SARRIA, hospital de San Antonio de

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Antiguo hospital del Camino Francés sito en la población de Sarria, parroquia de San Salvador, municipio de Sarria, provincia de Lugo.

Desde el final de la Edad Media el hospital de peregrinos y enfermos de San Antonio de Sarria estuvo instalado en una casa situada frente a la iglesia parroquial de San Salvador al final de la rúa Maior, haciendo esquina con el Camino que, desde ahí, continuaba al monasterio da Madalena.

Solar del antiguo hospital de San Antonio de Sarria.

Sabemos que el inmueble fue reformado en 1594. Sirvió como establecimiento hospitalario hasta la primera mitad del siglo XIX. Después fue casa consistorial, escuela y cárcel. Actualmente lo ocupan los juzgados. Para este último uso se reedificó recientemente todo el solar, conservándose de lo anterior la fachada que mira a la iglesia parroquial, que no presenta otra particularidad más que una austera disposición simétrica, respondiendo a un modelo funcional propio del siglo XX. El edificio al que pertenecía correspondía -según Uría Ríu- a un caserón de unos veintidós metros de frente por dieciséis de fondo.

Historia

En un documento de la catedral de Lugo fechado en el año 1498 aparece reseñado un hospital sito en la villa Sarria, a propósito de los lindes de varios solares y huertos que se distribuían a lo largo del camino y calle que salía del castillo y que desde la iglesia de San Salvador bajaba al arrabal y puente da Ribeira.

A finales del siglo XVI los documentos se refieren al hospital de Sarria nombrándolo de San Antonio. Por entonces fue su mayor benefactor Dionís de Castro y Portugal, hijo bastardo del primer marqués de Sarria, que dejó un legado considerable para incrementar su dotación y también para repararlo y ampliarlo.

Vázquez Saco recoge las siguientes cláusulas del testamento de Dionís de Castro, otorgado en Valladolid el 19 de mayo de 1588: “yten mando que mis testamentarios tomen de mis bienes y con ellos compren cien fanegas de pan de renta de arrededor de la villa de Sarria lo más cercano a ella; lo cual mando al Hospital que está en la villa de Sarria en la calle principal fin de ella junto a la fortaleza de frente San Salvador para que se junte con el más pan de dicho Hospital tiene e todo se gaste en dar de comer a los peregrinos pasajeros pobres… y que puedan a cuenta de dicha renta reparar el dicho Hospital y las camas de los pobres en cada un año […] iten mando al dicho Hospital de peregrinos de Sarria quinientos ducados para que se repare e formen el dicho Hospital”.

Según López Arias, fue en el año 1592 cuando se compró a Pedro Díaz de Guitián y a sus hermanos los terrenos necesarios para la realización de una nueva obra.

Por su parte Pérez Constanti da cuenta del protocolo del escribano de Sarria Gregorio Fernández de Moure, correspondiente al año 1594, donde figura un contrato otorgado por el concejo de la villa y el administrador del hospital de San Antonio con el maestro de obras Juan de Seara. En la correspondiente escritura se hace constar que don Dionís había dejado “mil ducados para que se aumentase la renta del Hospital de la villa de Sarria y quinientos ducados para hacer una casa y repararlo”. Así mismo, se fijó un plazo de ejecución de dos años y el presupuesto quedó ajustado en cuatrocientos ducados, corriendo los materiales por cuenta del constructor; se contemplaba que la edificación tendría veinticuatro pies de ancho y setenta de largo, especificando que se harían “tres ventanas de asiento […] y seis puertas con sus capialzados por dentro y dos hileras de cornija que tomen la delantera que da frontero de San Salvador, y la otra hilera la que da frontero de la fortaleza, al camino que va de la calle para el monasterio de la Magdalena”. Sin embargo, no se construyó conforme a lo previsto en este contrato, sino siguiendo las trazas de otro proyecto dado poco después por Beatriz de Castro Osorio, III condesa de Lemos. Los pagos de las obras del hospital quedaron definitivamente liquidados en 1605.

En enero del año 1718, en su peregrinación a Santiago, el carmelita Antonio Naia llegó a dormir a Sarria, alojándose en la hospedería del monasterio da Madalena. Dejó anotado en su diario de viaje que en el mismo pueblo se encontraba también un hospital para los peregrinos, que sin duda era este de San Antonio.

En el año 1753, en las respuestas generales del Catastro del Marqués de la Ensenada, encontramos información pormenorizada acerca de este hospital. Se dice que, para el sostenimiento del hospital de San Antonio, sito en la feligresía de San Salvador de la villa de Sarria, daban los vecinos de esa parroquia 28 reales y un tercio, al año. Así mismo consta que fue antigua fundación de los marqueses de Sarria, del que cuidaban un administrador eclesiástico y una criada que hacía el oficio de hospitalera. Tenía de renta fija 300 ducados de vellón, con la obligación de dar posada a todos los peregrinos de vuelta de la romería del “Apóstol Señor Santiago” y además la limosna de ocho maravedís trayendo la cédula de comunión que llamaban “Compostela”. Se admitían en él enfermos a los cuales se les daba cama, luz y veinticuatro maravedís para su almuerzo; para asistirlos se pagaba a Diego Varela, cirujano y vecino de la feligresía de Santa Mariña en la misma villa, 56 ferrados de centeno. Sus gastos y también el estipendio del administrador y de la hospitalera se deducían de la renta del hospital.

En la relación de los beneficios parroquiales contenida en el libro titulado Razón Universal de todas las piezas eclesiásticas de este obispado de Lugo. Año 1755, que se guarda en el Archivo Diocesano, figura que había en los términos de la parroquia de San Salvador de Sarria un hospital de San Antonio, fundación de Dionís de Castro y Portugal, de la casa de Lemos.

Nos dice Vázquez Saco que en esa misma centuria los hospitales de San Antonio y San Lázaro se habían fundido en una obra pía de la que eran patronos el corregidor y uno de los regidores de la villa y marquesado de Sarria y sus pueblas sufragáneas.

Del año 1795 es el extracto de cuentas que se aduce al pleito iniciado en 1802 contra el administrador de la obra pía, Francisco Rivera, por su pésima gestión que dio el golpe de gracia que causaría la ruina definitiva de dichos hospitales. Señalan Losada y Seijas que en las relaciones de gastos no aparece ni una sola partida dedicada a los enfermos, excepto una data de 480 reales por coste de medicamentos.

Dice Amador López que fue por entonces -concretamente en el año 1790- cuando el obispo de Lugo propuso remediar las deficiencias observadas en la asistencia de niños expósitos, con la puesta en marcha de un nuevo sistema de recogida, crianza y sostenimiento que consideraba más eficaz, sufragando los gastos que pudieran derivarse, entre otras cosas, con las rentas de los hospitales que había en las veredas de los caminos de Santiago para peregrinos y lazarados, “porque unos y otros están perdidos sin verificar los fines de su fundación, y comiéndose las rentas los patronos, administradores y otros”. Y advertía el obispo que en las vistas que hizo en 1788 tomó algunas providencias al respecto, dando cuenta de los dos hospitales que había en la villa de Sarria y en Fonfría junto a O Cebreiro, por ser de consideración y estar perdidos del todo, pero que nada se había adelantado.

En 1827 Sebastián Miñano todavía habla de la existencia de un hospital en la villa de Sarria.

Tras la promulgación de las leyes de desamortización nos dice Pascual Madoz que se ignoraba el paradero de los bienes y rentas del hospital de Sarria así como de los de Portomarín, Cruz, Ligonde, Lestedo, Santa Catalina de Fonfría (todos ellos sobre el Camino Francés) y otros que la Junta Municipal de Beneficencia de Lugo solicitó se descubriesen y agregasen al de la Caridad de aquella capital provincial, lo que fue concedido por Real Orden del 12 de marzo de 1835, pero que ningún resultado había ofrecido en los seis años siguientes. Esta misma referencia que nos ofrece Madoz la recogerá más tarde Villaamil y Castro.

En 1839, una Real Orden autorizaba dotar con las rentas de la Obra Pía de San Antonio y San Lázaro de Sarria una escuela de primeras letras.

Fuentes y bibliografía

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