Feligresía del Camino Francés en el municipio do Pino, provincia da Coruña. Está situada entre las parroquias de San Vicenzo do Pino, al noreste y San Miguel de Pereira, al suroeste. Consta de diez entidades de población, cinco de ellas son jacobeas: O Burgo, O Pedrouzo, A Rúa, Santo Antón y Santa Irene; entre tanto las entidades que no son atravesadas por el camino son: Astrar, A Igrexa, Pazos, Samil y Vilaboa. El templo parroquial está emplazado en el lugar da Igrexa, a unos 350 metros al sur del nuevo casco urbano do Pedrouzo.
Su término es de gran extensión, está atravesado por varios arroyos y por el río Brandelos, afluente del río Ulla. Tenía 1.275 habitantes en 2019. En ese año predominaba con nitidez la población empleada en los servicios. La proximidad a la ciudad de Santiago hace que en los últimos años se experimente una tendencia demográfica al alza.
La Feira do Galo y la Mostra Cabalar se celebran el primer domingo de agosto. El 29 de junio se celebra la romería de san Pedro bajo el robledal de la ermita de Santa Irene. Los días 10, 11 y 12 de diciembre son las fiestas patronales. También tiene gran relevancia el día del Corpus Christi.
A mediados del siglo XIII, concretamente en los años 1241 y 1243, tenemos constancia de que el monasterio compostelano de San Martiño Pinario recibió en donación los quiñones que poseían diversos particulares en la iglesia de santa Eolalie de Arca, con sus pertenencias y derechos.
Igualmente, en el archivo de este mismo monasterio, así como en el Archivo Histórico Universitario y también en el Archivo Histórico Diocesano de Santiago, encontramos diversas noticias de la feligresía de Santaia de Arca en los siglos XIV y XV; se refieren casi todas ellas, a la venta de propiedades comprendidas dentro de sus términos. Destacaríamos entre la documentación una escritura del año 1445, donde consta que el abad y los monjes de San Martiño Pinario aforaron a Gómez González de Domés -clérigo rector de San Cristovo de Merín- la ermita de Santa Cristina, que estaba cerca del “burgo y dos casas” (actualmente lugar da Rúa), en la feligresía de Santaia de Arca, con las heredades que pertenecían a esa ermita; en una escritura anterior, fechada en el año 1303, se menciona la misma ermita.
Al final de la Edad Media los arzobispos de Santiago tenían en el coto de Bama ciertas rentas, servicios y fueros. El coto comprendía cuatro feligresías: la de Santaia de Arca, la de San Vicenzo de Bama, la de Santa María de Castrofeito y la de San Miguel de Pereira.
A comienzos del siglo XVII, nos dice el visitador Jerónimo del Hoyo que la parroquia pertenecía al arciprestazgo de Bama y tenía por anexo la de San Vicenzo do Pino. Tenía sesenta y cuatro feligreses y sus frutos se repartían en cuatro partes: dos y un diezmero de la cura, una del doctor Fernández visitador que fue del arzobispo de Santiago y una el bachiller Rincón mayorazgo de los hijos del conde de Altamira. La feligresía era de presentación eclesiástica ordinaria y añade el mismo visitador: “Hay una hermita de Nuestra Señora que hay en ella con una casa de hospital con dos camas y ropa de mantas que de limosna dio el previsor licenciado Landeras; tiene de renta ciertas partes de casas en la villa. Hay otra hermita y un milladero de San Antón; está decente; no tiene renta”.
En el Catastro de Ensenada del año 1753 se dice que esta feligresía era una de las que componían la jurisdicción de Bendaña y era dominio del arzobispo de Santiago, que ponía en ella juez y escribano de número. Cobraba el arzobispo la luctuosa de cada cabo de casa que moría; los de más caudal pagaban 22 reales y los que menos 11 y en cada año importaba en total 80 reales. De los diezmos y primicias de los frutos que se producían en esta feligresía llevaba la mitad el cura párroco con un diezmero, que en total le importaban al año 1.500 reales, a lo que sumaba 80 ferrados de centeno, 20 de trigo y 60 docenas de huevos por las oblatas. Otra cuarta parte de los diezmos y primicias la percibía como beneficiario simple Juan Monrreal, vecino de la ciudad de Salamanca, lo que eran 700 reales de vellón al año; la cuarta parte restante la percibía igualmente como beneficiario simple Antonio Salgado, residente en Roma, lo que eran otros 700 reales anuales. Así mismo de algunas tierras del lugar de “Canabas” llevaba la mitad de los granos el arcediano de Cornado y la otra mitad el convento de Santa Clara de la ciudad de Santiago, correspondiéndole por ello 300 reales al primero y 150 reales al convento. Por el voto al apóstol Santiago pagaban los vecinos 24 ferrados de centeno.
Se censaban por entonces 134 vecinos; entre los que desempeñaban algún oficio se registraban 1 maestro de niños, 1 tabernero y estanquillero, otras 2 taberneras, 1 abastecedor de vinos, 3 arrieros, 2 curtidores, 1 tejedor, 2 sastres, 2 zapateros y 2 carpinteros. Había 8 pobres de solemnidad y se contaban dos clérigos, uno de ellos el propio párroco, habiendo además de la iglesia parroquial las ermitas de “Santa Elena, Santa Lucía y San Antonio Abad”. Las casas habitables eran 130 y había otras 10 más arruinadas. Se dice en el mismo catastro que no había en esta parroquia hospital alguno. Existían sin embargo tres tabernas y 8 molinos harineros hidráulicos de una rueda en los arroyos de Vilaboa, do Porto Feal, das Cabras y do Burgo, funcionando algunos todo el año y otros tan solo unos meses.
En 1826 Sebastián Miñano anotó en su Diccionario que la parroquia de Arca, en la provincia y arzobispado de Santiago, era de la jurisdicción de Bendaña. Se contaban en ella 35 vecinos y 166 habitantes. Había industria de telares de lienzos y paños ordinarios de burel. Contribuía con 1.375 reales.
En 1845 Pascual Madoz nos dice de esta feligresía que era matriz de la de San Vicenzo do Pino; el curato era de patronato lego que ejercía la “casa de Peña” de la ciudad de Santiago. Además de la iglesia parroquial, que se ubicaba en el lugar de Santaia, había tres ermitas de las que dice que solo era relevante la de Santa Irene. El término estaba atravesado por la vereda real de Santiago a Lugo en donde se encontraban algunos puentes de losas. Por entonces la población era de 115 vecinos y 560 almas. Se producía maíz, mijo menudo, habas, centeno, trigo, patatas, lino y algunas castañas, además de criarse ganado, especialmente vacuno; había molinos harineros.
En el itinerario militar de Lugo a Santiago del año 1866 se dice de esta parroquia que tenía un total de 142 vecinos, habiendo en la aldea llamada de “La Iglesia” 33 edificios.
Carré Aldao nos dice en los años treinta del siglo XX, que Santaia de Arca era matriz de San Vicenzo do Pino y de patronato laico. Por entonces tenía 877 habitantes de hecho y 953 de derecho y había 205 edificios, 36 de un piso y 160 de dos. El mayor núcleo era el de la Iglesia con 195 vecinos. Se contaban fondas, garajes y otros elementos.
En la década de los setenta de esta última centuria figura en la Gran Enciclopedia Gallega que había en esta parroquia 786 habitantes; en el término se encontraban las minas de hierro, cobre y estaño del monte Picón.
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