SANTIAGO DE COMPOSTELA, colegio de Fonseca

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El antiguo colegio de Fonseca se encuentra ubicado en la Rúa do Franco de la ciudad de Santiago de Compostela, tras la sede actual del rectorado de la Universidad, muy próximo a la plaza do Obradoiro y a la catedral. Su fachada principal se abre a la placita que lleva su mismo nombre. En su origen, el colegio se levantó a instancias del arzobispo Alfonso III de Fonseca, quien cedió para su construcción el solar de la casa de sus abuelos, iniciándose las obras en el año 1532 bajo la dirección de los maestros Jácome García, Alonso Gontín y Juan Pérez. Sobre las trazas iniciales se introdujeron una serie de modificaciones inducidas por el arquitecto Alonso de Cobarrubias. Hasta la conclusión del proyecto en 1544 intervendrían otros maestros entre los que destaca Rodrigo Gil de Hontañón.

Fachada principal del colegio de Fonseca.

La fachada principal del edificio se abre a la pequeña plaza que lleva su mismo nombre. Fue construida con cantería de granito en estilo renacentista y en ella se abren amplios ventanales abocinados emparejados a distintas alturas, coronados con arcos de medio punto y animados por la sucesión de gruesos boceles que arrancan de sencillas basas. El orden de simetría imperante con que se concibió originalmente la fachada se ve roto hoy en día debido a reformas posteriores que supusieron la apertura de nuevas ventanas adinteladas a la altura del primer piso, así como por la inclusión de pilastras cajeadas en el lienzo septentrional, que colocó el arquitecto Diego de Romay en el último tercio del siglo XVII para contrarrestar los empujes de las bóvedas que cubren la capilla del colegio.

La portada destaca en el centro de la fachada interrumpiendo la proyección de horizontalidad. El conjunto se interpreta como la entrada triunfal a un templo del saber y está compuesta por dos cuerpos superpuestos separados por un entablamento, articulados por columnas jónicas estriadas que se apoyan sobre zócalos cajeados. En la parte central del cuerpo bajo se presenta el vano de la puerta de acceso enmarcado por finas molduras que está formado por un arco de medio punto doblado, apoyado sobre pilastras cajeadas.

Sobre el arco, destacan tres medallones con otros tantos bustos. El ubicado en la enjuta del lado derecho se ha identificado con Escipión, en representación de la virtud; el busto situado en el lado izquierdo, hace mención a Heliogábalo, destacando su maldad; y, por último, el medallón que se encuentra sobre el arco —en el centro del friso del entablamento— representa el busto de Lucrecia como encarnación de la síntesis entre la virtud y el vicio. En los intercolumnios de las calles laterales se encuentran colocadas, sobre peanas y bajo doseletes, las imágenes esculpidas en granito de Santiago Alfeo (a la izquierda) y de la Virgen de los Placeres (a la derecha), siendo devociones del fundador.

En el centro del cuerpo superior de la portada, alineada con el eje central de la puerta de entrada, se abre una ventana adintelada coronada por un frontón triangular. En medio del frontón y, a ambos lados, hay tres medallones con bustos, cuya identificación resulta ser problemática, ya que la pintura con cartelas se ha perdido. Flanquean la ventana dos santos, que nuevamente se vinculan con las devociones del fundador: Santa Catalina y San Ildefonso. Bajo el alfeice se encuentra el escudo de los Fonseca y, a los lados de este, se suceden seis figuras que representan a doctores de la iglesia, constituyendo un repertorio alusivo al saber con orientación eclesiástica. Estos son las figuras de San Gregorio Magno, San Ambrosio, San Agustín y San Jerónimo, dispuestas de derecha a izquierda en la parte central; mientras que en los intercolumnios laterales se encuentran las figuras de San Isidoro (a la derecha) y de San Leandro (a la izquierda).

Sobre estos, se ubican las imágenes de San Pedro (a la derecha) y San Pablo (a la izquierda), que se consideran patrones relacionados con los colegios universitarios españoles. Estas dos imágenes están bajo doseletes y peanas, mientras que las restantes figuras del cuerpo alto —todas ellas de menor tamaño— se acogen en hornacinas coronadas por veneras y separadas por pequeñas columnas en el caso de los doctores de la iglesia, así como enmarcadas por pilastras que sostienen frontones curvos en el caso de Santa Catalina y San Ildefonso. En el siglo XVII Diego de Romay añadió sobre lo más alto de la portada un remate ornamental formado por un conjunto de estrellas que guardan relación con el escudo de los Fonseca.

Bóveda del vestíbulo en la entrada al edificio.

En la entrada al edificio, traspasando la portada principal, se accede al vestíbulo. Se trata de una dependencia de planta cuadrada cubierta por una bóveda de crucería, (obra de Juan de Álava) en cuya clave es posible ver el escudo de los Ulloa, recordando que el solar estaba vinculado con el abuelo materno de Alonso III de Fonseca. Desde el vestíbulo, siguiendo de frente, se pasa directamente al claustro, mientras que si nos desviamos a la derecha entramos en la capilla y si vamos a mano izquierda accedemos al aula general de teología, ambas dependencias fueron las principales del conjunto colegial.

La capilla

La capilla tiene planta de salón dividida en dos espacios cuadrangulares cubiertos por altas bóvedas de crucería de estilo ojival que ayudan a crear, junto con los dos niveles de ventanas abiertas en el muro oriental, un espacio amplio y armonioso. A los pies, sobre el espacio abovedado del vestíbulo, cuenta con coro alto de madera y sacristía tras la cabecera. La capilla contó con un retablo, ya perdido, de estilo greco-romano realizado por Juan Dávila y Gregorio Español en 1603.

El aula general

El aula general de teología tiene planta rectangular que está cubierta con un artesonado mudéjar de madera. En el centro del muro oriental se encuentra un púlpito y, frente a él, se abre una puerta secundaria que comunica con el claustro.

Claustro del edificio.

El claustro

Aunque la autoría del claustro es aún discutida, la mayoría de los autores especializados en el tema ven en él la mano de Rodrigo Gil de Hontañón. Se trata de una obra de estilo plateresco de planta cuadrangular que se organiza en altura a través de dos plantas separadas por un entablamento del que sobresalen una serie de figuras de animales fantásticos a modo de gárgolas. Su friso lleva tallada una inscripción latina alusiva a la fundación del colegio y a su patrocinador.

Componen la parte baja del claustro una sucesión de arcos escarzanos, que se apoyan sobre veinticuatro pilares con capiteles compuestos, fustes rehundidos, y basas apoyadas en zócalos cajeados. En las enjutas de los arcos se alternan distintos escudos nobiliarios con una serie de medallones que presentan los bustos de diferentes monarcas hispanos y arzobispos compostelanos. Escudos y bustos componen un grupo que transmite un mensaje relativo a la jerarquía y linaje de quienes hicieron posible la institución.

La planta alta del claustro está presidida por una galería con balaustrada pétrea con crestería calada que discurre entre arcos carpaneles apoyados sobre pilastras rehundidas. La comunicación entre las dos plantas se hace mediante una escalera en “U” ubicada en la crujía meridional. El patio central está ajardinado y se encuentra presidido por una estatua de bronce que representa a Alfonso III de Fonseca en actitud pensante.

Detalle de las columnas del claustro.

Torre del reloj

En 1598 Mateo López levantó la torre del reloj situada en el ángulo noroeste del edificio, apoyada sobre la sacristía y tras la cabecera de la capilla. La torre es planta cuadrangular y está compuesta por tres cuerpos superpuestos de distintas alturas que se encuentran separados por cornisas. El superior es de tamaño más reducido y en cada uno de sus muros se abre un ventanal con balaustre ciego y arco de medio punto, cada uno está flanqueado por dos pares de pilastras. Corona el conjunto una balaustrada adornada por pináculos rematados con bolas.

La hospedería

En 1701 Domingo de Andrade proyectó la hospedería adosada al lado sur del colegio. La obra la dirigió Gabriel de Casas introduciendo algunas modificaciones. Se trata de un edificio con carácter utilitario y funcional de dos plantas que se organiza en torno a un pequeño patio interior. El cuerpo inferior se reservó para las dependencias de mantenimiento del colegio, mientras que en la primera planta se dispusieron los dormitorios y la cámara rectoral. Su fachada principal con entrada independiente mira a la travesía de Fonseca.

La librería

Finalmente, el complejo colegial se completaría entre los años 1717 y 1721 con la construcción de la librería, que se adosó al lado norte del edificio y a la torre del reloj. Sus planos fueron trazados por Francisco Cousiño y revisados por Fernando de Casas y Novoa en 1720, su ejecución pasó por varias manos hasta llegar a las de Pedro García. De todo el conjunto cabe reseñar la fachada principal que se divide en tres calles verticales bien marcadas por pilastras. Consta de dos alturas con dos puertas que dan a la calle, con una ventana entre medias en la plata baja, y dos ventanales laterales con montantes y un balcón central coronado por un escudo en la planta alta. Una simple cornisa bajo el tejaroz recorre su fachada.
Historia

Los orígenes de esta institución se remontan al siglo XVI, cuando el arzobispo Alfonso Fonseca III asumió bajo su patronato el proyecto de crear en Santiago una institución universitaria basada en la vida colegial.

El primer colegio de Fonseca se instituyó en 1522 bajo la advocación del “Glorioso Apóstol Señor Santiago el Mayor”; estaba dedicado a estudios de teología y fue instalado en un principio en el mismo edificio donde se encontraba el Hospital Vello de Santiago sito en la antigua rúa da Acibechería, entre el monasterio de San Martiño Pinario y la catedral.

En 1526 el papa Clemente VII facultó al arzobispo Fonseca III para redactar los estatutos de un nuevo colegio que se llamaría de Santiago Alfeo en el que se enseñarían artes, teología y derecho con los mismos privilegios, inmunidad y exenciones que habían sido concedidos a otros colegios, universidades y estudios españoles. A este nuevo colegio se anexionó el Estudio de Gramática para clérigos y estudiantes pobres que en 1495 había sido fundado por el regidor de Compostela, Gómez de Marzoa, por el obispo de Canarias, Diego de Muros II, y por el deán de Santiago, Diego de Muros III, teniendo continuación en el Estudio General o Estudio Viejo fundado en 1501.

En 1546 el Hospital Vello dejó de funcionar siendo traspasadas sus competencias al Hospital Real; la Universidad tomó entonces posesión de su inmueble, estableciendo en él el colegio de artes de San Xerome, mientras que en el nuevo edificio construido en la rúa do Franco de la misma ciudad se instaló el colegio de Santiago Alfeo o de Fonseca para teólogos y canonistas.

En 1555 se encargó al doctor Andrés Cuesta la tarea de elaborar unas nuevas constituciones por las que los primitivos colegios de dependencia episcopal se convirtieron en una Universidad bajo patrocinio real. Pasó entonces a ser la Universidad la encargada de regir y administrar los colegios fundados por Fonseca, bajo el control del claustro universitario con el rector a la cabeza. Además del rector (que debía ser miembro del cabildo catedralicio), el claustro estaba compuesto por los patronos, el arzobispo, el visitador, los consiliarios electos, los profesores y graduados de la Universidad y los superiores de los cuatro conventos masculinos religiosos de Santiago. El claustro administraba los bienes, la provisión de cátedras, las colegiaturas y oficios y la asignación de salarios. Las facultades eran la de Gramática (tres cursos: menores, medianos y mayores), Artes (tres cursos: súmulas, lógica y filosofía), Teología Moral, Teología Escolástica, Concilios y Sagradas Escrituras.

En el colegio de Fonseca, que era el principal, era donde estaba la sede del claustro, funcionando a la vez como colegio y sede de la Universidad. Su edificio albergaba las aulas donde se impartían enseñanzas y conclusiones generales de Teología y en él residían once colegiales y dos capellanes.

En 1577 se produjo una nueva intervención de la corona con respecto al colegio que desde ese momento pasó a ser residencia de teólogos y juristas, aumentando el número de sus colegiales a dieciocho. La aceptación en el colegio de Fonseca pasaba por haber cursado tres años de Artes, estar matriculado en Teología y tener menos de veinticinco años y más de dieciocho. El colegio solucionaba a los colegiales todo lo referido a su manutención y les proporcionaba alojamiento. Los colegiales sabían que su estancia era una oportunidad de promoción, ya que podían ser elegidos regentes de Gramática y estaban en buenas condiciones de conquistar beneficios eclesiásticos, con los que podían sufragar estudios y gastos.

El edificio fue requiriendo reformas a fin de acomodarse al aumento del número de colegiales y a la incorporación de nuevas funciones. A lo largo del siglo XVII los diferentes visitadores insistieron en reclamar las obras necesarias, de modo que hacia 1634 se ampliaron los dormitorios y a partir de 1675 se dio prioridad a los trabajos de mantenimiento. En las primeras décadas de la siguiente centuria fue cuando se adosaron a la fábrica original del complejo colegial los cuerpos de la nueva hospedería y de la librería.

Hasta el siglo XVIII los colegiales se mantuvieron dentro de la Universidad como un reducto privilegiado y anclado en el pasado, en lucha constante por mantener su autonomía y por controlar los órganos de gobierno y centros de poder universitarios.

En esa última centuria la modernización de la Universidad compostelana se produjo al hilo de las ideas de la Ilustración que promovían una enseñanza experimental y un mayor nivel investigador. En este sentido, fueron fundamentales las providencias reales de 1751 que introdujeron los estudios de carácter práctico y científico con la paulatina creación de nuevas cátedras, entre ellas la de Cirugía y Anatomía, cuya facultad se instaló en el propio edificio del colegio de Fonseca.

Con la creación de las nuevas cátedras el número de estudiantes compostelanos se incrementó considerablemente, lo que planteó la necesidad de construir un nuevo edificio destinado exclusivamente para la Universidad que hasta entonces había tenido su sede en el colegio de Fonseca. Tras haberse producido la expulsión de los jesuitas, Carlos III expidió en 1769 una cédula que determinaba el traslado de la Universidad y del colegio de San Xerome al convento abandonado de la Compañía de Jesús. Un mes después se efectuó el traslado, que resultó ser definitivo en el caso de la Universidad.

Poco después, al inicio de la década de 1770, los ministros del propio Carlos III plantearon una serie de reformas que, más allá de las discrepancias académicas, estaban encaminadas a centralizar y conseguir el control de las universidades españolas por parte del poder real, uniformando su gobierno y los planes de estudios y secularizando las materias docentes y el cuadro de profesores. Una vez puesto en marcha, el proceso reformista acabaría finalmente con los privilegios de la casta colegial, que habían sido concedidos por antiguas bulas papales y por codicilos eclesiásticos.

En 1807 el claustro universitario compostelano propuso suprimir los colegios de San Xerome y Fonseca y destinar a la Universidad las rentas de los colegios y seminarios no conciliares. Con todo, la supresión tardaría en materializarse.

Fue en el segundo tercio del siglo XIX, como parte del proceso de institucionalización del estado liberal en España, cuando se abrió paso una legislación que acabó por conseguir de forma irreversible el control efectivo de la enseñanza, con un creciente intervencionismo que afectó a todas las esferas académicas. Aunque era evidente la necesidad de cambio, los colegiales no fueron capaces de amoldarse a las nuevas ideas quedando fuera de juego, de modo que en 1840 la Junta de la Ciudad de Santiago decretó la supresión, ya definitiva, de los colegios de Fonseca y San Xerome.

Tras el cierre de los colegios, la parte baja del edificio de Fonseca estuvo ocupada por la cátedra de Terapéutica, por el anfiteatro con un salón espacioso para ejercicios de disección, por el aposento de los ayudantes, por la sala de descanso, por el taller de escultura, por el osario y el gabinete de reparaciones de osteología y por los departamentos para cocina. En la parte alta se instalaron las cátedras de Farmacia y Medicina, el laboratorio, las bibliotecas propias de las facultades, el laboratorio de química y el museo anatómico con dos departamentos. En la huerta del colegio se habilitó un jardín botánico.

La facultad de Medicina permaneció en Fonseca hasta 1928 y la facultad de Farmacia hasta 1971, año en que se instaló en su lugar la facultad de Ciencias Económicas, que estuvo aquí hasta que se trasladó a un nuevo edificio en 1976. Poco después, en los primeros años de existencia de la comunidad autónoma de Galicia, el antiguo colegio fue sede del parlamento gallego.

Actualmente sus dependencias están ocupadas por la biblioteca general de la Universidad compostelana y por la biblioteca de América, donada por don Gumersindo Busto, que constituye un compendio iconográfico, humanístico y bibliográfico sobre Latinoamérica. El llamado “salón artesonado” (antigua aula general de teología) y la capilla se utilizan como salas de exposiciones abiertas permanentemente al público.

El conjunto fue catalogado como Bien de Interés Cultural en 1931.

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