Antiguo hospital de peregrinos emplazado en la población de Furelos, sobre el trazado del Camino Francés, parroquia de San Xoán de Furelos, municipio de Melide, provincia da Coruña.
El edificio de este hospital ya no existe. No obstante, parece que en los años cuarenta del siglo XX Uría Ríu todavía alcanzó a verlo, diciendo que la llamada Casa do Hospital conservaba al fondo de un pórtico cerrado la entrada con buen arco de medio punto, y estaba a pocos metros del “puente viejo de Furelos“, a mano izquierda según se entraba en la población atravesando el puente.
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| Grupo de casas ubicadas junto al puente viejo de Furelos, donde se encontraba el antiguo hospital de peregrinos. |
En la Edad Media Furelos fue curato dependiente de la encomienda de Portomarín, que pertenecía a la orden de los caballeros hospitalarios de San Juan de Jerusalén (más tarde, de Rodas y Malta), quienes mantuvieron jurisdicción sobre este lugar hasta el siglo XIX. Los sanjuanistas tenían aquí la iglesia parroquial de San Xoán, un antiguo hospital de peregrinos y la casa rectoral o de la encomienda.
Sobre la existencia del hospital de Furelos tenemos constancia por primera vez, gracias a un documento de monasterio de Sobrado dos Monxes del siglo XII, donde se menciona a un tal Martino frater hospitalis de Furelus que realizó un venta en Melide al cillero de dicho monasterio.
Para cumplir con sus funciones de beneficencia el hospital recibió, como era habitual en la Edad Media, donación de bienes en distintos lugares y así nos encontramos con que en el año 1242, por mandamiento del gran comendador en los reinos de España de la Orden de San Juan y por consejo de los comendadores de Quiroga y Portomarín y de los frailes de esta última bailía, Alfonso Reimúndez, comendador de Benavente, concedió al hospital de Furelos varios casales, sitos en “Barco, Talín, Capelas, Pedrabispo, Trasmunde y Castro de San Cipriano”, además de su casa en Melide. A esta casa del burgo de Melide le había puesto coto perpetuo el rey Alfonso IX en 1201, de modo que a partir de entonces ninguna persona en nombre del rey o del tenente de la tierra podría demandar algún tributo o carga a los que la habitaran por mandato de los hospitalarios, ni pudieran hacerles ninguna maldad, contrariedad o violencia.
Ya en plena Edad Moderna se dice en el Catastro del Marqués de la Ensenada (1752) que en los términos de la feligresía de San Xoán de Furelos había un hospital, que era de la encomienda de Portomarín; tenía surtido de dos camas para los peregrinos, sin que se les proveyese de comida, ni de otra cosa. La persona que por entonces corría con el establecimiento era Gregorio de Vilariño, que por ello recibía de la encomienda casa, huerta y el terreno llamado Pena da Infesta con cabida de 2 ferrados; cobraba además 24 ferrados de centeno al año, estimándose que todo en conjunto regulaban 100 reales de vellón anuales.
Otra noticia se nos da a raíz de la visita que hizo a dicho hospital José Escobar y Yebra, prior de San Martín de Suarna, quien en el año 1770 “visitó el hospital de pobres peregrinos, que se halla fundado en el lugar que habita y sirve Pedro Vázquez Louzao, a quien por ello se le concurre de orden del Exmo. SR. Comendador con 24 ferrados de centeno y se halla dicho hospital amenazado ruina y muy deteriorado y sólo con una cama que se componía de dos mantas medio usadas”.
El aludido hospitalero, Pedro Vázquez Louzao, presentó un memorial que dice así: “Señor Visitador Vicario General Juez Eclesiástico de la Encomienda de Puertomarín. Con el profundo respeto expone a U. hallarse usufructuando, y lo han hecho desde tiempo inmemorial sus padres, y más de quienes deriva, la Casa del Hospital con su reducida Güerta y así mismo les concluyeron y deben concurrirle, el que sea arrendatario de los frutos de dicha parroquia anualmente con carro de paxa puesta en el ospital; y José López de Penas vecino del lugar de Baranzón, feligresía de San Payo de Niño de Aguia con veinticuatro ferrados de centeno anuales y mes de agosto como colono de la Encomienda puestos así mismo en dicho Hospital, todo ello por razón de hospitalero y servir a los pobres peregrinos transeúntes”.
Asimismo, en un apeo realizado en 1793 se hace la siguiente descripción, publicada por García Tato: “más el hospital que se halla junto a la yglesia que hace frente a la vereda real que va desde la puente a la villa de Mellid, adonde hay capilla y oratorio con sus camas de enfermería y persona destinada para asistir a los enfermos que sucedan en curarse, por cuya razón le está consignada renta por dicha encomienda […] Y asimismo tiene ésta al referido hospital una huerta que se halla junto a él y cierta partida de renta para decencia y manutención, según que todo consta de diversos foros y apeos”.
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