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La iglesia de Santa María da Corticela de Santiago de Compostela está situada a escasos metros de distancia al norte del sepulcro del Apóstol. Se construyó como iglesia monasterial alrededor del año 900. Fue reedificada a finales del siglo X, sufriendo posteriormente algunas intervenciones que transformaron sustancialmente su configuración arquitectónica. Hoy en día se encuentra integrada dentro del conjunto de la catedral compostelana. Siguiendo las voces que han estudiado al pequeño templo como la de Yzquierdo Perrín, afirma la probabilidad de que en la edificación de A Corticela se tuviese en cuenta el esquema de la basílica apostólica de estilo prerrománico asturiano erigida bajo el reinado de Alfonso III de Asturias. Reflexiona que ambos edificios se harían probablemente a un mismo tiempo y de no ser así, A Corticela sería inmediatamente posterior.
Su primitivo templo tendría una cabecera cuadrangular de amplias proporciones ocupada en su totalidad por el presbiterio y estaría precedida por una nave central de mayor anchura y altura, así como de otras dos naves laterales más estrechas y bajas, separadas por pilares de sección rectangular. Cada una de las naves tendría tres tramos, que en total sumarían unos trece metros de longitud. Mientras que la nave central se cubriría con techumbre de madera a doble vertiente, las laterales lo harían a una sola. La iluminación de la capilla se haría a través de las aspilleras abiertas en el muro testero de la cabecera, en las naves laterales y en el cuerpo alto de la nave central.
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| Exterior de la iglesia de Santa María de Corticela en el contexto inmediato de la catedral (izquierda) y alzado de la misma fachada, (José Antonio Franco Taboada, Santiago Tarrío Carrodeguas (dirs.), A arquitectura do Camiño de Santiago: descrición gráfica do Camiño Francés en Galicia, Santiago [de Compostela], Xunta de Galicia, A Coruña, Universidade da Coruña, D.L. 2000) (derecha). |
Destruida y levantada una nueva fábrica en su mismo solar, fue durante el episcopado de Juan Arias, entre 1238 y 1266, cuando se redujo uno de los tres tramos longitudinales iniciales, al mismo tiempo que se construyó la bóveda que cubre el cuerpo de la capilla mayor y la ventana que se abre en su muro testero. La portada oeste es obra de los seguidores del maestro Mateo datada a mediados del siglo XIII. Está precedida por una escalinata que salva el desnivel existente entre A Corticela y la antigua capilla de San Nicolao, por la que hoy se accede desde el crucero de la catedral románica.
El arco con que remata el vano de la puerta es de medio punto con doble arquivolta que se apoya sobre un par de columnas acodilladas a cada lado. Las columnas son de fustes lisos que se sustentan sobre basas de tradición ática con escaso desenvolvimiento de las molduras. Sus capiteles son de hojas de acanto vueltas hacia el frente bajo cimacios decorados con un tallo ondulante con hojas y frutos. Las arquivoltas están molduradas y generan escocias amplias sobre las que se labraron hojas radiales de extremos enrollados y puntos trepanados. Las arquivoltas enmarcan el tema de la Epifanía representado en el tímpano, las figuras de María con el Niño, San José y el primero de los tres Reyes Magos. Están talladas en piezas independientes que se encajaron en el tímpano ocupándolo por completo según la técnica empleada en el propio Pórtico da Gloria. Los otros dos magos y sus caballos se colocaron en el arranque izquierdo de los arcos, disposición única, cuyo posible modelo fue el trascoro que el taller del maestro Mateo realizó en la nave de la catedral.
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| Portada oeste de acceso a la iglesia (izquierda) e interior de la nave central de la iglesia (derecha). |
En el interior, la iglesia se divide en tres naves, siendo la central de mayor anchura y altura que las laterales. Estas se dividen mediante arcos formeros de medio punto que descargan sobre capiteles moldurados que reciben un fuste de sección circular sobre alta basa. En la parte superior de las arcadas se abren vanos para la iluminación interior de las naves, a lo que también colabora el vano horadado en el muro del testero, este en forma de arco de medio punto sobre impostas que se apoyan en sendas columnillas con capiteles decorados con motivos vegetales. El arco de la ventana está orlado por una moldura que se adorna con un motivo ajedrezado. La nave central está cubierta por una bóveda pétrea de cañón formada a partir de dos arcos fajones apoyados sobre impostas empotradas en los muros laterales con capiteles decorados con elementos vegetales.
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| Planta de la iglesia. (José Antonio Franco Taboada, Santiago Tarrío Carrodeguas (dirs.), A arquitectura do Camiño de Santiago: descrición gráfica do Camiño Francés en Galicia, Santiago [de Compostela], Xunta de Galicia, A Coruña, Universidade da Coruña, D.L. 2000). |
En el interior se ubican diversos enterramientos, siendo el más antiguo el sarcófago con cubierta de estola hallado durante los trabajos de restauración y excavaciones del año 1966. En el muro sur se encuentra el sepulcro del cardenal Gonzalo Eáns fallecido en 1342; su figura yacente viste de pontifical y con las manos sujeta un libro sobre el pecho. Cerca se colocó el yacente femenino encontrado en 1966 que se consideró de finales del siglo XV.
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| Sección longitudinal de la iglesia. (José Antonio Franco Taboada, Santiago Tarrío Carrodeguas (dirs.), A arquitectura do Camiño de Santiago: descrición gráfica do Camiño Francés en Galicia, Santiago [de Compostela], Xunta de Galicia, A Coruña, Universidade da Coruña, D.L. 2000). |
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| Muro sur de la iglesia con acceso a la iglesia (izquierda) y arcosolio (derecha). |
En el muro norte existen dos arcosolios que actualmente acogen sendas imágenes de Cristo. Una de ellas, fechable en el siglo XVI, está labrada en piedra policromada y lo representa durante la oración en el huerto. La segunda es un cristo yacente aproximadamente del año 1700.
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| Arcosolios en el muro norte de la iglesia. |
Preside la capilla mayor una imagen de la Virgen de la Consolación del siglo XVI. También cabe destacar la figura del Niño Jesús de origen alemán que se encuentra presidiendo la capilla de la cabecera de la nave sur, es obra del siglo XVIII que perteneció al gremio de tejedores. La capilla de la cabecera de la nave septentrional es la de la confesión sacramental. A los pies de esta misma nave se encuentra una pila bautismal de granito del siglo XVI.
El tesoro da Corticela reúne varios objetos litúrgicos realizados en plata, entre ellos se encuentran dos cálices, el más antiguo de mediados del siglo XVIII y, el otro, obra madrileña del XIX con punzón de García. De finales del siglo XVIII datan la cruz parroquial y el incensario que es obra de los orfebres compostelanos Pecul y Torreira.
A Corticela tenía otras dos puertas laterales que permitían atravesar la iglesia y pasar directamente al sepulcro apostólico. La puerta del lado norte daba a la vía Francígena y, aunque actualmente está tapiada entre los sillares que conforman el paramento exterior la iglesia, es posible distinguir su dintel apoyado sobre sencillas ménsulas. Por dentro tiene arco apuntado. La puerta del lado sur comunicaba con lo que fue una antigua calleja y hoy es un patio medianero al que también da la puerta da Santa Fe que se abre en la girola de la catedral. Esta puerta del lado sur tiene arco de medio punto con triple arquivolta de gruesos boceles que se apoya sobre impostas molduradas; la arquivolta enmarca un tímpano liso apoyado sobre ménsulas. Flanquean la puerta dos columnas acodadas que tienen capiteles ornados de hojas.Historia
La iglesia da Corticela fue levantada hacia el año 900 por el obispo Sisnando I. Este obispo estableció un total de tres comunidades eclesiásticas diferentes dedicadas al culto jacobeo, entre ellas la que presidía el abad Ranualdo a la que instaló en el lugar llamado de Corticella junto al sepulcro apostólico. Para esta comunidad monástica, colocada bajo el patrocinio de san Esteban, Sisnando construyó la iglesia de Santa María con otros tres altares dedicados a san Esteban, san Silvestre y santa Columba. En la intención del obispo estaba, además, ofrecer lugares de retiro a los eclesiásticos que por su edad no podían seguir desempeñando sus funciones, al grupo de más categoría les señaló Antealtares, a los de segundo grado A Corticela y a los clérigos menores Lobios.
Estas comunidades se financiaron con recursos de la propia iglesia compostelana. Así el mismo Sisnando asignó a Santa María da Corticela la renta llamada del “giro” que, en palabras de Yepes, eran los diezmos del pan, fruta y hortalizas que se cobraban en los alrededores de la ciudad, llevando los canónigos de la iglesia de Santiago las dos partes y una parte la iglesia da Corticela. Así mismo, le otorgó el obispo a esta última iglesia el diezmo íntegro del “pomerio” del palacio episcopal y un ramal del acueducto que abastecía de agua a la ciudad. Fuera de Compostela le cedió la mitad de la isla de Arousa con su iglesia y salinas y también las iglesias de Santa Olalla de Arealonga, de Alobre, de San Vicente do Grove, de San Xurxo de Vea y el monasterio de San Sebastián do Pico Sacro. En el mes de abril del año 912 Sisnando I confirmó al abad Guto todas estas posesiones y en junio de ese mismo año el rey Ordoño II de Asturias hizo lo propio, ampliando la donación realizada por el obispo.
El lugar da Corticela resultó ser insuficiente para acoger a los monjes de san Esteban al encontrarse constreñido entre el cerco amurallado que rodeaba el recinto del Locus Sancti Iacobi y las iglesias de Santiago y de San Salvador de Antealtares. Fue por esto que en el año 913 el propio Sisnando I reedificó para dicha comunidad la casa de Besulio, en el sitio de Pinario, situado extramuros donde levantó un pequeño oratorio dedicado a san Martín de Tours, aunque los monjes seguían estando incorporados al servicio del Apóstol en la iglesia de Santa María que con todo estaba muy cerca.
A finales del siglo X la dedicación a san Esteban se sustituyó por la de san Martín, autorizando el obispo Pedro de Mezonzo la construcción de una iglesia más amplia en el lugar de Pinario donde los monjes podrían celebrar de ordinario las horas y todos los oficios del culto y, aunque seguirían acudiendo a Santa María da Corticela en las grandes festividades, quedaron relevados de la obligación de asistir diariamente a los oficios en la iglesia de Santiago y en la de Santa María. Así pues, en torno al año mil terminó la directa intervención de la comunidad da Corticela en el culto apostólico, adoptando en consecuencia las características plenas de una congregación monástica que vendría a llamarse de San Martiño Pinario. Todo parece indicar que esta reforma no debió ser tan completa, cuando se mantuvo todavía una cierta relación de dependencia de San Martiño con respecto a la iglesia de Santiago.
Por entonces, concretamente en el año 997, Almanzor efectuó una razia que arrasó la ciudad de Compostela afectando a la iglesia de Santa María hasta el punto que se hizo necesaria su reconstrucción. Más tarde, al edificarse la catedral románica de Santiago, el obispo Diego Peláez pactó con los monjes de Antealtares la ocupación de una parte de su propiedad mediante una concordia alcanzada en el año 1077. Con los monjes de Pinario debió haber un acuerdo semejante que permitiese acortar en un tramo la longitud de las naves da Corticela, lo que posibilitaría ampliar la catedral y construir en ella la nueva capilla de San Nicolao tal como se pretendía.
A este respecto nos dice López Ferreiro que en el privilegio otorgado en el año 1115 por el obispo Diego Gelmírez al monasterio de San Martiño Pinario confirmando todas sus antiguas rentas y posesiones, entre las que se encontraba la iglesia de Santa María da Corticela, queda constancia de que su predecesor, el obispo Diego Peláez, se había incautado de dicha iglesia. No encuentra el referido autor otra razón para ello que no fuese la expropiación de los terrenos necesarios para ejecutar las obras de la catedral.
Fue el propio Gelmírez quien implantó un nuevo orden eclesiástico en el culto de la Iglesia de Santiago instituyendo definitivamente una comunidad catedralicia de clérigos seculares integrada por los canónigos del cuerpo capitular, que con el tiempo y de forma progresiva acabarían por relegar a los monjes en la custodia de los restos apostólicos. Dice Yepes que los monjes de Pinario “Con todo esso se quedaron con vn pie (como dizen) metidos dentro de la Yglesia Mayor, y el gouierno de aquella Yglesia [de Santa María] (que en los tiempos de adelante fue Parroquia) dependía de ellos”.
En A Corticela se refugiaron Gelmírez y la reina Urraca cuando fueron asediados por los burgueses de Compostela en el transcurso de una revuelta acaecida en el año 1117, tal como se narra en la Historia Compostelana.
En la misma época Santa María da Corticela aparece referenciada en el Códice Calixtino como la última de las diez iglesias que había en la ciudad de Santiago: “la décima, la de santa María Virgen, que está detrás de la de Santiago, y tiene un acceso a la misma catedral, entre el altar de San Nicolás y el de la Santa Cruz”. El acceso desde A Corticela a la cabecera de iglesia de Santiago se efectuaba cruzando la pequeña calle que había entre medias. También se podía salir por la puerta meridional da Corticela entrando en la catedral por otro pórtico que se abría entre las capillas absidiales de San Xoán y da Santa Fe, siendo el segundo de los siete pórticos pequeños de la catedral que se nombran en el mismo códice; el primero era el de Santa María y el segundo de la Vía Sacra, llamado así por ser la entrada de los peregrinos antes de que se terminasen las obras de la Puerta Francígena o Porta do Paraíso en el crucero norte.
A mediados del siglo XIII se hizo una nueva reforma en A Corticela que supuso mayormente el añadido de las dos capillas de las cabeceras de las naves laterales que tienen proporciones desiguales. Aun así, se mantuvo una parte significativa de la antigua planta y de los alzados, conservándose todavía hoy la concepción prerrománica original del edificio.
En esos momentos centrales del siglo XIII, en el Tumbillo de Concordias Privilegios y Constitituciones de la catedral compostelana, se dice que al cardenal mayor de la iglesia de Santiago le correspondía la titularidad de Santa María da Corticela que era administrada por medio de un capellán auxiliar. A Corticela era entonces la parroquia de los peregrinos extranjeros, a quienes el propio cardenal dispensaba los sacramentos siendo su penitenciario y confesor. A esta iglesia le correspondían los legados testamentarios y las vestiduras de los feligreses que, siendo de fuera, morían durante su estancia en la ciudad.
Con todo, los monjes de San Martiño Pinario continuaban teniendo parte en la iglesia da Corticela. Nos dice Bernardo Foyo que el monasterio de San Martiño sostuvo un largo pleito oponiéndose a la pretensión del cabildo catedralicio de asignar dicha iglesia a la dignidad del cardenal mayor, lo que perjudicaba sus intereses. La disputa alcanzó su apogeo en tiempos del arzobispo Lope de Mendoza (1399-1445) y aunque al parecer los monjes ganaron el litigio en Roma, a la larga fueron desposeídos sin saber el modo y la razón. Cuando menos, los de San Martiño lograron conservar ciertas prerrogativas y así percibieron hasta el año 1494 las ofrendas de pan, vino, pescado y cera que se daban en esta iglesia. Finalmente, todos los derechos de la comunidad de San Martiño en A Corticela cesaron en el año 1527 después de que el cardenal mayor tomase definitivamente posesión de ella.
A comienzos de la siguiente centuria el visitador Jerónimo del Hoyo dejó constancia de que los frutos de “Nuestra Señora de la Corticela” los llevaba el párroco y que las susodichas ofrendas de los difuntos de pan, vino y cera, se partían con el cardenal mayor. Dice, además, que la iglesia estaba inclusa en la iglesia “Mayor del Apóstol Santiago” y que su parroquia tenía cincuenta feligreses, todos extranjeros “porque todos quantos vienen a esta ciudad han de ser feligreses de esta dicha parroquia”. Por entonces A Corticela acogía también las cofradías del Santísimo Sacramento, la de San Esteban, que era la del gremio de los azabacheros y la de Nuestra Señora de la Encarnación y Niño Jesús, que era la de los tejedores. Las otras parroquias que estaban inclusas en la iglesia mayor venían a bautizar en A Corticela pagando por cada uno de los bautizados cuatro cuartos.
Las últimas obras que configuraron la apariencia actual da Corticela se efectuaron en el año 1711, cuando se derribó el testero de la capilla de San Nicolao para dar paso al corredor con la escalinata por la que actualmente se accede a la puerta principal de iglesia, de modo que quedó cortada la antigua calleja que la separaba de la catedral.
A mediados de esta última centuria se dice en el Catastro de Ensenada que la parroquia da Corticela “no tiene fijo y señalado territorio, pues su Párroco sólo administra y percive los derechos parrochiales que obcurren de las personas de naciones estrangeras, transeúntes o que tienen su domicilio en esta Ciudad”.
En el siglo XIX señalaba Zepedano que fueron vascos e italianos los que mayormente se domiciliaron en Compostela y que A Corticela venía siendo la parroquia para los vascongados y extranjeros, cuando menos, desde la segunda mitad del siglo XV.
Fue también iglesia castrense y es todavía hoy parroquia de los forasteros establecidos en la ciudad. Su templo fue restaurado por última vez en los años sesenta del siglo XX bajo la dirección del arquitecto Pons Sorolla. Previamente se realizaron en su interior excavaciones arqueológicas que pusieron al descubierto la necrópolis alto medieval y algunos de los basamentos que sustentaban las arquerías de la fábrica prerrománica.
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