VILAVELLA, parroquia de Santa María de

Parroquia del municipio de Triacastela, provincia de Lugo. Situada entre las feligresías de San Isidro de Lamas do Biduedo, al oeste y Santiago de Triacastela, al este, está atravesada por los distintos ramales del Camino Francés que iban do Cebreiro a Triacastela. Uno de estos ramales iba por Fillobal y Pasantes.

Configuran su término varias elevaciones cercanas a los 950 metros; están separadas por arroyos y por pendientes de importancia.

Esta parroquia comprende cinco entidades de población: O Castiñeiro, Fillobal, O Teixo, Vilar y Vilavella. Tenía 102 habitantes en 2019. Las personas dedicadas a los servicios eran, con escasa diferencia, tan numerosas como las que se dedicaban a la agricultura.

En esta parroquia se localizan los morros de Vilar, Riba Cobo, Teixo, Castiñeiro y Monte Penedo, donde todavía están en pleno rendimiento las canteras que desde antiguo ponen en explotación uno de los escasos yacimientos de piedra caliza que existen en Galicia; este yacimiento constituye además, un caso excepcional por la cantidad y pureza de la piedra, que es especialmente apta para la fabricación de cal y cemento empleados en la construcción.

Historia

Los orígenes de Vilavella se encuentran en la fundación del monasterio familiar de Santa María y de San Paio de Triacastela; en el año 989 el monje Menendo Emetériz donó a dicho monasterio numerosos bienes y posesiones de su propiedad.

Un siglo más tarde, concretamente en el año 1098, nos volvemos a encontrar la heredad de sanctam Mariam de Triacastella que era por entonces de Munio Núñez.

En el año 1119, la iglesia de Santa María y San Paio fue donada por Alfonso Muñiz al monasterio de Samos. Poco después, Santa María de Triacastela aparece en el inventario realizado en 1125 por el abad Pedro Froilaz de todas las heredades del monasterio de Samos acrecentadas desde el comienzo de su prelancia.

En el año 1149 encontramos una noticia referida a la iglesia de Santa María que deja clara constancia de su ubicación en el burgo de Triacastela, sobre la margen del Camino Francés hacia el lado del mediodía según se venía de Santiago: ecclesia nostra sita est in Burgo Triacastelle redeuntibus a sancto Iacobo a parte meridiana. Consta en el correspondiente documento que esta iglesia, que por entonces era propia del monasterio de Samos, le fue concedida por la comunidad al archidiácono de León, Pedro Giráldez a cambio de que, en cualquier momento, in eadem eclesia sancte Marie de Triacastella diese refacción al abad o a otra persona que el abad exigiese, y cada año, en el mes de noviembre por el día de san Martín, diese igualmente un yantar a los monjes en el monasterio de Samos. A la muerte del archidiácono la iglesia debía volver al monasterio libera et quieta. En otro documento fechado en el mismo año aparece el archidiácono Pedro con todos los feligreses de la iglesia de Santa María, como confirmante de una venta en el propio lugar de Triacastela.

En 1175, aparece nombrada apud Tria Castella ecclesiam Sancte Marie de Burgo entre las posesiones que eran del monasterio de Samos, concretamente en la confirmación que otorgó el papa Alejandro III a dicho monasterio de todos sus derechos jurisdiccionales y patronales.

En 1260 se habla ya de la iglesia de Sancte Marie de Triacastella de Villa Vétere y también del lugar de Villa Vella.

Todavía en la Edad Moderna el monasterio samonense conservaba en esta feligresía numerosos bienes y propiedades. En un apeo del año 1587 consta que dichos monjes tenían dentro del término parroquial los lugares y sitios de “Villar”, “Villavella”, “Rio de Vilavella”, “Horto Bello” y el coto de “Biduedo” con su jurisdicción civil y criminal; todo ello lo tenían aforado. El monasterio cobraba, además, el patronazgo de la iglesia de Santa María de Vilavella.

Nos dice Arias Cuenllas que en 1623 se celebraron las bulas de concordia entre el obispo de Lugo y el abad de Samos por las que el abad cedía al obispo la presentación de dieciocho beneficios de que disfrutaba el monasterio fuera del coto de la abadía, si bien se reservaba el derecho de patronato de los mismos; entre las feligresías afectadas se cita Santa María de Vilavella. En la misma época el monasterio de Santa María de Penamaior de Becerreá (Lugo) también tenía algunos bienes en esta feligresía por los que sostuvo un pleito resuelto a su favor en 1625.

En 1752 consta en el Catastro del Marqués de la Ensenada que la feligresía de Santa María de Vilavella incluía el coto do Biduedo, como anexo de ella. La demarcación parroquial lindaba por el naciente, con la de San Isidro de Lamas; por el lado norte del coto de Biduedo, los límites estaban fijados por la “fuente do Fial” y por el alto de “Outeiro”, desde ahí cerraba “enderechura al marco blanco de pedra que está a la parte de avaxo del Camino Real que pasa a los reynos de Castilla” (este camino es el Camino Francés de los peregrinos jacobeos) y “por el camino real hasta el marco do Poste de Lamas”. Por este último lado la divisoria continuaba hasta la “Laguna de Reboliños”, cuyo lugar estaba repartido con la parroquia de Lamas. Por otra parte, en la relación que se ofrece de los hitos que señalaban la demarcación de Vilavella se nombra “la pared de los peregrinos” como un marco divisorio más, colocado entre los que estaban en la fuente de “Fial” por un lado y en la fuente “furcada”, en el “Furco” y en las “pozas da Laguna”, por el otro lado.

Por entonces, la mayor parte de lo comprendido dentro de los términos parroquiales de Vilavella era señorío de la condesa de Lemos, vecina de la villa de Madrid, que percibía por razón de señorío un servicio que un año con otro ascendía 251 reales y 26 maravedís. Los 10 vecinos del lugar do Biduedo eran señorío del monasterio de Samos, que percibía por razón de vasallaje la luctuosa de cada “caveza de casa” que moría y también la mejor cabeza de ganado mayor, fuesen bueyes, vacas o caballos, lo que un año con otro ascendía a 30 reales. Los lugares do Teixo y do Castiñeiro y parte del lugar de “Rebollinos” (también llamado Lagoa de Reboliños), que juntos componían 11 vecinos, eran señorío del conde de Amarante, residente en Valladolid, que percibía de luctuosa el mismo servicio que ascendía cada año a 100 reales. Consta en el mismo catastro que por entonces había en esta feligresía un total de 49 vecinos repartidos en 48 casas habitables, sin que hubiese alguna arruinada. Existían 8 molinos hidráulicos y 3 tabernas temporales dependientes del vecindario. Había un tendero y tres arrieros; sin embargo, no se registraban mercaderes al por mayor. El único clérigo era el cra párroco. Por estas fechas no había en Vilavella hospital alguno.

En la relación de los beneficios parroquiales contenida en el libro titulado Razón Universal de todas las piezas eclesiásticas de este obispado de Lugo. Año 1755, que se guarda en el Archivo Diocesano, figura la iglesia de “Santa María de Vilabella”, en el arciprestazgo de Triacastela; era de “Su Majestad” y del obispo de Lugo. Contribuía con 4.400 reales.

En 1829 dice Sebastián Miñano que la feligresía de “Santa María de Vilabella”, en la jurisdicción de Triacastela, tenía 78 vecinos y 380 habitantes. Comprendía la aldea de Vilar. Contribuía con 542 reales y 25 maravedís; derechos enajenados 181 reales y 25 maravedís.

En 1850 Pascual Madoz nos dice de esta feligresía que pertenecía a la diócesis de Lugo y al partido judicial de Becerreá, ayuntamiento de Triacastela. Los caminos eran veredas locales y malas. La iglesia parroquial de Santa María era curato de entrada, con patronato real y eclesiástico; había dos ermitas la de Santa Bárbara en el lugar de Vilar y la de San Pedro, en “Viduedo”. La industria era la agrícola y la pecuaria. Por entonces el término reunía 50 casas repartidas en los lugares de “Castiñeiro Laguna, Teixo, Teylobar, Viduedo y Vilar”; tenía una población de 50 vecinos y 259 almas.

Nicanor Rielo puntualiza que, tras el arreglo parroquial del año 1891, San Isidro de Lamas absorbió el lugar do Biduedo, que hasta entonces había sido de la feligresía de Vilavella y también las porciones de Lágua de Reboliños enclavadas en esta última feligresía y en la de San Cristovo do Cancelo.

Amor Meilán repite en las primeras décadas del siglo XX, que esta feligresía era de entrada y que correspondía a la diócesis de Lugo, arciprestazgo de Triacastela; comprendía por entonces los lugares do Castiñeiro, Chao do Monte, Fillobal, “Teijo”, “Viduedo”, Vilar y Vilavella. De la población nos dice Amor Meilán que el movimiento migratorio era notorio, afirmando que se hallaban ausentes de esta parroquia el 20 por ciento de sus habitantes.

En los años setenta de esta última centuria figura en la Gran Enciclopedia Gallega que había en esta parroquia 201 habitantes.

Fuentes y Bibliografía

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