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En la parte más alta de lo que fue la antigua villa de Sarria —pasando el campo de la feria y el emplazamiento de la antigua fortaleza— se encuentra el Monasterio da Madalena. Está situado sobre la margen del Camino Francés, dentro del término parroquial de San Salvador de Sarria, provincia de Lugo.
Los siete siglos y medio de historia del edificio y sus funciones han dejado huella en lo que hoy vemos del monasterio. Este estado actual es fruto de las diferentes intervenciones, tanto constructivas como de demolición o reedificación en sus años de vida. Así, vemos una combinación de elementos claramente medievales conviviendo con otros de estilo gótico tardío, renacentista o barroco. El paso del tiempo no solo se deja ver en su estructura arquitectónica y ornamentación, sino también en la redistribución de sus funciones como edificio, dando lugar así a un complejo que comprende la iglesia dedicada al culto, el convento en el que residen los religiosos, el albergue para peregrinos y un centro educativo con diversas edificaciones anexas.
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| Fachada principal del monasterio da Madalena de Sarria. |
Para comprender y admirar el edificio debemos empezar por el principio: su origen. Conocemos, gracias a la documentación de los frailes de la Orden Deum laudatiun que las obras de edificación comenzaron hacia el año 1251. Las primeras acciones en el territorio, según los cronistas, las llevaron a cabo los religiosos que se instalaron en el lugar sobre una capilla existente, conocida como San Blas de Villanueva. Allí fundaron la primera iglesia, construyeron una casa para hospital de peregrinos y, más tarde, fundaron una nueva iglesia con la advocación de la Magdalena.
Todo parece indicar que para el planteamiento constructivo de lo que sería la iglesia da Madalena intervendrían las trazas de otros templos monacales góticos que fueron construidos en Galicia en pleno medioevo. Por lo tanto, es posible que en el planteamiento original se proyectase una edificación de cruz latina con cabecera adosada formada por tres ábsides. Sin embargo, este proyecto no llegó a levantarse como tal, pero si ciertas partes, tales como el ábside central y norte que hoy en día se conservan y se corresponden con la capilla mayor (el central) y la capilla del Santo Cristo (el norte). Debe sumarse a estos restos los tramos del transepto, es decir, la parte correspondiente a los brazos cortos de la cruz, perpendiculares a la nave principal y que hoy son los cuerpos del crucero y de la capilla de San Lázaro.
En los siglos XV y XVI la fábrica medieval de esta iglesia fue transformada con la construcción de diversas capellanías de patrocinio particular que acogieron, en arcosolios de estilo gótico-flamígero, los sepulcros de sus fundadores y sus descendientes. En esta última etapa se terminaría también la nave.
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| Iglesia del monasterio. |
La fábrica actual que conserva el edificio correspondiente a la iglesia es de sillería de granito, diferenciándose los distintos niveles de construcción en función del material, aunque con cierta homogeneización. La iglesia se presenta con una disposición irregular de sus elementos principales, pues no cuenta con una estructura canónica de portada de acceso, nave y volúmenes anexos, sino que el acceso principal es interior, a la altura de la torre de campanario que emerge desde la cubierta. El ábside, semicircular, conserva en el exterior los contrafuertes de descarga de los muros y la cubierta y se abre al exterior a través de vanos entre los paños para la iluminación del interior en forma de arco apuntado. Tanto la cabeza de los contrafuertes como la línea de imposta moldurada que recorre el perímetro del ábside están decorados. Los primeros con motivos heráldicos y, la segunda, con un cordón de perlas. Este mismo elemento se emplea en la cornisa de la cubierta, en la que también se advierten gárgolas que canalizan el agua al exterior.
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| Ábside en la cabecera de la iglesia. |
Sin embargo, cuenta con una portada de estilo renacentista ubicada en el muro sur. Está formada por un arco de medio punto con cuatro arquivoltas, todas ellas formadas por el mismo tipo de arco que descarga en semicolumnas adosadas al muro sobre alto zócalo corrido. En lugar de capiteles, el encuentro entre el arco y el fuste se resuelve con un doble disco de piedra y en la segunda vuelta se alternan la serie de florones tallados con la de figuras antropomorfas de medio bulto. Acoge a toda la portada una chambrana con decoración de perlas y aristas en bocel, como el resto de los arcos. Flanquean la portada dos pilastras con robustas basas circulares y cimacios moldurados que sustentan sendos pináculos.
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| Portadas en el muro sur. |
En el mismo muro fue descubierto un pórtico que daba al Camino Francés, ahora tapiado, en el año 1953 que corresponde a la fábrica gótica de la iglesia. Lo que resta es un arco apuntado con tímpano historiado que descarga directamente sobre las jambas, donde se pueden observar las mochetas talladas. La rosca del arco presenta bocelado y una línea de perlas que solo se conservan de forma parcial. Rodea el conjunto una chambrana con decoración de zigzag.
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| Alzado de la fachada sur del monasterio, iglesia y actual albergue de peregrinos. (José Antonio Franco Taboada, Santiago Tarrío Carrodeguas (dirs.), A arquitectura do Camiño de Santiago: descrición gráfica do Camiño Francés en Galicia, Santiago [de Compostela], Xunta de Galicia, A Coruña, Universidade da Coruña, D.L. 2000). |
El tímpano cuenta con un relieve que representa la embarcación medieval surcando las olas del mar, entre las que resalta un pez. La embarcación es de tipo nórdico con las tracas del casco montadas a tingladillo y los arrufes de popa y proa curvados y de igual altura, lo que le confiere un perfil característico de “bañera”. En el centro de la embarcación se eleva un solo mástil con una cofa de vigía redonda y los dos estays de cuerda que lo sujetan y lo mantienen en posición vertical. De la cofa asoma la cabeza de una persona y otras cuatro cabezas más, sobresalen por encima de la línea de la borda. En el lado contrario del tímpano aparece un castillo almenado, con una torre en el centro que tiene en lo más alto una especie de frontón triangular. Centrada en el tímpano, sobresale el altorrelieve de Santa María Magdalena, con pérdidas importantes en el material que hacen que se desdibujen sus rasgos faciales, aunque sí sea posible reconocer alguno de sus atributos, como el ungüentario de los perfumes que porta entre sus manos, con el que la santa ungió los pies de Cristo. Su figura se envuelve en un plegado manto que se abre a la altura de sus piernas para dejar ver una cartela, ahora ilegible.
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| Detalle del tímpano en el antiguo pórtico. |
Entre la torre y la cabeza de la santa, se encuentra una cruz flordelisada con los cuatro brazos de igual longitud, de factura muy similar a otras cruces de consagración que se encuentran repartidas por la fábrica del monasterio. Se trata del emblema identificativo de los Padres de la Penitencia de los Bienaventurados Mártires de Cristo del convento da Madalena a quienes el papa Juan XXII concedió bula en 1332.
Las imágenes de la embarcación y el castillo, asociadas a la figura de santa María Magdalena, se pueden relacionar con la tradición que narra la arribada de esta santa a una isla de la desembocadura del Ródano a la que habría llegado de forma milagrosa junto a María Salomé, María de Cleofás, así como junto a otros personajes cercanos a Cristo, tras haber sido estos expulsados de Palestina y haber cruzado el Mediterráneo en una nave carente de remos y velas. La historia de la arribada milagrosa de María Magdalena, guarda evidentes paralelismos con la tradición de la translatio del apóstol Santiago, que estaría plenamente presente en esta población jacobea.
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| Planta del monasterio. (José Antonio Franco Taboada, Santiago Tarrío Carrodeguas (dirs.),
A arquitectura do Camiño de Santiago: descrición gráfica do Camiño Francés en Galicia, Santiago [de Compostela], Xunta de Galicia, A Coruña, Universidade da Coruña, D.L. 2000). |
La iglesia se comunica con la crujía oriental del claustro por una portada medieval de arco de medio punto que descarga sobre las jambas adosadas al muro. El tímpano sigue forma trilobulada en su parte interna. Cuenta con una arquivolta decorada con baquetones y escocias de arco de medio punto que descarga sobre imposta y capiteles tallados con motivos vegetales, fustes lisos y basas áticas sobre plintos. Esta portada puede adscribirse a los siglos XIII y XIV y presenta ciertos paralelismos con la entrada norte de la iglesia parroquial de San Salvador de Sarria, cuya cronología —según Yzquierdo Perrín— no sería en ningún caso anterior al segundo cuarto del siglo XIII.
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| Puerta de las Gracias o de las Procesiones. Comunica a la iglesia con el claustro. |
En la actualidad, la iglesia es de planta basilical con coro alto a los pies y ábside anexo en la cabecera. En el interior, la nave está divida en tres secciones los por arcos fajones que forman parte de la estructura del edificio. Se trata de arcos de apuntados que generan sus respectivas bóvedas de crucería en cada tramo. Las nervaduras de estas bóvedas descargan sobre ménsulas en su encuentro con los muros laterales.
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| Nave de la iglesia. |
Se conserva uno de los tramos del crucero original, de planta rectangular y cubierto con una bóveda de crucería que, en el pasado, contaba con un cimborrio, desaparecido en el siglo XIX. La disposición de este tramo implica que se abra tanto a la nave como a la cabecera y a una capilla, denominada de San Lourenzo, a través de arcos apuntados que descargan sobre pilastras compuestas de basa ática sobre plinto, fuste liso y capiteles decorados con ornamentación vegetal y una escena de caza con figuras de diversos animales y una efigie humana surgiendo entre la hojarasca en los capiteles que forman parte del conjunto que se anteponen a la mencionada capilla.
Al norte del crucero se encuentra la capilla de San Lourenzo (dotada por Roi Gómez de Ribadeneira en 1454) que tiene planta rectangular dividida en dos tramos cubiertos por sendas bóvedas de crucería. En el muro occidental se ubican dos nichos sepulcrales a los que dan forma sendos arcos apuntados que, en origen, se encontraban junto al pórtico medieval que comunicaba con el claustro, pórtico que hoy permanece tapiado.
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| Capilla de San Lourenzo (izquierda) y detalle de la escena de caza en los capiteles (derecha). |
Junto a ellos se localiza un retablo de estilo neogótico presidido por la Virgen del Rosario junto a dos santos mercedarios. A continuación del retablo se conserva el arco que cobijó el sepulcro de Íñigo López de Orozco Ribadeneira y su mujer Inés Díaz de Balboa, a cuyas familias pertenecen los escudos que flaquean el gablete que coronaba el conjunto funerario. Hoy el arco sirve de vano de acceso a la sacristía. En la tapa de uno de los sarcófagos se ubica la talla en medio bulto de Íñigo López, que viste armadura y porta su espada de largo filo. El muro contrario cuenta con un rosetón medieval con el vano calado en forma de flor y con el interior decorado con la alternancia de motivos florales y geométricos.
Desde esta capilla se accede a la denominada del Santo Cristo y de la Vera Cruz, que se abre a esta a través de un arco de medio punto decorado con perlas y puntas de diamante que arranca de impostas molduradas sobre pilastras compuestas, con capiteles decorados con motivos vegetales, fustes lisos y basas áticas apoyadas sobre pequeños plintos. La capilla ocupa el lugar del ábside norte de la cabecera de la iglesia, aunque es de dimensiones mayores con respecto al ábside central. Es de planta poligonal y se cubre con bóveda de crucería, iluminada por un vano en forma de arco de medio punto abocinado filtra la luz coloreada a través de una moderna vidriera con la imagen de san José. En paramento contiguo al ventanal de esta capilla se halla un arcosolio de estilo plateresco coronado de gablete y dos escudos con idénticas armas repartidas en cuatro cuarteles: cinco estacas, cruz flordelisada surmontada de veneras, un león rampante y trece roeles. En el Libro de las Sepulturas del monasterio, fechado en 1705, consta que este nicho era de la casa do Castelo dos Infantes, que por entonces poseía Álvaro de Lemos. En la tapa a dos aguas del sarcófago se hallan otros escudos.
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| Capilla del Santo Cristo (izquierda) y detalle del retablo de la capilla (derecha). |
La capilla está presidida por el retablo del Santo Cristo, que ha tenido un recorrido hasta nuestros días en el que se ha configurado su presencia. En el año 1705 únicamente se exponía la imagen de Cristo en la Cruz; hacia 1797 se sumaron las tallas de San Juan Evangelista y de la Virgen de los Dolores (procedentes del ático del altar mayor); y, en la actualidad, estas se enmarcan en un retablo que se adapta al aro de medio punto que lo acoge. Profusamente decorado, todos los elementos que forman parte de él están cubiertos de un dorado intenso que hace que resalten más los ornamentos en formas vegetales y geométricas que inundan su estructura. Además, cuenta con un fondo en el en la tabla pintada se representa la ciudad de Jerusalén. Esta capilla se comunica con el presbiterio de la capilla mayor a través de un arco ligeramente apuntado, que se abrió como consecuencia de una reforma que se hizo en la cabecera de la iglesia en el siglo XIX. La cabecera tiene un primer tramo de planta rectangular que corresponde al presbiterio y un segundo, de planta poligonal, que corresponde al ábside. Ambos tramos están igualmente cubiertos por bóvedas de crucería.
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| Cabecera de la iglesia (izquierda) y sepulcro de Nuño Álvarez de Guitián en el presbiterio (derecha). |
El espacio está iluminado por vanos en los laterales del retablo, uno de ellos es un ventanal gótico geminado con un pequeño rosetón bajo el arco apuntado que está decorado con una hilera de perlas. Las vidrieras de este ventanal se encargaron a un taller de Zaragoza en el año 1903. En ellas figuran las efigies aureoladas de san Pedro Nolasco con su báculo de pastor y la de san Ramón Nonato con la custodia y la palma y, sobre ellos, los símbolos de los mercedarios, bajo ellos, anagramas marianos. Un ventanal similar que debía estar abierto en el lado norte del ábside fue sustituido por un arcosolio funerario de medio punto, orlado con profusa decoración propia del gótico flamígero, sobre el que se hallan dos escudos con los seis roeles de los Castro.
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| Detalle del retablo del ábside. |
El retablo mayor es de finales de siglo XVIII y fue construido con madera revestida con pan de oro que es el fondo para dar rienda suelta a la decoración de guirnaldas, rocallas, querubines y otros motivos propios del estilo rococó. Está formado por dos pisos de tres calles verticales y un ático, coronado por un frontón semicircular partido en los laterales.
Los cuerpos del retablo están divididos en tres calles separadas por columnas de orden jónico en el primer piso y corintio en el segundo. Entre ellos, frisos interrumpidos que elevan las figuras sin abandonar nunca la decoración. El banco cuenta en su centro con el camarín del sagrado acompañado de columnas y cubierto por una pequeña cúpula decorada con penachos. La puerta del Sagrario, datada en el año 1953, está labrada en plata sirve de apoyo para la imagen de Cristo Crucificado.
En las hornacinas laterales del primer cuerpo están las imágenes de san Pedro Nolasco (a la derecha) y san Ramón Nonato (a la izquierda) y en las del segundo cuerpo las de san Pedro Pascual (a la derecha) y a su izquierda la de santa María de Cervellón (todos ellos son santos de la orden mercedaria). En la hornacina de la calle central está colocada la Virgen de Merced, que preside del retablo. En la calle central del ático, se encuentra la imagen de san Agustín y a los lados el blasón de la merced y el escudo de Aragón. Corona el frontón el escudo de la Orden de San Agustín.
En el muro sur del crucero está ubicada otra capilla, la denominada capilla de San José o del Sagrado Corazón de la que en 1647 fueron patronos Alonso de Páramo y Guitián y su mujer Fabiana de Ribadeneira y, en 1675, Juan Saavedra Figueroa, a cuya familia pertenecían las armas del escudo que campea en el muro exterior. Se estructura en torno a un gran arco decorado con baquetones intercalados con ornamentación de perlas. En ella se enmarca un retablo de estilo rococó que cuenta con banco y sotabanco sobre el que se sitúa el primer y único piso con tres calles centrales y el ático que le sigue. Se trata de un conjunto de madera policromada ennoblecida con el uso de la pintura, tanto para los paños lisos que hacen de fondo, que se ven con el efecto del marmolado como para los elementos arquitectónicos, resultando así columnas ricamente decoradas que bañadas en dorado destacan sobre el resto de los elementos.
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| Capilla y retablo de San José. |
Rocallas, ornamentos vegetales y frutales, cortinajes, lazos y líneas sinuosas entrelazadas forman parte de este repertorio decorativo. Sin embargo, el peso iconográfico de las piezas ubicadas en las hornacinas es notable. En la calle central se encuentra la imagen del Sagrado Corazón, acompañada de San Antonio y San José con el niño, ninguna de ellas corresponde al programa original del retablo. Preside el ático la imagen de la Inmaculada Concepción flanqueada por querubines y los emblemas de la Orden de la Merced, que aparecen también en el frente de la mesa del altar. En el mismo muro y a la izquierda de la capilla de San Xosé se encuentra, empotrado en el hueco del pórtico tapiado de la iglesia, otro retablo más reciente con la imagen de la Virgen de Fátima.
El llamado Claustro Vello del convento se abre sobre el lado norte de la nave de la iglesia. El cuerpo bajo es obra gótica de los siglos XIV-XV, mientras que el cuerpo alto es obra renacentista del siglo XVI. En la planta baja sobre un podio corrido se levantan arquerías de ojiva que se apoyan sobre pilares cuadrangulares, con pequeñas basas cuadradas realzadas con boceles; boceles semejantes, entre los que median hileras de bolas en relieve, coronan los pilares a modo de capiteles. Las aristas de los fustes están remarcadas por molduras que se prolongan hacia arriba perfilando el intradós de los arcos.
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| Claustro Vello. |
La planta superior del claustro consta de amplios ventanales coronados por arcos de medio punto, que se apoyan sobre columnas cilíndricas con basas áticas y capiteles que aparecen mutilados. Entre los arcos de los ventanales del lado este se encuentran colocados dos escudos; uno de ellos corresponde a la Orden de San Agustín. Las crujías bajas del claustro tienen soleras de cantos rodados formando dibujos geométricos, mientras que los corredores de arriba son de madera. El patio tiene jardín, con un pozo en el centro.
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| Sección longitudinal del convento. (José Antonio Franco Taboada, Santiago Tarrío Carrodeguas (dirs.),
A arquitectura do Camiño de Santiago: descrición gráfica do Camiño Francés en Galicia, Santiago [de Compostela], Xunta de Galicia, A Coruña, Universidade da Coruña, D.L. 2000). |
La torre del campanario está situada a los pies de la iglesia. Es uno de los elementos construidos en el siglo XVIII, en estilo barroco. Ocupa una esquina de uno de los recibidores del convento y solo asoma al exterior del edificio la parte superior de la torre. Es de planta cuadrada y tiene un cuerpo alto con cuatro vanos con arco de medio punto que alojan las campanas. Está cubierta por una pequeña cúpula semiesférica, que aparece rodeada por una balaustrada pétrea adornada con pináculos. Se accede a la torre a través del coro de la iglesia.
Otro elemento arquitectónico destacable del convento es la portada principal que da paso al zaguán, comunicando con la portería, con los recibidores y con el claustro viejo. Forma un sencillo conjunto en el que el vano de la entrada remata con un arco escarzano, que aparece realzado con molduras, lo mismo que el jambaje. Dos pilastras cajeadas, que se apoyan sobre un pequeño zócalo, enmarcan los lados de la puerta y sostienen el saledizo del balcón que se abre en el piso superior. A su vez la puerta del balcón está flanqueada por dos pilastras lisas que rematan en la cornisa de la fachada; sobre esta puerta y bajo la cornisa se encuentra el escudo de la Orden de San Agustín.
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| Puerta principal del convento. |
En misma fachada del monasterio se abre también la puerta dos Carros, que es la entrada de la fábrica barroca del convento, construida en el siglo XVIII. Marca el eje central de la fábrica y se concibe como un conjunto monumental que comprende toda la altura del edificio. Los elementos arquitectónicos y ornamentales se disponen en tres cuerpos bien diferenciados que se corresponden con la planta baja y los dos pisos altos. Corona todo el conjunto un frontón semicircular que sobresale sobre la cornisa del tejado. El cuerpo bajo tiene puerta adintelada, cuyo vano aparece resaltado con molduras. La puerta está flanqueada por dos columnas que se apoyan sobre podios; las columnas tienen fustes lisos y capiteles y basas áticas, con alternancia de toros y escocias. Sobre los capiteles discurre el entablamento que sostiene otras dos columnas similares que flanquean la ventana que se abre en el centro del segundo piso. Estas dos columnas sostienen a su vez, el saledizo del balcón del tercer piso. El balcón está flanqueado por sendas columnas de orden jónico que se apoyan también sobre podios, aunque estos son más pequeños que los de la planta baja. El vano del balcón aparece enmarcado por baquetones y molduras de acusado relieve. El frontón es semicircular y está coronado por tres pináculos; en su frente esculpido en bajo relieve, se representa el escudo de la Orden de San Agustín.
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| Fábrica barroca del convento. |
Historia
De los orígenes del monasterio da Madalena de Sarria no queda otro rastro que lo dicho por Marcos Quesada en un protocolo que escribió hacia el año 1666. Este protocolo se perdió, pero algunas de sus noticias llegaron a nosotros a través de las Memorias Manuscritas de Piñeiro, canónigo de Lugo, que se guardaban en el archivo capitular de la catedral lucense; según las notas de Piñeiro este monasterio fue fundado por dos religiosos italianos de la Congregación de la Penitencia de los Mártires de Cristo, que fue creada a principios del siglo XIII, siendo una de las comunidades eremíticas que pocos años después integrarían la Orden de San Agustín. Estos monjes habrían tomado una capilla en Sarria que se llamaba San Blas de Villanueva, en donde fundaron su primera iglesia levantando también una casa para hospital de peregrinos a quienes hospedaban y acompañaban en los caminos; más tarde hicieron otra iglesia con la advocación de la Magdalena, de donde les quedó el sobrenombre de los “magdalenos”.
El padre Risco dice que en una escritura hecha en el año 1219 por el obispo de Lugo, Ordoño, a favor del vecino de Sarria Vidal Pérez, encuentra fundamento para colegir que el hospital de dicha localidad era ya insigne, puesto que firman el documento Commendator Fernandus Cervarius, Petrus Michel, Hospitalarius, Fernandus Petri, frater Hospitalis</em>; algunos autores posteriores han señalado que estos hospitalarios podrían ser, en realidad, frailes de la encomienda de Portomarín perteneciente a la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén, por lo que no tendrían que ver, por tanto, con ningún establecimiento asistencial en Sarria.
Lo cierto es que la primera noticia que encontramos relativa a la edificación de un monasterio, que estaba en obras y que recibía mandas de los peregrinos en “Villanueva de Sarria”, es del año 1251; en el correspondiente documento (publicado por López Arias) fray Abril, que se titula comendador de la casa que la Orden de los Deum laudatiun tenía en Vilanova de Sarria, prometía al obispo de Lugo obediencia y reverencia filial y además debía darle la tercera parte de las mandas de los peregrinos que se adquiriesen en ese lugar y también la décima parte de las limosnas que se recaudasen para las obras que allí se habían hecho y estaban por hacer. En el caso de que alguna vez aconteciese que los frailes dejasen la casa, por derecho hereditario esa casa y su iglesia deberían volver a la sede obispal de Lugo, con todas sus pertenencias.
A principios del siglo XIV consta que el monasterio estaba ya sujeto a la advocación de la Magdalena; así nos encontramos que en 1309 fray Juan, prior de “Santa María Magdalena de Sarria”, firmó junto con otras dignidades eclesiásticas una permuta del obispo de Lugo.
En el año 1332 el papa Juan XXII dio en Aviñón una bula a favor del convento da Madalena de los Padres de la Penitencia de los Bienaventurados Mártires de Cristo, de la Orden de San Agustín de Sarria, concediendo indulgencias a los bienhechores del hospital de peregrinos fundado en el convento, donde se daba limosna y cama a todos los peregrinos que iban a Santiago, así como sepultura a los que fallecían en ese establecimiento.
No mucho después el arzobispo de Santiago, Pedro Manuel V (1346-1350), otorgó licencia a los frailes agustinos de Santa María Madalena de Sarria para edificar otro monasterio de la misma advocación en la villa de Arzúa, con la obligación de socorrer y dar albergue a los peregrinos que iban a Santiago. El lugar da Calle de Ferreiros (en el ayuntamiento do Pino) también contó con un hospital fundado por los frailes agustinos de Sarria, de quienes dependía administrativamente, aunque en la práctica estaba a cargo del prior y monasterio da Madalena de Arzúa; la fecha de su fundación es posiblemente la misma que la del hospital da Madalena de Arzúa.
Vázquez Saco recoge noticias acerca de las donaciones y legados que fueron entregados al convento y al hospital de Sarria por parte de algunos particulares entre los siglos XIV y primeras décadas del siglo XVI, que no solo incluían casas y heredades en diversos lugares, sino también suministros y mantenimientos en especie como vino, pan, carne y leña; fueron especialmente generosas las donaciones que hizo el conde de Lemos, Enrique Osorio, quién otorgó a los monjes diversos privilegios, que fueron confirmados por su hija Beatriz de Castro Osorio en 1527.
En el año 1531 el papa Clemente VII expidió otra bula en la que otorgaba todas las indulgencias que se ganaban en Roma y fuera de ella a las personas que visitasen el convento de Sarria en determinadas festividades y a cuantos favoreciesen a su hospital para socorro de los pobres y peregrinos de Santiago.
En los años 1520 y 1555 fue huésped de honor de este monasterio el emperador Carlos I de España.
El 3 de enero de 1568 los agustinos de los conventos de Sarria y Arzúa fueron reducidos por la fuerza a la observancia de la Orden Regular de San Agustín de la provincia de Castilla. Dejaron por ello de ser claustrales independientes y autónomos; desde entonces los priores fueron nombrados por los capítulos provinciales y los recursos económicos del monasterio se inscribieron dentro de la administración general de la orden.
Poco después Bartolomé Villalba, en su itinerario del Pelegrino Curioso y Grandezas de España del año 1577, dejó dicho da Madalena de Sarria que era una casa pequeña de agustinos.
En 1643 quedó establecido el patronazgo de los condes de Lemos en relación con este monasterio. Nos dice López Arias que por razón de ello los condes de ese título, sus mujeres e hijos adquirieron el derecho a ser enterrados en la capilla mayor del monasterio y a colocar allí sus escudos de armas, quedando obligados los monjes a celebrar los funerales.
Por otra parte, Vázquez Saco señala en relación con los enterramientos que, en el siglo XVIII, en el Libro de las Sepulturas del convento, quedó registrado que la iglesia monasterial se había dividido en varias zonas; así los hospitaleros -junto con sus familiares- tenían reservadas para su enterramiento algunas hileras del cuerpo de iglesia, mientras que a los peregrinos se dedicaron las sepulturas de las capillas do Santo Cristo y de San Lourenzo.
En enero del año 1718, en su peregrinación a Santiago, el carmelita Antonio Naia llegó a dormir a Sarria alojándose en la hospedería de ese monasterio; dejó anotado que los padres que había allí por entonces eran 12.
En 1753 en el Catastro de la Ensenada se dice que había en el término de la feligresía de San Salvador de Sarria un convento de religiosos de la Orden de San Agustín, que componía el número de catorce sacerdotes y un lego. Había además tres criados que vivían dentro del convento y fuera de la clausura, un criado y otras dos criadas más.
La segunda mitad de esta última centuria constituyó para este monasterio un período de florecimiento y expansión. Entre los años 1760-1767, respondiendo a las nuevas necesidades, se efectuaron obras de mejora en la iglesia y se dotaron algunos de sus altares. Entre 1775-1779 se levantó la edificación barroca que ocupa el extremo suroeste del conjunto monacal, que es obra de José Cachafeiro Escudero; este proyecto fue promovido por el obispo de Lugo Francisco Armañá. En el año 1777 se construyeron también los hospitalillos nuevos.
Durante el mandato del prior Pedro Freire (1784-1788) la comunidad agustina de Sarria fue más numerosa que nunca. La prosperidad del convento todavía se prolongaría unos años más.
En 1834, en el informe en que se dio cuenta de los conventos que los agustinos tenían en la provincia de Castilla, consta que el de Sarria era uno de los cuatro que había en Galicia, junto con los de Santiago, A Coruña y Pondeume. Se dice que estaba situado extramuros de la villa y que era el único en aquella circunferencia. Los religiosos tenían conferencias morales y en su iglesia predicaban bastantes sermones. La comunidad contaba en ese año con un total de 6 miembros, a saber: el prior que estaba en edad de jubilación, cuatro conventuales y un lego. En 1808 los religiosos habían llegado a ser 16 y en 1820 descendieron a 13.
En 1835, tras la desamortización, los padres agustinos se vieron obligados a dejar el lugar. Producida la exclaustración, se procedió a la enajenación de los bienes y rentas del monasterio, quedando tan solo para usos religiosos la iglesia y la sacristía que quedaron bajo la administración del párroco de San Salvador de Sarria, al que se le habilitó vivienda dentro del convento. Las otras dependencias fueron puestas bajo la custodia del concejo de Sarria, que instaló en ellas la cárcel y el cuartel la Guardia Civil.
Aun así el conjunto permaneció en estado de abandono hasta el año 1895, fecha en que el obispo Benito Murúa pidió a los padres mercedarios que se hiciesen cargo del monasterio. El mismo obispo sufragó los gastos de reparación realizados en el templo y en los otros edificios.
En los veinte primeros años de su estancia en Sarria los mercedarios dedicaron sus esfuerzos a la restauración de la iglesia y del convento, donde se autorizaron clases preparatorias del seminario diocesano, pudiendo iniciarse en la enseñanza del latín y las humanidades; más tarde asumieron la tarea de formar a novicios y postulantes de la orden. Además, los padres se hicieron cargo de la parroquia de San Salvador, que volvió de nuevo a la diócesis en 1991.
De 1967 a 1976 las clases para postulantes y seminaristas funcionaron simultáneamente con las impartidas en el nuevo colegio público, que se abrió para alumnos de la comarca que quisieran cursar enseñanza primaria y secundaria. El colegio de secundaria se cerró en 1981, cuando se creó en Sarria el centro estatal de bachillerato.
Actualmente el convento da Madalena mantiene abierta una hospedería para servicio de los peregrinos y viajeros de paso.
Fuentes y bibliografía
AMOR MEILÁN, Manuel, Geografía General del Reino de Galicia: provincia de Lugo, Francisco Carreras Candi (dir.), Barcelona, Casa Editorial Alberto Martín, [s.f.].
ARCHIVO GENERAL DE SIMANCAS, Dirección General de Rentas, Primera Remesa, Catastro de Ensenada, Respuestas Generales, Libro 186, fols. 14672v-14673r.
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