Establecimiento asistencial de beneficencia para la acogida de peregrinos, emplazado en el lugar de Fonfría, parroquia de San Xoán de Fonfría, municipio de Pedrafita do Cebreiro, provincia de Lugo. Sobre el trazado del Camino Francés entre las entidades de población do Poio, al sureste y do Biduedo, al noroeste.
El antiguo hospital de Fonfría ocupaba una posición estratégica, similar a la que tenía el hospital do Cebreiro; mientras que el de Fonfría coronaba la cima de la vertiente oeste de los montes galaicos-leoneses, el do Cebreiro hacía lo mismo en la parte oriental. De este modo, los peregrinos que venían por el Camino Francés disponían de dos refugios en estas montañas separados entre sí unos doce kilómetros.
El hospital de Fonfría tuvo capilla aneja dedicada a santa Catalina y estuvo bajo la protección del monasterio del Santo Espíritu de Melide desde la primera mitad del siglo XVI. En Melide se conserva un cáliz de plata dorada del siglo XVIII que tiene en el pie la siguiente inscripción: “Soi DL Hospital D Fonfria”.
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| Horta da Casa do Galego. |
El edificio de este hospital desapareció tras la aplicación de las leyes desamortizadoras de Ignacio Mendizábal en la primera mitad del siglo XIX. Sin embargo, todavía existe recuerdo de su emplazamiento en la llamada Horta da Casa do Galego a orillas del Camino Francés, entrando en la población por su extremo oriental; hoy en día hay en dicho solar una casa dedicada al turismo rural.
Sobre lo que fue el antiguo establecimiento dice Delgado Gómez: “el edificio no existe, pero como información para el peregrino siempre ansioso de hospedajes, debemos decirle que no añore su desaparición. Esta hospedería luchó siempre, no ya contra su pobreza, sino más bien contra su miseria. Pobrísima era la comida, pobrísimo el mobiliario, pobrísimo el edificio. Éste era sólo de planta baja, estaba cubierto de paja y no tenía ni fayado ni argamasa en las paredes del interior”.
No se sabe con certeza cuál es la fecha de fundación del hospital de fonfría, sí bien Valiña Sampredo la sitúa en el año 1535 apoyándose en la documentación del convento del Santo Espíritu de Melide, donde se dice que lo había fundado Nuño de Balboa, dejando por administrador al ministro del convento melidense. Añade Luciano Huidobro, que el fundador dejó establecido que la hacienda se perdería si el convento se pasaba a otra orden.
López Pombo, basándose en el contenido de los Libros de Fábrica primero y segundo de la iglesia parroquial de Fonfría, nos dice que a principios del siglo XVII los hospitaleros de Fonfría habían abandonado sus obligaciones para con los pobres y peregrinos, aun a pesar de que las escrituras de arrendamiento de los bienes del hospital se habían ido renovando.
En esa misma época, la curia lucense planteaba para sí el derecho de administración del establecimiento, así, hay constancia de que en 1660 Andrés López Labrada tomó posesión como sacerdote del beneficio de Fonfría comenzando al poco tiempo a tener problemas con los monjes de Melide.
En 1666 el entonces obispo lucense, Matías Moratinos Santos, en una de sus visitas pastorales a esta feligresía, ve que el templo parroquial carece de muchas cosas, no obstante encuentra más dramática la situación del hospital y así lo hace constar: “Ay en esta feligresía un Ospital de la advocación de Sta. Catalina de Fonfría, del cual llevan las rentas el convento y religiosos de Mellid, de la Orden Tercera, sin que se sepa cómo, ni de que manera se gasta, ni consta cumplan con las obligaciones de la fundación y ospitalidad, por tanto manda su Ilma. al cura de dicha parroquia que, dentro de quince días notifique a los renteros, desmeros, colonos y censuarios de dicho Ospital que, bajo pena de excomunión mayor latae sentiaé, no acudan con las dichas rentes al dicho convento de Mellid, ni a otra persona eclesiástica, ni seglar asta que por su Ilma. otra cosa se prebea y mande”.
En el año 1669 una sentencia reconocía la fundación del hospital a favor del convento de los terciarios de Melide y recordaba, también, la carga de veinticuatro misas anuales que el cura párroco debía cumplir en la capilla aneja al hospital, ordenanado a que “en adelante tengan buen reparo en dicho hospital… con cuatro camas de madera cada una con sus dos mantas para los peregrinos pasaxeros y además dellas una cama para que qualquiera persona eclesiástica que sea decente, que quisiera, siendo necesitada, acogerse en dicho hospital y ansi mismo se les dé alos dichos peregrinos, lumbre, sal y agua y el que estuviere indispuesto, de manera que no pueda levantarse de la cama, se le ha de socorrer cada día con un quarto de pan, otro de güebos y otro de manteca y lo mas que fuere posible […] y ponga […] una persona anciana […] sin familia” como hospitalero.
A pesar de esta sentencia, el conflicto se perpetúa a lo largo del siglo XVIII sin que mejorase la situación del establecimiento, que lejos de ello se mantuvo en estado ruinoso. En los años treinta de esta misma centuria otro documento recoge los mismos términos de la sentencia anterior y amplía los detalles relativos a cómo se debería administrar el hospital, al mantenimiento de la capilla y al cumplimiento de las obligaciones establecidas. Con todo, los frailes administradores del convento de Melide no debieron prestar mucha atención a ningún requerimiento y así los sucesivos párrocos de Fonfría dejaron constancia de la mala administración de este hospital, repitiendo que no había “regla alguna que sirva de norma en el gobierno del mismo, a pesar de haber rentas para atender dichas necesidades”.
En 1752 consta en el Catastro de Ensenada que en esta feligresía y sitio de “San Juan de Fonfría” había un hospital con su capilla que llamaban de Santa Catalina y que pertenecía al convento de frailes terciarios de la villa de Melide, en la jurisdicción de su nombre. El padre ministro de dicho convento era también el administrador de este hospital y de sus rentas. Allí se daba alojamiento y limosna a todo peregrino. Con todo ello corría en esos momentos el hospitalero que se llamaba Roque de Aira, quien por razón de su trabajo disfrutaba de las tierras y prados que pertenecían al mismo hospital y por hacer acopio de las rentas percibía treinta y dos ferrados de centeno anuales. La limosna que se daba a los peregrinos suponían trescientos reales de vellón al año, sin contar las camas y los gastos de luces y adorno de la capilla de dicho hospital; gastos estos últimos, que sumaban cuarenta reales de vellón anuales.
Tres años más tarde, en la relación de los beneficios parroquiales del obispado de Lugo, figura en el arciprestazgo de Triacastela la feligresía de “San Juan de Fonfría”, donde se vuelve a decir que había un hospital de Santa Catalina, cuyas rentas las percibía el “Convento de Terceros de Mellid”.
Señala Amador López que en el año 1790 el obispo de Lugo propuso remediar las deficiencias observadas en la asistencia de niños expósitos con la puesta en marcha de un sistema más eficaz para su recogida, crianza y sostenimiento, sufragando los gastos que pudieran derivarse -entre otras cosas- con las rentas de los hospitales que había en las veredas de los caminos de Santiago para peregrinos y lazarados, “porque unos y otros están perdidos sin verificar los fines de su fundación, y comiéndose las rentas los patronos, administradores y otros”. Y advertía el obispo que, en las vistas que hizo en 1788, había tomado algunas providencias al respecto, dando cuenta de los dos hospitales que había en la villa de Sarria y en Fonfría junto a O Cebreiro, por ser de consideración y estar perdidos del todo, pero que nada se había adelantado.
Valiña Sampedro extracta un acta notarial del año 1789 que recoge el estado del hospital y su capilla, donde se dice: “hospital de pobres peregrinos, casa terrena, cubierta de paja y losa, dentro patio o corral nuevo, con horno dentro de él, cocina oscura, tres cuadras divididas por pared, dos tienen dos varas gallegas de largo y dos y media de ancho, la otra, cinco varas de largo y cuatro de ancho; El techo sin fayado y las paredes sin argamasa, próximas a arruinarse. El hospitalero levantó una a su costa, en la tercera cuadra, que es la más reducida, se hallan tres alcobas y dos camas de tablas viejas, con paja y una manta vieja, dos sábanas de lienzo, viejas, para cada cama. Se viene gastando con los peregrinos de entre cuarenta y cincuenta reales. La obligación del hospitalero es dar lumbre y asistir a los peregrinos”.
El propio Valiña anota que en las actas de las visitas pastorales realizadas a esta parroquia de Fonfría consta que el arcediano de Triacastela suspendió el culto en la capilla de Santa Catalina en ese mismo año de 1789, prohibiendo abrirla y que a pesar de todo en 1792 todavía permanecía abierta algunos días; se ordenaba entonces al cura de Fonfría que procediese a enterrar las imágenes, con la finalidad de que no fuesen objeto de burlas y risas por parte de los vecinos y al mismo tiempo hiciese un amplio informe de la Casa Hospital.
Según López Pombo, en esos años finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, en la misma capilla de Santa Catalina de Fonfría se daba sepultura a los romeros e incluso a otros transeúntes que fallecían en dicho lugar. De ello dan fe unas cuantas actas que están recogidas en el Libro primero de Defunciones de San Juan de Fonfría. Añade el mismo autor que también dentro de la iglesia parroquial de San Xoán de Fonfría se daba sepultura a las personas forasteras que fallecían en dicho lugar.
En el año 1807, en aplicación de las leyes desamortizadoras, los bienes del hospital de Santa Catalina fueron vendidos al mejor postor. En ese año está fechada la correspondiente escritura (publicada por López Pombo) donde figura como comprador Francisco Osorio Sarmiento, vecino de la villa de Doncos.
En 1831 el hospital ya estaba definitivamente privado de rentas. Fue entonces cuando el visitador diocesano autorizó mediante un auto que los materiales procedentes de la capilla fuesen empleados en beneficio del templo parroquial, a donde se había llevado ya el retablo de la capilla.
Años después, nos dice Pascual Madoz que se ignoraba el paradero de los bienes y rentas del hospital de Santa Catalina de Fonfría así como de los de Portomarín, Cruz, Ligonde, Lestedo, Sarria (todos ellos sobre el Camino Francés) y otros que la Junta Municipal de Beneficencia de Lugo solicitó que se descubriesen y agregasen al de la Caridad de aquella capital provincial, lo que fue concedido por Real Orden del 12 de marzo de 1835, pero que ningún resultado había ofrecido en los seis años siguientes. Esta misma referencia que nos ofrece Madoz la recogerá más tarde Villaamil y Castro. Es ésta la última noticia que encontramos acerca del hospital de Fonfría.
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