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Entidad del Camino Francés en la parroquia de Santiago de Barbadelo, municipio de Sarria, provincia de Lugo. Está situada entre Vilei, al noreste y San Silvestre, al noroeste. Sobre el desvío del camino de Sarria a la parroquia de Belante, por Rente. Su altitud es cercana a 550 metros. Tenía tres habitantes censados en 2019.

Lugar de Barbadelo.

El lugar en donde hoy se alza la iglesia parroquial de Santiago de Barbadelo recibe también el nombre do Mosteiro, por haber sido éste el emplazamiento de un monasterio medieval ampliamente documentado desde el siglo X. La iglesia conserva parte de la fábrica románica y aunque ha sido muy reformada, es el único edificio que resta del antiguo conjunto monasterial.

Plano del núcleo do Mosteiro, lugar de Barbadelo.

(José Antonio Franco Taboada, Santiago Tarrío Carrodeguas (dirs.), A arquitectura do Camiño de Santiago: descrición gráfica do Camiño Francés en Galicia, Santiago [de Compostela], Xunta de Galicia, A Coruña, Universidade da Coruña, D.L. 2000).

Al sur de la iglesia está la Casa Rectoral o do Priorato, que permanece deshabitada y en estado ruinoso. Al norte y un poco apartado del lugar se encuentra un nuevo albergue de peregrinos que pertenece a la red pública de la Xunta de Galicia; el albergue ocupa el edificio de la antigua escuela.

Casa do Priorato.

Historia

En el siglo XII Barbadelo aparece en el Códex Calixtinus como una de las villas del itinerario jacobeo ubicada entre sancti Michaelis y Pons Minee. En el mismo códice se dice que Barbadelo y Triacastela eran los lugares escogidos por los criados de los hosteleros compostelanos para embaucar a los romeros con fraudulentas recomendaciones de posadas en Santiago.

Lo cierto es que ya desde el siglo X tanto la villa, como la iglesia y el monasterio de Santiago de Barbadelo, con su coto y territorio están documentados en los tumbos de la catedral de Lugo y de los monasterios de Samos, Oseira y Meira. Así la primera vez que se menciona Barbadelo es en el año 904, cuando el abad Visclafredo hizo una copiosa donación a la basílica e iglesia de San Martiño obispo, San Xurxo y Santa Mariña, situada entre Páramo y Barbalelo, dentro de los términos de la antigua villa de Ranosinde (actualmente lugar de Rosende en la parroquia de Santa María de Ortoá); entre lo donado figuraba todo lo que dicho abad tenía en Barbadelo hasta San Martiño, con su monte y villares adyacentes.

En el año 976 nos consta que Sunilano cedió a su hijo, el presbítero Vermudo, los bienes y demás pertenencias de la iglesia de Santiago y San Paio de Barbadelo que había recibido de sus abuelos y parientes; en el documento se especifica que la cesión incluía los lugares santos de San Martiño y Santiago con todos sus bienes, para que allí donde fuese más apto se edificase un monasterio en el que los “hombres buenos” persistiesen en el temor de Dios, viviendo sujetos a la regla santa y dedicados al servicio de pobres y peregrinos. Es esta la única información en relación con Santiago de Barbadelo, que se refiere expresamente a la acogida de pobres y peregrinos en dicho lugar.

En el año 985 tenemos noticia de la iglesia de San Martiño y Santiago de Barbadelo que por entonces sostenía un pleito contra Paia Díaz por razón de unos libertos.

En el año 1009 Vermudo Sunilani, junto con su hermana Sendina, pusieron bajo la dirección y vigilancia del abad Mandino y de la comunidad del monasterio de Samos el lugar santo y monasterio de Santiago de Barbadelo, dotándolo con villas, iglesias y heredades de su propiedad que estaban repartidas no solo en torno al propio monasterio, sino también por otros territorios tan alejados como el Bierzo o Trives; además, entregaron para el uso y ornamento de su iglesia libros litúrgicos, varios cálices, una cruz, una caja de plata y otras alhajas, haciendo hincapié en que se celebrasen debidamente las horas canónicas, al tiempo que encargaron se dijesen misas perpetuas por sus almas y las de sus padres y ascendientes. Otro documento del tumbo Samos, datado también hacia el año 1009, contiene noticia de las posesiones y heredades que Vermudo Sunilani donó al susodicho monasterio cuando menos en Barbadelo y en el territorio circundante de Páramo, en las orillas de los ríos Loio y Miño, en Pambre y en las tierras de Lemos, Sarria y Quiroga.

A lo largo de esta última centuria los bienes del monasterio de Barbadelo se incrementaron con donaciones de distintos particulares. Así, nos consta que, en el año 1031, Vermudo Onoriquiz y su mujer Onega García donaron al monasterio de Santiago Apóstol de Barbadelo, varias villas y heredades. Al mediar el siglo Rodrigo Faniz hizo lo propio con la villa de Barbadelo, con todo lo que estaba comprendido en su demarcación cuyos términos se especifican en el correspondiente documento; entre otros hitos figura: per carrale antiqua, límite que podría corresponder con el Camino de Santiago.

En 1064 Marina, prolis Vermuizi, y sus hijos cedieron igualmente la villa de Belante, cerca de la iglesia de Santa María de Belante, en tierra de Barbadelo y en 1078, Marina y su hijo Pedro Ovequiz donaron al monasterio de Santiago, la mitad de una villa en Barbadelo

Años antes, en 1072, aparece como confirmante en una donación Cresconio, qui logum obtinet Sancti Iacobi Barvatelli y poco después, en 1079, figura la cuarta parte de la villa de Barbadelo, entre las heredades del monasterio de Santiago que en su tiempo había adquirido y comprado Cresconio de Romarigo Santoniz.

En el año 1125 el abad de Samos, Pedro Froilaz, realizó el inventario de todas las heredades acrecentadas al monasterio desde el comienzo de su prelancia, entre ellas varias en el coto de Barvatello.

El paso a una dependencia plena y completa del monasterio de Barbadelo con respecto al de Samos se ha venido basando en un dudoso documento, cuya fecha fluctúa entre los años 1099 o 1127, donde figura que Adefonsus, gratia Dei totius Hispanie imperator (que se puede identificar con Alfonso VI o con su nieto Alfonso VII) concedió y confirmó al abad Suario Suariz la propiedad de Santiago de Barbadelo con su coto y otras heredades.

Lo cierto es que tal dependencia no se constata de forma fehaciente hasta en el año 1166, cuando se suscribió un acuerdo entre el abad de Samos y el capellán del monasterio de Santiago de Barbadelo, señalando las obligaciones de este último, que, entre otras cosas, debía mejorar el monasterio de Barbadelo en la medida de lo posible, tratar al abad y al convento de Samos como a señores y ofrecerles un debitum servitium todos los años el día de san Facundo, además darles determinadas cantidades de dinero en ciertas ocasiones. Así pues, quedaba claro que Barbadelo era casa dependiente del monasterio de Samos y que éste concedía libremente su tenencia a una persona en particular, no residiendo por entonces en Barbadelo comunidad alguna, ni siendo tampoco priorato.

Es muy posible que la completa anexión a Samos haya tenido lugar no mucho antes de 1166, encontrándonos ante un antiguo cenobio que con la asunción de la reforma gregoriana se quedaba sin comunidad y cuyos patronos decidieron por ello entregarlo a una casa de superior entidad como era la Samos, con la que ya existía una relación previa.

Los patronos de Barbadelo serían los ascendientes de los Ponce de León. Sabemos que en 1162 el conde Poncio de Cabrera, mayordomo de Fernando II, cedía al monasterio de Samos la cuarta parte de Marzán y la mitad de la iglesia de San Martiño que sita est in cauto Sancti Jacobi de Barvatello.

Poco después, entre los años 1167 y 1169, consta que los abades de Meira y Samos firmaron una concordia por razón de distintos bienes; entre otras cosas el de Meira concedió al convento de Samos la mitad de Marzán y la mitad de la iglesia de San Martiño, sita en el coto del monasterio de Santiago de Barbadelo, con todas sus directuras y pertenencias, especificando que la otra mitad era ya de dicho monasterio. Tanto lo de Marzán, como lo de San Martiño, lo tenía el monasterio de Meira por habérselo donado las condesas Sancha y Fronille. La concordia no debió cumplirse en todos sus términos, ya que en 1187 se hizo una permuta por la que el monasterio de Meira, además de entregar a Samos la mitad de la heredad de Marzán y la heredad de San Andrés y de Vilagudín, volvió a conceder la mitad de la misma iglesia de San Martiño. Que estos bienes estén compartidos entre los condes y el monasterio demuestra la relación entre los unos y el otro. La proximidad de las fechas (1162, donación de Ponce de León y 1166, contrato con el capellán) da pie a pensar que la plena incorporación de Barbadelo a Samos no debe ser muy anterior.

En 1175 el papa Alejandro III confirmó al monasterio de Samos todos sus derechos jurisdiccionales y patronales que venía disfrutando de antiguo en múltiples iglesias, entre las que figuraba Santiago de Barbadelo en el territorio de Páramo.

Por esta última cuestión relativa a sus derechos, el monasterio de Samos mantuvo un largo litigio con la sede episcopal de Lugo, llegando a suscribir un acuerdo en el año 1195 por el que las jurisdicciones de Santiago de Barbadelo y San Martiño de Barbadelo (entre muchas otras) fueron igualmente confirmadas a los abades samonenses.

El asunto todavía coleaba cuando en el año 1206 el abad Pelayo de Samos donó al obispo Rodrigo de Lugo y a su cabildo una posesión en Biville y el eremitorio de San Adrián con sus propiedades, en compensación de la iglesia de Santiago de Barbadelo que habían recibido a perpetuidad de manos del mismo obispo y su cabildo.

Con respecto a esta última cesión señala Vázquez Saco que aún con todo el prelado lucense no se desprendió totalmente de sus derechos sobre Barbadelo, ya que por la misma escritura le quedaba reservado el derecho de visita.

Por otra parte, Arias Cuenllas extracta la información contenida en un documento del año 1256 por el que el obispo Miguel, sucesor de Rodrigo en la sede lucense, concedió al abad Pedro y a la comunidad de Samos la percepción de los frutos y diezmos de la iglesia de Barbadelo, con la condición de que al rector de dicha iglesia se le asignase la renta mínima de sustentación sobre los mismos frutos y diezmos.

En los años sesenta y setenta de esta última centuria aparece Petro Cipriani dictus Monacus, dictus prior de Barvadelo, mientras que en 1282 figura Pedro Cabraes, prior de Barvadelo, con outorgamento de don Juliao, abbade de Samoes, aforando bienes de Santiago de Barbadelo y exigiendo a los foreros ser vasallos ao mosteyro de Barvadelo. Diez años después otros bienes del mismo Santiago son directamente aforados por el abad y el convento de Samos, con lo que parece que el cargo de prior ha desaparecido. No consta en ningún momento que estos priores hayan presidido comunidad alguna. Todo parece apuntar a que dichos personajes serían, en realidad, los gestores del patrimonio de Barbadelo, quizás familiares de sus patronos o patronos ellos mismos, que obtuvieron esa gestión de por vida, satisfaciendo las rentas pertinentes al cenobio samonense y que, ante sus funciones, se les llamaría priores.

A finales del siglo XIII el monasterio de Samos lograría poner fin a la cesión de Barbadelo a terceros, haciéndose con la gestión directa de la casa. Así, en 1294 figura al frente de Barbadelo un obenzal, con lo que el antiguo cenobio encontraría entonces su condición definitiva en la estructura dominial de Samos.

Precisamente sería por entonces, cuando se debió derribar el edificio alto medieval de la iglesia de Barbadelo para mejorarlo y ampliarlo, trazándose y construyéndose entonces la fábrica románica del templo que en parte ha llegado a nuestros días.

En el siglo XIV los extensos dominios de Samos se vieron perjudicados más que nunca por las usurpaciones, desmanes y atropellos ejercidos por nobles laicos, que obviando los derechos jurisdiccionales del monasterio ocuparon sus cotos, lugares y villas, exigiendo pagos y servicios y tomando vasallos bajo pretexto de encomienda. Así nos consta que en 1382 el monasterio de Samos elevó sus quejas ante el rey en contra varios señores entre los que se encontraba Roy González de Sarria, que tenía tomados contra la voluntad del abad y de los monjes los cotos de Piñeira, Barbadelo y Armeá. En los cotos y tierras del monasterio los denunciados echaban pechos y pedidos de pan, vino, carne, dineros y otras cosas y obligaban a los vasallos sujetos a Samos a realizar servicios en sus propias tierras y fortalezas, por lo que el monasterio recibía gran agravio y daño.

Ya en la Edad Moderna se produjo la reforma de las órdenes religiosas promovida en gran parte por los Reyes Católicos. La reforma trajo consigo la incorporación en 1505 del monasterio de Samos, junto con los seis prioratos que por entonces dependían de él, a la Congregación de la Observancia de San Benito de Valladolid. Entre otras cosas, la Congregación tenía como propósito agrupar los monasterios benedictinos bajo la autoridad de un superior general, para poder así defenderlos de las injerencias de los obispos y de los grandes señores. Después de la incorporación a Valladolid se agregaron a perpetuidad al monasterio de Samos dos prioratos más y otras doce feligresías; Santiago de Barbadelo aparece entre esas doce feligresías, que con sus rentas y frutos fueron anexionadas en 1553 con la intención primera de ayudar a paliar la depauperada situación por la que atravesaba el susodicho monasterio; a partir de esa fecha era el abad de Samos quien, escogiendo entre los miembros de su comunidad, nombraba a cada uno de los monjes que debían ponerse al frente de esas doce feligresías.

Nos dice Arias Cuenllas que en 1642 fue designado como cura prior de Barbadelo, Bernardo de Vozmediano y que, un siglo después, eran solo dos los monjes que vivían en Barbadelo, cuyo partido se componía por entonces de 24 lugares.

En 1752 se especifica en el Catastro de la Ensenada que no había convento alguno en Barbadelo y que moraban en la feligresía cuatro clérigos, de los cuales tres era presbíteros y uno de órdenes menores, junto a ellos había dos religiosos de la Orden de San Benito. Los diezmos de todos los frutos que se recaudaban en la parroquia los percibía enteramente el priorato de aquel término, anexo al Real Monasterio de Samos. El derecho de ofrenda que percibía igualmente el priorato ascendía a 1 real y 22 maravedís de vellón al año por cada vecino y el derecho de primicia que correspondía a la fábrica de la iglesia sumaba 88 ferrados de centeno entre todos los vecinos.

En la relación de los beneficios parroquiales contenida en el libro titulado Razón Universal de todas las piezas eclesiásticas de este obispado de Lugo. Año 1755 -que se guarda en el Archivo Diocesano- figura, en el arciprestazgo de Sarria, Santiago de Barbadelo como priorato del monasterio benedictino de Samos.

Todavía en 1826 anota Sebastián Miñano que la feligresía de Barbadelo era de la jurisdicción de Samos, circunstancia que cambió a partir del año 1835, tras la promulgación de los decretos desamortizadores que incluían la supresión de las casas regulares y de los dominios monásticos; el último monje benedictino que desde 1828 había sido prior y cura de Vilela y Barbadelo, Lucas Díaz de Baeza, continuó viviendo en esta misma feligresía ejerciendo como cura párroco hasta su muerte, acaecida en 1838.

Ya en el año 1846 dice Pascual Madoz que Santiago de Barbadelo era de la jurisdicción de Sarria y que el curato de su iglesia era de provisión ordinaria.

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