En la que en la actualidad es la Rúa de Casas Reais se ubicó el antiguo hospital de pobres y peregrinos, que más tarde se destinó para enfermos contagiosos, estaba dotado de casa con capilla, biblioteca y huerta. Fue fundado por Ruy Sánchez de Moscoso en el año 1400 y patronato de los regidores y jurados de la ciudad de Santiago de Compostela para pasar a depender del hospital de San Roque, enclavado en la misma ciudad.
Su emplazamiento era estrategia pues se encontraba a continuación cd la que era de la Vía Francígena, una vez se traspasaba la llamada Porta do Camiño y se entraba dentro del recinto de la ciudad compostelana, amurallado desde el siglo XI hasta el siglo XVIII. El hospital contaba con un acceso trasero desde la Rúa de Entremuros, edificio finalmente derribado entre los siglos XIX y XX. Tanto en su solar como en su huerta se levantan hoy en día diferentes bloques de viviendas.
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| Rúa de Casas Reais a la altura del antiguo solar del hospital de San Miguel. |
A finales del siglo XIX Bernardo Barreiro todavía recordaba la casa donde estuvo emplazado el hospital que, aunque había sido reedificada en el siglo XVIII, conservaba “sus escudos de armas de los Moscosos, cinco cabezas de lobo, abiertas las fauces y sacando largas lenguas; formando un rinconcillo al lado de las antiguas casas de la Real Audiencia de Galicia, sin ventanas, las puertas desvencijadas y como bienes de menores”. Dice el mismo Barreiro que “el antiguo edificio construido a la muerte del fundador Ruy Sánchez de Moscoso, como del siglo XV, era una casa-capilla de estilo ojival, según consta de varios documentos, con una torre y sus campanas y sobre el pórtico una hornacina con la imagen de San Miguel”.
En el pleito que se inició en 1546 con motivo del intento de anexión del hospital de San Miguel por parte del Hospital Real de Santiago, se cuenta cómo el administrador de este segundo establecimiento, Pedro León, intentó tomar posesión efectiva de San Miguel, haciéndose descripción de cómo era entonces y de lo que allí había. Dicho administrador se presentó en el hospital, paseó por el mismo, llegó al altar y encontró un crucifijo y dos imágenes, una de Nuestra Señora y la otra de San Miguel. Fue entonces cuando hizo tañer una campana que se hallaba en el altar y, siguiendo su paseo, encontró un lecho en el que al parecer dormía el capellán, además de varias huchas y ajuares ajuares en la sala. Preguntando a la hermana del capellán si acogían algunos pobres, le contestó “que nunca viera acoger allí pobres algunos”. Subió el administrador al desván donde no encontró camas, paseó por alto y bajo, abriendo y cerrando las puertas, marchando después a la huerta y andando por ella en señal de posesión.
En 1611 el cardenal Jerónimo del Hoyo en las actas de vista describe así el establecimiento: “el dicho Hospital tiene dos salas grandes: una que sale a la calle por encima de la capilla y otra un poco más abajo que sale hacia el norte y más los aposentos terriços en los los quales viven 18 pobres más o menos. Pero en los dichos aposentos no hay alcobas ni tabiques y ansi están los pobres que moran en ellos con mucha incomodidad y confusión, y aunque en la visita anterior mandó el arzobispo, mi Señor, que en las dichas salas se hiziesen unos tabiques entre los aposentos de los dichos pobres para que estuviesen divididos y apartados unos de otros y con más comodidad para poderse limpiar y remendar y si estuviesen enfermos para poderse confesar y administrarles los Sanctos sacramentos y los dichos pobres estubiesen más abrigados en las dichas alcobas y con averlo mandado Su Señoría […] ansí están las dichas pieças sin los dichos tabiques y apartamentos”. Había además otros inconvenientes, ya que en las salas y piezas “no hay cocina ni chimenea, de que resulta padecer los pobres que están en el dicho hospital mucho frío y no tener en qué calentarse ni en qué hacer de comer ni guisar alguna cosilla de las que le dan de limosna, y aunque en el aposento terriço suelen hacer algunas veces lumbre no pueden acudir a él los pobres que viven en las salas de arriba porque el dicho aposento terriço no tiene puerta que salga a las dichas salas ni se anda por ellas sino por defuera, demás que de la lumbre que se hace en el dicho aposento terriço sale el humo a la capilla que está en dicho hospital por la puerta que se hizo para que hubiese sacristía”. Por todo lo cual el visitador mandó hacer las obras correspondientes y “una buena chimenea que sirva de cocina y albergue de los dichos pobres que viven en el dicho hospital, se calienten y abriguen y aderecen la comida que de limosna le dieren las buenas gentes caritativas”.
En 1782 Manuel Caeeiro presentó un nuevo proyecto para la capilla de San Miguel del Camino acompañado de un dibujo con las trazas del alzado de la fachada principal del hospital. El dibujo muestra un estrecho inmueble con planta baja, planta principal y un segundo piso bajo cubierta. Las distintas alturas se diferencian por medio de cornisas lisas de sección cuadrangular y la fachada es de gran austeridad, destacándose únicamente seis pequeños escudos heráldicos dispuestos entre los vanos de los pisos superiores. En el bajo se abren a la calle dos puertas adinteladas, en el primer piso se disponen, en perfecta simetría dos balcones adintelados sin voladizo y, en el segundo piso, dos pequeñas ventanas, también adinteladas, que se abren inmediatamente por debajo del tejaroz. En el texto que acompaña al dibujo del alzado puede leerse el informe que emitió el arquitecto Ferro Caaveyro sobre esta obra: “En atención a que este Plano no manifiesta, ni puede presentar al aspecto público el mas leve indicio de ser para fachada de Templo o Capilla sino la de una casa ordinaria, no debe permitirse se execute la obra por él, a menos que la Capilla de San Miguel, que está en este sitio, se traslade a otra parte”.
En el número 9 de la rúa de Entremuros se levanta hoy en día una casa que en el dintel de su puerta principal tiene una inscripción en la que se dice que dicha casa es del hospital de San Miguel. En el dintel de la entrada al patio trasero de la misma casa hay otra inscripción en la que se hace constar que la huerta y sus casas eran igualmente del hospital del “Señor Miguel”.
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| Inscripción de pertenencia al Hospital de San Miguel. |
Historia
En el año 1450 se procedió a la apertura del testamento del canónigo de Santiago y arcediano de Deza, Ruy Sánchez de Moscoso, por el que fundaba un hospital que había de llamarse de Santa María, dejando para ello la casa que él mismo habitaba en la rúa do Camiño. El fundador dispuso que la casa se dividiese en tres partes, una destinada a hospital de enfermos y hospedería de peregrinos pobres, otra para posada de peregrinos pudientes y un tercer departamento para hacer cámara de librería o lo que es lo mismo, una biblioteca. El destino explícito de la fundación era recoger y alimentar a los pobres de la ciudad y a los peregrinos que allí se allegasen.
Villaamil y Castro extracta buena parte del contenido de dicho testamento que da idea de la espléndida dotación del establecimiento hospitalario con su capilla: “todo seha para rrescibimiento e manteemento e consolacion dos ditos pobres e peregrinos de cualquer hestado e condicon que sehan omes e mulleres apartadamente dentro enas ditas myas cassas de morada en que agora moro as quales en certos lugares e apartamentos delas mando fazo ordeno e estableso por hospital perpetuo con certos leitos e camas e sseruicio do nosso ssenor deus e as outras partes das ditas cassas con suas camaras e ceros leitos e ornamentos deles e nelsa e alfayas e ssalas con ssuas messas e assentamentos como agora teño […] Iten mando que dentro enas ditas cassas de mya morada seha apartadamente outra camara de libraria en que sean postos todos meus libros en rroda e almarios con discreta e boa custodia como se conten eno dito ynbentario assi de ssancta theologia e filosofia eclesiasticos e ssermonarios e de medicina e fisica como outros de dereito canonico e ceuil de meu nome firmados […] que seha comun generalmente e particularmente para hestudio dos peregrinos e rromeus clerigos e leigos leterados que bieren en rromeria a ssantiago quenas sobreditas cassas meijon e hospital foren rresciuidos e aposentados si quisieren hestudiar quelles seha aberta e mostrada dita libraria para sua consolacion e rrecreacion deestudio spiritual porun dia e noite […] enas ditas cassa de hospital e meijon lles probean de bribiario e salterio e outros libros necessarios para que rezen ena capela do hospital para hesto deputada e que se quisser algun ssacerdote ende celebrar myssa….. que lle probea… das coussas nescesarias”.
Ruy Sánchez nombró como cumplidores perpetuos del testamento y administradores de todos los bienes a los jurados y regidores de la ciudad de Santiago y encargó de la defensa de todo ello a su pariente Ruy Sánchez de Moscoso, señor de Altamira y al hijo de éste, Rodrigo de Moscoso.
Desde su creación la economía del hospitalillo se basaba en los bienes que le había asignado su fundador (salvo un lugar próximo a Santiago incorporado merced al legado testamentario de un escribano), que incluía la percepción de los derechos del coto lucense de Vilapún, la renta de catorce lugares aforados y los foros de once casas situadas en Santiago; raras veces se incorporaron otro tipo de ingresos, como limosnas, muy infrecuentes.
El 12 de abril del año 1546 el administrador del Hospital Real, Pedro de León, planteó la cuestión de la anexión del hospital de San Miguel al Hospital Real. Basaba su pretensión en que, según él, el papa Julio II a petición de los monarcas españoles, suprimió y extinguió “el dicho hospital de Santa María del Camino como los otros hospitales de la ciudad y sus arrabales”, aplicando todas sus rentas, edificios y demás bienes para “ayuda de la sustentación y mantenimiento del dicho Gran Hospital Real e pobres dél”. Ante el desacuerdo de los patronos del hospital de San Miguel se inició un pleito en el que ambas partes expusieron sus razones. Entre otras cosas el administrador del Hospital Real alegaba que el hospital de San Miguel era el mismo que figuraba en la bula papal con el nombre de “Santa María del Camino”, por encontrarse próximo a dicha iglesia parroquial en donde estaba enterrado el fundador, a cuya tumba se iba todos los años a rezar el responso; la distancia del citado hospital a la iglesia parroquial no pasaba de veinte pasos y en la parroquia de “Santa María del Camino” no había otro hospital, ni capilla ninguna, sino el llamado de San Miguel. En 1548 el licenciado Alonso de la Peña dictó sentencia favorable a los administradores de “San Miguel del Camino”.
Por entonces se recogían en este hospital enfermos del mal de bubas que ocupaban la sala más grande de la casa, dotada de ocho camas, mientras que en las otras dos salas se distribuía un total de diez camas para pobres y peregrinos.
En 1571 el proyecto del visitador arzobispal contemplaba dedicar una sala “a los peregrinos clérigos y legos” y otra a “los pobres naturales deste Reyno”, de modo que se cumpliese con lo dispuesto por el fundador. Cuando en 1579 el hospital fue visitado por el arzobispo Francisco Blanco “lo halló mal reparado y sin ropa alguna para el recogimiento de los pobres”, por causa de una mala administración que dependía de la gestión municipal. En años sucesivos se dio prioridad a las obras de arreglo del hospital; sin embargo, seguía sin ponerse remedio a las cuentas, mientras los dieciocho pobres que vivían allí lo hacían “con mucha incomodidad y confusión”. Nuevamente, en el acta de visita de 1589 se dice que las casas que había dejado el fundador estaban muy maltratadas y arruinadas. El arzobispo Juan de Sanclemente ordenó entonces arreglarlas a cuenta de las rentas. Otras medidas tomadas fueron dar licencia para celebrar en la capilla del hospital tres misas semanales por la intención del fundador, instaurar la fiesta en honor a san Miguel y mantener el cargo de los mayordomos limitado a tres años, sin poder ser reelegidos. En el año 1600 el mismo arzobispo dejó en su testamento una cama con sus ropas para este hospital.
De 1604 es la visita del arzobispo Maximiliano de Austria; este prelado dispuso que en la capilla se expusiesen las reliquias que tenía el hospital, también ordenó la construcción de una sacristía tras el altar mayor de la capilla y otras obras de acondicionamiento.
En 1607 el visitador Jerónimo del Hoyo da cuenta en su Memoria de los bienes muebles del hospital y en las actas de la vista de 1611 lo describe pormenorizadamente; afirma que los regidores municipales “son malos administradores e usando mal de de la dha. administración an quitado el sustento y remedio a los pobres y gastado gran parte de las rentas… como si fuera haçienda propia, en marlotas, libreas y fiestas y pagar deudas que ellos decían de su ayuntamiento y en otros gastos superfluos y profanos”. Denuncia también la arbitrariedad en el reparto de las limosnas, “que son de muy poca cantidad”, y la dejadez en la vigilancia de los mayordomos. De la biblioteca de Ruy Sánchez solo encontró tres libros de temática religiosa.
En 1635 una intervención de la Real Audiencia, que puso al descubierto el saqueo de los objetos litúrgicos de plata pertenecientes a capilla del hospital, sirvió para que se regularizase la contabilidad de la institución.
Ya en el siglo XVIII, concretamente en el año 1752, se dice en el Catastro de Ensenada que el hospital de “San Miguel del Camino” era uno de los hospitalillos de la ciudad de Santiago donde se recogían “mujeres pobres de maior edad”.
Poco después, en 1760, se inició un movimiento de reforma por la que los regidores de San Miguel acordaron desligar la personalidad del tesorero de la de los patronos, hacer una revisión general del patrimonio y las rentas y restaurar el sistema de reparto. El número de mujeres acogidas se redujo de cuarenta a trece, concediéndoles una renta anual de trigo y centeno a cambio de que se mantuviesen recogidas y sometidas a la vigilancia de dos criadas y de que llevasen una vida comunitaria dedicada a la oración. Al parecer, anteriormente las mujeres estaban “muy mal mantenidas así porque el fruto se daba fuera, y perecían, y así sólo se admitían unas gentes rebotadas, desnudas y de mala nota”; con las medidas tomadas se creía librar al hospital de algunas pobres que consideraban no eran “de la calidad y circunstancias” que el fundador preveía. La reforma fracasó y finalmente se decidió fusionar el hospital de San Miguel con el de San Roque, considerando que no se alteraba la voluntad del fundador al imponerse como condición el mantenimiento de la capilla, de las fiestas, de los capellanes y de las acogidas.
En 1778 se aprobó la incorporación de las rentas sobrantes de San Miguel al hospital de San Roque; ambos establecimientos tendrían un mismo administrador. Se impuso como condición conservar decentemente la capilla de San Miguel, con los ornamentos necesarios para la celebración de las mismas por el alma del fundador y en la casa donde antes se recogían los pobres se habría de hacer una cámara con cuatro departamentos y cuatro camas para sacerdotes peregrinos pobres que podían estar allí tres días, tiempo que se consideraba suficiente para cumplir romería.
En 1849 Pascual Madoz decía del hospital de “San Miguel del Camino” que había sido fundado para mujeres pobres de las que solo se recogían en el día diez o doce. No mucho después, en 1880, Fernández y Freire dan cuenta ya de que este hospital no funcionaba, diciendo que era “una casa cuarteada y medio en ruinas”.Fuentes y bibliografía
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