mejora de las calles.Nos dice Pérez-Batallón, que en 1844 el duque de Alba vendió la Fortaleza en 4.700 reales a un natural de la comarca de Sarria que residía en Madrid, llamado Felipe López. Éste último interpuso un pleito en 1847 por razón de la llamada “casa del Catedrático” que, según el testimonio prestado por Juan de la Mata en el transcurso del pleito, “se hallaba situada la casa y huerta de que se trata frente a la puerta de entrada de la Fortaleza del Conde de Lemos quedando únicamente en medio el foso y contrafoso de que se halla rodeada, conservándose aún entonces la calzada de piedra que servía para pasar a la Fortaleza, salvando los fosos con arcos en forma de puente, y no hay duda en que por la parte del nordeste la huerta expresada confinaba con el principio de dicha calzada, aunque nunca me hice cargo o al menos no me acuerdo si el muro de la huerta estaba precisamente formado sobre la calzada, inclinándome a la afirmativa”. La “Casa del Catedrático” se conserva hoy en día adosada a la casa Batallón que se levantó más tarde; ambos inmuebles se encuentran en el arranque de la calle que lleva al monasterio da Madalena, frente a la iglesia de San Salvador y al edificio que hoy alberga el juzgado.Es también Pérez-Batallón, quien da a conocer un informe pericial judicial del año 1859 en el que se describe la fortaleza y se da cuenta de su estado diciendo: “Esta fortaleza situada en punto elevado en la cumbre del pueblo tocando al campo de la feria es de la figura circular y sus muros de bastante espesor hechos de pizarra y con mortero común uniendo de trecho en trecho cubos circulares y cuadros de sillería que servían de turrios al citado muro: en la actualidad no existe en su mayor parte por haber sido deshecho á cimientos y cuyos materiales fueron vendidos por los administradores del Sr Duque a varios vecinos de esta Villa, encierran estos muros una superficie de unos cinco ferrados en mensura, aproximadamente, destinados a labradío ínfimo lleno de escombros, piedra y arena del muro deshecho que le hacen de insignificante producción. En lo exterior de estos muros, existe en parte el foso y contrafoso que tiene como toda fortificación de su clase, y estos formados de tierra y escombros de cuando se hizo la obra, habiéndose terraplenado muy antes de ahora por el Ayuntamiento de esta Villa los que dicen al Campo de la Feria que hoy forman parte de la misma; este terreno se halla inculto y no es susceptible de producción, a menos que se desmonte y allane y se le extraigan los escombros que mantiene y que llevaban en mensura después de reducida su inclinada posición a horizontal unos seis ferrados, poco más o menos”.Señala Ángel del Castillo que al ser explanado el terreno de los fosos cayó en uno de ellos un torreón y que allí debería encontrarse casi entero.En el plano de Sarria elaborado por Coello de Portugal y Quesada, publicado en el año 1865, figura la fortaleza de la villa, que igualmente se nombra “Castro de los Romanos”. Se dibuja con planta circular midiendo su reducto central unos 50 metros de diámetro. En el flanco sudoeste aparecen representados dos torreones que sobresalen de la cortina de muralla. En el mismo plano se consiga el campo de la feria, que se emplazaba al noroeste de la fortaleza habiendo entre medias un profundo foso.Cuando el concejo de Sarria decidió ampliar el recinto ferial se hizo con la mitad occidental del solar que ocupaba la fortaleza. La parte contraria del mismo solar quedó integrada en lo que hoy es la huerta de la casa Batallón; es ahí donde se alza el único cubo de la muralla que permanece en pie.Fuentes y bibliografíaABEL VILELA, Adolfo de, “Castillos de Galicia”, en Javier Bernad Remón (coord..), Castillos de España, vol. 3 (Cataluña, Comunidad Valenciana, Extremadura, Galicia, La Rioja, Madrid, Murcia, Navarra, País Vasco), León, Everest, 1997, pp. 1625-1700.ALMAZÁN, Vicente, “El viaje a Galicia del caballero Arnaldo von Harff en 1498”, Compostellanum, Sección de Estudios Jacobeos, 33, 3-4 (1988), pp. 363-384.AMOR MEILÁN, Manuel, Geografía General del Reino de Galicia: provincia de Lugo, Francisco Carreras Candi (dir.), Barcelona, Casa Editorial Alberto Martín, [s.f.].ARCHIVO DUCAL DE ALBA, Sección Lemos, II Conde de Lemos, Caja 3-136.ARCHIVO GENERAL DE SIMANCAS, Cámara de Castilla, Cédulas, 1, 152, 2.ARCHIVO GENERAL DE SIMANCAS, Cámara de Castilla, Cédulas, 4, 157, 2.ARCHIVO GENERAL DE SIMANCAS, Registro General del Sello, Legajo 15001, 413.ARCHIVO GENERAL DE SIMANCAS, Escribanía Mayor de Rentas, Serie 7ª Tenencia de Fortalezas, Legajo 4.ARQUIVO DO REINO DE GALICIA, Real Audiencia de Galicia, Expedientes Civís, Criminais e de Goberno, Veciños, Caixa 21189, 16.BALBOA LÓPEZ, Xesús Leopoldo, voz “Sarria: notas históricas”, en Ramón Otero Pedrayo (dir.), Gran Enciclopedia Gallega, t. 28 (Santa – Suar), Santiago de Compostela, Gijón, Silverio Cañada, 1974, pp. 94-95.CASTILLO LÓPEZ, Ángel del, “Fortalezas de Galicia. 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