MELIDE, capilla y palacio de la Obra Pía de San Antón de

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Palacio y capilla anexa emplazados en la población de Melide, parroquia de San Pedro de Melide, municipio de Melide, provincia da Coruña. Yendo en dirección oeste, el Camino Francés entraba en Melide cruzando el antiguo «Campo da Feira» que constituía una antigua encrucijada. Desde ahí, desviándose en sentido norte, se podían tomar el Camino de Oviedo o Camino Primitivo que iba a Compostela pasando por Lugo. A pocos metros de distancia, siguiendo en esta última dirección, se llegaba al antiguo arrabal que estaba situado extramuros, en los aledaños de la «Porta da Vila», por la que se accedía al interior del antiguo burgo amurallado.

En lo que fue el antiguo arrabal se localiza la plaza llamada do Convento, donde están la iglesia del Santo Espíritu con su antiguo hospital de peregrinos y el palacio de la Obra Pía de San Antón, fundada por el obispo Mateo Segade Bugueiro en 1671. El palacio fue conocido posteriormente como palacio del Marqués de Corbera y en el año 1860, el inmueble fue adquirido para servir como casa consistorial y así permanece en nuestros días. El conjunto palaciego comprendía la capilla anexa de San Antón, con entrada independiente desde la misma plaza.

Fachada principal del palacio y de la capilla de la antigua Obra Pía de San Antón de Melide.
Alzado de la fachada principal del palacio y de la capilla.

(José Antonio Franco Taboada, Santiago Tarrío Carrodeguas (dirs.), A arquitectura do Camiño de Santiago: descrición gráfica do Camiño Francés en Galicia, Santiago [de Compostela], Xunta de Galicia, A Coruña, Universidade da Coruña, D.L. 2000).

En los años sesenta del siglo XX, el interior del palacio sufrió una reforma total, que hizo que se perdieran las trazas originales de su arquitectura, de las que se afirmaba que contaba con un claustro que bordeaba todo el patio. Sin embargo, la portada principal que mira a la plaza corrió mejor suerte, pudiendo contemplarse esta en la actualidad sin alteraciones notables.

Se trata de un vano adintelado sencillo que se enmarca en una falsa portada pilastras adosadas que vacían su interior dejando a la vista solo las aristas boceladas. Estas sostienen un entablamento coronado por sendos pináculos y un frontón triangular en el que se tallan en los sillares de la fachada correspondientes una venera.Sobre cada uno de los pináculos pende un escudo: el de la izquierda pertenece a Antonio Varela Segade, primer patrón de la Obra Pía (está timbrado de yelmo que mira a la izquierda y lleva las armas de los Segade, Varela, López y Bugueiro); y, el escudo de la derecha, que lleva en el timbre una corona volada (es la piedra de armas de María Teresa de Velasco, marquesa de Salinas, mujer de Antonio Varela Segade)

Portada del antiguo palacio.

El cuerpo perteneciente a la capilla de San Antón se adosa al extremo meridional del conjunto palaciego. Su cabecera está orientada al oeste y la portada principal se abre al este, sobre la plaza del Convento, en la misma línea de fachada que la entrada del palacio. Mantiene el tipo de fábrica utilizada en el palacio, sillería de granito, y una ordenación simétrica de los elementos en fachada que se concentran en el centro, predominando la portada de la capilla.

Fachada principal de la capilla de San Antón.

La portada de la capilla es de estilo barroco y se organiza en torno al vano adintelado principal, enmarcado por un baquetón moldurado, en cuyo dintel es posible leer una inscripción relacionada con la fundación de la capilla y su escuela de niños, obra del obispo Mateo Segade en 1671. El vano está flanqueado por pilastras de fustes cajeados sobre basas simples y capiteles de profunda ornamentación en forma de cartelas enrolladas, volutas y elementos vegetales y frutales. Sobre estos, un entablamento de inspiración clásica en el que se alternan triglifos y metopas decoradas con florones. La portada está coronada por un frontón triangular partido, situándose en el centro el escudo del fundador, que ostenta las armas de los Segade, Bugueiro, Luaces, Galloso y Mendoza y, en el espacio entre dicho escudo y la cornisa moldurada del frontón están tallados florones como los presentes en las metopas. En cada lado del frontón se ubican sendos pináculos rematados en esferas.

A la portada le sigue un vano con un arco de medio punto muy sutil que sirve para la iluminación interior del registro superior de la capilla. En la esquina sudeste se levanta un pequeño torreón de planta cuadrada que hace la función de campanario. El cuerpo superior del torreón se abre a los cuatro puntos cardinales por medio de arcos de medio punto, que permiten el volteo de las campanas. Sobre los arcos discurre una cornisa, tras la que se eleva una balaustrada pétrea, ornada en las esquinas con esferas de granito que se apoyan sobre pilares cajeados. Al campanario se accede a través de una escalera interior en forma de caracol.

Portada de la capilla

El muro sur, el único visible junto a la fachada, presenta idénticas características constructivas que esta. La solidez pétrea se ve interrumpida por los vanos de ventana adintelados y de arco de medio punto que horadan el muro.

Alzado del muro sur. (José Antonio Franco Taboada, Santiago Tarrío Carrodeguas (dirs.), A arquitectura do Camiño de Santiago: descrición gráfica do Camiño Francés en Galicia, Santiago [de Compostela], Xunta de Galicia, A Coruña, Universidade da Coruña, D.L. 2000).

En el interior, la planta de la capilla es de planta rectangular, separándose la cabecera de la nave por una plataforma de una altura que eleva el primer volumen. La nave está dividida en tres tramos por los arcos fajones que descargan en pilastras adosadas y que sujetan la bóveda de cañón con la que se cubre la nave y descarga sobre el muro, arrancando en una cornisa volada. Los paramentos se mantienen en su mayoría de piedra, aunque algunas de las partes están recebada y pintada de blanco.

Vista de la nave hacia la cabecera.

El primer tramo se corresponde con los pies de la capilla, donde se ubica el coro alto de madera, al que se accede por una escalera situada a derecha de la puerta. Los primeros peldaños son de piedra y, sobre ellos, se apoya una pequeña columna de esbelto fuste cilíndrico que sostiene una de las vigas de la tribuna. El capitel está ornado con una gruesa moldura cóncava —colocada a modo de collarín— de la que arranca una corona de hojas de acanto bastante esquematizadas. La pieza, que se ha colocado en la base de la columna, se adorna con capullos de flores. Por su temática, forma y acabado, estos motivos recuerdan un estilo propio de los siglos XIII y XIV. Bajo la columna, encastrada en el basamento de la escalera, se ubica la pila del agua bendita, que es una pieza monolítica de granito en la que se ha tallado un cuenco semiesférico con la superficie gallonada.

Pies de la nave (izquierda) y detalle de las escaleras que dan acceso al coro alto.

El tramo central de la nave acoge dos capillas gemelas que se encuentran encastradas en los muros laterales. Las capillas están guarecidas bajo arcos de medio punto, sostenidos por pilastras. Sobre los arcos se elevan frontones partidos enmarcados por cornisas molduradas, que muestran dos cruces en medio. En ambos casos, el programa arquitectónico se completa con una rica decoración, que combina diversos motivos geométricos y vegetales, entre los que destacan las guirnaldas de hojas que recorren el frente de los arcos y de las pilastras. Estas capillas albergaron en otro tiempo dos altares que estaban bajo las advocaciones de san Andrés y de Santiago Peregrino. Estos altares (que fueron desmontados) tenían tablas del siglo XVII, pintadas con las imágenes de los santos titulares y el frontal embellecido con cordobanes del siglo XVIII. Hoy en día las capillas acogen tallas de bulto redondo que representan a la Virgen del Pilar, con Santiago Peregrino arrodillado a sus pies (en la capilla del lado izquierdo) y a la Virgen Inmaculada (en la capilla del lado derecho). Esta última es talla de mayor calidad y denota una cierta antigüedad.

Capilla en el muro del Evangelio (izquierda) y capilla en el muro de la Epístola (derecha).

En el tercer tramo de capilla correspondiente a la cabecera, se encuentran —además del altar mayor— los sepulcros del fundador de la Obra Pía, Mateo Segade Bugueiro y de su sobrino, Antonio Varela Segade, primer patrón de la misma fundación. Los sepulcros se encuentran uno frente a otro en los muros laterales de la capilla. Tienen arcosolios idénticos con sobrios arcos de medio punto que se apoyan sobre pilastras de orden toscano. En los arcosolios están empotrados los sarcófagos que presentan entrepaños lisos enmarcados por baquetones moldurados. Los dos sarcófagos están vacíos, fueron hechos in memoriam, pues Mateo Segade está enterrado en la catedral de Murcia, y por lo que sabemos, su sobrino Antonio Varela Segade, debió morir en Madrid. Sobre los sarcófagos se colocaron las esculturas orantes de los susodichos personajes, que fueron realizadas por Mateo de Prado, uno de los más destacados artistas gallegos del momento, a quien se le pagó este encargo en el año 1674.

La figura del obispo Mateo Segade ocupa el arcosolio emplazado en el lado sur, presentándose arrodillado sobre un cojín, frente a un escaño cubierto por amplio paño y doble almohadón, sobre el cual reposa el bonete. El obispo porta anillo episcopal en la mano derecha y las vestiduras propias de su dignidad eclesiástica, mientras dirige la mirada hacia el altar mayor, juntando las manos en actitud de oración. En el arcosolio del lado contrario, la efigie de Antonio Varela Segade se representa con la misma composición, postura y actitud, mirando igualmente hacia el altar mayor. El caballero luce larga y rizada cabellera y se envuelve en amplia capa, que deja ver las grandes botas de montar y calzones ceñidos con apretada abotonadura, así como la espada de cazoleta y la cruz de la Orden de Santiago en el pecho. Algunos autores señalan que estos conjuntos escultóricos pudieron estar policromados, aun cuando hoy no queda vestigio alguno de ello.

Sepulcro de Mateo Segade Bugueiro (izquierda) y de su sobrino, Antonio Varela Segade (derecha).

Arrimado al muro testero de la capilla se encontraba el retablo mayor, que se realizó según los cánones estilísticos del barroco. Pintado José García de Seárez en el año 1674, fue desmontado en la restauración que se hizo en los años 70 del siglo XX. Tenía frontón partido, que en el centro ostentaba un escudo con las armas de la marquesa de Salinas, María Teresa de Velasco (similar al que está en la portada del palacio de la Obra Pía). El cuerpo principal del retablo estaba dividido en tres calles separadas por columnas salomónicas adornadas con pámpanos y racimos de uvas. La calle central estaba íntegramente ocupada por una tabla con la imagen pintada de la Virgen de Guadalupe, mientras en las calles laterales se disponían otras cuatro tablas con las efigies de santos dominicos. El frontal del altar se adornaba con un cordobán del siglo XVIII.

De este retablo se ha restaurado recientemente la parte correspondiente a la calle central, junto con el frontón partido y la predela del altar, con el cordobán dieciochesco. Todo ello se ha vuelto a colocar en la cabecera de la capilla, aunque en lugar de la tabla con la imagen de la Virgen de Guadalupe, se ha colocado un Cristo Crucificado de estilo barroco, que con toda probabilidad procede de la capilla adosada al lado sur de la cabecera de la iglesia del Santo Espíritu. En el siglo XVII esa capilla se puso bajo la advocación del santo Cristo, ejerciendo el patronazgo de ella la familia Bugueiro.

En el lado derecho del retablo sobre una peana, se encuentra la imagen de San Antonio con el Niño y en el lado izquierdo la imagen de san Miguel Arcángel, siendo ambas tallas de gran calidad, probablemente del siglo XVIII. Encima de estas imágenes en dos vanos ciegos de la pared se han colocado dos cuadros con los bustos de la Dolorosa y del Sagrado Corazón.

Retablo en la capilla mayor.

El interior de la capilla recibe la luz del exterior a través de un ventanal abierto en la fachada principal y de otros tres ventanales más que se abren en el muro meridional, inmediatamente por debajo de la bóveda (de estos tres, el del centro parece ser producto de una reforma tardía). Los ventanales tienen doble derrame y exteriormente presentan arcos escarzanos y de medio punto. El muro norte es ciego, aunque en él se reconocen algunos vanos que hoy están tapiados, como son un ventanal que se abría al lado del altar mayor (gemelo al que hay en el muro contrario) y bajo él, a su derecha, se encuentra una puerta adintelada que comunicaba la capilla con el palacio.

En el ángulo sudoeste de la cabecera, a la izquierda del altar mayor, se abre una puerta adintelada que da paso a la sacristía. Esta tiene planta cuadrada y dispone de dos habitaciones distribuidas en distintas alturas. Al parecer los muros de la sacristía estaban embellecidos con pinturas murales, que hoy no se conservan.

Historia

La Obra Pía de San Antón de Melide fue fundada en el año 1671 por Mateo de Segade Bugueiro, que fue arzobispo de Méjico y más tarde, obispo de Cartagena. Era una institución de carácter piadoso y benéfico, con especial dedicación a la enseñanza, estando dotada de doce capellanías, cátedras de latín y matemáticas, además de las escuelas para niños pobres. Para ello el fundador dejó una buena parte de su fortuna, cediendo la casa solar que los Bugueiro tenían en Melide para edificar ahí una capilla unida al palacio que albergaría la residencia de los capellanes y el local donde se impartirían las enseñanzas. De la casa de los Burgueiro sabemos que en el año 1561 había sido aforada por el monasterio del Santo Espíritu a Fray Domingo do Porto, con la condición de erguirla con su torre y planta alta.

Algunos estudiosos coinciden en que las trazas del proyecto de la nueva construcción de la Obra Pía podrían atribuirse al gran arquitecto compostelano Domingo de Andrade. Lo que sabemos de cierto es que el primer maestro de obras fue Francisco González de Celis, que inicia la fábrica en el año 1671; fue sucedido en 1675 por el maestro Bernardo González. En el mismo año, Andrés de Castro ejecutó las cornisas, puertas, ventanas y otros reparos.

Mateo Segade falleció en el año 1672, antes de que se concluyesen las obras. Dejó en su testamento confirmado el patronazgo de la fundación de la Obra Pía a favor de su sobrino Antonio de Segade Varela, sargento mayor del ejército de las Filipinas, caballero de la Orden de Santiago y alguacil mayor de la Inquisición. Antonio Segade estuvo casado con María Teresa de Velasco y Castilla, marquesa de Salinas de Río Pisuerga. Una descendiente de ambos se casó con el marqués de Corvera, nombre con el que se conocería el palacio de la Obra Pía en el siglo XIX.

Tras la muerte del fundador los bienes de la Obra fueron secuestrados, suscitándose un pleito entre Antonio Segade y la Cámara Apostólica, que impugnaba la validez de la fundación. Finalmente Antonio Segade entró en posesión de los bienes de su tío como cesionario de la susodicha Cámara y comprador del espolio; de este modo el patronazgo permaneció en manos de sus descendientes hasta los inicios del siglo XX, después recaería en el arzobispo de Santiago.

En 1826 señala Miñano que había en “San Pedro de Mellid” un palacio bastante deteriorado, propio del marqués de Corvera, que se llamaba de “San Antonio” por estar en él la fundación de la capilla de este santo, que tenía un capellán mayor, ocho capellanes y otro más con la obligación de enseñar gramática latina, dos catedráticos de filosofía y teología (que eran lectores del convento del Santo Espíritu de Melide), un repetidor de las primeras clases de gramática y un maestro de primeras letras.

En 1832 el capellán mayor de la fundación informó al obispo de Mondoñedo de que la “Casa Palacio de la indicada Obra Pia se mira conocidamente abandonada y en estado deplorable […] En una parte de ella havita el Boticario con su Botica, otra la regenta el Escribano que hace de numero, otra sirve de Alcaldía hay muchos años, con cuio motivo se desperdicio la mejor pieza de forma que todas o casi todas sus oficinas estan inavitables. La Capilla con corta diferencia existe en igual estado […] Las dos Catedras en que se enseñan minimos y medianos, ya no pueden existir en ellas los Alumnos por la indecencia en que se hallan construidas […] basta que la Justicia eche mano [e]llas para hacer cárcel, para provisión de tropas y reten de ellas”.

En 1833, durante el transcurso de la guerra carlista, se cerró la capilla de San Antón para garantizar la seguridad de las tropas que estaban allí acuarteladas. Por entonces los fines de la fundación no se cumplían y el edificio del palacio estaba ya casi deshecho.

En 1848 dice Madoz del patronato de la Obra Pía de San Antón que, aunque seguía percibiendo las rentas correspondientes, no cumplía con ninguna de sus cargas desde el año 1834; con ello la instrucción pública en Melide había quedado reducida a una escuela privada y poco concurrida.

En 1854 Sanjurjo y Pardo habla de nuevo de la existencia en la villa de Melide de la casa palacio del marqués de Corvera, con la capilla de “San Antonio” que por entonces estaba servida por un capellán mayor dotado con 1.650 reales y cargo de celebrar cinco misas semanales, ocho capellanes a 1.100 reales cada uno con la obligación de decir cuatro misas por semana, otro capellán que debía serlo uno de los lectores del ex-convento de Terceros de la villa, el cual disfrutaba la dotación de 1.100 reales, con el cargo de celebrar dos misas semanales y enseñar filosofía, otro lector del convento recibía igual dotación y estaba obligado a decir dos misas por semana y enseñar moral, otro capellán con la misma dotación y cargo de misas y obligado a enseñar gramática con repetidor de minimus dotado con 550 reales; había un maestro de primeras letras con la misma dotación, la cual disfrutaba también el sacristán. Se decía diariamente misa cantada en la capilla y en el palacio estaban establecidas las referidas cátedras. No obstante, desde el año 1834 era el patrono de la obra pía quien percibía las rentas, sin que cumpliese con ninguna de las cargas que le correspondían.

En el año 1860 el inmueble del palacio fue adquirido para servir como casa consistorial, función que sigue cumpliendo en la actualidad.

En 1880 no se impartía enseñanza alguna por parte de la Obra Pía, ni había culto en la capilla. Con posterioridad se fueron haciendo algunos reparos y la fundación aún continuó perviviendo en el siglo XX, a pesar de su notorio deterioro.

En 1969 el Servicio Nacional de Inspección y Asesoramiento de las Corporaciones Locales dejó constancia de que la casa consistorial de Melide, estaba muy mal conservada y en estado de ruina parcial. En el bajo había dos escuelas y el depósito de detenidos. En el piso alto estaba el juzgado comarcal y las oficinas municipales que ocupaban dos dependencias, además de una pequeña habitación para archivo y el salón de sesiones; todo en un estado deplorable.

El interior del edificio fue finalmente demolido por dentro y reedificado en la década de los años setenta del siglo XX; en esas fechas también se restauró la capilla.

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