CORTAPEZAS, iglesia de Santa María de

Cortapezas es una feligresía del Camino Francés en el municipio de Portomarín, provincia de Lugo. Está situada entre las parroquias de San Martiño de Vedro, al noroeste, San Martiño de León, al norte, San Nicolao de Portomarín, al sureste, y San Mamede de Belaz, al suroeste.

La actual iglesia de Santa María de Cortapezas conserva una evidente herencia románica, así como la huella del paso del tiempo y los procesos de cambio en su estructura a los que se ha visto sometida. Si bien la iglesia fue construida entre los años 1165 y 1185, lo que nos llega en la actualidad de esta época es la portada de acceso, habiendo sido sometida a rehabilitaciones, la última en el año 2004.

Iglesia de Santa María de Cortapezas.

Se trata de un templo de planta rectangular, ábside adosado a la cabecera y un volumen en el muro sur correspondiente a la sacristía. Mientras la fachada se presenta con una factura de mampostería ordinaria de un solo cuerpo y claro eje vertical determinado por la arcada de acceso y la espadaña que corona al conjunto, los muros laterales han sido recebados y pintados de blanco en actuaciones relativamente recientes.

Portada de la fachada principal de la iglesia.

Dicha portada está formada por un gran arco de medio punto que permite el acceso al templo a través de una puerta de madera de dos hojas. El arco que la rodea descarga sobre las jambas de la puerta y, a su vez, está rodeado por una arquivolta de idéntica forma cuya rosca se encuentra decorada por un saliente de media caña lisa, lo que hace que presente los volúmenes visibles. A su vez, esta arquivolta se remata con una chambrana con ornamentación de billetes, perdida en gran parte de la rosca debido a la erosión. El arco descarga sobre sendos cimacios a los que siguen capiteles casi trapezoidales, ambos decorados con figuración humana. En el caso norte, el detalle de esta se ha perdido, aunque permite intuir una estilización de la figura para llenar el espacio del capitel; sin embargo, en el del lado sur, esta es más precisa y es posible hacer un seguimiento por los bajorrelieves, en los que es posible distinguir tanto sus distintas posturas corporales (brazos arqueados, postura hierática, etc.) y algunos rasgos faciales como los ojos, la nariz y la boca, en una talla muy esquemática. Sigue al capitel un pequeño astrágalo para continuar con una columna de sección circular y fuste liso, adosadas al muro, que rematan en basas áticas.

Capiteles tallados flanqueando la portada.

Continuando el eje vertical, emerge una espadaña con un único piso horadado por un arco de medio punto y rematado en un frontón triangular coronado y flanqueado por pináculos. Los muros laterales de la nave se encuentran horadados en el lado sur en su último tramo y, en el muro norte, en el primero, siendo ambos vanos de dimensiones diferentes, aunque uso idéntico: iluminar el interior de la nave. Siguiendo la estructura, el ábside se eleva en altura sobre la nave, contando con un vano en su lado sur.

Cruz de madera en el muro del pórtico.

El conjunto está precedido por un pórtico de traza contemporánea que se apoya en el muro oeste y en dos pilares de esquisto que unidos entre sí por un muro de pequeña altura en cuyo centro se alza una cruz latina de madera de grandes dimensiones. Los volúmenes se cierran con cubierta de pizarra a dos aguas en la nave, a cuatro en el ábside y a tres en el volumen anexo en el muro sur y en el pórtico.

Vista de la iglesia desde el cementerio.

Historia

En el testamento de Odoario del año 747, entre las villas que eran de su familia y que él donó a la Iglesia de Lugo, se menciona en el territorio de Pallares y río Miño la iglesia de S. Maria de Quarta petas, íntegra. La autenticidad de este documento ha sido puesta en duda, especialmente en lo que se refiere a la parte dispositiva. Muchos de los lugares relacionados en el documento pueden haber sido añadidos en la copia que se conserva de este testamento; copia que está incluida en el llamado Tumbo Viejo de la catedral de Lugo escrito en el siglo XIII.

Lo mismo sucede con la copia de un diploma de Alfonso III, por el que el rey confirma a esa misma Iglesia todas sus haciendas, hace restituir lo que le habían enajenado y amojona nuevamente el coto lucense; el diploma data del año 897 y la copia es del siglo XII. Entre las donaciones que se confirman se incluye en la tierra de Portomarín la iglesia de s. Mariae de Quartapeza.

En la copia de un documento transcrita y publicada por Mosquera Agrelo, además de dar cuenta de un intercambio de propiedades acordado en el siglo XI entre los obispos de Lugo y Mondoñedo, se hace resumen de los diversos conflictos que la sede lucense mantenía un siglo después con otras diócesis, con el monasterio de Samos y con la orden del Hospital. De este modo, consta que la Iglesia de Lugo decía por entonces que los hospitalarios habían ocupado violentamente la iglesia de Santa María de Cortapezas, que era suya.

Señala Vázquez Saco que Gonzalo Pérez donó al obispo Miguel de Lugo los quiñones que poseía en varias iglesias, entre ellas la de Quarta-Pezas; la donación fue otorgada en el año 1256.

Durante toda la Edad Moderna Santa María de Cortapezas fue de la encomienda de Portomarín perteneciente a la Orden de San Juan de Jerusalén, Rodas y Malta. Así en el Catastro de Ensenada figura que en 1753 esta parroquia era jurisdicción de la villa de Portomarín, provincia de Lugo y señorío de la encomienda de esa misma villa, quien proveía de juez y escribano de número, percibiendo el derecho de luctuosa, que era una cabeza de ganado mayor por cada cabo de casa que moría. Dos terceras partes del diezmo de los frutos que se cobraban en el término los percibía la encomienda y el tercio restante el cura párroco, que además cobraba anualmente por el derecho de ofrenda un real y catorce maravedís de cada mujer casada. Entre todos los vecinos pagaban veintidós ferrados de centeno anuales a la fábrica de la iglesia parroquial por el derecho de primicia y por razón del voto al Apóstol, cada uno de ellos pagaba medio ferrado de centeno al deán de la Iglesia de Lugo, en virtud de cesión del cabildo de Santiago. En total estaban censados en esta feligresía once vecinos (cabezas de familia), todos labradores. Las casas habitables eran once. Había cuarenta y ocho colmenas en esta parroquia.

En la relación de los beneficios parroquiales del obispado de Lugo del año 1755 figura en el arciprestazgo de Ferreira-Ferreirúa, Santa María de Cortapezas, aneja de “San Martiño de Bedro” cuya presentación in solidum era de la encomienda de Portomarín.

En 1826 Sebastián Miñano anotó en su Diccionario que esta feligresía, en la provincia y obispado de Lugo, era de la jurisdicción y encomienda de San Juan de Portomarín. Tenía por entonces ciento veintidós habitantes que se repartían en las aldeas de “César e Iglesias”.

Poco después, la aplicación de las leyes de la desamortización supuso la supresión efectiva de los señoríos y, con ello, el fin definitivo del poder temporal de los comendadores y la extinción de los antiguos dominios de la Orden de San Juan, cuyos bienes acabaron por ser enajenados saliendo a subasta pública. También se previó el cese de todas las jurisdicciones privilegiadas y exentas, cuyos territorios se habrían de incorporar a las respectivas diócesis.

Así, en 1847 anota Pascual Madoz que esta feligresía pertenecía a la diócesis de Lugo y al partido judicial de Chantada y ayuntamiento de Portomarín. Reunía por entonces setenta habitantes, que habitaban las catorce casas que componían los lugares de “César, Cortapezas, Reboredo, Rego-Cabaleiro e Iglesias”. La iglesia parroquial era aneja de la de “San Martín de Bedro”.

En los años treinta del siglo XX dice Amor Meilán que la parroquia de Santa María de Cortapezas con “Cortapezas, Cesar, Estrada, Iglesia, Montes y Reboredo” era aneja de San “San Martín de Bedro”. Añade el autor que el día veinticinco de marzo se celebraba aquí la romería de Nuestra Señora.

En los años setenta de esta última centuria estaban censados en la feligresía 108 habitantes.

Fuentes y bibliografía

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