PORTOMARÍN, hospital de San Xoán de

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Antiguo hospital de peregrinos del Camino Francés emplazado en la población de Portomarín, parroquia de San Nicolao de Portomarín, ayuntamiento de Portomarín, provincia de Lugo. Entre las entidades de Vilachá, al este y San Roque y Toxibó, al noroeste.

Este hospital estuvo originariamente sobre el propio puente medieval de Portomarín, para ser traslado después a un solar situado tras la cabecera de la iglesia de San Xoán edificada en el antiguo burgo de Portomarín sito en la orilla derecha del río Miño, que quedó sumergido bajo las aguas del embalse de Belesar en la década de los años sesenta del siglo XX.

Según nos dice Vázquez Seijas, ocupaba su edificio -que fue definitivamente derribado en el año 1944- una superficie aproximada de ciento veinte metros cuadrados, con frente de once metros y medio y un fondo de diez metros y medio. Tenía tejado a cuatro aguas con losa del país, descansando la armadura en una fuerte columna central. La fachada de poniente tenía una amplia puerta con arco apuntado, adornado con bocel. En el lado izquierdo de este arco se encontraba una escalera exterior que conducía al piso superior. La puerta norte, abierta al Camino Francés, tenía arco semicircular de piedra caliza con amplio dovelaje sobre el que estaba colocado una inscripción que conmemora la restauración realizada por Juan Piñeiro en 1522, y un escudo con sus armas que hoy se guardan en el museo provincial de Lugo. En el paramento de esta misma fachada podía observarse una tosca reconstrucción con mampostería de pizarra mezclada con los sillares de piedra caliza, de obra anterior, que también se aprovecharon en los muros sur, este y oeste de la edificación, acusando en su trazado las huellas de las distintas modificaciones de que fue objeto el edificio del antiguo hospital.

Historia

En el año 1126 el rey Alfonso VII confirmó la donación de la iglesia de Santa María de Portu Marino con todas sus heredades que su madre doña Urraca había concedido a Pedro Peregrino para edificar y mantener el Pontem Minei y su hospital, que se denominaba entonces Domum Dei. Por lo dicho en éste último privilegio, que se refiere por dos veces al hospitalis ipsius pontis, cabe suponer que dicho establecimiento estuviese instalado sobre el propio puente, o cuando menos junto a él, tal como sucedía en el caso de otros hospitales de la ruta jacobea.

Asegura Villaamil y Castro, que es éste el hospital que aparece mencionado en el documento de la fundación del aniversario hecho por Urraca Fernández, mujer de Diego Arias de Monterroso, a propósito de una casa de Portomarín, que estaba juxta pontem versus hospitale.

En el año 1133 consta que el rey Alfonso VII de León donó a Pedro Peregrino el “palacio de Portomarín” y el “coto de Mesón Frío”, con la condición de que tras su muerte quedasen para el hospital de “Puente de Miño”. Sería por entonces cuando en la parroquia de San Nicolao de Portomarín se estableció la Orden de San Juan de Jerusalén. Según algunos autores como García Tato, el hospital de Pedro Peregrino habría sido supuestamente entregado a los sanjuanistas en el año 1158, al tiempo que el rey Fernando II de León donó a Ordoño, prior de la orden de San Juan, el monasterio de Santa Mariña de Portomarín, con Seixón y Riocabo, además de la mitad del patrimonio real que había cerca del citado monasterio, señalando que ello se añadía a la otra mitad del realengo del lugar que ya les había donado Alfonso VII.

A finales del siglo XII la orden comenzó a edificar la iglesia de San Xoán de Portomarín. Sabemos que tras su cabecera estuvo el hospital que probablemente sería trasladado desde el puente y reconstruido en este nuevo emplazamiento a la vez que hicieron el templo, ya que al parecer en ambos edificios se podían ver los mismos signos lapidarios y marcas de cantero. Tenemos constancia de que en el año 1195 las obras estaban en marcha. Fue en esa fecha cuando el obispo Rodrigo de Lugo compró la mitad de una casa en Portomarín, ubicada en el término de San Nicolao, donde se estaba levantando la iglesia; Solís Parga nos ofrece el regesto de la correspondiente carta de venta, que hoy se guarda en el Archivo Histórico Nacional de Madrid.

Muy poco después, concretamente en 1199, Jimena Froilaz dispuso en su testamento una manda de diez sólidos para los pobres del hospitali de ponte minei y en 1218 fue Urraca Pérez quien dejó al mismo hospital un par de manteles y dos “auriculares”.

Ya al término de la Edad Media, el rey Enrique IV de Castilla otorgó en el año 1461 a la encomienda de Portomarín merced para percibir dos cornados más de los cuatro que ya cobraba “de uso e costumbre de grandes tiempos acá […] de portadgo de las bestias e mercadurías e ganados e otras cosas que pasan por la dicha villa […] porque toviesedes con que mejor pudiesedes adobar e reparar la dicha iglesia e hospital e el dicho camino”.

Con todo, el hospital fue reedificado en el año 1522 por el comendador Juan Piñeiro. En 1642 otro comendador sanjuanista, Nuño de Alvarado, hizo mejoras y repararos en el mismo hospital, que por entonces estaba bajo la advocación de la Magdalena; entre otras cosas se retejó la cubierta, se hizo un corredor y una chimenea de cal y ladrillo y se aderezaron “las camas y dar para ellas quatro mantas, dos sávanas, dos almoadas y un colchón”. En el año 1671 se alude a determinadas funciones que tenía asignadas el hospitalero de este establecimiento, entre las que se encontraba el lavado de ropa y la limpieza de los pobres, gozando la institución de diversas inmunidades y exenciones eclesiásticas.

Una impresión sobre Portomarín y sobre las condiciones de alojamiento que allí había a comienzos del siglo XVIII nos la ofrece el carmelita italiano Giacomo Antonio Naia, que dejó constancia pormenorizada de su estancia en la población donde fue a pernoctar en una hostería pagando por el vino y la comida. No parece que el lugar donde se alojó el carmelita tuviese que ver con uno de los dos hospitales de peregrinos que por entonces había en cada uno de los burgos de Portomarín, pero de ser así nada tendría de raro que se pagase por la “caridad” recibida en ellos ya que, tal como dicen Barreiro Mallón y Rey Castelao, en esta centuria los establecimientos hospitalarios del Camino Francés contaban por lo general con escasos recursos y apenas preveían atenciones médicas elementales.

De las rentas de que disponía en 1752 el hospital “de pobres peregrinos que transitaban al Apóstol de Santiago” de la villa y feligresía de “San Nicolás de Portomarín” se da cuenta en el Catastro de Ensenada, siendo el caso que anualmente ascendían éstas a dieciséis ferrados de centeno, medio “cañado” de vino, cuatro carros de leña, dos carros de paja y un ferrado de castañas verdes de las que se mantenían los dichos pobres. Se especifica en el mismo catastro que el patrono del hospital era el comendador de la propia villa.

En las décadas finales de este último siglo y en las primeras de la centuria siguiente se tiene constancia de mujeres pobres y viudas, vecinas de la villa de Portomarín, que ejercieron como “hospitaleras”; una de ellas, María Vázquez, fue enterrada en 1770 en la iglesia colegiata del burgo de San Xoán, “de medio cuerpo abajo de dicha iglesia”, asistiendo a sus exequias el prior, los capellanes y el sacristán de la colegiata.

En 1827 dice Sebastián Miñano de este hospital que, habiendo sido antes una casa magnífica bien distribuida y convenientemente situada, apenas tenía ya pieza que pudiera habitarse.

Tras la promulgación de las leyes de desamortización, señala Pascual Madoz que se ignoraba el paradero de los bienes y rentas del hospital de Portomarín, así como de los de Ligonde, Lestedo, Sarria, Cruz, Chamoso, Santa Catalina de Fonfría, Montouto y otros que la Junta Municipal de Beneficencia de Lugo solicitó se descubriesen y agregasen al de la Caridad de aquella capital provincial, lo que fue concedido por Real Orden del 12 de marzo de 1835, pero que ningún resultado había ofrecido en los seis años siguientes.

Madoz no especifica a cuál de los cuatro establecimientos hospitalarios que hubo en Portomarín se refiere, aunque lo más probable es que fuese a éste de la Orden de San Juan, o bien a la malatería de San Lázaro situada en el burgo de San Pedro, ya que el hospital de peregrinos que hubo en el mismo lado de San Pedro estaba ya sin tierras, ni rentas, tal como se dice a mediados del siglo XVIII en el Catastro de Ensenada, no mencionándose siquiera en el mismo catastro la malatería del burgo de San Xoán.

El edificio del hospital que los sanjuanistas tuvieron en Portomarín fue definitivamente derribado en el año 1944; en los últimos tiempos estuvo dedicado a bodega y almacén. Al parecer, cuando se construyó una nueva casa en su mismo solar, se hallaron restos de huesos humanos en el subsuelo.

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