Feligresía del Camino Francés en el municipio de Paradela, provincia de Lugo. Está situada entre las parroquias de San Xoán de Friolfe, al norte, San Miguel de Biville, al noreste, San Salvador da Pinza, al este, Santa María de Vilaragunte, al sur, Santa María de Francos, al oeste y Santiago da Laxe, al noroeste. Consta de once entidades de población, cinco jacobeas que son Ferreiros, Mirallos con A Eirexe, A Pena y O Couto; las otras seis son Caraba, Delle, Fruxinde, A Parede de Delle, San Cristovo y Veiga.
Su término localizado en las estribaciones de la sierra do Páramo es de mediana altitud, con cotas máximas que rozan los 790 metros en la cima del monte Pateño. Está atravesado por el río Loio y su afluente el arroyo de Mirallos.
Tenía 112 habitantes en 2019. La mayoría de la población está empleada en el sector agrario.
El último domingo de agosto se celebra la romería de santa Lucía.
En 1142 el rey Alfonso VII de León y su mujer Berenguela donaron al hospital de Mirallos toda la voz y pertenencia real del propio lugar de Mirallos y de la iglesia de Ferreiros.
Poco después, concretamente en el año 1180, Pedro Muñoz prometió a la Orden de San Juan de Jerusalén entregar después de su muerte entre otras cosas el hospital de Mirallos y la iglesia de Ferreiros con todas sus pertenencias, a cambio de ser recibido como cofrade en la casa y convento que la orden de los sanjuanistas tenía en Portomarín y de que estos le entregasen, para “ayuda y manutención de su hospital de Mirallos”, el hospital de Morgade con su coto y jurisdicción.
Desde entonces y hasta bien entrado el siglo XIX, Santa María de Ferreiros permaneció en manos de la Orden de San Juan.
Así, en el año 1753 consta en el Catastro del Marqués de la Ensenada que esta feligresía era de la jurisdicción de Portomarín, de señorío perteneciente al comendador de dicha villa quien la proveía de juez y escribano de número y percibía el derecho de luctuosa consistente en una cabeza de ganado mayor por cada cabeza de casa que moría. El mismo comendador recibía la totalidad de los diezmos de lo que se producía en la parroquia, exceptuando la parte correspondiente a los nueve vecinos del lugar da Pena que percibía el cura párroco. Por derecho de primicia, pagaban a la fábrica de la iglesia parroquial entre todos los vecinos treinta y nueve ferrados de centeno al año y por razón del “Voto” al Apóstol el cabildo de la catedral de Santiago recibía de cada labrador medio ferrado de centeno.
En total estaban censados treinta y siete vecinos (cabezas de familia); existían tres clérigos, incluido el cura párroco. Las casas habitables eran treinta y siete, habiendo una más que servía para guardar ganados. Funcionaban en el término cuatro molinos harineros de agua corriente con una sola rueda, dos de ellos en sitio de la “Beiga de Loyo” que trabajaban todo el año, mientras que los otros dos por falta de la fuerza del agua lo hacían tres meses al año, lo mismo que el batán que se encontraba en el “Agra da Beiga”, que además estaba insuficientemente abastecido de lana de la tierra para funcionar por más tiempo. Se explotaban dentro del término noventa y siete colmenas.
Dos años después, en la relación de los beneficios parroquiales del obispado de Lugo, figura en el arciprestazgo de Páramo Santa María de Ferreiros, con San Vicente de Gondrame, curato de la encomienda de San Juan de Portomarín.
En 1826 Sebastián Miñano nos vuelve a recordar que la feligresía de Santa María de Ferreiros en la provincia de Lugo, era de la jurisdicción y encomienda de Portomarín. Dice que tenía por entonces 370 habitantes que se repartían en las aldeas de “Veiga, Carraba, Pena, Mirallos, Iglesia, San Cristobo, Frungide, Parede, Delle y Casanova”.
Al mediar la centuria dice Pascual Madoz que esta misma feligresía era de la diócesis de Lugo, partido judicial de Sarria, ayuntamiento de Paradela. La iglesia parroquial era matriz de San Vicente de Gondrame, su curato de primer ascenso y patronato de la encomienda de San Juan. Comprendía por entonces los lugares y casales de “Caraba, Casanova, Delle, Ferreiros, Frunjide, La Iglesia, Mirallos, Parede, Pena, San Cristóbal y Veiga”, que reunían cuarenta y cuatro casas. Los caminos eran malos. La industria era la agrícola, produciéndose centeno, patatas, nabos, castañas y pastos. Había telares caseros. La población sumaba 268 habitantes.
En los años venideros las cosas cambiaron radicalmente en esta parroquia tras la aplicación efectiva de las leyes de desamortización que supusieron la supresión de los señoríos, y con ello el fin del poder temporal de los comendadores y la extinción de los antiguos dominios de la orden de San Juan, cuyos bienes acabaron por ser enajenados saliendo a subasta pública a partir de 1848. Así mismo, se previó por entonces el cese de todas las jurisdicciones privilegiadas y exentas, cuyos territorios se habrían de incorporar a las respectivas diócesis. De este modo, a instancias de la bula papal expedida por Pío IX en el año 1873 el obispo de Lugo, José de los Ríos, determinó ya con carácter definitivo que las feligresías que anteriormente habían sido de la encomienda de Portomarín debían pasar a la jurisdicción diocesana lucense, entre ellas ésta de Santa María de Ferreiros, con su unida San Vicente de Gondrame.
Ya en los años treinta del siglo XX señala Amor Meilán que Santa María de Ferreiros era de entrada con los lugares de “Caraba, Casanova, Delle, Ferreiros, Froxinde, Mirallos, Parede, Pena, Río, San Cristóbal, Sarnosa y Veiga”. Cuatro décadas después figura en la Gran Enciclopedia Gallega que Santa María de Ferreiros reunía en sus términos 213 habitantes.
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