Feligresía del Camino Francés en el municipio de Melide, provincia da Coruña. Está situada entre las parroquias de Santa María do Leboreiro, al sureste y San Pedro de Melide, al noroeste. Consta de cuatro entidades de población: Furelos por donde pasa el Camino, Petos, Piñor y Vilanova.
Su término posee un relieve suave con pequeñas elevaciones; está atravesado por el río Furelos, afluente del río Ulla.
La parroquia tenía 191 habitantes en 2019. Casi la mitad de la población trabajadora está ocupada en el sector de los servicios, aunque también es alto el número de los empleados en el sector secundario.
El 24 de junio es la fiesta parroquial.
En la Edad Media, Furelos fue curato dependiente de la encomienda de Portomarín que pertenecía a la orden de los caballeros hospitalarios de San Juan de Jerusalén (más tarde, de Rodas y Malta), quienes mantuvieron jurisdicción sobre este lugar hasta el siglo XIX. Los sanjuanistas tenían aquí la iglesia parroquial de San Xoán, un antiguo hospital de peregrinos, la casa de la encomienda de carácter palaciego y un cillero donde se almacenaba el grano procedente del cobro de rentas, además de otras viviendas de uso particular situadas dentro del propio lugar.
La iglesia parroquial fue obra románica. De esa época solo queda el muro sur o de la epístola con algunos canecillos, cuya cronología es de finales del siglo XII o principios del XIII.
En la Edad Moderna se dice en el Catastro de la Ensenada (1753) que la feligresía y coto de “San Juan de Furelos” eran señorío de la encomienda de Portomarín, que por razón de vasallaje recibía de cada vecino 10 maravedís anuales, que en total sumaban 9 reales y 53 maravedís; así mismo por la misma razón los vecinos pagaban el derecho de luctuosa, que era la mejor pieza de cuatro pies que quedaba a la muerte de cada cabo de casa, lo que venía a ser 22 reales de vellón al año. Los diezmos de lo que se producía en la parroquia pertenecían por entero a la dicha encomienda. Al cura párroco le pertenecía la ofrenda y cada uno de los vecinos que tenía una yunta de ganado pagaba por razón del “voto” al apóstol Santiago medio ferrado de centeno, que sumaban al año 9 ferrados.
En total estaban censados 32 vecinos, entre ellos dos eclesiásticos, el juez ordinario del coto, un maestro de niños, un empleado del correo, dos curtidores y un pelambrero, un sastre, un tablajero y doce fabricantes de tejas. Las casas habitables eran 32 y había una más que estaba arruinada. Había una taberna llamada de Furelos, que tenían arrendada los vecinos y ponían en ella estanquillo. Había también un hospital llamado de Furelos, que era de la encomienda de Portomarín; tenía surtido de dos camas para los peregrinos, sin que se les proveyese de comida, ni de otra cosa. La persona que por entonces corría con hospital era Gregorio de Vilariño, que por ello recibía de la encomienda casa, huerta y el terreno llamado Pena da Infesta con cabida de 2 ferrados; cobraba además 24 ferrados de centeno al año, estimándose que todo en conjunto regulaban 100 reales de vellón anuales. Funcionaban todo el año 5 molinos harineros en los ríos de “Riveiro”, “Viveiro” y de “Ponte da Pedra”.
En la relación de los beneficios parroquiales contenida en el libro titulado Razón Universal de todas las piezas eclesiásticas de este obispado de Lugo. Año 1755, que se guarda en el Archivo Diocesano, figura en el arciprestazgo de Abeancos, “San Juan de Furelos” con “San Juan de Hospital de Seixas”, perteneciente a la encomienda de Portomarín de la Orden de San Juan de Jerusalén.
En 1826 Sebastián Miñano anotó en su Diccionario que “San Juan de Furelos” era feligresía y coto perteneciente a la encomienda de “Puerto Marín” de la Orden de San Juan de España en Galicia, en el arzobispado de Santiago, jurisdicción de su nombre. Reunía 71 vecinos y 294 habitantes. Sobre el río de Furelos había un buen puente de piedra, que estaba “algo destruido”. Atravesaba el término del noroeste al sudeste la vereda que iba de “Mellid” a “Puerto Marín”, que era muy pantanosa, húmeda y arcillosa, hasta San Pedro de Meire. Su principal producción era el trigo, el maíz y el centeno. Había una fábrica de curtidos y otra de teja de la mejor calidad. Contribuía con 2.600 reales.
En 1847 Pascual Madoz dice que la iglesia parroquial pertenecía todavía a la encomienda de Portomarín. El término parroquial estaba atravesado por la vereda que transitaban los maragatos de Santiago a Castilla, que por entonces se encontraba en mal estado. Cruzaba el río Furelos un buen puente de piedra. La industria era la agrícola, había además una fábrica de curtidos y otra de tejas en el monte Piñor y se comerciaba en las ferias inmediatas con la venta de pan cocido. Había en la parroquia 73 casas de pocas comodidades y la población total era de 73 vecinos y 268 almas.
En el itinerario militar de Lugo a Santiago del año 1866 se dice de la feligresía de “San Juan de Furelos” que reunía 80 vecinos.
A instancias de la bula papal expedida por Pío IX en el año 1873, el obispo de Lugo don José de los Ríos determinó que las parroquias que anteriormente habían sido de la encomienda de Portomarín debían pasar a la jurisdicción diocesana lucense, entre ellas: “Furelos con su unida Hospital de Seixas”.
En la reestructuración parroquial llevada a cabo por el obispo lucense Gregorio Mª Aguirre, en el año 1890 se mandó agregar a Moredo “el lugar de Hospital” que era de Furelos.
En 1917 a instancias del obispo de Lugo Manuel Basulto Jiménez se reparó, entre otras, la casa rectoral de Furelos.
Carré Aldao nos dice en los años treinta del siglo XX que la feligresía de San Xoán de Furelos pertenecía al obispado de Lugo, arciprestazgo de Abeancos y era provisión de la mitra. Por entonces tenía 429 habitantes de hecho y 446 de derecho. Había un conjunto de 101 casas, 50 era de un piso y 51 de dos.
En los años setenta del siglo XX figura en la Gran Enciclopedia Gallega que había en el término parroquial 293 habitantes.
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