© Archivo fotográfico del IEGPS
© Archivo fotográfico del IEGPS
© Archivo fotográfico del IEGPS
© Archivo fotográfico del IEGPS
© Archivo fotográfico del IEGPS
© Archivo fotográfico del IEGPS
© Archivo fotográfico del IEGPS
© Archivo fotográfico del IEGPS
© Archivo fotográfico del IEGPS
© Archivo fotográfico del IEGPS
© Archivo fotográfico del IEGPS
© Archivo fotográfico del IEGPS
Entidad de población del Camino Francés en la actual parroquia de San Nicolao de Portomarín, municipio de Portomarín, provincia de Lugo. Se halla entre las entidades de San Pedro, al este, O Souto y San Roque, al sudoeste y Toxibó, al noroeste. Su altitud es cercana a 390 metros. Tenía 498 habitantes censados en 2019. Es cabecera municipal y comarcal.
![]() |
| Vista general del nuevo Portomarín. |
La villa medieval de Portomarín surgió y se expandió en torno al paso del Camino Francés por el río Miño. Comprendía dos burgos distintos: el de San Xoán, en la parroquia de San Nicolao, situado en la orilla derecha del río y el de San Pedro, en la parroquia del mismo nombre, sobre la orilla izquierda. Ambos burgos estaban unidos por un puente de cuya existencia tenemos constancia al menos desde comienzos del siglo XII; era obra encastillada y tuvo instalado en una de sus torres un hospital para socorro de los peregrinos. Este puente fue sustituido por otro que se conoce como A Ponte Nova, que se construyó en el año 1930. Paralelamente hubo también servicio de barcazas para el transporte de personas, mercancías y ganados.
El viejo Portomarín fue declarado Conjunto Histórico-Artístico en el año 1946. Quedó totalmente anegado y destruido tras la construcción del embalse de Belesar entre finales de la década de los cincuenta y comienzos de los años sesenta del siglo XX. Sus restos pueden verse todavía cuando bajan las aguas. En el lado de San Xoán perviven las terrazas de viñedos, donde aún se levanta un palomar de planta circular de construcción tradicional, que está cerca del nuevo club fluvial. Este palomar se encontraba en la huerta trasera de la casa que perteneció a la familia de los Pardo, cuya fachada daba a la calle que subía hacia el lugar de San Roque. En la antigua salida del burgo por la cuesta de San Roque se mantienen igualmente algunas bodegas.
![]() |
| Torre del puente medieval por donde se accedía al burgo de San Xoán de Portomarín. |
El nuevo poblado de Portomarín se construyó al mismo tiempo que el embalse, emplazándose en el Monte do Cristo, sobre la desembocadura del arroyo da Torre o de Cortapezas, al noreste del antiguo del burgo de San Xoán. En la orilla opuesta resurgió también la nueva entidad de San Pedro.
Hoy en día, siguiendo el Camino Francés desde el lugar de San Pedro, se accede al Portomarín nuevo por un gran viaducto de hormigón que cruza el embalse hasta llegar al pie mismo de la población, donde se reubicaron los restos de un arco del puente medieval, con la torre y capilla da Virxe das Neves del siglo XVII; sobre el estribo del arco se construyó una escalinata por la que se accede al centro urbano.
Las calles de nuevo trazado presentan una organización reticular que se adapta a la orografía del terreno. En la plaza donde hoy se encuentra la casa consistorial se recolocó la iglesia fortificada de San Xoán o San Nicolao, construida por los caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén a finales del siglo XII y frente a ella, el antiguo Pazo del General Paredes o Casa do Conde de la Maza del siglo XVI; ambos edificios proceden del burgo de San Xoán. En la fachada de la casa rectoral, que hoy está junto a la iglesia, se encuentra un escudo procedente del antiguo Pazo da Encomienda de la susodicha orden, que fue reedificado en el mismo burgo a finales del siglo XV y se destruyó en el año 1938. Así mismo, sobre la puerta de entrada de la rectoral se ha aprovechado un antiguo dintel tallado con una máscara que asoma entre guirnaldas vegetales; esta pieza de gusto barroco daba nombre a la Casa do Mascarón del siglo XVIII, que era propiedad del cabildo de Santiago y que se encontraba en el burgo de San Pedro.
![]() |
| Calle con soportales en el nuevo Portomarín. |
La iglesia parroquial de San Pedro, que fue consagrada en el año 1182, se reubicó en las inmediaciones del parque Antonio Sanz Valdés y junto a ella se levantó una casa en la que se integraron una balconada del siglo XVII y otros elementos procedentes del antiguo Pazo dos marqueses de Bóveda y Limia, también conocido como Pazo de Berbetoros, que estuvo igualmente emplazado en el burgo de San Pedro.
Entre los edificios modernos de Portomarín destaca el albergue para peregrinos perteneciente a la red oficial de la Xunta de Galicia que fue inaugurado en el año 1993, siendo reformado y ampliado posteriormente confiriéndole un diseño arquitectónico vanguardista.
Próximo a la nueva población, en el sitio donde hoy se encuentra el camping, se localiza el lugar de Santa Mariña; autores como Vázquez Seijas y Abel Expósito dicen que aquí estuvo emplazado el monasterio del mismo nombre, que se documenta en siglo X en relación a los orígenes de Portomarín. Hoy en día se levanta en el mismo lugar la llamada Casa de Santa Mariña del siglo XVIII, que fue residencia de la familia Alvarado y que ha sido reconvertida en establecimiento hostelero; junto a ella hay una sencilla capilla.
![]() |
| Pazo do Conde de la Maza y casa consistorial de Portomarín. |
Antes de que se produjese el traslado de la población de Portomarín, el Camino Francés descendía hacia el burgo de San Pedro desde el lugar da Fonte da Agra por la cuesta da Peitadiña, que desembocaba frente a la iglesia parroquial; antes de entrar en el burgo, allí donde se dividían los caminos en el lugar de “fonte da gracia”, había una leprosería y en el mismo burgo hubo un hospital de peregrinos. El caserío de San Pedro se agrupaba en la orilla del río, en torno a lo que se llamaba la calle, que era el propio Camino que conducía al puente medieval; en el tramo de esta calle que doblaba enfilando el puente, era donde se encontraban -frente por frente- el Pazo de Berbetoros y la Casa do Mascarón que nombramos más arriba.
![]() |
| Iglesia de San Xoán de Portomarín. |
Tras cruzar el Miño se entraba en el burgo de San Xoán por la base de la torre que hoy se conserva y que anteriormente se encontraba en el extremo occidental del puente medieval, donde se cobraban derechos de paso. Se continuaba por la calle de Santiago hasta la plaza de Santa Isabel. Desde ahí hacia la derecha se alcanzaba la calle que doblaba sobre el valle de Torres o Cortapezas, para salir de la población por el antiguo Camino Real que conducía a Compostela; nos dice Paz González que en este recorrido se encontraban las llamadas “tiendas judías”.
Otro itinerario totalmente opuesto era el que desde la plaza de Santa Isabel iba hacia la izquierda por la calle del mismo nombre, donde se encontraba el Pazo de Garro del siglo XVIII, que tenía una amplia solana en el frente. Por esta calle se llegaba hasta a la iglesia de San Xoán, junto a la que se trasladó el viejo hospital del puente, construyéndose delante de ella el Pazo da Encomienda. Los tres edificios eran de la orden sanjuanista, aunque la iglesia funcionó también como colegiata y templo parroquial. Tras la destrucción del Pazo da Encomienda, su solar fue utilizado para celebrar en él las ferias de la villa. Al parecer el palacio contaba con cinco salones, dos de ellos caldeados por chimeneas; el salón central tenía artesonado mudéjar y albergaba una biblioteca con grandes armarios de carpintería sobredorada de estilo barroco, donde se ordenaban numerosos libros y pergaminos.
Desde la iglesia de San Xoán se continuaba por la Rúa Nova y por el camino de San Lázaro con el que lindaba la susodicha Casa do Conde de la Maza. Más adelante -ya a las afueras de la población y sobre este mismo camino- se encontraba otra leprosería que se dejaba atrás para remontar la cuesta de San Roque. Las dos salidas llevaban igualmente a la ciudad del Apóstol, confluyendo en las proximidades de la aldea de Toxibó.
![]() |
| Iglesia de San Pedro. |
Las calles de San Xoán eran estrechas y apenas permitían el paso de un vehículo rodado. Estaban pavimentadas con cantos de río ligeramente inclinados hacia el centro para recoger las aguas. Del eje viario principal, que atravesaba el pueblo en sentido paralelo a la orilla del río, arrancaban angostos callejones en dirección al monte y otros que conducían al cauce fluvial.
Además de las casas ya mencionadas, había en el mismo burgo un buen número de inmuebles blasonados con escudos en muros y dinteles. Las viviendas más humildes eran mayormente estrechas y alargadas, con frecuencia disponían de uno o dos pisos altos con balcones en la parte de arriba y algunas tuvieron soportales adintelados abiertos a la calle; en los bajos solían almacenarse los utensilios de labranza, además de instalarse las cuadras y bodegas, ya que el vino y el aguardiente eran productos tradicionales de la zona.
![]() |
| Albergue público de Portomarín. |
Los edificios más antiguos de Portomarín estaban construidos con muros de sillarejos de esquisto que se enlucían. Los sillares de cantería labrada se reservaban para los vanos de puertas y ventanas y otros elementos destacados como los esquinales y las cornisas. En las cubiertas se empleaba la pizarra y las carpinterías eran de madera. Los trabajos de forja también estaban presentes en las barandas de los balcones y en las rejas de las ventanas, así como en las aldabas y herrajes de las puertas.
![]() |
| Casa de Santa Mariña de Portomarín. |
Las más antiguas notas de viaje referidas al Camino Francés se remontan al siglo XII. Están contenidas en el Códice Calixtino, donde aparece Portomarín como una de las poblaciones destacadas de la ruta y se cuenta como en este lugar, al igual que en Triacastela y Barbadelo, se presentaban los hosteleros compostelanos haciéndose los encontradizos con los peregrinos para recomendarles posadas en la ciudad de Santiago. En otro punto del mismo códice se narra como en sitios montuosos, entre Portomarín y Palas de Rei, las meretrices solían salir al encuentro de los peregrinos y se dice de ellas: “no sólo deben ser excomulgadas, sino que además deben ser despojadas, presas y avergonzadas, cortándoles las narices, exponiéndolas a la vergüenza pública”.
Desde entonces nos ha quedado constancia del paso por Portomarín de peregrinos de todas las nacionalidades y condición social. Así, la población aparece mencionada en los itinerarios jacobeos del infante Carlos de Navarra (1381-1382), del señor de Caumont (1417), de Jerónimo Münzer (1494) y de Arnold von Harff (1496-1499); también los Reyes Católicos estuvieron en aquí en el transcurso de su primer viaje de peregrinación a Compostela, que hicieron en el año 1486. De los siglos XVI al XVIII otros viajeros como Bartolomeo Fontana (1538), Bartolomé Villalba (1577), los cofrades de Senlis (1690), Domenico Laffi (1633), Antonio Naia (1717-1719), Guillermo Manier (1726), Nicola Albani (1743) y Jean Pierre Racq de Bruges (1790) relacionaron Portomarín en sus respectivos itinerarios.
La historia de Portomarín se remonta de mucho tiempo atrás. En el Testamento Menor de Odoario del año 760 figura en la ribera del río Miño el Portum Minei. Sería ésta una primera mención que hay que tomar con todas las precauciones, ya que se debe tener en cuenta que la autenticidad de este documento ha sido puesta en duda y que muchos de los lugares relacionados en él pueden haber sido añadidos en la copia que se conserva en el llamado Tumbo Viejo de la catedral lucense escrito en el siglo XIII. Lo mismo sucede con un diploma de Alfonso III, por el que el rey confirmó a la Iglesia de Lugo todas sus haciendas incluyendo en Terra de Porto Marini la iglesia de Santa María de Cortapezas; el diploma data del año 897 y la copia correspondiente es del siglo XII.
Lo que sabemos de cierto es que en la primera mitad del siglo X la población de Portomarín perteneció a uno de los grandes magnates de la época, el conde Gutier Menéndez y a su familia; Gutier fue el padre del obispo de Mondoñedo, san Rosendo, que fue el fundador del monasterio de San Salvador de Celanova, en la provincia de Ourense. Esta familia estaba emparentada con los reyes asturleoneses y se movía en los círculos de la corte. En el año 916 el conde Gutier donó a su mujer Ilduara varias propiedades en Asturias y en Galicia; entre esas propiedades figura la villa de Portum Marini íntegra, con todas sus prestaciones y todo lo que tenía a su alrededor, apareciendo de este modo como una entidad de población claramente diferenciada, que en los años siguientes se documentará relacionada con distintos monasterios e iglesias de su entorno y con los propios condes.
Así, en el año 922 consta que la iglesia de Santa Mariña de Ripa Minee fue donada por Recaredo, obispo de Lugo, al conde Gutier y a Ilduara que a la sazón residían en ese mismo lugar, donde estaban comenzando a construir un monasterio. En el 925 un tal Gundulfo hizo división de sus propiedades, entregando una parte de ellas a la comunidad de devotas de la iglesia de San Salvador y Santa Cruz de Portum Marini, en la orilla del río Miño; como ejecutores testamentarios figuran Gutier e Ilduara. Poco después, en el año 927, los mismos condes hicieron una importante donación de bienes materiales en beneficio de la basílica de Santa Mariña en el lugar de Porto Marini, donde existía ya una comunidad de religiosas de clausura; de estos dos monasterios dice el cronista fray Benito de la Cueva que los sujetó el conde, al monasterio de Celanova. En el año 934 Munio Gutiérrez, hijo de Gutier e Ilduara, recibió de la herencia de sus padres: en Ferraria, Portum Marin.
A finales del siglo X la villa de Portomarín aparece en manos del conde Gundisalvo Menéndez y de su hijo Rudesindo, rebeldes con otros nobles contra Bermudo II, quien como castigo tomó Portumarini y la donó a la Iglesia de Santiago de Compostela en el año 993.
Ya en el siglo XII encontramos de nuevo diversas noticias relativas a Portomarín. Así, en el año 1102 la entonces infanta Urraca hizo carta de donación a Ero Armentariz de la iglesia de Santa María de Lama, situada cerca del río Neira, que estaba sujeta a los monasterios de Santa María de Loio y Santa María de Portu Marin, estos dos monasterios eran por entonces de la infanta.
En 1112 fue la propia doña Urraca quien destruyó el puente de Portomarín para cortar el paso a las huestes de su segundo marido, Alfonso I de Aragón y Navarra, con quien estaba enfrentada. En el Codex Calixtinus consta que el puente de Portomarín fue reconstruido por Pedro Peregrino en torno al año 1120.
Poco después, en el año 1126, el rey Alfonso VII de León y Castilla confirmó la donación de la iglesia de Santa María de Portu Marino con todas sus heredades, que su madre la reina Urraca había concedido a Pedro Peregrino para edificar y mantener el Pontem Minei y su hospital, que se denominaba entonces Domum Dei (casa de Dios); por el texto del privilegio alfonsino, donde se dice por dos veces hospitalis ipsius pontis, cabe suponer que dicho establecimiento estuviese instalado sobre el propio puente, o bien junto a él, tal como sucedía en el caso de otros hospitales de la ruta jacobea. En el año 1133 el mismo monarca donó a Pedro Peregrino el “palacio” de Portomarín y el coto de Mesón Frío, con la condición de que tras su muerte quedasen para el hospital de “Puente de Miño”.
Precisamente fue durante el reinado de Alfonso VII cuando se constituyó la Orden de Santiago, que fue reorganizada por Fernando II de León. En la bula de confirmación del papa Alejandro III del año 1175, otorgada a los santiaguistas a instancia de los reyes de León, Castilla y Portugal, se detallan las posesiones que dicha orden tenía en Galicia, incluyendo el monasterio de Loio con su coto y el burgo de Ponte Minei contra la parte de Loio, con todas sus pertenencias; es decir, en esos momentos la Orden de Santiago llevaba ya de un tiempo atrás afincada en la parte de Portomarín que correspondía al burgo de San Pedro, sobre la orilla izquierda del río Miño y en las cercanías de la desembocadura del río Loio. Las propiedades de los santiaguistas que figuran en la bula de Alejandro III fueron igualmente confirmadas por el rey Fernando II de León y por los papas Lucio III y Urbano II. Aunque los santiaguistas conservaron lo de Loio hasta el año 1254, fecha en que lo cedieron a la Iglesia de Santiago de Compostela a cambio de la mitad de Mérida, no ocurrió lo mismo con Portomarín, ya que en 1188 Alfonso IX de León firmó un privilegio confirmando a la Orden de Santiago todas las donaciones hechas por su padre Fernando II de León, a excepción de la mitad de Valduerna y el burgo de Ponte Minii, que de este modo revertirían en el patrimonio regio.
En el tiempo que la Orden de Santiago disfrutó de la posesión del burgo de San Pedro se consagró la iglesia de dicho lugar. Según reza en la inscripción que hay en el tímpano de su portada principal la consagración se efectuaría en honor de la Bienaventurada María y de los santos Pedro, Cosme y Damián, en la era de 1220 (año 1182), siendo obispo de Lugo Rodrigo II.
Por entonces varios documentos del tumbo del monasterio de Santa María de Sobrado (A Coruña), fechados entre los años 1177 y 1206, ratifican que dicho monasterio se había hecho con la propiedad de varias casas en el mismo burgo. Figura entre esos documentos la compraventa de una casa que estaba en la villa de Ponte Minei, bajo la basílica de San Pedro, en la calle y vía pública que conducía al puente entre la casa del hospital y otra casa que era de un tal Didaco; lo cierto es que por lo escueto de la información no es posible discernir si esa casa que se nombra del “hospital” era en realidad un establecimiento de acogida de peregrinos o se trataba en cambio, de un simple inmueble que perteneciese a la Orden del Hospital.
La primera noticia que tenemos de la instalación de la Orden del Hospital (también llamada de San Juan de Jerusalén, Rodas y Malta) en los términos de San Nicolao de Portomarín la encontramos en el año 1158. Se trata de un documento por el que Fernando II de León y Castilla donó al prior de la orden sanjuanista, Ordoño, el monasterio de Portumarino, es decir Santa Mariña con Seixón, que estaba a orillas del Miño, en territorio de Paradela. Además, el monarca daba a la misma orden la mitad del patrimonio real en Portomarín, cerca del citado monasterio, señalando que ello se añadía a la otra mitad del realengo del lugar que ya había donado su padre al Hospital. Se deduce de esto último que la implantación de la Orden de San Juan en Portomarín se remontaría a cierto tiempo antes, en algún momento del reinado de Alfonso VII de León y Castilla.
La presencia de la Orden de San Juan en Portomarín estuvo estrechamente relacionada con la situación del lugar como punto de paso del Camino de Santiago y más concretamente con el puente sobre el río Miño y el hospital del puente, con el que debió tener vinculación desde un primer momento. Las funciones primordiales de la Orden eran dobles; por un lado, la atención a los peregrinos que iban a Compostela y el mantenimiento del Camino y, por otro lado, el acopio de recursos que les permitirían -entre otras muchas cosas- sufragar las actividades militares que los sanjuanistas desarrollaron en el Mediterráneo oriental y en la frontera meridional de Castilla. Para atender estas obligaciones los hospitalarios, de acuerdo con las prácticas comunes de la época, se fueron haciendo con el señorío de una amplia circunscripción territorial, estableciendo una encomienda o bailía (unidad básica de administración territorial) con cabeza en Portomarín, donde estaba la casa central. La Encomienda de Portomarín fue, sin lugar a dudas, la más importante que tuvo la Orden de San Juan en Galicia; fue protegida por varios monarcas, así como por otros magnates y personajes privados que le fueron cediendo múltiples bienes y recursos.
Fue a finales del siglo XII cuando los sanjuanistas acometieron las obras de edificación de la iglesia de San Xoán de Portomarín; el templo se construyó encastillado y al tiempo que servía para el culto, funcionaba como fortaleza que defendía la plaza, el puente y el Camino. Sabemos que tras su cabecera levantaron también un hospital, que probablemente sería trasladado desde el puente y reconstruido en este nuevo emplazamiento a la vez que hicieron el templo, ya que al parecer en ambos edificios se podían ver los mismos signos lapidarios y marcas de cantero.
Al hacer su iglesia la Orden entró en conflicto con el obispo de Lugo. Este hecho se desprende de la copia de un documento (transcrita y publicada por Mosquera Agrelo) en la que se hace resumen de los diversos conflictos que la sede lucense mantuvo en el siglo XII con otras diócesis, con el monasterio de Samos y con la Orden del Hospital. Es así, que la Iglesia de Lugo dice que los hospitalarios habían construido un nuevo templo en Portomarín, en un lugar que le pertenecía por derecho de propiedad y que poseía de mucho tiempo atrás, manteniendo los débitos que el pueblo les satisfacía tanto en cera, como en ofrendas, como en otras cosas; más adelante se añade que los hospitalarios habían ocupado violentamente la iglesia de Santa María de Cortapezas (próxima a Portomarín), que era igualmente suya.
Señala D’Emilio que el rastro documental de esta controversia ha desaparecido, pero que es evidente que los hospitalarios respondieron llevando a cabo el programa de construcción de su propio templo y así, tenemos constancia de que en el año 1195 las obras estaban en marcha. Fue en esa fecha cuando el obispo Rodrigo de Lugo compró la mitad de una casa en Portomarín, ubicada en los términos donde se estaba edificando la iglesia de San Xoán. Solís Parga nos ofrece el regesto del correspondiente documento, que hoy se guarda en el Archivo Histórico Nacional de Madrid.
A comienzos del siglo XIII los hospitalarios debían tener ya la jurisdicción del burgo de San Nicolao en virtud de las donaciones reales; la prueba de eso son los fueros del año 1212, que la orden hospitalaria dio a los burgueses que habitaban la parte que les correspondía de la villa del Pontis Minei. Desde entonces, a lo largo de la Edad Media y aún en la Edad Moderna, los sanjuanistas no hicieron más que afianzar su presencia en estas tierras. Una de las formas de canalizar y materializar las donaciones que les sirvieron para expandirse y proveerse de fondos, era recibir “confreires” en la Orden; de este modo fueron admitidos el caballero Pedro Eanes y su mujer María Fernández, que en el año 1236 entregaron sus bienes a la Encomienda de Portomarín a cambio de que el comendador, de acuerdo con todo el convento, les ofreciese “o pan e auga y a morte do Ospital”.
Ya comienzos del siglo XIV el burgo de San Pedro aparece en manos de la mitra compostelana; así en dos documentos de los años 1311 y 1313 se menciona la rúa del Camino Francés en Portomarín, en la parte del arzobispo, bajo el signo de San Pedro.
Posteriormente, en el año 1367, consta que el obispo Miguel de Lugo hizo donación de ciertas heredades para que los “malates” del burgo de San Pedro de Portomarín hicieran allí donde se departían los caminos una iglesia con su alpendre y unas casas en el lugar de “fonte da gracia”. En otro documento fechado diez años más tarde se hace mención a los “pazos” del obispo de Lugo en Portomarín. También por entonces, concretamente en 1372, se constata la existencia del palacio de la encomienda sanjuanista, que estaría a un lado de la fachada principal la iglesia de San Xoán.
En la primera mitad del siglo XV, en el llamado Tumbo Vermello de don Lope de Mendoza, se ratifica que la villa y burgo de San Pedro de Portomarín era del arzobispo de Santiago, “desde la ponte alende contra Sarria, con o couto de Loyo que he çeleiro da Mesa do Arzobispo”. Dentro de estos términos el prelado compostelano tenía numerosas rentas, fueros y derechos, estando sujetos a su señorío todos los hombres que moraban en la feligresía de San Pedro de Portomarín. Consta en el mismo tumbo que en el año 1435 el arzobispo arrendó por algunos años a Lope Alfonso de Portomarín todo lo del burgo de San Pedro y coto de Loio.
De la iglesia de San Xoán y del hospital de este mismo burgo volvemos a tener noticias en el año 1461, cuando el rey Enrique IV de Castilla autorizó a los comendadores sanjuanistas para percibir seis “cornados” por derecho de portazgo de “todas las bestias e mercadurías e outras cosas que pasasen por la dicha villa”, para que la iglesia y el hospital fuesen reparados y asimismo que el Camino Francés que iba a Santiago estuviese “bien adobado e reparado porque los caminantes puedan ir y venir por el de unas partes a otras”.
Ya en el año 1513 nos consta que el comendador, Juan Piñeiro, reedificó el Pazo da Encomienda y poco después. en 1522, hizo lo propio con el hospital sanjuanista.
En esta última centuria son varios textos los que se refieren a la ermita, al monasterio y a la casa de San Francisco en Portomarín, aunque en ningún caso es posible discernir en cuál de las dos orillas del río se encontraban. Los franciscanos estarían afincados aquí de un tiempo atrás, al menos desde el año 1422, momento en que se documenta en esta población la existencia de un oratorio llamado de la “Santa Cruz” que era de dicha Orden.
Portomarín figuraba en el siglo XVI entre las y villas y ciudades más pobladas de la provincia de Lugo; en las Relaciones de Vecindario del año 1571 se dice que era de la encomienda de San Juan y que tenía dos parroquias, la de San Nicolao con 100 feligreses y la otra que llaman de “Santiago” (que es la misma de San Pedro) con 40 feligreses; se precisa que se cogía “vino e pan e trigo” y que era “tierra de mucha fruta y es ribera y está en camino francés que va a Santiago” y había en la villa “oficiales de sastres y zapateros, y herreros e tejedores y carpinteros e pedreros”. Años más tarde, concretamente en 1591, se censaban en la “parte de Santiago” 164 vecinos “pecheros”.
En San Pedro de Portomarín encontramos una rama familiar del linaje de los Berbetoros que se vino afincando aquí desde mediados del siglo XVI, despuntando en las siguientes centurias al hacerse con el señorío del lugar. Según dice Abel Expósito, en 1620 Pedro Sánchez de Berbetoros y su mujer Sancha Taboada aparecen ya nombrados en la documentación como tales señores de la villa de Portomarín. Por su parte, González Reboredo publica el texto de una lápida conmemorativa de la iglesia de Santa María de Guimarei, fechada en el año 1689, donde se dice que el biznieto del susodicho matrimonio, Andrés Antonio de Berbetoros, era “señor de la villa de Puertomarin i cavo militar de sus basales”. En la fachada del pazo de Berbetoros, sito en el propio burgo de San Pedro, estuvo colocada otra inscripción del año 1712 donde figuran como sus dueños Inés de Montenegro y su hijo José de Berbetoros, de quien dice Crespo del Pozo que era suya la villa y jurisdicción de San Pedro de Portomarín, con sus correspondientes rentas. A José de Berbetoros lo heredó su hermana Isabel Melchora de Berbetoros, que entroncó con los marqueses de Bóveda de Limia al casarse con Juán Nicolás Espinosa y Feijoó, primero de dicho título que le fue otorgado en el año 1701.
A comienzos de este último siglo ya hacía mucho tiempo que los comendadores de Portomarín habían dejado de residir en el burgo de San Xoán más que por breves estancias, nombrando gobernadores y administradores que los representaban en su ausencia y en los que delegaban las funciones propias del cargo, siendo éstos representantes miembros de la propia orden o en su defecto de la nobleza. Junto a ellos se afincaron otras familias hidalgas, profesionales liberales y oficiales artesanos que instalaron aquí sus residencias, tiendas y negocios, contribuyendo a dar a la villa un aire señorial y cierto carácter urbano que distinguía a sus habitantes con respecto a los labradores del entorno.
En 1753, según consta en el Catastro de la Ensenada, los comendadores de la Orden de San Juan continuaban ejerciendo su jurisdicción en la feligresía de San Nicolao de Portomarín, mientras que en la de San Pedro, el señorío pertenecía a los marqueses de Bóveda. En la primera de estas feligresías estaban censados ciento dieciséis vecinos como cabezas de familia, contándose ciento veintiuna casas habitables y otras seis arruinadas; cuando menos, estaban en funcionamiento una tienda al por menor, un mesón y un establecimiento hospitalario para pobres y peregrinos. En la parroquia de San Pedro los vecinos eran veinticinco, lo mismo que el número de casas habitables, habiendo otras quince inhabitables y tres más arruinadas; había dos tiendas de encajes, herraduras y cordones, una taberna, un hospital de peregrinos y una leprosería a las afueras de la población.
Sobre el puente medieval de Portomarín se informa en el mismo catastro de que parte de su arco mayor se encontraba arruinado y que por razón de portazgo se cobraba por cada caballería o res -que no fuera de los términos de las jurisdicciones de San Nicolao y San Pedro- un maravedí que percibía “Su Magestad” y otro maravedí más que percibía el comendador sanjuanista. Había en el río seis barquitos a los que se consideraban de utilidad para entrar en los canales de anguilas. Dos de ellos estaban en la margen izquierda del río Miño, en el sitio de Peitadiña, pertenecían al marqués de Bóveda, otro canal que estaba en la misma margen, en el sitio da Marola, pertenecía al cabildo de la ciudad de Santiago.
La villa de Portomarín con sus dos burgos contaba por entonces con doce hijosdalgo y numerosos profesionales entre los que estaban un notario y un abogado, dos jueces (el de San Nicolao, con su propio teniente), varios escribanos, alguaciles y un carcelero. Entre los que trabajaban como labradores y, además, ejercían un oficio se contaban tres sastres, seis zapateros, un herrero, tres pescadores y un serrador. Los clérigos eran siete en la parte de la feligresía de San Nicolás (incluido el vicario general) y había otro más en la parte de San Pedro, que era el cura párroco.
Durante todo este tiempo y hasta bien entrado el siglo XIX la encomienda sanjuanista permaneció afincada en el burgo de San Xoán. A partir de la promulgación las leyes de la desamortización se enajenaron sus bienes, que en Galicia comenzaron a salir en subasta a partir del año 1848. Antes de eso, la encomienda había llegado a a comprender dieciocho partidos o cotos, que abarcaban gran parte de las actuales provincias de Lugo y A Coruña, desde Ribadeo y el concejo asturiano de Castropol, al norte, hasta Santiago y Negreira, al oeste, Chantada, al sur y Padornelo y Navia de Suarna, al este. Así mismo, ligados a ella estuvieron los prioratos y curatos de San Xoán de Padornelo (Pedrafita do Cebreiro), Santo Isidro de Lamas do Biduedo (Triacastela), Santa María de Ferreiros (Paradela), San Nicolao de Portomarín (Portomarín) y San Xoán de Furelos (Melide), todos ellos situados sobre el trazado del Camino Francés, como también lo estaban los hospitales de Furelos (Melide), de Morgade (Sarria) y Mirallos (Paradela), igualmente dependientes de los sanjuanistas de Portomarín.
Al margen del desmantelamiento de la Encomienda, en el transcurso de la misma centuria los grandes acontecimientos bélicos que sacudieron a España también tuvieron repercusión en Portomarín. Así, durante la Guerra de la Independencia la villa fue saqueada por las tropas francesas, que a las órdenes del general francés Mauricio Mathieu pusieron fuego a la cárcel y a las principales casas. Así mismo, durante las guerras carlistas Portomarín protagonizó algunas escaramuzas, renovándose entonces las destrucciones en la parte urbana.
De cómo era la villa en las primeras décadas del siglo XIX nos dice Sebastián Miñano de la parte de San Xoán, que tenía quinientos cincuenta y dos habitantes. Pertenecía todavía a la Orden de San Juan de Jerusalén y era cabeza de una jurisdicción que comprendía veinticinco parroquias; la administración de justicia estaba a cargo de un alcalde ordinario con dos escribanos. La parroquia, que era colegiata, estaba servida por un prior y cuatro capellanes de provisión de la orden sanjuanista y sujetos a su autoridad, que en su nombre ejercía un vicario eclesiástico. Los comendadores conservaban aquí el Pazo da Encomienda con su archivo, aunque el edificio estaba muy maltratado, lo mismo que el hospital en que se recibían a los peregrinos de Santiago, que habiendo sido antes una casa magnífica bien distribuida y convenientemente situada, apenas tenía ya pieza que pudiera habitarse. De la otra parte de la villa, denominada de San Pedro, dice el mismo Miñano que tenía ciento quince habitantes en todo el término parroquial; era también cabeza de una pequeña jurisdicción extensiva a siete parroquias; tenía un alcalde sin escribano de número. La población de San Pedro y su distrito correspondía por derecho señorial a la casa de los marqueses de Bóveda de Limia, que tenían su palacio de “elegante arquitectura” muy desmejorado. La iglesia parroquial estaba servida por un cura electo por el marqués. El cabildo de Santiago tenía aquí una “caja-tulla” en la que recogía las rentas de una tenencia que poseía y que le fueron donadas a consecuencia del extrañamiento de los caballeros regulares de la Orden de Santiago del convento de Loio.
Señala el propio Miñano, que las faldas de las riveras del Miño estaban pobladas por entonces de viñas que proporcionaban el principal producto de la agricultura del país, a pesar de la inferioridad del vino; en las laderas más declives crecían los castañales, mientras que en la corta porción que había de tierras laborables se cultivaban hortalizas, lino, trigo, centeno, cebada, maíz, patatas y nabos. Los naturales se dedicaban también a la pesca, mayormente de truchas y anguilas; estaban edificadas en el río muchas pesquerías de costosos reparos que habían de hacerse cada año, porque siendo forales, su destrucción no dispensaba del pago de la respectiva renta a los propietarios. Los molinos harineros y algunos batanes que había para la elaboración de tejidos de lana estaban sobre los riachuelos que bajaban al Miño, ya que las crecidas de éste lo hacían impracticable para dichos artefactos.
Fue por entonces que se produjeron cambios decisivos en cuanto a la administración se refiere. Así, en el año 1821 figuraban por primera vez, en el partido de Lugo, los ayuntamientos constitucionales de San Xoán y San Pedro de Portomarín. En 1840 ambos ayuntamientos vendrían a fusionarse en un único municipio, de modo que en el año 1849 anotó Pascual Madoz que San Xoán de Portomarín era cabeza del municipio de su nombre, habiendo en esta población casa propia para el ayuntamiento y también cárcel. Añade el mismo autor que se celebraba aquí una concurrida feria y que en el lugar llamado de la “Calle de San Pedro” había 30 casas.
En el año 1895 se derrumbó definitivamente el arco central del puente medieval de Portomarín, de manera que se estableció el transporte de personas, animales y carros gracias al servicio de barcazas, que fue el único medio de cruzar este tramo del río hasta el año 1930, momento en que se inauguró la llamada Ponte Nova, que se construyó aguas arriba con respecto al puente medieval.
En las primeras décadas del siglo XX Portomarín era a decir de unos, una villa deficientemente urbanizada y primitiva y, según otros, uno de los burgos más interesantes del Camino. Conservaba entonces el carácter de lugar de paso y había hasta media docena de fondas y posadas. Eran señaladas las romerías de Santa Isabel, la de San Roque y la del Cristo. Se celebraba una feria anual por san Blas y un mercado todos los domingos.
En 1946 los dos barrios que constituían la villa de Portomarín fueron declarados “Conjunto Histórico y Artístico”, para entonces ya habían sido derruidos el antiguo hospital y el Pazo da Encomienda de los sanjuanistas. Al inaugurarse el embalse de Belesar en 1963 todo el conjunto quedó anegado. El traslado de la población al Monte do Cristo se efectuó el año anterior.
ABEL EXPÓSITO, José Manuel, “Escudos del Viejo Portomarín”, Boletín do Museo Provincial de Lugo, 8, 2 (1997-1998), pp. 83-124.
ABEL EXPÓSITO, José Manuel, “Guimarei (Friol, Lugo): parroquia e santuario mariano”, Lucensia, 19, 38 (2009), pp. 81-96.
ABEL EXPÓSITO, José Manuel, “Hospital de peregrinos de la Magdalena de Portomarín: fundación, historia y patronazgo”, Lucensia, 20, 40 (2010), pp. 27-38.
ABEL EXPÓSITO, José Manuel, “Palacio de la Encomienda: San Nicolás de Portomarín”, Genealogía y heráldica de Galicia (22 de septiembre de 2018) [en línea], disponible en http://jmabelex.blogspot.com/2018_09_16_archive.html [Consulta 17/02/2021].
AMOR MEILÁN, Manuel, Geografía General del Reino de Galicia: provincia de Lugo, Francisco Carreras Candi (dir.), Barcelona, Casa Editorial Alberto Martín, [s.f.].
ANDRADE CERNADAS, José Miguel, O Tombo de Celanova, vol. 1, Santiago de Compostela, Consello da Cultura Galega, 1995.
ARCAZ POZO, Adrián, Las órdenes militares en el reino de Galicia a fines de la Edad Media, Universidad Complutense de Madrid, 1994, tesis doctoral inédita [en línea], disponible en http://eprints.ucm.es/2372/ [Consulta 29/09/2017].
ARCHIVO GENERAL DE SIMANCAS, Dirección General de Rentas, Primera Remesa, Catastro de Ensenada, Respuestas Generales, Libro 183, fols. 12768r-12801r.
ARQUIVO DO REINO DE GALICIA, Clero Regular, Mosteiro de Santa María de Sobrado, Tombos, 45067-1, fol. 71rv.
BANGO TORVISO, Isidro Gonzalo, El Camino de Santiago, Madrid, Espasa Calpe, 1993.
BARQUERO GOÑI, Carlos, “La Orden de San Juan en el Camino de Santiago: la Bailía de Portomarín (1158-1351)”, Cuadernos de Historia Medieval, Secc. Miscelánea, 2 (1999), pp. 89-117.
BARREIRO MALLÓN, Baudilio, REY CASTELAO, Ofelia, Pobres, peregrinos y enfermos: la red asistencial gallega en el Antiguo Régimen, Santiago de Compostela, Consorcio de Santiago, Vigo, Nigra Arte, 1998.
BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO, “Decreto de 8 febrero de 1946 por el que se declara Conjunto Histórico-Artístico el poblado de Portomarín (Lugo)”, Boletín de la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos de Lugo, 2, 17-18 (1946), pp. 188-189.
BRAVO LOZANO, Millán, Guía del peregrino medieval (“Codex Calixtinus”), Sahagún, Centro de Estudios del Camino Santiago, 1989.
CASTILLO LÓPEZ, Ángel del, Inventario de la riqueza monumental y artística de Galicia, La Coruña, Fundación Pedro Barrié de la Maza, 1987.
CASTRO VÁZQUEZ, Josefina, El Camino de Santiago: (entre Portomarín y Compostela), Lugo, Diputación Provincial de Lugo, 1991.
CIDRE, Portomarín: tablón de memoria, pasado y presente [en línea], disponible en http://portomarincidre.blogspot.com.es/ [Consulta 18/01/2015].
CRESPO POZO, José-Santiago, “Un linaje lucense olvidado: los Berbetoros”, Boletín de la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos de Lugo, 6, 44-48 (1956-1957), pp. 170-175.
CRESPO POZO, José-Santiago, Blasones y linajes de Galicia, t. 2 (Parte genealógica: A-F), Santiago de Compostela, Bibliófilos Gallegos, 1962 (Enciclopedia gallega, 2).
CUEVA, Benito de la, Historia de los Monasterios y Prioratos anejos a Celanova, María Teresa González Balasch (ed.), Granada, Universidad de Granada, 1991.
D’EMILIO, James, “Inscriptions and the Romanesque Church: Patrons, Prelates, and Craftsmen in Romanesque Galicia”, en Colum Hourihane (ed.), Spanish Medieval Art: Recent Studies, Tempe (Arizona), Arizona Center for Medieval and Renaissance Studies, Princeton (New Jersey), Index of Christian Art, Princeton University, 2007, pp. 22-23 (Medieval and Renaissance Texts and Studies, 346).
D’EMILIO, James, Culture and Society in Medieval Galicia: A Cultural Crossroads at the Edge of Europe, Leiden, Boston, Brill, 2015.
DEPÓSITO DE LA GUERRA, Itinerario descriptivo militar de España, t. 7 (Galicia), Madrid, Imprenta y Estereotipia de M. Rivadeneyra, 1866.
FARIÑA JAMARDO, Xosé, Os Concellos Galegos. Parte Especial, t. 8 (Pontedeva – Salvaterra de Miño), [A Coruña], Fundación Pedro Barrié de la Maza, 1993.
FERNÁNDEZ-GALLARDO JIMÉNEZ, Gonzalo, La supresión de los franciscanos conventuales de España en el marco de la política religiosa de Felipe II, Madrid, Fundación Universitaria Española, 1999.
FERNÁNDEZ LÓPEZ, Ángel, Portomarín: anacos da súa historia, [s.l.], [s.n.], D.L. 2013.
FERREIRA PRIEGUE, Elisa, Los caminos medievales de Galicia, Ourense, Museo Arqueolóxico Provincial [de Ourense], 1988 (Anexo del Boletín Auriense, 9).
FLORIANO CUMBREÑO, Antonio C., Diplomática española en el periodo astur: estudio de las fuentes documentales del reino de Asturias (718-910), t. 1 (Cartulario crítico), primera parte (Desde Pelayo a Ordoño I), Oviedo, Diputación Provincial de Oviedo, Instituto de Estudios Asturianos, 1949.
FREIRE CAMANIEL, José, El monacato gallego en la Alta Edad Media, t. 2, A Coruña, Fundación Pedro Barrié de la Maza, 1998.
GARCÍA CONDE, Antonio, “Documentos odoarianos”, Boletín de la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos de Lugo, 4, 34 (1950), pp. 84-99.
GARCÍA TATO, Isidro, Las encomiendas gallegas de la Orden Militar de San Juan de Jerusalén: estudio y edición documental, t. 1, Santiago de Compostela, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Xunta de Galicia, Instituto de Estudios Gallegos “Padre Sarmiento”, 2004.
GONZÁLEZ GONZÁLEZ, Julio, Regesta de Fernando II, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Jerónimo Zurita, 1943.
GONZÁLEZ GONZÁLEZ, Julio, Alfonso IX, t. 2, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Jerónimo Zurita, 1944.
GONZÁLEZ HERNÁNDEZ, Tomás, Censo de población de las provincias y partidos de la corona de Castilla en el siglo XVI: con varios apéndices para completar la del resto de la Península en el mismo siglo, y formar juicio comparativo con la del anterior y siguiente, según resulta de los libros y registros que se custodian en el Real Archivo de Simancas, Madrid, Imprenta Real, 1829.
GONZÁLEZ MUÑOZ, María del Carmen, Galicia en 1571: población y economía: respuestas del reino al interrogatorio de Felipe II para el reparto de moriscos granadinos, Sada (A Coruña), Ediciós do Castro, 1982.
GONZÁLEZ PAZ, Carlos Andrés, “La Orden de San Juan de Jerusalén y las peregrinaciones en la Galicia Medieval (siglos XII-XIII)”, Populaçao e Sociedade, 17 (2009), pp. 9-44.
GONZÁLEZ REBOREDO, José Manuel, “La iglesia parroquial de Santa María de Guimarei y el linaje de los Berbetoros”, Boletín de la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos de Lugo, 10, 87-90 (1977-1978), pp. 53-56.
HERMIDA GONZÁLEZ, Luis et al., “Tramo VI: Sarria-Portomarín”, en José Antonio Franco Taboada, Santiago Tarrío Carrodeguas (dirs.), A arquitectura do Camiño de Santiago: descrición gráfica do Camiño Francés en Galicia, Santiago [de Compostela], Xunta de Galicia, A Coruña, Universidade da Coruña, D.L. 2000, pp. 117-134.
HUIDOBRO Y SERNA, Luciano, Las peregrinaciones jacobeas, t. 3, Madrid, Instituto de España, 1951.
INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL, Mapa topográfico nacional, escala 1:25.000. Hoja 123-II (2001).
INSTITUTO GEOGRÁFICO Y CATASTRAL, Mapa Topográfico Nacional, escala 1:50.000. Hoja 123 (1952).
INSTITUTO NACIONAL DE ESTADÍSTICA, Nomenclátor: Población del padrón continuo por unidad poblacional [en línea], disponible en http://www.ine.es/nomen2/index.do [Consulta 25/03/2020].
JIMENO JURÍO, José María, “Itinerario jacobeo del infante don Carlos de Navarra (1381-1382)”, Príncipe de Viana, 26, 100-101 (1965), pp. 239-280.
LAFFI, Domenico, Viaggio in ponente a San Giacomo di Galitia e Finisterrae, Ana Sulai Capponi (ed.), Perugia, Università degli Studi di Perugia, Napoli, Edizioni scientifiche italiane, 1989.
LARRUGA, Eugenio, Memorias políticas y económicas sobre los frutos, comercio, fábricas y minas de España, t. 43 (Pesca, monedas, pesas, medidas, ferias, mercados, contribuciones y comercio de Galicia), Madrid, Oficina de Don Joseph Espinosa, 1798.
LÓPEZ FERREIRO, Antonio, Historia de la Santa A. M. Iglesia de Santiago de Compostela, vol. 4, Santiago [de Compostela], Imp. y Enc. del Seminario Conciliar Central, 1901.
LÓPEZ PEREIRA, Xosé Eduardo, Guía medieval do peregrino: Códice Calixtino, libro V, Vigo, Xerais, D.L. 1993.
LÓPEZ SANGIL, José Luis, VIDÁN TORREIRA, Manuel, “Tumbo Viejo de Lugo (transcripción completa)”, Estudios Mindonienses, 27 (2011), pp. 11-373.
LOSADA DÍAZ, Amando, SEIJAS VÁZQUEZ, Eduardo, Guía del Camino Francés en la provincia de Lugo, Madrid, Gráficas Cóndor, 1966.
LOSCERTALES DE GARCÍA DE VALDEAVELLANO, Pilar, Tumbos del Monasterio de Sobrado de los Monjes, 2 vols., Madrid, Dirección General del Patrimonio Artístico y Cultural, Archivo Histórico Nacional, 1976.
LUCAS ÁLVAREZ, Manuel, Tumbo A de la Catedral de Santiago, Santiago [de Compostela], Cabildo de la S.A.M.I. Catedral, Seminario de Estudos Galegos, 1998 (Colección Histórico-Documental de la Iglesia Compostelana, 1).
MADOZ, Pascual, voz “Puerto-Marín (San Juan de)”, en Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar, t. 13 [Phornacis – Sazuns], Madrid, Imprenta del Diccionario geográfico-estadístico-histórico de D. Pascual Madoz, 1849, p. 287.
MADOZ, Pascual, voz “Puerto-Marín (San Pedro de)”, en Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar, t. 13 [Phornacis – Sazuns], Madrid, Imprenta del Diccionario geográfico-estadístico-histórico de D. Pascual Madoz, 1849, pp. 287-288.
MIÑANO, Sebastián, voz “Puerto Marín (San Juan de)”, en Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal, vol. 7 [Pesqueiras – San Juan de la Nava], Madrid, Imprenta de Pierart-Peralta, 1827, pp. 165-167.
MIÑANO, Sebastián, voz “Puerto Marín (San Pedro de)”, en Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal, vol. 7 [Pesqueiras – San Juan de la Nava], Madrid, Imprenta de Pierart-Peralta, 1827, p. 167.
MORALEJO LASO, Abelardo, TORRES RODRÍGUEZ, Casimiro, FEO GARCÍA, Julio, Liber Sancti Jacobi: “Codex Calixtinus”, [Santiago de Compostela], Xunta de Galicia, D.L. 1992.
MOSQUERA AGRELO, Manuel, “Algunhas referencias documentais da diócese de Mondoñedo na documentación medieval da catedral de Lugo (séculos XI-XIII)”, en Manuel J. Recuero Astray, Fátima Díez Platas, Juan Manuel Monterroso Montero (eds.), El legado cultural de la iglesia mindoniense: I Congreso do Patrimonio da Diócese de Mondoñedo: Ferrol, 16, 17, 18 de setembro, 1999, A Coruña, Universidade da Coruña, D.L. 2000, pp. 255-269 (Cursos, congresos e simposios, 55).
PASSINI, Jean, El Camino de Santiago: itinerario y núcleos de población, [Madrid], Ministerio de Obras Públicas y Transportes, 1993.
PAZ LÓPEZ, Gonzalo, Portomarín (Puertomarín): monografía geográfica de una villa medieval, Zaragoza, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Elcano, 1961.
PEREIRA MARTÍNEZ, Carlos, “Catálogo do ‘Tumbo de la Hacienda que la Madre de Dios de Sobrado tiene en Tierra de Mellide y Monterroso y Donaciones, y Foros y Ventas’”, Anuario Brigantino, 22 (1999), pp. 149-168.
PORTELA SILVA, María José, Documentos de la catedral de Lugo, século XV, Santiago de Compostela, Consello da Cultura Galega, 1998.
PORTELA SILVA, María José, Documentos da Catedral de Lugo, século XIV, vol. 1, Santiago de Compostela, Consello da Cultura Galega, 2007 (Fontes para a Historia de Galicia, 5).
PUGLIESE, Carmen, Viaje a Santiago de Compostela de Giacomo Antonio Naia (1717-1719), [Perugia], Edizioni Compostellane, 2012 (Pliegos sueltos del Camino, 2).
RECUERO ASTRAY, Manuel, GONZÁLEZ VÁZQUEZ, Marta, ROMERO PORTILLA, Paz, Documentos medievales del reino de Galicia: I. Alfonso VII (1116-1157), [Santiago de Compostela], Xunta de Galicia, D.L. 1998.
RISCO, Manuel, España Sagrada, t. 41 (De la santa iglesia de Lugo), Madrid, Oficina de la viuda é hijo de Marín, 1798.
RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, Ángel, O Tumbo Vermello de don Lope de Mendoza, Santiago de Compostela, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Padre Sarmiento de Estudios Gallegos, 1995 (Anexos de Cuadernos de Estudios Gallegos, 23).
ROMANÍ MARTÍNEZ, Miguel, A colección diplomática do mosteiro cisterciense de Santa María de Oseira (Ourense), v. 2 (1025-1310), Santiago [de Compostela], Tórculo, 1989.
SÁEZ SÁNCHEZ, Emilio, SÁEZ SÁNCHEZ, Carlos, Colección diplomática del monasterio de Celanova (842-1230), vol. 1 (842-942), Alcalá de Henares, Universidad de Alcalá, 1996 (Galicia, 1).
SOLÍS PARGA, Pilar, Estudio y catalogación de las fuentes documentales e historiográficas de la catedral de Lugo (735-1217), Universidad Complutense de Madrid, 1990, tesis de licenciatura inédita [en línea], disponible en http://www.liceus.com/cgi-bin/ac/pu/04210.asp [Consulta 03/10/2017].
VALIÑA SAMPEDRO, Elías, voz “Portomarín”, en Elías Valiña Sampedro et al., Inventario artístico de Lugo y su provincia, t. 5 (Pacio – Senande), Madrid, Centro Nacional de Información Artística, Arqueología y Etnológica, 1983, pp. 202-209.
VÁZQUEZ DE PARGA, Luis, LACARRA DE MIGUEL, José María, URÍA RÍU, Juan, Las peregrinaciones a Santiago de Compostela, 3 ts., Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Escuela de Estudios Medievales, 1948-1949.
VÁZQUEZ GALLEGO, Jesús, Los hospitales del Camino Francés en Galicia, Sada (A Coruña), Ediciós do Castro, 2001.
VÁZQUEZ SACO, Francisco, “Iglesias románicas de la provincia de Lugo. Papeletas Arqueológicas. Papeleta 25 – Iglesia de San Pedro de Puertomarín”, Boletín de la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos de Lugo, 1, 7 (1943), pp. 186-189.
VÁZQUEZ SACO, Francisco, “Iglesias románicas de la provincia de Lugo. Papeletas Arqueológicas. Papeleta 62 – Iglesia parroquial de San Nicolás de Puertomarín”, Boletín de la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos de Lugo, 2, 16 (1945), pp. 123-126.
VÁZQUEZ SEIJAS, Manuel, “En la ruta de los peregrinos: el Hospital de San Juan de Puertomarín”, Boletín de la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos de Lugo, 2, 13 (1945), pp. 28-33.
VÁZQUEZ SEIJAS, Manuel, Fortalezas de Lugo y su provincia: notas arqueológicas, históricas y genealógicas, t. 4, Lugo, Imprenta de la Excma. Diputación, 1967.
VILLALBA Y ESTAÑA, Bartholomé de, El pelegrino curioso y grandezas de España, vol. 1, Madrid, La Sociedad de Bibliófilos Españoles, 1886.
VOCES “Portomarín, San Nicolás de”, “Portomarín, San Pedro de”, en Ramón Otero Pedrayo (dir.), Gran Enciclopedia Gallega, t. 25 (Pintu – Puer), Santiago de Compostela, Gijón, Silverio Cañada, 1974, pp. 177-180.