TRIACASTELA, parroquia de Santiago de

Feligresía del Camino Francés en el municipio de Triacastela, provincia de Lugo. Está situada entre las parroquias de Santa María de Vilavella, al oeste y San Breixo da Balsa, al este. Consta de cuatro entidades de población: Pasantes, Queixadoiro, Ramil y Triacastela. Tenía 193 habitantes en 2019. La población dedicada a los servicios es predominante.

De fuertes pendientes, su término puede ser dividido en dos sectores: el meridional montañoso, con altitudes superiores a 1.400 metros y el septentrional menos elevado, con los valles y con las pequeñas vegas de los ríos Santalla y Oribio; la confluencia de estos dos ríos forman el río Sarria.

El 28 de cada mes se celebra la feria.

Historia

En 1228 el rey Alfonso IX de León concedió a la Orden de San Juan del Hospital la iglesia de San Xoán del Barrio de Trives a cambio de la iglesia que el propio rey les había donado anteriormente en la población que había hecho en la nueva Triacastela: ecclesiam quam eis dederan in populatione quam feci in Triacastella nova</em>; la iglesia a la que se refiere en el correspondiente documento es la de Santiago de Triacastela.

Ya en la Edad Moderna, en un apeo del año 1568, consta que los monjes del monasterio Samos tenían aforados en esta feligresía y alfoz de Santiago de Triacastela los lugares de “Ramil”, “Pasantes” y “Queixadoiro”.

En 1752 consta en el Catastro de Ensenada que la feligresía de “Santiago de Triacastela” y su término eran señorío de la condesa de Lemos, vecina de la villa de Madrid, que percibía por razón de vasallaje 264 reales y 4 maravedís de vellón al año. Los diezmos de los frutos de la parroquia, como también de los cerdos, corderos, lana, lino y manteca, percibía la tercera parte de los de centeno, trigo y cebada el cura párroco y de las demás especies lo percibía íntegramente; el arcediano de Triacastela y canónigo la de la Iglesia de Lugo percibía las otras dos terceras partes del cereal. El mayordomo de la iglesia parroquial, en nombre de la fábrica de ella, percibía la primicia por entero y los vecinos que tenían una “yunta de labor”, pagaban medio ferrado de centeno al cabildo compostelano por razón del “boto” del “Apóstol Señor Santiago”.

Había por entonces 53 vecinos repartidos en las 53 casas habitables que componían los lugares del término; había otra casa más, que estaba arruinada. La entidad de población de Triacastela estaba repartida entre esta feligresía y la de San Breixo da Balsa; en la parte de San Breixo se encontraba el hospital da Madalena por lo que, al informar en mismo catastro sobre la parroquia de Santiago de Triacastela, se dice que no había dentro de sus términos hospital alguno. Tampoco existía por entonces ningún convento, aunque se registran dos clérigos, junto con dos sastres y cinco herreros; estos últimos ejercían también como labradores. Funcionaban dos tabernas temporales que dependían de los vecinos, por lo que no había taberneros y se celebraba una feria franca todos los meses del año. Existían dos batanes en el sitio da Casiña; uno estaba arruinado y el otro -que era de Antonio Pombo- trabajaba cinco meses al año. Además, en el río Oribio y en los sitios de Quejadoiro y del Arenal había cinco molinos harineros, que funcionaban seis meses al año con agua corriente.

En la relación de los beneficios parroquiales contenida en el libro titulado Razón Universal de todas las piezas eclesiásticas de este obispado de Lugo. Año 1755, que se guarda en el Archivo Diocesano, figura la iglesia de Santiago de Triacastela, con “San Breijo de Triacastela”, en el arciprestazgo del mismo nombre; era de “Su Majestad” y del arcediano de Triacastela.

En 1798 Eugenio Larruga dice de esta feligresía, en la jurisdicción de su mismo nombre, que era del condado de Lemos y que se gobernaba por alcalde ordinario. Hace, además, algunas puntualizaciones sobre la feria de la población diciendo que se hacía el día 28 de cada mes y que la empezaron los naturales en 1727.

En la Descripción Económica de Galicia de Lucas Labrada publicada en el año 1804, se dice que en toda la jurisdicción de Triacastela -que comprendía otras ocho feligresías además de la de Triacastela- había 49 telares con igual número de operarios, donde se tejían 1530 varas de lienzo y 2166 de estopa. Sobre la feria dice este autor que se comercializaba ganado vacuno y otros artículos de poca consideración.

En 1828 dice Sebastián Miñano que la feligresía de Santiago de Triacastela, capital de la jurisdicción de su nombre, tenía 86 vecinos y 435 habitantes. Comprendía las aldeas de “Pasantes, Queijadoiro y Ramil” y tenía por aneja la aldea de “San Verísimo”. Se producía centeno, patatas, yerba y algunas frutas. Había en el término de la parroquia un batán y varios molinos. Contribuía con 2.263 reales y 16 maravedís; derechos enajenados 210 reales y 6 maravedís.

En 1849 Pascual Madoz anota sobre esta feligresía que pertenecía a la diócesis de Lugo y al partido judicial de Becerreá, ayuntamiento de su nombre. La iglesia parroquial de Santiago era matriz de “San Verísimo de la Balsa” y “San Pedro de Ermo”: el curato era de entrada y patronato real y eclesiástico; había dos ermitas, la de San Mamede y la de “Nuestra Señora”. Por entonces el término reunía 69 casas repartidas en los lugares de Pasantes, “Queijadoiro”, Ramil y Triacastela, donde había 22 vecinos que pertenecían a esta parroquia de Santiago y otros 11 que correspondían a la susodicha parroquia de “San Verísimo”; había una casa de la que dice el autor, había sido convento de los extinguidos monjes de Samos en la que por entonces se reunía el ayuntamiento y estaba en ella la cárcel. El término reunía una población total de 68 vecinos y 340 almas. La industria era la agrícola, la elaboración de quesos, herraduras para las caballerías, telares y molinos. De los caminos de la parroquia tan solo indica Madoz que se dirigían a Santiago, Lugo y Monforte.

Amor Meilán nos dice en las primeras décadas del siglo XX que esta feligresía era de ascenso y tenía por anejo “San Verísimo de Triacastela”; correspondía a la diócesis de Lugo, arciprestazgo de Triacastela; comprendía por entonces los lugares de “Agrandal, Fillobal, Pasantes, Queijadoiro, Ramil, Vales” y la villa de Triacastela. Al referirse al ayuntamiento en su conjunto, comenta este autor que eran escasos los molinos harineros y que algunos de ellos solo trabajaban en las temporadas de abundantes aguas; durante todo el año solo funcionaban tres. Comenta, además, que nada quedaba en su época de la industria textil y de los 49 telares de los hablaba Lucas Labrada a comienzos del siglo XIX y añade que el movimiento migratorio era notorio, afirmando que se hallaban ausentes de esta parroquia, el 22 por ciento de sus habitantes.

Antón Torreiro nos dice que la regresión demográfica en Triacastela se prolongó en la segunda mitad del siglo XX hasta tal punto que en los años ochenta de esa centuria el término municipal había perdido más de la mitad de sus efectivos. Por entonces, señala Nicanor Rielo que había en la parroquia de Santiago de Triacastela 372 habitantes.

Fuentes y bibliografía

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