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Entidad de población del Camino Francés, que es capital municipal y comarcal. Comprende las parroquias de Santiago y Santa María de Arzúa, municipio de Arzúa, provincia da Coruña. Está situada entre los lugares de Ribadiso, al este y Raído, al oeste. Su altitud oscila entre 360 y 400 metros. Tenía 2.781 habitantes en el año 2019.

El emplazamiento del casco urbano aprovecha la solana de una pequeña elevación. Su estructura es compacta y lineal a través de las vías de comunicación, ya que la villa de Arzúa se ubica en la confluencia de dos importantes itinerarios jacobeos. Uno de ellos es el Camino Francés y el otro es el llamado Camino del Norte, que viene desde Asturias pasando por Ribadeo, Mondoñedo y Vilalba. En dirección norte se podía ir también desde aquí a Betanzos y A Coruña y en dirección sur a Lalín en la provincia de Pontevedra y al Ribeiro en la de Ourense.

Hórreo en la población de Arzúa.

En la Edad Media, Arzúa debió ser un típico poblado de vereda, reducido a unas cuantas casas alineadas y extendidas sobre ambas las márgenes del Camino Francés, en torno al punto en que hoy están la iglesia parroquial de Santiago y la capilla da Madalena. Fue villa amurallada y aunque hoy no quedan restos visibles de sus defensas, es de suponer que a la entrada y salida del Camino se ubicarían las dos puertas principales de la villa.

Actualmente la calle que sigue el trazado del camino jacobeo se conoce en su mitad este con el nombre de rúa da Cima do Lugar, mientras que la parte del oeste lleva el nombre de rúa do Carme. Aquí destacan varias casas antiguas que nos dan una idea de cómo pudo ser primitivamente toda la calle. Estas casas tienen planta baja y un solo piso alto, con suelos de tablazón. Exteriormente los mampuestos de los muros están enlucidos. Las cubiertas son de teja. Los altos se prologan en soportales corridos, sostenidos por vigas de madera que, a su vez, se apoyan en columnas de piedra sin apenas desbastar. Perpendicularmente al eje principal del Camino se extienden pequeñas callejas y callejones en los que pueden verse algunas viviendas construidas al modo tradicional con muros de lajas de esquisto de procedencia local, carpinterías de madera y cubiertas de teja.

Rúa do Carmen en Arzúa.

En el frente de una de las casas de la rúa do Carmen se puede ver una pieza de granito, que a un lado tiene tallado en bajo-relieve el cáliz con la sagrada forma que representa el Santísimo Sacramento y junto él aparece una inscripción de la que Atanasio López hace la siguiente lectura: “esta casa del Sacramento la p.º edifico Bernardo Rodríguez”; el mismo autor dice que en este punto se hacía un alto en la procesión del Sacramento, mientras se cantaba un motete y añade que por sus caracteres, la inscripción puede ser de finales del siglo XVI.

Hoy en día, antes de abordar la rúa da Cima do Lugar por su extremo este, se encuentra un monumento al peregrino y saliendo por el extremo contrario de la Rúa do Carmen estaba la desaparecida fuente dos Franceses, que se llamaba así en clara alusión a los peregrinos extranjeros.

La iglesia parroquial de Santiago se encuentra entre el Camino Francés y la plaza situada en el centro de la villa, donde originariamente se establecía el mercado. En época reciente se construyó en esta plaza una fuente y un monumento dedicado a las queseras de la comarca.

Monumento a las queseras en Arzúa.

Tiene, además, Arzúa otros edificios destinados a vivienda y comercios construidos ya en el siglo XX que ofrecen especial interés; entre ellos destaca la casa de la rúa Ramón Franco nº 1 (situada detrás del consistorio), con un mirador y sendas balconadas de estilo modernista. Otro edificio singular es el de la Farmacia Saavedra situado un poco más adelante en la misma calle, está construido también en estilo modernista con influencias de la escuela vienesa.Frente a la iglesia de Santiago y en una esquina de la misma plaza, se encuentra la Casa Consistorial construida en la segunda mitad del siglo XIX. Tanto el consistorio como las escuelas públicas, que se hicieron por los mismos años, son edificios de estilo clasicista que se levantaron con las piedras traídas del monasterio de Sobrado dos Monxes. Otros edificios notables de esa misma época son el del juzgado y el de la antigua cárcel que sufrió reformas a finales del siglo XIX.

 

Edificio de la Farmacia Saavedra en Arzúa.

La expansión urbanística que experimentó Arzúa en los siglos XIX y XX la llevó a crecer siguiendo los ejes de los principales caminos que se cruzan en la villa, especialmente en dirección norte (entre el Camino de Santiago y la carretera de Boimorto) hasta llegar a integrar en su núcleo urbano el caserío y la iglesia parroquial de Santa María de Arzúa, cuyo actual edificio es construcción de los siglos XVI y XVII que en la actualidad aparece totalmente reformado.

A pocos metros de distancia de la iglesia de Santa María en dirección oeste, se encuentra la capilla de San Salvador y junto a ella un crucero. A mediados del siglo XIX Madoz nos dice que extramuros de villa de Arzúa, en la aldea de San Salvador, había una ermita en la que se hacía la romería el día del santo. Actualmente la capilla está rehabilitada y mantiene el culto celebrándose el último domingo de agosto el día del santo patrón.

En lo más alto de la población está el nuevo recinto ferial, construido sobre la antigua Horta de Barreiro, que desde el siglo XVIII era el lugar donde se celebraban las ferias el día 8 de cada mes.

A las afueras de Arzúa, saliendo hacia Santiago, se localiza en el lugar das Barrosas la capilla de San Lázaro, que probablemente sea reminiscencia de una antigua malatería.

Historia

La población de Arzúa se desarrolló en torno a una encrucijada de caminos. Nos dice Ferreira Priegue que al final de la Edad Media era una parada habitual de mercaderes y arrieros, bien provista de tabernas, tal como se puede ver por una denuncia hecha en Ourense contra unos hombres que “foran en tomar aos mercadores e taverneiros d’Arçua e duas Casas viinte e hun rocis d’albardas con seus aparellos”.

A comienzos del siglo XII Arzúa aparece reseñada por primera vez como población viaria en el Códice Calixtino, donde figura con el nombre de Uillanoua entre las principales villas del Camino Francés; estaba emplazada entre Castaniolla y Ferreras. En el mismo códice se sitúa en la villa de Arzúa un suceso milagroso y ejemplarizante, con el que se pretendía mostrar la forma en que debían ser tratados los que por motivos piadosos viajaban a Santiago. Se cuenta en el códice cómo un peregrino le pidió limosna a una mujer que estaba cociendo pan bajo las brasas. La mujer contestó que no tenía nada para darle y el peregrino le deseó entonces que el pan se le convirtiese en piedra y así ocurrió una vez que se hubo ido; arrepentida, la mujer fue a buscarlo, pero no pudo encontrarlo.

Desde entonces, Arzúa aparece con frecuencia relacionada en las distintas guías y relatos de viajes que a través de los siglos han tratado sobre la peregrinación a Compostela. Arnold von Harff la denomina Ursowe en el relato de los viajes que realizó entre los años 1496 y 1499. En 1538 viajó a Compostela el italiano Bartolomeo Fontana; aunque a la ida y a la vuelta sigue rutas distintas a la del Camino Francés, recoge este itinerario como el más directo y apunta que entre Compostela y Arzúa había seis leguas. Domenico Laffi fue un clérigo boloñés que estuvo tres veces en Compostela; en la publicación de su segundo viaje realizado en 1670 cita: “Villanova”, entre “Mellid y Villa Roza”. Pocos años después, en el itinerario de la cofradía de peregrinos de Senlis del año 1690, Arzúa aparece como Arze touse ou Ville neuve y en el relato de su peregrinación a Santiago de Compostela en 1726, Manier anota que después del puente de Rivedieu [puente de Ribadiso] está la ciudad de Ardhes [Arzúa]. Citaremos, por último, el itinerario de Nicola Albani publicado en 1743, que incluye las etapas Da Melid a Asqua [Arzúa] y Da Asqua ad Amea [Amenal], expresando las distancias en millas.

En la Baja Edad Media Arzúa fue señorío perteneciente a la Iglesia Compostelana. Tanto aquí como en los otros núcleos urbanos del territorio de Santiago ubicados sobre los caminos jacobeos, debieron instalarse muchos extranjeros, a juzgar por los estatutos que el obispo Gelmírez estableció y ratificó en 1113, para proteger a los pobres “en todo el señorío de Santiago, con la excepción de Compostela y de todos los burgos donde los extranjeros y otros muchos que allí confluyen de ningún modo podrían observar los estatutos”; con respecto a los mercaderes, romeros y peregrinos, estas normas jurídicas establecían que no se les podía embargar y quien actuara en contra sería excomulgado, debiendo pagar el doble de lo que hubiese tomado más sesenta sueldos al dueño del señorío.

Las instituciones monásticas también estuvieron presentes en esta población y así en un documento fechado en el año 1176 (según Ferreira Priegue) o en 1206 (según Pallares Méndez) consta que la comunidad cisterciense del monasterio de Sobrado adquirió la mitad de una “plaza” que estaba situada sobre una vereda en el burgo de Arzúa, entre dos casas de personas particulares; Pallares Méndez añade que ese monasterio compró además una casa en el mismo burgo. A partir de esa fecha y hasta mediados del siglo XIV, son varios los documentos que testimonian el incremento de los bienes que Sobrado fue adquiriendo en Arzúa, bien por compra, bien por donaciones recibidas. En uno de esos documentos, fechado en el año 1195, figura entre los confirmantes “Sebastián Pérez, clérigo de la iglesia de San Salvador que el monasterio de Sobrado tenía en Arzúa”.

También los agustinos del monasterio de San Xoán de Caaveiro tuvieron heredades en Arzúa; en el documento de la venta de dichas heredades que hizo Mayor Martínez a Caaveiro en diciembre del año 1259, firmaron como testigos el juez y el escribano de la villa y los presbíteros de las iglesias Santa María y de Santiago de Arzúa.

En el llamado Tumbo Vermello de don Lope de Mendoza (1399-1445), se dice que los arzobispos compostelanos Berenguel de Landoira (1317-1330) y Pedro Manuel V (1344-1351) habían concedido al concejo de Arzúa la mitad del portazgo que la Iglesia de Santiago cobraba por entrar en la población, para que se pudiese hacer la cerca amurallada de la villa; este privilegio tenía una vigencia de once años y habiendo vencido el plazo con largueza, el concejo seguía haciendo uso de él sin que les fuera confirmado.

En el mismo tumbo se detallan los otros derechos que el prelado compostelano tenía en esta población, tanto en lo espiritual como en lo temporal. Por lo que respecta a lo primero, el arzobispo era patrón de la iglesia de Santiago de Arzúa, teniendo derecho de presentación del candidato al curato de almas, por lo que percibía cada año diez sueldos de León y la colación. En lo temporal, el concejo debía presentar al arzobispo dos listados y éste, elegía a su vicario y a dos alguaciles; así mismo debía hacer juez y notario en la villa de Arzúa. Dicha villa le pagaba al arzobispo  por el día de san Miguel dieciocho libras anuales y a mayores, cuatro veces al año, cobraba un dinero de cada casa. Cobraba también la mitad de lo recaudado por la aplicación de las penas civiles y criminales (la otra mitad la cobraba el concejo), junto con la parte correspondiente a las tasas establecidas sobre las fianzas y la mitad de las posturas que grababan la venta de comestibles. Por “serviçio de yda e tornada”, cuando el arzobispo pasaba por este lugar yendo o viniendo de Castilla, de Roma o de la casa del Rey, el concejo debía darle a él y a sus vicarios un odre de vino, sesenta panes de dos dineros y un pernil de vaca. Además, el prelado poseía en distintos lugares del entorno de la villa, tierras, casares y heredades por las que tenía derecho al cobro de rentas y esquilmos. A juzgar por lo dicho en el propio tumbo, no se debía llevar habida cuenta de todo ello, ya que al parecer los beneficios correspondientes no llegaban a la mesa arzobispal, sin que se supiera el porqué, ni cuales, eran las personas que ocupaban y embargaban estos derechos y en razón de qué título.

En el año 1329 encontramos por primera vez noticias referentes a la existencia de un monasterio afincado en Arzúa. En ese año Mayor Martín vendió a Domingo Yáñez, representante del abad de Santa María de Sobrado, una octava parte de un solar que tenía conjuntamente con el monasterio de Arzúa; este monasterio tenía siete octavas partes del mismo solar.

López Ferreiro dice que fue el antedicho arzobispo Pedro Manuel V quien otorgó licencia a los agustinos de Santa María Madalena de Sarria para edificar otro monasterio de la misma advocación en la villa de Arzúa, con la obligación de socorrer y dar albergue a los peregrinos que iban a Santiago; añade el mismo autor que la diócesis compostelana pagó a la lucense este beneficio, enviando a Lugo una colonia de monjas de Belvís que fundaron en dicha ciudad el convento de Santa María a Nova.

Del antiguo conjunto monástico de Arzúa, que incluía un hospital para peregrinos, tan solo resta el edificio de la capilla da Madalena, que fue reedificada en el XVI en estilo gótico ojival. En su interior se conserva el sepulcro de Alonso Muñiz, sito en un arcosolio abierto en el muro norte de la nave. El sepulcro tiene en su frente un escudo y un epígrafe con el nombre de dicho caballero, que fue escudero y señor del Pazo de Brates, quien por escritura otorgada el 5 de enero de 1557 fundó la capilla nueva de San Antonio, estableciendo su patronazgo y dejando para arreglo y mantenimiento de dicha capilla, entre otros bienes, la casa-torre de los Azulejos que él tenía en Arzúa. Frente al sepulcro de Alonso Muñiz se encuentra el de Iván Goiráldez y del escudero Bartolomé Goiráldez -hijo suyo y de Catalina Gómez, su mujer- que fueron señores de la casa de Magulán.

En el apeo realizado en el año 1572, donde se relacionan los bienes que Alonso Muñiz llevaba y poseía en Arzúa, consta que había vivido en una de las casas que le tenía aforada el monasterio de Sobrado en la villa de Arzúa; esa casa era “la torre que el dicho Alonso Muñiz vivía y en que vive al presente Fernán Díaz de Pedrosa su yerno y estaba a longo del monasterio de la villa quando pasan para la puente de Ribadiso a la mano derecha” y estaba junto a otra casa pegada a la capilla del monasterio de Santa María Madalena, “las cuales dos casas por la delantera entre ambas salen a la calle y camino público de la villa” y por la parte trasera llevaban ejidos en tenencia. Alonso Muñiz tenía en la villa de Arzúa al menos otras siete casas de su propiedad que aforó al monasterio de Sobrado en 1533, además de otros formales, cortinas, tierras de labradío y heredades que se concentraban en el entorno de la propia villa y también en el término parroquial de San Pedro de Lema.

Se dice en el mismo apeo que el Camino Francés cruzaba de parte a parte la villa: “camino francés que pasa a ambas partes de la villa donde ambas partes al presente están los formales de casas despobladas”. Algunas de las casas edificadas “por la delantera topan en la calle y Camino francés de la villa y por la trasera topan en la cerca y muro de la villa”. Del mismo apeo se desprende también que el llamado “fondo da vila de Arzua” constituía la parte de la población situada en el lado por donde se “sale de la villa de Arzua para la ciudad de Santiago y por donde igualmente se iba a “la fuente de la dicha villa” que quedaba a la mano izquierda de esa salida, es decir, en el mismo lugar donde estuvo la desaparecida fuente llamada de los Franceses. En el año 1599 nos consta que la torre de Arzúa fue aforada por el abad de Sobrado a Alfonso Melgarexo Mosqueira y a su mujer María de Pedrosa.

Refiriéndose al conjunto de la villa y también al monasterio y hospital de Arzúa, dice el visitador del arzobispado Jerónimo del Hoyo a comienzos del siglo XVII: “La villa de Arzúa, Bendaña y Dos Casas es todo un jusgado. Tiene ochocientos vasallos; y en la dicha villa hay feria todos los primeros del mes. Vale dos mill reales; y más adelante añade: “Esta felegresía tiene diez y ocho feligreses […]. Hay un monasterio de la Magdalena ordinis San Agustín, hay solo tres frailes; tiene veinte cargas de pan de renta y veinte y siete ducados en dinero; cave desta un hospital questá a cargo del monasterio y hay çinco camas para los peregrinos y chiminea”. El mismo visitador dice que el hospital que estaba en la villa de San Mamede de Ferreiros, igualmente enclavado sobre el trazado del Camino Francés -entre la propia población de Arzúa y Santiago-, se encontraba también “a cargo del prior y monasterio de la Magdalena de Arçua”.

Poco después los agustinos de Arzúa se trasladaron a la ciudad de Santiago, estableciendo allí un nuevo convento situado en A Virxe da Cerca, cuya ermita les fue donada en 1617. Con su marcha el monasterio arzuano se fue sumiendo en la ruina a pesar de que se mantuvo ocupado por sucesivos vicarios; su capilla permaneció abierta al culto bajo la jurisdicción de la comunidad agustina compostelana.

Así, en el Catastro del Marqués de la Ensenada consta que en 1752 la villa de Arzúa tenía un convento de religiosos llamado de los Magdalenos, que estaba incorporado con sus rentas al monasterio de Santo Agostiño de la ciudad de Santiago. Por entonces, había en la villa una iglesia parroquial y dos ermitas: la de San Lázaro y la de San Salvador, sin renta. Del conjunto de la población se dice que era señorío del arzobispo de Santiago al que los vecinos pagaban veinticuatro reales y medio de vellón anuales. Estaban censados en esta villa y en su extensión 80 vecinos entre los que había carpinteros, zapateros, sastres, plateros y herreros. Se contaban 71 casas, la mayor parte terreras -es decir de un solo piso-, sin que ninguna estuviese arruinada. Funcionaba una taberna y también una carnicería de poca consideración y había, además, una casa que llamaban del hospital en la que se recogían algunos peregrinos, no tenía cama ni otra cosa; la habitaba el “cortador” y no había otro hospitalero. Se alude, en el mismo catastro, a la feria de la villa que se celebraba el día 8 de cada mes y pertenecía a “Su Majestad”.

De la feria de Arzúa dice Eugenio Larruga en 1798, que era “por costumbre” y en ella se compraban y vendían bueyes, vacas, caballerías, telas de lienzo y estopa, paños y otros géneros de menudencia.

La siguiente centuria constituyó un período convulso en la historia de Arzúa, ya que la villa fue testigo de las luchas fratricidas entre constitucionalistas y absolutistas y también entre carlistas e isabelinos. Por entonces aparecieron en la comarca algunas partidas que acabaron por ser aniquiladas; entre los cabecillas, uno de los más nombrados era fray Saturnino Viñas conocido como “el Capador”, sobrenombre que le venía de las mutilaciones que al parecer practicó entre los liberales.

Por lo que respecta a la vida cotidiana, nos encontramos con que, en la Descripción Económica de Galicia de Lucas Labrada publicada en el año 1804, aparece una nueva reseña a la feria del día ocho de cada mes en Arzúa. De la villa dice Labrada que se encontraba a 4 leguas y media de Santiago, hacia el naciente y que ni en ella, ni en todas las parroquias de su jurisdicción había fábrica alguna, salvo una tejera en Sendelle y un batán en Boimorto.

En 1828 todavía se mencionaban las capillas da Madalena y del Salvador entre las que pertenecían a la parroquia de Arzúa; la primera unida al monasterio da Virxe da Cerca de la ciudad de Santiago. Fue poco después -en el año 1835- con la promulgación de las leyes de la desamortización, cuando A Madalena de Arzúa se desligó definitivamente de la orden de los agustinos, quedando totalmente abandonada.

En 1845 Pascual Madoz nos dice que Arzúa era capital del partido judicial y del ayuntamiento de su nombre; tenía 78 vecinos y 413 almas. Reunía 80 casas incluyendo las aldeas das Barrosas y Preguntoño y el barrio de San Salvador que estaba extramuros; eran construcciones muy medianas, aunque puntualiza el autor que algunas disponían de las comodidades y el desahogo que requerían los labradores. Por entonces se estaba construyendo en Arzúa la casa para el ayuntamiento, con cárcel y habitación para el alcaide. Al lado de la iglesia parroquial estaba todavía la capilla da Madalena, aunque en estado ruinoso. No había escuela pública y sí una privada costeada por los padres de los alumnos. El mismo autor menciona el camino de herradura o vereda pública por donde transitaban los maragatos que desde Santiago se dirigían a Castilla. Este itinerario, coincidente en gran parte con el antiguo trazado del Camino Francés; cruzaba de este a oeste el partido judicial de Arzúa, pasando por el centro de la villa para ir a subir a la carretera de Santiago a Lugo. Por la misma población pasaba otra vereda -al parecer menos frecuentada- que comunicaba con las provincias de Ourense y Pontevedra. Estos caminos se encontraban en muy mal estado.

Madoz no cita otra industria en Arzúa que no fuese una pequeña comunidad de artesanos; sin embargo, hace hincapié en la relevancia que tenía el tráfico que proporcionaba la feria y el mercado del día 22 que se hacía en el campo de “Fraga de Rey”, donde se presentaba ganado vacuno, caballar, mular y de cerda, al lado de otros productos transformados como el queso, la manteca y los tejidos.

Ya en las primeras décadas del siglo XX, Carré Aldao hace constar que el comercio que se hacía en la población era de consideración y que consistía en paños, herrajes, quincalla, ultramarinos, fondas, cafés, fábrica de aguas gaseadas, etc. Las ferias de Arzúa seguían teniendo gran importancia, siendo de las más renombradas de Galicia por el volumen de sus transacciones. En esos años había en la villa 970 habitantes de hecho y 1.069 de derecho, que estaban repartidos en 215 edificios de los que 84 eran de un piso, 121 de dos y 10 de tres pisos. Había cárcel, dos escuelas nacionales y existían entonces una Sociedad de Agricultura y Sindicato Agrícola.

Desde el año 1940 el ayuntamiento arzuano en su conjunto comenzó a experimentar una baja demográfica que persiste en la actualidad; por contra, a partir del año 1970 la cabecera municipal creció un 35%, destacando la población empleada en el sector de los servicios.

En la década de los setenta de esta última centuria figura en la Gran Enciclopedia Gallega que había en Santiago de Arzúa 1.787 habitantes distribuidos en la entidad de población de la villa de Arzúa, capital del municipio. Había fábricas de madera y la vida comercial giraba todavía en torno a las dos ferias mensuales.

Las fiestas más relevantes de la población son las patronales, la del día del Corpus, la de la Virgen del Carmen y la de la Virgen del Rosario. Estas dos últimas fiestas se relacionan con las antiguas cofradías y hermandades del Rosario y la de la Tercera Orden del Carmen, junto con la del Santísimo Sacramento, la de las Ánimas y la del Clero, que estaban ya arraigadas en Arzúa en el siglo XVII.

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