SARRIA, iglesia parroquial de Santa Mariña de

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Iglesia parroquial del Camino Francés emplazada en el núcleo urbano de Sarria, (municipio de Sarria, provincia de Lugo). Se encuentra en la parte más baja de la rúa Maior, en lo que fue la calle principal de la villa medieval coincidente con el Camino Francés. Su fábrica, de estilo neogótico con marcado carácter historicista, fue proyectada por el arquitecto Faustino Domínguez Coumes-Gay, a quien se le hizo el encargo en el año 1880, rematando las obras en 1885.

Iglesia de Santa Mariña.

El templo tiene planta de cruz latina, ábside semicircular anexo en la cabecera y sacristía adherida a las capillas laterales en sendos lados. Mientras los muros correspondientes a la nave longitudinal, el ábside y las sacristías adosas están enlucidos, la fachada principal se muestra en piedra de granito, un muro de sillería de este material que también se utiliza para resaltar los puntos más nobles del edificio, tales como vanos de ventana y accesos secundarios, aristones, zócalos y pilastras adosadas en los distintos lados del edificio.

La fachada parte en planta de un cuerpo que se prolonga longitudinalmente con respecto al ancho de la nave este-oeste y en alzado cuenta con una disposición de sus elementos simétrica con un claro eje vertical central que se corresponde al cuerpo intermedio. Este, avanza en relación con los laterales y se divide en tres secciones: la primera es el acceso al templo, precedida de un pequeño pórtico de arco de medio punto sobre columnas monolíticas de basa ática y capiteles ornamentados con roleos y formas vegetales y florales cubierto a dos aguas y coronado su vértice por una cruz latina. El segundo, registro presenta un arco de medio punto peraltado con aristas molduradas que acoge un ventanal geminado sobre el que asoma la esfera de un reloj.

Fachada principal de la iglesia de Santa Mariña.

El tercer registro lo ocupa el campanario. Un volumen prismático doblemente horadado por arcos de medio punto en todas sus caras que remata en canecillos simples y cornisa sobresaliente, además de estar marcado en sus cuatro vértices por pináculos de piedra, ocupando el espacio central del cierre una cubierta poligonal rematada en punta.

Las calles laterales de la fachada se distribuyen en dos registros manteniendo una armonía con todos los elementos del conjunto, de tal forma que cada uno de los espacios se concentra en un gran arco de medio punto que acoge el ventanal abocinado del primer registro y el óculo del segundo. Tanto en el muro sur como en el norte de este cuerpo de la fachada, se abren vanos que alternan con respecto a los del muro oeste sus formas, ya que en el primer piso se abre un óculo y, en el segundo, un ventanal como el antes descrito. Remata en canecillos que bordean el perímetro sobresaliente de este volumen y una cornisa moldurada, que recibe un tejadillo a dos aguas que cubre el espacio.

En el muro norte se alternan los vanos de ventana con arcos de medio punto abocinados entre las pilastras de granito hasta el encuentro con los brazos transversales de la cruz. En el muro sur, la iglesia cuenta con un acceso secundario formado por un arco de medio punto y la correspondencia de ventanales del muro norte de la nave longitudinal. A este conjunto de ventanales se deben sumar los que se abren en los testeros de las capillas y en el ábside. Los ventanales tienen vidrieras policromadas con vivos colores, conformando dibujos geométricos que sirven en el caso del ábside para enmarcar las figuras de san Andrés, santa Marina y san Matías (las advocaciones de san Andrés y san Matías se deben a los devotos Matías López y su mujer Andrea de Andrés Sánchez, que costearon las vidrieras). Hay además dos óculos circulares en los laterales del testero de la nave y otro más sobre la tribuna de madera que se alza a los pies de la iglesia.

Parte del muro sur de la iglesia.

En el interior, la nave cuenta con coro alto a los pies y la nave está, como se ha apuntado, coloridamente iluminada. La entrada principal tiene tres puertas con arcos similares, siendo la del centro de mayor tamaño. Antecede a la entrada un vestíbulo rectangular que constituye la planta baja del cuerpo de la torre del campanario. La nave longitudinal se abre a las capillas laterales a través de arcos de medio punto de amplia luz sobre impostas y pilastras adosadas al muro. El acceso al ábside cuenta con un arco de idénticas características, aunque ligeramente peraltado, flanqueado por sendos púlpitos de madera y el acceso a las correspondientes sacristías ubicadas en el muro del Evangelio y en el correspondiente a la Epístola.

Tanto la capilla mayor del presbiterio, como las capillas laterales tienen retablos de madera de estilo neogótico. El retablo de la capilla mayor es de madera y cuenta con las tracerías y agujas propias del estilo neogótico. Una estilización de las formas que marca la verticalidad del conjunto, siendo el espacio central, la hornacina principal, de mayor altura que las laterales, que son peanas sobre las que se instalan las imágenes. En el centro está la imagen de la santa titular, acompañada de la Virgen y el Cristo del Sagrado Corazón. Flanqueando el retablo y sobre ménsulas independientes contamos con San José y le Niño y San Juan Bautista (patrono de la villa), esta última es obra del artista Isidoro Brocos Gómez (1841-1914).

 

Interior de la cabecera y crucero de la iglesia.

En la capilla del lado septentrional de la iglesia se encuentran dos retablos que están presididos por la Virgen del Socorro y la Virgen del Carmen; se guardan también aquí una imagen de san Isidro Labrador —notoria por su calidad— y otra procesional que representa a Cristo cargando con la Cruz. Por otro lado, la capilla de la Epístola, la sur, está presidida por un Cristo Crucificado de madera, esculpido por Máximo Magariños (1869-1927). Junto a esta imagen, en uno de los muros laterales, podemos observar un pequeño retablo presidido por la Virgen Dolorosa, titular de la cofradía del Santo Entierro y la Soledad. Otra imagen destacable de esta capilla es la Virgen de la Merced, colocada en una peana bajo la que se encuentra el sepulcro de Juan María López de Almance, patrocinador de esta iglesia.

Retablos en la capilla norte.

Entre los objetos de orfebrería de la iglesia, nos dice Valiña Sampedro, que destacaban dos cálices: uno del año 1656; y, otro, del siglo XIX, decorado con profusa hojarasca y también una custodia del siglo XIX y un relicario de plata con cruz lobulada.

Imagen del crucificado de Máximo Magariños.

En las inmediaciones de la iglesia, en el mismo recinto, se ubica un crucero. Siendo este de tipo crucifijo se levanta sobre una alta basa, fuste poligonal y capitel tallado. En el anverso de la cruz, Cristo Crucificado y, en el reverso, la Virgen orante con manos en el pecho.

Crucero de Santa Mariña.
Anverso (izquierda) y reverso (derecha) de la cruz en el crucero de Santa Mariña.

Historia

Esta edificación se levantó en el solar de un templo románico del siglo XII, que fue previamente derribado. Antonio López Ferreiro y Ángel del Castillo publicaron un dibujo de la portada principal del templo medieval, en el que puede verse que estaba enmarcada por una orla ondulante y que tenía dos arquivoltas de medio punto apoyadas sobre columnas con sus correspondientes capiteles; la arquivolta exterior estaba decorada con un motivo ajedrezado. Basándose en el dibujo, dice Yzquierdo Perrín que la orla y la composición de la portada de Santa Mariña de Sarria evocan a los pórticos románicos de San Pedro Fiz do Hospital do Incio y de San Pedro de Bembibre, este último fechado por un epígrafe en el año 1191.

En tránsito de los siglos XII al XIII el rey Alfonso IX fundó la población de Vila Nova de Sarria en donde ya había un asentamiento preexistente que se agrupaba en torno a la iglesia de San Salvador. No sería descabellado, pues, suponer que creación de la feligresía de Santa Mariña estuviese en correspondencia con el nuevo núcleo de población; precisamente a esa misma época se atribuye la fábrica del templo románico de Santa Mariña.

Al final de la Edad Media se documenta la existencia de una fundación pía en el templo de Santa Mariña; así nos consta que el 16 de octubre del año 1486 los Reyes Católicos emplazaron al mayordomo del conde de Lemos, Gonzalo Pérez, atendiendo la petición que en su contra había hecho Gómez de la Plaza, clérigo capellán de una de las capillas de la iglesia de Santa Mariña de Sarria, por haberle quitado su beneficio.

López Arias cita un documento del año 1534 en el que se hace referencia al cobro de diversos diezmos y rentas que la iglesia de Santa Mariña de Sarria percibía en Vigo de Vilar de Sarria.

En 1588 el marqués de Sarria, Pedro Fernández de Castro, otorgó un poder a su secretario, Antonio Salazar, para que en su nombre presentase a una persona idónea al beneficio curado de Santa Mariña de su villa de Sarria, por muerte del beneficiado Juan Diez clérigo de la diócesis de Lugo.

En las respuestas generales del Catastro del Marqués de la Ensenada (año 1753) se dice que los diezmos que se cobraban en la parroquia de Santa Mariña de Sarria los percibía íntegramente el cura párroco, lo que sumaba al año 250 reales de vellón. Por razón de primicia también debían dar los vecinos a la fábrica de la iglesia una cantidad anual que ascendía a 50 reales de vellón.

Un poco más tarde, en la relación de los beneficios parroquiales contenida en el libro titulado Razón Universal de todas las piezas eclesiásticas de este obispado de Lugo. Año 1755, que se guarda en el Archivo Diocesano, figura Santa Mariña de Sarria, con “Santiago de Castillo de los Infantes y Santiago de Farbán”; Santa Mariña era presentación laical del conde de Lemos.

En 1849 Pascual Madoz repite que la iglesia parroquial de Santa Mariña era matriz de las de Santiago del Castillo y Santiago de Farbán; el curato de primer ascenso y el patronato lego.

Hacia el año 1880 se derribó lo que quedaba del templo románico, que por entonces estaba en estado ruinoso. En esa fecha se encargó al arquitecto Faustino Domínguez Coumes-Gay el proyecto de la actual iglesia, que se concluyó en 1885. Las obras fueron sufragadas en su mayor parte por Juan María López de Almance, capellán castrense de Sarria, cuyos restos permanecen hoy enterrados en la propia iglesia; también contribuyeron a su financiación otros feligreses y vecinos de la misma villa, siendo las vidrieras costeadas por Matías López; además se emplearon fondos de la hacienda pública y del propio ayuntamiento, que adquirió el reloj de la torre.

Las trazas de esta iglesia son muy similares a las del templo coruñés de Santo André, proyectado por el mismo arquitecto en 1881.

En los años treinta del siglo XX, dice Amor Meilán que Santa Mariña tenía únicamente por aneja Santiago de Farbán.Fuentes y bibliografía

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