SANTIAGO DE COMPOSTELA, hospital de San Lázaro de

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Transitando el Camino Francés en su entrada a Santiago de Compostela, a penas a un kilómetro y medio del casco antiguo, se encuentra el barrio de San Lázaro.  Originariamente fue un antiguo caserío que estaba apartado de la ciudad, pero en la actualidad, tras la expansión urbanística que experimentó Santiago en las últimas décadas del siglo XX, esta zona quedó plenamente integrada en el área metropolitana de nueva construcción. Y es aquí donde se encontraba el hospital para leprosos de San Lázaro, cuyo origen se remonta a la Edad Media, que además contaba con su propia capilla y cementerio.

 

Edificio del hospital provincial de San Lázaro construido entre 1885 y 1886.

Entre 1999 y 2002 se comenzó la prospección del terreno en lo que fue el solar del antiguo lazareto. Fruto de esta se realizaron excavaciones arqueológicas que dejaron al descubierto la cabecera y el primer tramo de la nave de la capilla medieval. De esto se dedujo que la cabecera era de planta rectangular y sus muros (profundamente cimentados en el sustrato natural de roca descompuesta) se construyeron con grandes sillarejos de gneises trabados con mortero de barro que medían un metro y medio de ancho, lo que permitiría soportar el peso de una bóveda pétrea. A la cabecera se le habían adosado posteriormente dos estructuras laterales, pudiendo ser la del lado norte una sacristía.

Además de este hallazgo, pudieron recabarse datos sobre la presencia de inhumaciones tanto en el interior de la capilla como en su espacio próximo, relacionadas a la antigua necrópolis. Al norte fueron descubiertas estructuras de habitación correspondientes a la Edad Moderna sobre las que se superpuso un complejo de canalizaciones asociado a una piscina rectangular fechada en el siglo XIX, momento de la última ocupación del lugar.

La mayor parte de los objetos recuperados durante las excavaciones fueron fragmentos de cerámica pertenecientes a piezas del aguar doméstico, como pueden ser platos, ollas y jarras. Las cerámicas más antiguas corresponden a un período encuadrable entre los siglos XI y XII. Excepcionalmente se recuperó parte de un canecillo románico donde se aprecia el hocico de un animal.

Manuel Murguía alcanzó a ver la vieja capilla de San Lázaro, razón por la que señala que no debía ser nada despreciable a juzgar por los restos conservados. En concreto dice el autor que hacia el año 1840 había un sepulcro ojival arrimado a la pared de la capilla junto a dos capiteles que califica “de muy buena mano”, una cruz antefija que estaba colocada sobre la propia edificación y dos lápidas sepulcrales con sus correspondientes inscripciones ubicadas en el atrio. Una de estas lápidas podría pertenecer a Gonzalo Rodríguez, hijo de Rodrigo Eans, de Santa Cruz de Montaos. La lectura de su inscripción fue publicada también por Fernández Sánchez y Freire Barreiro, quienes dicen que, a juzgar por el tipo de sus caracteres epigráficos, podría ser del siglo XIII.

Entre los años 1885 y 1886, el primitivo hospital fue sustituido por otro edificio que continuó siendo sanatorio hasta el siglo XX. Las nuevas instalaciones invadieron el espacio del atrio de la capilla del viejo lazareto, por lo que en 1924 se decidió la construcción de un nuevo templo, que se situaría a unos metros de distancia en la margen contraria del Camino Francés, obra fue encomendada al arquitecto diocesano de Compostela, José López Rego.

Alzado fachada principal del nuevo hospital. (José Antonio Franco Taboada, Santiago Tarrío Carrodeguas (dirs.), A arquitectura do Camiño de Santiago: descrición gráfica do Camiño Francés en Galicia, Santiago [de Compostela], Xunta de Galicia, A Coruña, Universidade da Coruña, D.L. 2000).

El proyecto del nuevo hospital se encargó al arquitecto provincial Faustino Domínguez Domínguez, con un diseño estilo ecléctico con reminiscencias neoclasicistas conforme a modelos aplicados en otros edificios públicos de la época, e igualmente acorde con una organización funcional presente en establecimientos sanitarios de toda Europa.

El edificio consta de dos pabellones laterales de forma rectangular entre los que se interponen otros dos cuerpos transversales de idéntica forma, quedando en el centro un patio interior descubierto. Cada parte de la edificación dispone de planta baja y un piso alto que se cubre con tejado a dos aguas. La separación entre las distintas alturas queda remarcada en el exterior por la presencia de una imposta corrida de sillería granítica. Del mismo modo, se diferencian los vanos de la planta baja, coronados por arcos de medio punto mientras que los vanos del piso alto tienen arcos rebajados. Los antepechos de todos los ventanales están ornados con sillares almohadillados. Los frontispicios de los pabellones laterales sobresalen por encima de los dos cuerpos transversales, habiéndose introducido dos óculos centrados entre las vertientes de sus respectivos tejados.

Planta del nuevo hospital. (José Antonio Franco Taboada, Santiago Tarrío Carrodeguas (dirs.), A arquitectura do Camiño de Santiago: descrición gráfica do Camiño Francés en Galicia, Santiago [de Compostela], Xunta de Galicia, A Coruña, Universidade da Coruña, D.L. 2000).

La fachada principal del hospital está retranqueada con respecto a los pabellones laterales y se organiza en torno un eje central vertical definido por dos pilastras poco salientes que flanquean la entrada, prolongándose hasta la cornisa del tejado para dar paso a un frontón rectangular. Sobre este se elevaba una pequeña espadaña con una sola campana, hoy perdida. Los arcos de la puerta principal, y de todos los ventanales, están adornados con sencillas placas circulares y ovales colocadas sobre las claves y los salmeres. Los del piso alto están además enmarcados por molduras. En el interior, frente al vestíbulo de la entrada principal, se encuentra la escalinata de doble tramo que se adentra en el patio central.

A principios del siglo XX se ampliaron las instalaciones hospitalarias levantando otros dos pabellones laterales más bajos, que se anteponían a la fachada principal y que posteriormente fueron derribados. A finales de esa última centuria, la construcción del hospital decimonónico fue rehabilitada para ser ocupada por oficinas de la Xunta de Galicia, lo mismo que el edificio vecino que se levantó sobre los restos de la capilla medieval.

Crucero ubicado ante el nuevo hospital de San Lázaro.

En medio se eleva un crucero de piedra granítica de tipo crucifijo. El conjunto se eleva sobre una plataforma de planta cuadrada en la que recibe de forma directa el fuste que remata en un capitel moldurado. Sobre él, la cruz que porta en el anverso la talla de Cristo Crucificado con tres clavos y, en el reverso, a la Virgen cubierta con un manto junto a la cabeza de un querubín alado. Con toda probabilidad este crucero estaría colocado originariamente en la intersección del Camino Francés con el camino local que llevaba al lugar de Amio.Historia

A comienzos del siglo XII en el Códice Calixtino se especificaba que debían “darse a los leprosos de la misma ciudad las limosnas que lleguen cada domingo al altar [de Santiago] desde el amanecer hasta la hora de tercia”.

Consta por otra parte que en el año 1149 el burgués compostelano, Alfonso Anaya, con su esposa Adosinda Menéndez, el canónigo de Santiago Pedro Pardo y el prior del Sar fundaron y dotaron el hospital de leprosos de San Lázaro, que estaba “en cierto lugar de cabañas”, a un lado de la vía de los peregrinos, en la feligresía de Santa María do Sar. En la misma escritura se dispuso que el prior del Sar edificase allí, una iglesia y unas casas para sustentar a los canónigos elefanciosos y a otras personas. La fundación quedó sujeta a la regla de san Agustín. En el año 1165 el mismo matrimonio donó a dicho hospital la propiedad que tenían sobre el tramo del Camino Francés que transcurría entre la capilla da Cruz, en el Monte do Gozo y el término conocido como aqua impezada y mulier cremata, con el fin de evitar el daño que les causaba que allí se hiciesen otras cabañas que se alquilaban a enfermos extraños.

A lo largo de los siglos XIII y XIV tenemos noticias de mandas y legados testamentarios dejados por diversos particulares de Compostela a las leproserías de San Lázaro y de Santa Marta. Está ultima era para mujeres y estaba situada en el camino de Padrón.

Ya en el siglo XV, concretamente en el año1431, consta que los leprosos del lugar de San Lázaro de la ciudad de Santiago estaban sujetos al monasterio de Santa María do Sar. En esa fecha un canónigo de dicho monasterio, Alfonso Rodríguez, era el capellán del lazareto. En función de su cargo, Alfonso Rodríguez otorgó poder y consentimiento a los leprosos y racioneros de dicho establecimiento, Gonzalo de Mesía y Alfonso González, para contratar a Álvaro Ames como campanillero. Las obligaciones a las que se comprometía Álvaro Ames eran servir a los racioneros e ir dos veces al día a la ciudad provisto de un cesto y una campana, para demandar el pan, como era costumbre de los otros campanilleros; en caso de que no lo cumpliese tendría que pagar, cada vez, cuatro maravedís. Además, debía labrar parte de las fincas del lazareto a sus costas, en las mismas condiciones que labraron otros campanilleros. Recibiría un sueldo por su trabajo, comprometiéndose el mismo, con todos sus bienes, a devolver lo cobrado (restando el tiempo que hubiera servido) si se fuese con otro señor, o si tuviese otro negocio que no le permitiese ejercer el oficio. Gonzalo de Mesía y Alfonso González suscribieron el contrato en nombre propio y de los otros racioneros, leprosos y leprosas de dicho lugar de San Lázaro.

A finales de esta última centuria, en 1486, nos consta que los Reyes Católicos durante su viaje de peregrinación a Compostela dieron limosna a la “casa de Sant Lázaro” de dicha ciudad. En la siguiente centuria la leprosería continuaba recibiendo mandas testamentarias.

En 1605 el cardenal Jerónimo del Hoyo refiriéndose a la visita que giró a las ermitas de ciudad de Santiago Compostela dice de San Lázaro: “Esta hermita es aneja al monasterio del Sar. Aquí biven laçerados y el rector de Sar les administra y dice dos misas los domingos; una a quí y otra en el priorato. Está a un quarto de legua de la ciudad, en el camino de Castilla”.

En 1752 se hace constar en el Catastro de Ensenada que los hospitales de San Lárazo y Santa Marta que eran para enfermos de mal elefantíaco y que eran sus patronos la ciudad de Santiago y su ayuntamiento.

Barreiro y Rey señalan que al término de esta última centuria ambos hospitales se financiaban de la caridad y del producto de algunos bienes. Cuando en 1806 se estudió su supresión bajo la orden de enajenación de obras pías, su situación económica era muy precaria y estaba agravada por una mala administración que restringía las posibilidades de atención a tan solo tres enfermos por cada centro, aun cuando los hospitales disponían de algunas casas que estaban arrendadas a terceros. El ayuntamiento de Santiago exigió que el dinero de los impagos debidos se hiciese efectivo para hacer obras y para adquirir ajuar y mobiliario. Las autoridades municipales y eclesiásticas reconocieron que las instalaciones no eran aptas para acoger a los enfermos, ni para garantizar los cuidados que estaban limitados a lo que pudiesen hacer dos ermitañas. Los documentos de la época describen el hospital de San Lázaro como un “conjunto de reducidas y miserables casas terrenas”, de las que los leprosos salían a su antojo rozándose a pretexto de pordiosear con la gente de la ciudad. Esta situación hizo que se plantease la necesidad de contar con un nuevo centro de acogida para el socorro y recolección de pobres lázaros, que tardaría en hacerse.

Hacia el año 1875 el hospital de San Lázaro estaba a cargo de las Hermanas de la Caridad. En 1884 la diputación da Coruña destinó una partida de dinero para su reparación y conservación, al tiempo que se planteaba la necesidad de construir un nuevo hospital que se encargó al arquitecto provincial Faustino Domínguez. En 1885 se aprobó el proyecto y se ordenó que los diversos ayuntamientos de la provincia notificaran el número de sus leprosos y enfermos elefancíacos. Las obras del nuevo hospital se concluyeron al año siguiente. Su edificio continuó funcionando como sanatorio hasta hace pocos años. En 1968 fue cedido al Ministerio de Agricultura; hoy en día se encuentra rehabilitado y ocupado por oficinas de la administración autonómica.

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