Municipio de la provincia de Lugo atravesado de este a oeste por el Camino Francés y sus distintos ramales por Samos y por Barbadelo.

El término municipal limita al noreste con el de Láncara, al sureste con el de Samos, al sur con el do Incio, al oeste con el de Paradela y al noroeste con el do Páramo.

Consta de cincuenta parroquias, quince jacobeas: Santiago de Barbadelo, Santa María de Belante, San Miguel de Biville, Santo Estevo de Calvor, San Mamede do Camiño, San Xoán de Fafián, San Martiño de Fontao, San Pedro de Maside, San Xulián de Meixente, Santa María de Ortoá, San Salvador da Pinza, San Salvador de Sarria, Santa Mariña de Sarria, Nosa Señora do Rosario de Sarria y San Salvador de Vilar de Sarria. Entre tanto, las parroquias que no son atravesadas por el Camino Jacobeo son: Santa María de Albán, Santalla de Arxemil, San Vicenzo de Betote, Santiago de Castelo dos Infantes, San Salvador de Cesar, Santa María de Corvelle, San Mamede da Chanca, San Xulián de Chorente, San Sadurniño de Ferreiros, San Xulián de Frades, San Pedro de Froián, San Vicenzo de Froián, San Miguel de Goián, Santa María de Lier, San Martiño de Louseiro, San Martiño de Loureiro, Santo Estevo de Lousadela, Santo Estevo do Mato, San Salvador do Mato, Santiago de Nespereira, Santo André de Paradela, San Salvador da Pena, Santa María da Pena, San Miguel de Piñeira, San Pedro Fiz de Reimóndez, San Martiño de Requeixo, Santa Mariña de Rubín, Santa Eufemia de Santo Antolín, San Pedro de Seteventos, San Xulián da Veiga, Santiago da Veiga, Santa María de Vilamaior, San Fiz de Vilapedre y Santa María de Vilar.

Su superficie son 184,6 km2. Tenía 13.330 habitantes en 2019 y su densidad era 72,2 hab./km2.

Caracteres ecológicos

El municipio de Sarria se emplaza en una de las grandes depresiones del interior de Galicia, donde se diferencian dos claras unidades orográficas y dos sectores marginales. La llamada depresión de Sarria -ubicada al noreste- constituye la primera unidad; está conformada por materiales litológicos jóvenes y apenas tiene elevaciones, de manera que el río Sarria discurre en medio de una amplia vega, sin encajonamientos destacables. La segunda unidad es una llanada, que se formó como resultado de un proceso de aplanamiento afectando la zona centro-oeste; está a mayor altitud que la depresión y posee materiales más viejos. Los sectores marginales están constituidos por sendas áreas montañosas de cierta altitud (entre 700 y 880 metros), que se elevan al noroeste y al sureste del término.

El clima es oceánico de dominio seco-templado, con rasgos continentales apreciables: alejado de las influencias del mar y de mediana altitud, no posee los rigurosos caracteres climáticos de las sierras orientales, ni la suavidad de las tierras cercanas a la costa. Las precipitaciones medias anuales están en torno a 1.200 y 1.500 mm. El invierno recibe algo menos de cuatro décimas partes del total de las precipitaciones, en ocasiones en forma de nieve; las estaciones intermedias reúnen cerca de un cuarto cada una y la estación estival recoge alrededor de una décima parte, habiendo en julio y en agosto sequía. La temperatura media anual es de 10º C; el mes más frío oscila entre 3 y 4º C y el mes más cálido entre 17 y 18º C. En todo caso, la temperatura puede superar en verano los 35º C y en inverno descender hasta los -10º C.

El término vierte sus aguas a dos cuencas fluviales: los arroyos del sector occidental afluyen al río Loio, afluente del río Miño y el resto desaguan en la cuenca del río Sarria, afluente también del Miño.

Elementos humanos y económicos

Los asentamientos del municipio conforman un hábitat caracterizado a grandes rasgos por su dispersión. Factor revelador ha sido la evolución de la población; hasta los años cincuenta se mantuvo o creció, en ese decenio y hasta los años setenta hubo un fuerte retroceso y a partir de ahí, se ha estabilizado debido a que en los últimos cuarenta años la cabecera municipal ha duplicado el número de sus habitantes; la población de las parroquias cercanas a ella se ha mantenido, mientras que en el caso de las parroquias algo alejadas ha descendido.

El grado de envejecimiento en el municipio alcanza valores relativamente altos; en el 2017 los habitantes menores de 15 años eran 1.509, mientras que los mayores de 65 años eran 3.566. En el mismo año, los afiliados en alta laboral en el sector agropecuario eran 657, en industria 573, en la construcción 309 y en los servicios 3.429.

Desde mediados del siglo XX ha habido cambios propiciados por el paso de una economía autárquica a una economía de mercado. Esa apertura de mercado ha sido canalizada a través de la ganadería. En efecto, el sector agrario ha adquirido gran representación (es el municipio jacobeo con más unidades ganaderas): no sólo el ganado bovino revela un ciclo expansivo, sino también el porcino (creció siete décimas partes desde comienzos de los años ochenta), el de corral (en el mismo periodo casi se quintuplicó) y a un nivel menor el ovino y el equino. Si a fines de los ochenta había cerca de 21.000 unidades, diez años más tarde había en torno a 31.000 y solo de cabezas bovinas había 20.000 en 2005 (crecimiento del 150% desde comienzos de los años ochenta), más de raza frisona que de la tradicional rubia gallega; aquella destinada más a la producción de leche que a carne. Así pues, no es extraño que los cultivos hayan sido adaptados hacia las necesidades ganaderas: a finales de los años noventa cuatro décimas partes de la superficie agraria estaba labrada; antes de la llegada de la mecanización y de esa orientación había trigales, centenales y patatales que son ahora cultivos herbáceos y forrajeros; las antiguas pocilgas, tenadas y corrales donde se resguardaba al ganado, han sido sustituidas, cuando no reformadas, por establos modernos; si antes los campesinos reservaban las mejores piezas de ganado y las mejores cosechas para ser vendidas en las ferias y en los mercados cercanos, ahora hay rutas de compra y de recogida que se acercan a las propias instalaciones; si resaltaban antes de la especialización las legumbres, hortalizas y frutas, a comienzos de este siglo las tierras con frutales, pese a ser el concejo jacobeo con mayor extensión, eran exiguas. Por otro lado, el número de explotaciones son la mitad que a comienzos de los años sesenta, muestra de la nueva economía.

Como industrias destacaban a mediados del siglo XIX la artesanía denominada de primera necesidad, la fabricación de telas, la elaboración de harina y la transformadora, en concreto, la preparación de quesos y de manteca. En cambio, en el año 2016, se registraron en el término un total de 1.312 empresas dedicadas a la industria, a la construcción y mayormente a los servicios, casi todas de pequeño tamaño.

Entre las actividades que más se han desarrollado en los últimos años destaca el turismo, que se ha visto propiciado en buena parte por el tirón de la Ruta Jacobea, ya que al encontrase Sarria a poco más de cien kilómetros de Santiago (el mínimo para obtener la acreditación de haber el hecho el camino de peregrinación), son muchos los que parten andando desde aquí.

Son varias vías de comunicación a larga distancia que atraviesan el término: por un lado, el ferrocarril que enlaza Lugo y Ourense y por otro, las carreteras que unen Lugo con Monforte de Lemos (C-546), Portomarín y Becerreá (C-535) y Sarria con Triacastela (LU-633 y LU-634). En el cruce de todas ellas se emplaza la capital municipal.

Fuentes y bibliografía

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