El palacio consistorial de la ciudad de Santiago de Compostela es conocido como Pazo de Raxoi por su patrocinador, el arzobispo Bartolomé Rajoy Losada, está situado en la plaza do Obradoiro frente a la fachada principal de la catedral. Es obra del ingeniero Carlos Lemaur, quien comenzó a levantarlo en el año 1767, siguiendo las pautas estéticas del neoclasicismo francés totalmente diferentes y nuevas para el lugar y la época.
La fachada principal del edificio enfatiza la longitudinalidad de los edificios de la planta, expandiéndose a lo largo del eje en una perfecta simetría elevada sobre un pórtico corrido que implica al espacio central y los cuerpos que se extienden en cada lado. El tramo central se resuelve mediante una planta baja que forma el pórtico con cinco vanos adintelados sobre los que se eleva un doble piso marcado por columnas toscanas de orden gigante que divide en calles a la secuencia de ventanas abalconadas de doble hoja y su correspondiente en el piso superior. Mientras las del primer tramo presentan un balcón corrido sostenido por ménsulas, el del registro superior son individual. Rematan en un doble entablamento coronado por un frontón triangular que presenta una serie de relieves que representan la batalla de Clavijo. Estos son obra del pintor de cámara de Carlos IV, Gregorio Ferro Requeixo, y los esculpieron José Gambino y su yerno José Antonio Ferreiro. La imagen de Santiago Matamoros, que se alza sobre el vértice del mismo frontón, es también obra de este último escultor, según diseño de Lemaur.
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| Fachada principal do Pazo de Raxoi. |
Los cuerpos laterales se elevan sobre diez arcos de medio punto que presentan un claro cuerpo en los laterales destacado sobre cuatro columnas jónicas de orden gigante que abarca tres secciones y remata en un frontón semicircular con los escudos con las armas del arzobispo en ambos lados. Igualmente, el tramo intermedio se resuelve con idénticas características que los descritos, destacando únicamente el marco de las ventanas abalconadas del primer piso que se resuelve con un arco rebajado. A su vez, sobre el segundo piso discurre un pronunciado arquitrabe, tras el que asoma el frente del ático coronado por una balaustrada pétrea.
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| Detalle del frontón y del grupo escultórico de Santiago Matamoros. |
La fachada posterior del edificio se ordena en función de las necesidades del inmueble, priorizando la contundencia del muro en los dos primeros pisos que presentan ventanas cuadradas decoradas con placas para dar paso a un piso superior que alterna vanos adintelados y con arco de medio punto. En planta, el edificio juega con los volúmenes, liberando la parte central, por lo que en la fachada posterior parecen levantarse dos torres con vanos similares a los descritos en las tres caras visibles. Rematan en una fachada con balaustres pétreos.
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| Fachada posterior del Pazo de Raxoi. |
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| Planta baja correspondiente a la entrada principal del palacio. (José Antonio Franco Taboada, Santiago Tarrío Carrodeguas (dirs.), A arquitectura do Camiño de Santiago: descrición gráfica do Camiño Francés en Galicia, Santiago [de Compostela], Xunta de Galicia, A Coruña, Universidade da Coruña, D.L. 2000). |
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| Planta alta sobre la entrada principal del palacio. (José Antonio Franco Taboada, Santiago Tarrío Carrodeguas (dirs.), A arquitectura do Camiño de Santiago: descrición gráfica do Camiño Francés en Galicia, Santiago [de Compostela], Xunta de Galicia, A Coruña, Universidade da Coruña, D.L. 2000). |
Historia
El punto de arranque para la construcción del palacio consistorial en la plaza do Obradoiro, con la cárcel y otras oficinas, radicó en la iniciativa del concejo de la ciudad que, buscando obviar impedimentos y obtener ayuda financiera, nombró una delegación para que se entrevistase con el arzobispo Bartolomé Rajoy Losada, en junio de 1760. El arzobispo dio 400.000 reales para incluir en la fábrica el seminario de confesores y niños del coro de la catedral, acólitos y sacerdotes. La edificación se levantaría en el lado occidental de la plaza, frente a la fachada principal de la catedral, sobre el solar que ocupaban las antiguas cárceles, la muralla y la torre medieval llamada da Praza, propiedad de los arzobispos.
El primer proyecto lo realizó el arquitecto Lucas Ferro Caaveiro en 1764, quien diseñó un edificio que en la fachada de la plaza tenía un cuerpo central con solo un piso alto; alzándose por encima de su tejaroz una estructura arquitrabada con frontón partido que acogía el escudo arzobispal rodeado por tres grandes figuras escultóricas. El cuerpo central estaba flanqueado por dos pabellones bajos. La fachada en su conjunto aparecía recorrida por un pórtico con arquerías de medio punto. Más tarde, en 1766, Andrés García de Quiñones hizo una segunda propuesta con nuevos diseños. Ambos proyectos, que fueron ideados desde las premisas del barroco, no llegaron a realizarse debido a la polémica que por cuestiones urbanísticas se suscitó entre el arzobispado, el concejo y el Hospital Real.
Aunque nos consta que en 1766 se estaba cimentando el nuevo edificio en el emplazamiento que señalaba el proyecto de García de Quiñones, sabemos que esa obra se paralizó y abandonó. El proyecto definitivo se debe al ingeniero militar francés Carlos Lemaur, enviado a Santiago por el capitán general de Galicia, Maximiliano de la Croix. Las obras de construcción las supervisó el arquitecto del arzobispo, Fray Manuel de los Mártires; los aparejadores fueron Alberto Ricoy y Juan López Freire.
Lemaur tuvo que tener en cuenta toda una serie de factores que, en buena medida, ya habían sido contemplados por García de Quiñones. En primer lugar, concluir el diseño de una plaza que se abría a los pies de la catedral compostelana y que se venía perfilando a partir de la construcción del Hospital Real. En segundo lugar, respetar las perspectivas de las iglesias da Trinidade (hoy desaparecida) y de San Fructuoso, que estaban ubicadas junto al hospital y a espaldas de la nueva construcción. En tercer lugar, atender las quejas presentadas por el hospital a la vista de los primeros proyectos, ya que además de quedar ensombrecido y escasamente integrado en la nueva plaza, el edificio hospitalario veía perjudicada su entrada de servicio y perdía las vistas desde el balcón de la sala real. Es por esto que se optó por ampliar el espacio abierto comprendido entre el hospital y la iglesia de San Fructuoso, retranqueando además el nuevo consistorio. Los antecedentes del proyecto de Lemaur y de la solución elegida para la integración de su edificación en el espacio público, hay que buscarlos en muestras de la arquitectura y del urbanismo francés, concretamente en las grandes plazas reales del tiempo de Luis XV.
Las obras comenzaron en el año 1767. Nos dice López Ferreiro, que el arzobispo Rajoy invirtió en ellas tres millones de reales, habiendo depositado para la dotación del seminario de confesores, por él fundado, otros 800.000 reales más.
En 1772 el personal seminarista ya estaba instalado en el nuevo edificio a pesar de que los trabajos de fábrica no estaban acabados; poco debía faltar, ya que en la inscripción que aparece grabada en el frontis de la fachada principal consta que “la obra de este gran Seminario” se concluyó en ese año. En la misma fecha se instituyó el patronato de la fundación y se redactaron las correspondientes constituciones, donde se reglamentaba -entre otras muchas cosas- el mantenimiento del propio edificio, así como el régimen de los individuos que en él moraban.
Puntualiza López Ferreiro que la corporación municipal no se instaló aquí hasta el año 1784, fecha en que el Ayuntamiento hizo cesión formal de las casas consistoriales que habitaba hasta entonces para poder entrar en la nueva sede, según lo acordado con el arzobispo Rajoy.
A finales del siglo XIX, nos dicen Fernández y Freire que el balcón del medio del palacio ostentaba las armas del arzobispo fundador, cuyo retrato de excelente calidad artística presidía las habitaciones del administrador del seminario de confesores, situadas en el cuerpo central del edificio; al norte de éstas se hallaba establecida la audiencia de lo criminal y el resto de la planta principal estaba ocupado por las casas consistoriales. En el piso alto habitaban los confesores de la catedral, el maestro de capilla y los niños del coro y en el bajo del lado opuesto estaban las cárceles del juzgado de Santiago, con capilla para el servicio espiritual de los presos, que oían misa en ella.
En 1962 el arquitecto Rafael Moneo realizó un proyecto para construir un centro retransmisor en el mismo solar del palacio, contemplado su destrucción; la arquitectura del nuevo edificio -que obviamente no llego a levantarse- emulaba una fortaleza medieval con cinco torres integradas, recordando el pasado de la antigua muralla y de la torre de la plaza.
Hoy en día el palacio es sede del ayuntamiento de Santiago, del gobierno autonómico y del Consello da Cultura Galega, organismo estatutario encargado de promocionar los valores culturales de Galicia.
Fuentes y bibliografía
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