PORTOMARÍN, puentes de

Siguiendo el Camino Francés desde Vilachá y San Pedro, en dirección a Santiago, se accede a la nueva cabecera municipal de Portomarín (parroquia de San Nicolao, provincia de Lugo) por un gran viaducto de hormigón que cruza el embalse de Belesar, construido en el río Miño a finales de la década de los cincuenta y comienzos de los años sesenta del siglo XX.

Viaducto de Portomarín.

Con anterioridad, se cruzaba el río Miño por un puente medieval encastillado que se erigía entre los burgos de San Pedro y San Xoán de Portomaín; el primero de estos burgos se ubicaba en la margen izquierda del río y el segundo en la margen derecha.

Arco, torre y capilla del puente medieval de Portomarín.

A finales del siglo XIX el puente medieval quedó inutilizado, por lo que en el año 1930 se construyó aguas arriba la llamada Ponte Nova, que permaneció en uso hasta quedar sumergida bajo el embalse, al igual que todo el conjunto del viejo Portomarín, cuyos restos pueden verse cuando baja el nivel de las aguas.

Historia

Distintos autores sostienen que la fábrica originaria del primer puente de Portomarín se remonta a la Edad Antigua; algunos fundamentan esta opinión en el “carácter romano” de la obra de los tajamares adosados a las pilastras y en el corte de los sillares bajos.

En la Baja Edad Media, concretamente en el año 1112, el puente fue destruido por la reina Urraca para cortar el paso a las huestes de su marido Alfonso el Batallador, rey de Aragón, con quien estaba enfrentada.

En el Codex Calixtinus, donde figura la Pons Minee como una de las villas destacadas del camino, consta que el puente fue reconstruido por Pedro Peregrino en el año 1120. Poco después, en el año 1126, el rey Alfonso VII de León y Castilla confirmó la donación de la iglesia de Santa María de Portomarín con todas sus heredades, que su madre doña Urraca había concedido a Pedro Peregrino para edificar y mantener el Pontem Minei y su hospital, que se denominaba entonces Domum Dei. Por el texto del privilegio alfonsino, donde se dice por dos veces hospitalis ipsius pontis, cabe suponer que dicho establecimiento estuviese instalado sobre el propio puente, tal como sucedía en el caso de otros hospitales de la ruta jacobea; para su sostenimiento el mismo monarca donó, en el año 1133, el coto de Meixonfrío y el “palacio” de Portomarín.

El puente medieval medía 152 metros de largo por 3,30 metros de ancho, contaba al menos con diez arcos semicirculares y estaba construido con canterías y lajas de esquistos de procedencia local. La reconstrucción de Pedro Peregrino sería la que le daría su forma alombada, típica del medioevo. Era obra encastillada y así, sabemos que al burgo de San Xoán se accedía atravesando un arco de medio punto con limosnero de piedra, que se abría en la base de una torre levantada sobre el extremo occidental del puente defendiendo la entrada a la población. En ese mismo punto se cobraban las tasas y derechos de paso. Ya en el siglo XVII, el primer piso de esta misma torre fue ocupado por la capilla da Virxe das Neves.

A mediados de esta última centuria hay noticias sobre la reparación del puente

y no mucho después el clérigo boloñés Domenico Laffi lo consideró digno de mención, calificándolo como grande y bello en el relato de su tercer viaje a Santiago de Compostela, que realizó en el año 1673. Otro viajero, Guillermo Manier, anotó en su itinerario del año 1726, que en Portomarín se atravesaba un puente que tenía de largo doscientos treinta pasos.

En 1753 se informaba en el Catastro de la Ensenada de que parte del arco mayor del puente de Portomarín se encontraba arruinado y que por razón de portazgo se cobraba por cada caballería o res, que no fuera de los términos de las jurisdicciones de San Nicolao y San Pedro, un maravedí que percibía “Su Magestad” y otro maravedí más que percibía el comendador sanjuanista.

En 1801 el caudal desbordado del río cortó el paso por este puente, impidiendo la circulación de todos los géneros y ganados con el consiguiente perjuicio para los habitantes de Portomarín.  Poco más de dos décadas después, confirmaba Sebastián Miñano que el puente se encontraba ya bastante deteriorado, aunque lo describe como una fábrica de diez arcos, que era bella y de sólida arquitectura.

Al mediar esa misma centuria señalaba Pascual Madoz que también el camino de la parroquia de San Pedro que se dirigía al puente de Portomarín estaba algo descuidado, repitiendo que el puente era de antigüedad y buena arquitectura. Algo más tarde, en la descripción del Itinerario militar de Narón a Pedrafita por Portomarín del año 1866, consta que el camino de dicho itinerario era de herradura y descendía suavemente por terreno accidentado al río Miño, desde la aldea de Hospital hasta Portomarín, pasando por Gonzar, Toxibó y los términos de la parroquia de Cortapezas; se especifica que el río se atravesaba por un puente de mampostería de diez arcos, para remontar después el accidentado valle del río Loio, siguiendo en dirección a Sarria. En Portomarín se cruzaba también, la carretera de Lugo a Monforte.

En el año 1895 se derrumbó definitivamente el arco central del puente medieval de Portomarín, quedando cortado el paso del Miño en varias leguas a la redonda, lo que dejaba incomunicados a los municipios del entorno con grave perjuicio económico, afectando especialmente a la exportación de ganados a Castilla desde la feria de Monterroso. Este hecho obligó a efectuar el transporte de personas, animales y carros gracias al servicio de barcazas, que aquí eran anchas y sin quilla, de fondo arqueado de proa a popa, dispuestas para adaptarse a las orillas y así poder embarcar mejor mercancías y ganados; estaban movidas por la fuerza de los barqueros que se ayudaban con un larguero o remo, que apoyaban en el fondo pedregoso del río para darse impulso. La travesía resultaba especialmente peligrosa en los meses de octubre y noviembre, cuando se producían grandes crecidas.

Las barcazas fueron el único medio de cruzar este tramo del río hasta el año 1930, momento en que se inauguró la llamada Ponte Nova, que se construyó aguas arriba con respecto al puente medieval; medía 165 metros de longitud y tenía siete arcos rebajados, construidos con sólidos sillares de granito. En él confluían las carreteras que iban a Vendas de Narón, Lugo, Pobra de San Xiao y Sarria.

Este segundo puente también quedó anegado por las aguas del embalse del Belesar; a su lado se levantó en 1963 un viaducto de hormigón de 30 metros de altura y 300 de largo, construido por el ingeniero Torroja Cavanillas, que es el que actualmente cruza el pantano. En el extremo oeste de este viaducto, al pie del pueblo nuevo de Portomarín, se reubicaron los restos un arco del puente medieval, con la torre y capilla da Virxe das Neves; sobre el estribo del arco se construyó una escalinata por la que se accede al nuevo centro urbano.

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