CEBREIRO, hospital, hospedería y mesón do

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Hospital y mesón para la acogida de peregrinos emplazados en el lugar do Cebreiro, parroquia de Santa María do Cebreiro, municipio de Pedrafita do Cebreiro, provincia de Lugo. Sobre el trazado del Camino Francés entre la población leonesa de La Laguna de Castilla, al sureste y la población lucense de Liñares, al oeste.

Mesón de San Giraldo de Aurillac.

Desde la Edad Media y hasta el siglo XIX hubo en O Cebreiro un antiguo monasterio que comprendía entre sus instalaciones una casa hospital para la acogida de los peregrinos que se encontraba a la izquierda de la antigua iglesia de Santa María. A la derecha de la misma iglesia se construyó en el siglo XVIII un nuevo mesón, conocido hoy como Mesón de San Giraldo de Aurillac. Así mismo, hubo dentro del propio convento una hospedería para albergar a religiosos de paso y otras personas destacadas.

El edificio del hospital fue derruido en las primeras décadas del siglo XIX y de él no queda nada hoy en día, aunque nos dice Luciano Huidobro que en 1951 todavía se conservaban sus cimientos en lo que hoy es el cementerio parroquial.

El hospital de peregrinos do Cebreiro ocupaba una posición estratégica similar a la que tenía el hospital de Fonfría; mientras que el de Fonfría coronaba la cima de la vertiente oeste de los montes galaicos-leoneses, O Cebreiro hacía lo mismo en la parte oriental. De este modo los peregrinos que venían por el Camino Francés disponían de dos refugios en estas montañas separados entre sí unos doce kilómetros.

 

Alzados de los frentes principales de la Iglesia de Santa María do Cebreiro y del Mesón de San Giraldo de Aurillac, situado a la derecha.

(José Antonio Franco Taboada, Santiago Tarrío Carrodeguas (dirs.), A arquitectura do Camiño de Santiago: descrición gráfica do Camiño Francés en Galicia, Santiago [de Compostela], Xunta de Galicia, A Coruña, Universidade da Coruña, D.L. 2000).

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El mesón del siglo XVIII se reabrió al público en 1966 tras haber sido restaurado como moderno hotel y restaurante. Después de su reinauguración se guardaron en su interior valiosas piezas, entre ellas un bajo-relieve prehistórico que parece representar una cacería o un sacrificio. Esta pieza procede de Salcedo en A Pobra de Brollón y fue encontrada en el año 1952. También se depositaron aquí dos óleos de Fermín González Prieto, un relieve con escena carmelitana de 1711, un cristo del escultor santiagués Sanmartín y varias piezas del ceramista Ruiz de Luna.

La casa del mesón es hoy en día un amplio edificio de planta rectangular con un piso alto, construido todo ello con mampostería vista y cubierta de pizarra a cuatro aguas. En la fachada principal se abre a un lado un sencillo y amplio portal adintelado sin adorno alguno. En la misma fachada destacan los tres balcones que se encuentran en la planta alta, con vanos igualmente adintelados y voladizos apoyados sobre modillones de granito que se vuelven en los extremos dibujando espirales.

Historia

En el Códice Calixtino (siglo XII) se describe la undécima etapa del Camino de Santiago que iba de Villafranca a Triacastela pasando por el puerto de montaña do Cebreiro. En el capítulo dedicado a las villas de ese mismo itinerario se dice que desde ese puerto se iba al hospital que estaba la cumbre del monte.

Este hospital, que perteneció al antiguo monasterio de Santa María do Cebreiro, también se menciona en los relatos de viaje posteriores. Así Bartolomé Villalba, en su Itinerario del Pelegrino Curioso y Grandezas de España del año 1577, dejó anotado que “Nuestra Señora del Cebreiro” estaba “ahumada y deroyda”, diciendo que era priorato benedictino donde había cuatro monjes y que mucho se servía a los peregrinos en esa casa “que, aunque pequeña es grande la caridad que a todos se les hace y hay en ella muy buen hospital”. En 1681 Domenico Laffi (en la tercera edición de la publicación de su segundo viaje a Compostela) dice que en la cima del monte había un hospital y convento donde se daba pan, vino y otras caridades a los peregrinos. Más tarde, en 1718, Antonio Naia mencionará igualmente el hospital dando detallada cuenta de su estancia en el lugar donde pernoctó con los padres benedictinos dentro del convento, allí le proporcionaron “la comida de carne, la bebida, el calor del fuego y la cama buena, pero las sábanas olían mal”.

La historia del monasterio do Cebreiro se orientó por un largo período a través de Aurillac y Cluny. Más tarde pasó a depender de los abades comendatarios de Espinareda (en el Bierzo) y ya en año 1496 quedó definitivamente anexionado como priorato a la Congregación de San Benito el Real de Valladolid y así se mantuvo hasta el final de sus días, ya bien entrado el siglo XIX. Durante todo ese tiempo el monasterio fue objeto de privilegios regios como la exención del pago de tributos para que se pudiese servir mejor al hospital y para que no quedasen desamparadas las viviendas de un sitio tan hostil.

En relación con la asistencia en el Camino, nos encontramos con que en un traslado del año 1372 se recogen las indulgencias que anteriormente había otorgado el obispo Juan de Lugo al monasterio do Cebreiro, constando que para ayuda y reparación de los romeros que pasaban el obispo rogaba a los moradores de la tierra y a los propios peregrinos que diesen limosna a la casa y al hospital, entregando dineros, apaños para cubrir a los pobres, mantas, cobertores y tapetes, así como contribuyendo por si mismos o por otros a la obra del hospital o ayudando con un yugo de bueyes, todo ello a cambio de determinados días de perdón.

El hospital fue asolado por un incendio a mediados del siglo XV y tras esta calamidad, el papa Pío II expidió en 1459 una bula por la que nuevamente se concedían indulgencias a los devotos que ayudasen en su reparación y mantenimiento.

No mucho después, en otra bula despachada en 1487 por el papa Inocencio VIII, a fin de llevar a cabo la reforma de la vida regular en O Cebreiro, se menciona la visita que un año antes habían hecho los Reyes Católicos al lugar y su intención de reedificar el hospital a sus expensas. Así mismo, el papa volvía conceder indulgencias a los que visitasen O Cebreiro en determinadas festividades y ayudasen a la reparación del hospital.

En 1494 los mismos reyes mandaron poner remedio a la mala administración que se observaba en el establecimiento do Cebreiro, ya que los romeros que en él habían de hallar abrigo no eran bien acogidos y morían de hambre y frío.

En el transcurso de los siglos XVI y XVII encontramos repetidas menciones a la obligación que los vasallos do Cebreiro tenían de ayudar a los peregrinos en sus necesidades y de reparar tanto el Camino Francés como el priorato, debiendo entre otras cosas suministrar leña y paja para cubrir el hospital, la iglesia y el convento a cambio de que se les proporcionase comida el día en que traían los materiales.

En el siglo XVIII el monasterio aparece continuamente endeudado y solicitando préstamos a Valladolid. En esta centuria, el hospital do Cebreiro vivía de algunos ingresos decimales para atender a los pobres y peregrinos y aun así había dificultades para hacer la recaudación. Con todo, nos dice Luciano Huidobro que el antiguo hospital fue reedificado en 1729. Contaba por entonces con ocho camas y a su cuidado inmediato estaba un cirujano y una hospitalera, atendiéndose a los enfermos con “puchero sazonado y alimento de substancia” y a los pobres pasajeros y peregrinos se les daba, además de la limosna de pan, alguna de “legumbre, potaje o cosa equivalente”. Para determinados viajeros tenía el monasterio una hospedería dentro del propio convento, en la que se daba albergue a “muchas personas distinguidas y monjes de la religión”. Tras el reconocimiento efectuado por los superiores de la orden en el año 1746 se dispuso que solo se admitiese a los amos y un criado o ayuda de cámara en dicha hospedería y que la comitiva “se albergase en el mesón, de cuyos beneficios se aprovechaba el Hospital, y en cuanto a los religiosos, que tan solo se detuviesen una noche, salvo necesidad”.

En 1752 se dice en el Catastro de Ensenada que había en la feligresía del “Hospital de Nuestra Señora del Cebrero” ciento diez casas habitables entre las que se incluía el hospital de los peregrinos y el mesón del hospital. Tanto la casa del hospital como la del mesón estaban bajo el gobierno directo de los eclesiásticos del lugar. En dicho hospital “se aloja, da limosna y asistencia en sus enfermedades a todo peregrino y otros Pobres que transitan al Apóstol Santiago, con rentas y diezmos de esta feligresía y otras que tiene dicho hospital” y “en la enunciada feligresía no hay cura párroco de ella”, si no el “Padre Prior Fray Manuel Ruiz administrador y primer cura del hospital de esta feligresía y por teniente cura al Padre predicador fray Gaspar Quijano y por Aiudante y Compañero al Padre Predicador fray Francisco Estévez todos del horden de Nuestro Padre San Benito que les administran los santos sacramentos y no otro alguno”. Señala Huidobro que años más tarde, concretamente en 1788, se mandó arreglar la hospedería porque amenazaba ruina.

Ya en las primeras décadas de la siguiente centuria se recuerda, en las actas de las visitas que los abades de Valladolid hicieron al priorato do Cebreiro, que uno de los principales destinos de las rentas de este priorato y hospital era la asistencia material y espiritual de los peregrinos y de los pobres, y por lo tanto había que evitar todo “espontáneo y voluntario convite de personas extrañas”. Por la ruina en que se encontraba el hospital se había otorgado concesión a un mesonero para que recibiese a los peregrinos en su casa, cobrando por ello del priorato una renta anual de trescientos reales. Lamentaba uno de los padres visitadores que se hubiese demolido la casa del hospital y que los peregrinos y demás pobres tuviesen que ser atendidos en el mesón, siendo víctimas de la avaricia del mesonero. Se ordenaba al prior que emprendiese obras de levantamiento de una nueva casa-hospital y mientras tanto, que se diese decente alojamiento en el mesón a los peregrinos. También se dispuso que hubiese la oportuna separación entre las camas de los hombres y mujeres. Además de atender a las necesidades de los peregrinos, se debía tener especial cuidado de los pobres de la parroquia. Para cumplir con todo ello tan solo había dos monjes, residiendo igualmente en el priorato un mozo, dos criados, una pastora, un cirujano y un barbero. Se contaba a mayores con dos mulas de servicio.

Por esos mismos años Sebastián Miñano anotaba en su Diccionario que “Santa María la Real de Cebrero”, en la provincia y obispado de Lugo, era priorato de la orden de San Benito, a cuya custodia estaba la iglesia y habiéndose aniquilado el hospital, seguían recogiéndose allí los peregrinos enfermos.

En 1858, tras la aplicación de las leyes de desamortización y exclaustración, los monjes de san Benito se vieron obligados a abandonar definitivamente el priorato. A partir de entonces Santa María do Cebreiro pasó a ser una más entre las feligresías de la diócesis de Lugo dependientes del propio obispo. Sus establecimientos fueron cayendo en la ruina hasta que más de un siglo después, en el año 1962, la Dirección General de Arquitectura acometió las obras de restauración de la iglesia y santuario, del mesón y de la totalidad del poblado, que fue declarado Conjunto Monumental y pasó a depender de la Dirección General de Bellas Artes.

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