BARBADELO, iglesia parroquial de Santiago de

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Se trata de una iglesia del Camino Francés (en la parroquia de Santiago de Barbadelo, municipio de Sarria, provincia de Lugo) situada entre Vilei al noreste y San Silvestre al noroeste, sobre el desvío del camino de Sarria a la parroquia de Belante, por Rente.

El lugar en donde hoy se alza la iglesia parroquial de Santiago de Barbadelo también recibe el nombre «do Mosteiro» ya que este había sido el emplazamiento de un monasterio alto medieval documentado a partir del siglo X. La iglesia es el único edificio que resta del antiguo conjunto monástico y, aunque ha sido muy reformada, conserva de su fábrica románica la fachada principal, la torre del campanario, el lateral norte y parte del muro sur de la nave.

Iglesia de Santiago de Barbadelo.

El templo está ubicado en un terreno que comparte con el atrio y el cementerio parroquial, entorno rodeado por un muro que salva el desnivel del terreno sobre el que se sitúa. La iglesia es de planta rectangular y una única nave con cabecera rectangular adosada a la cabecera (siendo esta de menor altura) y, en el muro norte, se suma un tercer volumen, también rectangular, que cumple las funciones de sacristía. El edificio cuenta con una torre de campanario inscrita en el cuerpo de la nave que tiene una presencia importante en la fachada principal.

Así, en la fachada se distingue el lienzo propio y el cuerpo correspondiente a la torre del campanario. El primero cuenta con una portada románica con arco de medio punto con dos arquivoltas. El arco inicial cuenta con un tímpano semicircular historiado que descansa sobre las mochetas decoradas con motivos de piñas en su parte interna, que descargan en las jambas de la puerta. Este tímpano está formado por piezas de cantería irregulares a modo de puzle hasta componer el estado que podemos ver en la actualidad, con la particularidad de estar ornamentado por la parte externa e interna. Todo el conjunto

Fachada principal de la iglesia de Santiago en Barbadelo.

Desde el exterior es posible distinguir las piezas con mayor naturalidad, siendo la que corresponde al tímpano de poligonal decorada con un elemento zoomorfo central para proyectar en simetría una serie de círculos entrelazados que adaptan sus dimensiones a la forma del tímpano, en cuyo centro se ubican elementos probablemente de tipo vegetal. En la parte superior, la que sigue la forma semicircular del arco se dispone en el centro una figura de la que, debido a su morfología, podría afirmarse que es humana, aunque la desproporción de las formas y la escasa pulcritud de la talla no permiten identificar a qué se corresponde, aunque algunas voces hayan apuntado a la representación de Cristo. En las piezas laterales se disponen sendas estrellas.

En el reverso del tímpano, correspondiente al interior de la nave, la pieza inferior presenta rosetas inscritas en círculos de distintos tamaños, adaptándose al marco; mientras que, en las superiores, se distribuye en la parte central la talla de una cruz griega con una roseta inscrita en el cruce de sus brazos y, estrellas inscritas en círculos en correspondencia con la parte externa. El arco que acoge a este tímpano está enmarcado dentro de una chambrana con talla en zigzag en la parte externa y en perlas en la interior.

Tímpano de la fachada principal: exterior (izquierda) e interior (derecha).

Continuando con la portada, el arco inicial que describimos cuenta con dos arquivoltas de arco de medio punto (con una moldura decorada con perlas en medio) en los que es posible observar las distintas piezas que componen los arcos, y descargan sobre impostas ajedrezadas y columnas de base ática elevadas sobre zócalo con fustes lisos de sección circular y capiteles historiados. En la primera vuelta, el capitel de la derecha cuenta con una talla de dos figuras zoomorfas, aparentemente leones, enfrentados en posición atacando a una figura humana que, siguiendo la interpretación de Yzquierdo Perrín, podría identificarse con la escena de «Daniel contra los leones». En el lado contrario de la misma vuelta, el capitel presenta, una escena similar a la anterior (aunque la talla está más erosionada), en la que intervienen formas zoomorfas y antropomorfas.

En la vuelta exterior, el capitel de la derecha cuenta con la talla de dos aves enfrentadas que ocupan todo el espacio, mientras que en el lado contrario aparece una escena en la que, según Delgado Gómez, se reconoce la flagelación de Cristo, distinguiéndose su figura de pie, atado a la columna, en el espacio central, y tras él, dos figuras más pequeñas alzan los flagelos por encima de sus cabezas. Adelantada a estas figuras, un personaje sentado que semeja dar lectura a la sentencia condenatoria contenida en una tablilla que sostiene con las manos.

Portada de la iglesia en la fachada principal.

En la esquina noroeste se alza la torre del campanario, de la iglesia. Esta es de planta rectangular y cuenta con cuatro cuerpos en altura diferenciados al exterior por molduras decoradas con motivos ajedrezados y con pequeños arcos en la última sección, en parte perdida. El último volumen prismático es el que se corresponde al lugar de las campanas: horadado por sus cuatro caras con doble arco de medio punto —alguno de ellos todavía conserva parcialmente la chambrana que los rodeaba— salvo en el lado oeste donde solo hay uno y se trata de un arco apuntado.

Alzado frontal.(José Antonio Franco Taboada, Santiago Tarrío Carrodeguas (dirs.), A arquitectura do Camiño de Santiago:

descrición gráfica do Camiño Francés en Galicia, Santiago [de Compostela], Xunta de Galicia,

A Coruña, Universidade da Coruña, D.L. 2000).

El muro norte cuenta con un acceso secundario formado por una portada de arco de medio punto con dintel liso que se apoya directamente en las jambas, así como una vuelta de arco que descarga sobre columnas de base ática, fuste de sección circular liso y capiteles tallados. El de la derecha presenta un par de tallas zoomorfas enfrentadas, cuadrúpedos, mientras que el contrario, cuenta con cuatro animales fantásticos con cabezas de caballo entrelazados dos a dos. Los coincidentes en la arista del capitel unen sus cabezas en actitud de beber de un cáliz. La portada está rodeada por una chambrana que deja a la vista la decoración de la chambrana de sogueado y dientes de sierra, decoración que se corresponde con su igual en el interior.

Muro sur de la iglesia.

En el mismo muro se abren dos vanos para la iluminación en el segundo registro. Se trata de dos ventanas saeteras enmarcadas en un arco de medio punto rodeado por una chambrana cuya arista interior está decorada por motivos dentados que descarga sobre una línea de imposta y columnas de base ática, fuste de sección circular y capiteles corintios.

En el muro sur, la nave ha sufrido reformas en la mitad superior. Hacia la cabecera, está reforzado por contrafuertes escalonados llegando el primero hasta la cubierta y los siguientes hasta el segundo registro.

Alzado del lateral norte. (José Antonio Franco Taboada, Santiago Tarrío Carrodeguas (dirs.),

A arquitectura do Camiño de Santiago:descrición gráfica do Camiño Francés en Galicia,

Santiago [de Compostela], Xunta de Galicia, A Coruña, Universidade da Coruña, D.L. 2000).

Siguiendo el plano de la planta del edificio es fácil entender su dinámica interior y cómo se relaciona la torre del campanario con la nave, así como la transición entre esta y el presbiterio y el programa iconográfico que se dispersa por las distintas zonas. La torre del campanario se ubica en el muro del Evangelio, a los pies de la iglesia, en correspondencia con el exterior, en un diálogo con la nave a través de los elementos que les dan forma a los cuerpos inferiores de esta estructura.

Plano de planta de la iglesia. (José Antonio Franco Taboada, Santiago Tarrío Carrodeguas (dirs.),

A arquitectura do Camiño de Santiago: descrición gráfica do Camiño Francés en Galicia, Santiago

[de Compostela], Xunta de Galicia, A Coruña, Universidade da Coruña, D.L. 2000).

Los cuerpos inferiores de la torre se abren a la nave a través de dos arcos de medio punto peraltados en las dos caras implicadas. Estos arcos descargan sobre columnas de sección circular con doble tambor (anilladas, es decir, fragmentadas en dos piezas y unidas por un anillo decorado con sogueados y ajedrezados) y capiteles ornamentados (con tallas de grifos enfrentados, hojas esquematizadas y perlas), así como cimacios sobresalientes con decoración de soga.

Interior de la nave con vista a la torre del campanario.

En la planta baja de la torre se encuentra el baptisterio, que cuenta con una pila bautismal románica: una pieza de granito con gran copa decorada con arcos que generan una secuencia y que se completan con decoración en escamas imbricadas dando volumen y textura al dibujo. El fuste es doble, con una primera vuelta dentada y una segunda lisa y la basa está formada cilindros bocelados y aristas marcadas. Una escalera de cantería llega hasta el primer piso y, desde allí, el acceso a los siguientes pisos de la torre se corresponde con una escala de mano de madera.

Detalle de la pila del baptisterio en el primer piso de la torre (izquierda) y vista de la segunda planta de la torre y

acceso a través de escalera de madera a las siguientes plantas (derecha).

Al tramo del campanario le sucede la correspondencia con el exterior, iluminando la nave los vanos dispuestos en los muros norte y sur, así como el acceso secundario del primero. En el muro sur, el correspondiente al Evangelio, es posible registrar un arco de medio punto con moldura en bocel y chambrana decorada con billetes, que cuenta con un altar, también de granito, sobre el que se ubica la escultura dedicada a San Blas. Este arco fue, en un momento anterior, un tercer acceso a la iglesia, ahora tapiado desde dentro e invisible desde fuera. En el mismo muro se incorpora un retablo de madera y estilo neogótico que aporta al programa iconográfico de la iglesia las imágenes de la Virgen de Fátima acompañada de San José y San Antonio.

Sección longitudinla. (José Antonio Franco Taboada, Santiago Tarrío Carrodeguas (dirs.),A arquitectura do Camiño de Santiago: descrición gráfica do Camiño Francés en Galicia, Santiago[de Compostela], Xunta de Galicia, A Coruña, Universidade da Coruña, D.L. 2000).

 

Puerta tapiada del lado meridional.

La nave, de planta basilical conserva la sillería de piedra a la vista, mientras que la cabecera se ha recebado y pintado. La transición entre la nave y la cabecera se lleva a cabo por medio de un arco triunfal de gran luz que descarga sobre impostas molduradas y pilastras adosadas al muro. Tanto las aristas internas del arco como las externas están molduradas. Además, adosado al muro del Evangelio en el apoyo del arco, se alza un púlpito de rejería de hierro como barandilla y solera de granito.

La cabecera es del siglo XVIII y se desarrolla en una planta rectangular con acceso a la sacristía en el muro del Evangelio, el norte y está iluminada por los vanos de ventana rectangular abocinada que se abren a sendos lados. Mientras el espacio de la nave se cubre con estructura de madera con armadura del mismo material a la vista, la cabecera lo hace con cúpula, también de madera.

Arco triunfal y cabecera.

El retablo del altar mayor es una exhibición barroca de madera policromada en una paleta saturada de pardos, burdeos y azules que abarcan todos y cada uno de los elementos, estructurales y ornamentales, con los que cuenta el conjunto. La estructura consta de un banco, tres calles verticales, un amplio entablamento y un ático con un espacio principal señalado y otros dos secundarios. En el primer piso, donde se ubican las tres calles verticales, cuenta con guardapolvos y entrecalles que dividen cada segmento, tanto los exteriores como los interiores están formados por columnas salomónicas profundamente decoradas en cada vuelta con ornamentos vegetales y frutales que, enlazados entre sí, despliegan todas sus posibilidades.

El entablamento, compuesto por dos frisos muestra decoración de rocalla, guirnaldas y volutas altamente coloridas y enmarcada, al igual que el resto del conjunto, de doradas molduras que acotan su espacio y prolongan sus formas en la horizontal. Esta ornamentación se desarrolla sobre fondos de color azul, resaltando así los volúmenes y el contraste de color. Esto ocurre en los espacios para las imágenes de las calles verticales. Las exteriores se elevan sobre peanas, que forman la estructura del banco y la central se ubica sobre el Sagrario, que se alza ocupando una gran parte de este espacio. Se disponen las imágenes del Sagrado Corazón de Jesús (de factura reciente) flanqueado por Santiago vestido de peregrino y San Juan Evangelista.  En la calle central del ático se presenta Cristo Crucificado rodeado del sol, la luna y las estrellas y en una suerte de templetes laterales, se ubican las imágenes de Santa Lucía y de la Virgen entronizada con el Niño.

 

Retablo mayor.

A un lado del retablo se ha colocado una imagen de vestir, que representa a la Virgen tocada con una corona y rodeada su cabeza por una amplia aureola dorada que irradia haces de luz.

Siguiendo la bibliografía de Valiñas Sampedro que estudió este templo, nos indica que contó una mesa de altar con el frontal de cuero pintado al óleo en la que se representaba un cáliz y diversas flores. También apunta a que la cruz parroquial era de plata, con gruesa macolla, gallonada, profusa ornamentación en relieve y las imágenes de Cristo y Santiago.

 

Historia

Los orígenes de esta iglesia se remontan al siglo X, cuando fue fundado el monasterio dúplice y familiar de Santiago de Barbadelo.

En el año 976 nos consta que Sunilano cedió a su hijo, el presbítero Vermudo, los bienes y demás pertenencias de la iglesia de Santiago y San Paio de Barbadelo que había recibido de sus abuelos y parientes; en el documento se especifica que la cesión incluía los lugares santos de San Martiño y Santiago con todos sus bienes, para que allí donde fuese más apto se edificase un monasterio en el que los hombres buenos persistiesen en el temor de Dios, viviendo sujetos a la regla santa y dedicados al servicio de pobres y peregrinos.

En el año 1009 Vermudo Sunilani, junto con su hermana Sendina, pusieron bajo la dirección y vigilancia del abad Mandino y de la comunidad del monasterio de Samos el lugar santo y monasterio de Santiago de Barbadelo, dotándolo con villas, iglesias y heredades de su propiedad que estaban repartidas no solo en torno al propio monasterio, sino también por otros territorios tan alejados como el Bierzo o Trives; además entregaron para el uso y ornamento de su iglesia libros litúrgicos, varios cálices, una cruz, una caja de plata y otras alhajas, haciendo hincapié en que se celebrasen debidamente las horas canónicas, al tiempo que encargaron se dijesen misas perpetuas por sus almas y las de sus padres y ascendientes.

El paso a una dependencia plena y completa del monasterio de Barbadelo con respecto al de Samos se ha venido basando en un dudoso documento, cuya fecha fluctúa entre los años 1099 o 1127, donde figura que Adefonsus, gratia Dei totius Hispanie imperator (que se puede identificar con Alfonso VI o con su nieto Alfonso VII) concedió y confirmó al abad Suario Suariz la propiedad de Santiago de Barbadelo con su coto y otras heredades.

Lo cierto es que tal dependencia no se constata de forma fehaciente hasta en el año 1166, cuando se suscribió un acuerdo entre el abad de Samos y el capellán del monasterio de Santiago de Barbadelo, señalando las obligaciones de este último, que, entre otras cosas, debía mejorar el monasterio de Barbadelo en la medida de lo posible, tratar al abad y al convento de Samos como a señores y ofrecerles un debitum servitium todos los años el día de san Facundo, además darles determinadas cantidades de dinero en ciertas ocasiones. Así pues, quedaba claro que Barbadelo era casa dependiente del monasterio de Samos y que éste concedía libremente su tenencia a una persona en particular, no residiendo en Barbadelo, por entonces, comunidad alguna, ni siendo tampoco priorato.

En 1175 el papa Alejandro III confirmó al monasterio de Samos todos los derechos jurisdiccionales y patronales que venía disfrutando de antiguo en múltiples iglesias, entre las que figuraba Santiago de Barbadelo en el territorio de Páramo.

Por esta última cuestión relativa a sus derechos, el monasterio de Samos mantuvo un largo litigio con la sede episcopal de Lugo, llegando a suscribir un acuerdo en el año 1195 por el que la jurisdicción de “San Jacobo de Barbadelo” (entre muchas otras) fueron confirmadas a los abades samonenses. El asunto todavía coleaba cuando en el año 1206 el abad Pelayo donó al obispo Rodrigo de Lugo y a su cabildo una posesión en Biville y el eremitorio de San Adrián con sus propiedades, en compensación de la iglesia de Santiago de Barbadelo, que habían recibido a perpetuidad de manos del mismo obispo y su cabildo.

Con respecto a esta cesión señala Vázquez Saco que aún con todo el prelado lucense no se desprendió totalmente de sus derechos sobre Barbadelo, ya que por la misma escritura le quedaba reservado el derecho de visita.

Por otra parte, Arias Cuenllas extracta la información contenida en un documento del año 1256 por el que el obispo Miguel, sucesor de Rodrigo en la sede lucense, concedió al abad Pedro y a la comunidad de Samos la percepción de los frutos y diezmos de la iglesia de Barbadelo, con la condición de que al rector de dicha iglesia se le asignase la renta mínima de sustentación sobre los mismos frutos y diezmos.

A finales del siglo XIII el monasterio de Samos lograría poner fin a la cesión de Barbadelo a terceros, haciéndose con la gestión directa de la casa. Así, en 1294 figura al frente de Barbadelo un obenzal, con lo que el antiguo cenobio encontraría entonces su condición definitiva en la estructura dominial de Samos.

Precisamente sería al final de esta última centuria cuando se debió derribar el edificio alto medieval de la iglesia de Barbadelo para mejorarlo y ampliarlo, trazándose y construyéndose entonces la fábrica románica del templo que en parte ha llegado a nuestros días.

Ya en la Edad Moderna Santiago de Barbadelo aparece entre las doce feligresías que con sus rentas y frutos fueron anexionadas al monasterio de Samos en 1553, con la intención primera de ayudar a paliar la depauperada situación por la que atravesaba el susodicho monasterio; a partir de esa fecha era el abad de Samos quien, escogiendo entre los miembros de su comunidad, nombraba a cada uno de los monjes que debían ponerse al frente de esas doce feligresías.

Nos dice Arias Cuenllas que en 1642 fue designado como cura prior de Barbadelo Bernardo de Vozmediano y que, un siglo después, eran solo dos los monjes que vivían en Barbadelo.

En 1752 se especifica en el Catastro de la Ensenada que los diezmos de lo que se producía en la parroquia de Santiago de Barbadelo los percibía enteramente el priorato de aquel término, anexo al Real Monasterio de Samos. El derecho de ofrenda -que percibía igualmente el prior- era 1 real y 22 maravedís de vellón al año, por cada vecino. El derecho de primicia que correspondía a la fábrica de la iglesia sumaba 88 ferrados de centeno entre todos los vecinos. Moraban en dicha feligresía cuatro clérigos, de los cuales tres era presbíteros y uno de órdenes menores, junto a ellos había dos religiosos de la Orden de San Benito.

En la relación de los beneficios parroquiales contenida en el libro titulado Razón Universal de todas las piezas eclesiásticas de este obispado de Lugo. Año 1755 -que se guarda en el Archivo Diocesano- figura, en el arciprestazgo de Sarria, Santiago de Barbadelo como priorato del monasterio benedictino de Samos.

Todavía en 1826 anota Sebastián Miñano que la feligresía de Barbadelo era de la jurisdicción de Samos, circunstancia que cambió a partir del año 1835 tras la promulgación de los decretos desamortizadores que incluían la supresión de las casas regulares y de los dominios monásticos; el último monje benedictino que desde 1828 había sido prior y cura de Vilela y Barbadelo, Lucas Díaz de Baeza, continuó viviendo en esta misma feligresía ejerciendo como cura párroco hasta su muerte, acaecida en 1838.

Ya en el año 1846 dice Pascual Madoz que Santiago de Barbadelo era de la jurisdicción de Sarria y que el curato de su iglesia era de provisión ordinaria.

En los años treinta del siglo XX, dice Amor Meilán que esta parroquia era de entrada.

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