BARBADELO, parroquia de Santiago de

Feligresía del Camino Francés en el municipio de Sarria, provincia de Lugo. Está situada entre las parroquias de Santa María de Belante, San Xulián de Meixente, Santa María de Ortoá y San Pedro de Maside, al norte, San Salvador y Santa Mariña de Sarria, al este, Santa María de Albán al sudeste, San Miguel de Piñeira al sur y Santo André de Paradela, al oeste. Comprende veintiuna entidades de población, siete jacobeas: Barbadelo (también llamada O Mosteiro), As Paredes, Rente, San Silvestre, A Serra, y Vilei; las entidades de población que no son atravesadas por el Camino son: Abeledo, Baxán, A Devesa, Marzán, Melle, Miralde, O Monte, O Pico, A Rañoá, Sabenche, San Martiño, O Souto, Surriba, Taíde y Vilar.

De mediana altitud, sus arroyos pertenecen a dos cuencas fluviales: el sector noroccidental al río Marzán, subafluente del Miño y el resto del término al río Celeiro o río Pequeno, afluente del río Sarria.

Tenía censados 176 habitantes en 2019. La mayoría de la población está empleada en la agricultura, más que en los servicios.

Del 24 al 27 de julio se celebra la fiesta de Santiago.

Historia

El territorio que hoy comprende esta parroquia formó parte del coto del antiguo monasterio dúplice y familiar de Barbadelo, que está documentado desde el siglo X.

Así la primera vez que se menciona Barbadelo es en el año 904, cuando el abad Visclafredo hizo una copiosa donación a la basílica e iglesia de San Martiño Obispo, San Xurxo y Santa Mariña, situada entre Páramo y Barbalelo, dentro de los términos de la antigua villa de Ranosinde (actualmente lugar de Rosende en la parroquia de Santa María de Ortoá); entre lo donado figuraba todo lo que dicho abad tenía en Barbadelo hasta San Martiño, con su monte y villares adyacentes.

En el año 976 nos consta que Sunilano cedió a su hijo, el presbítero Vermudo, los bienes y demás pertenencias de la iglesia de Santiago y San Paio de Barbadelo que había recibido de sus abuelos y parientes; en el documento se especifica que la cesión incluía los lugares santos de San Martiño y Santiago con todos sus bienes, para que allí donde fuese más apto se edificase un monasterio en el que los hombres buenos persistiesen en el temor de Dios, viviendo sujetos a la regla santa y dedicados al servicio de pobres y peregrinos.

En el año 985 tenemos noticia de la iglesia de San Martiño y Santiago de Barbadelo que por entonces sostenía un pleito contra Paia Díaz por razón de unos libertos.

En el año 1009 Vermudo Sunilani, junto con su hermana Sendina, cedieron al abad Mandino y a la comunidad del monasterio de Samos el lugar santo y monasterio de Santiago de Barbadelo, dotándolo con villas, iglesias y heredades de su propiedad que estaban repartidas no solo en torno al propio monasterio, sino también por otros territorios tan alejados como el Bierzo o Trives; además entregaron para el uso y ornamento de su iglesia libros litúrgicos, varios cálices, una cruz, una caja de plata y otras alhajas, haciendo hincapié en que se celebrasen debidamente las horas canónicas, al tiempo que encargaron se dijesen misas perpetuas por sus almas y las de sus padres y ascendientes.

Otro documento del tumbo Samos, datado también hacia el año 1009, contiene noticia de las posesiones y heredades que Vermudo Sunilani donó al susodicho monasterio cuando menos en Barbadelo y el territorio circundante de Páramo, en las orillas de los ríos Loio y Miño, en Pambre y en las tierras de Lemos, Sarria y Quiroga

A lo largo de esta última centuria consta que los bienes del monasterio de Barbadelo se incrementaron con las donaciones de distintos particulares. Así, nos consta que en 1057 Rodrigo Faniz cedió al monasterio de Samos la villa de Barbadelo con todo lo que estaba comprendido en su demarcación cuyos términos se especifican en el correspondiente documento.

En 1072 aparece como confirmante en una donación Cresconio, qui logum obtinet Sancti Iacobi Barvatelli y poco después, en 1079, figura la cuarta parte de la villa de Barbadelo, entre las heredades del monasterio de Santiago que en su tiempo había adquirido y comprado Cresconio de Romarigo Santoniz.

El paso a una dependencia plena y completa del monasterio de Barbadelo con respecto al de Samos se ha venido basando en un dudoso documento, cuya fecha fluctúa entre los años 1099 o 1127, donde figura que Adefonsus, gratia Dei totius Hispanie imperator (que se puede identificar con Alfonso VI o con su nieto Alfonso VII) concedió y confirmó al abad Suario Suariz la propiedad de Santiago de Barbadelo con su coto y otras heredades.

Lo cierto es que tal dependencia no se constata de forma fehaciente hasta en el año 1166, cuando se suscribió un acuerdo entre el abad de Samos y el capellán del monasterio de Santiago de Barbadelo, señalando las obligaciones de este último, que, entre otras cosas, debía mejorar el monasterio de Barbadelo en la medida de lo posible, tratar al abad y al convento de Samos como a señores y ofrecerles un debitum servitium todos los años el día de san Facundo, además darles determinadas cantidades de dinero en ciertas ocasiones. Así pues, quedaba claro que Barbadelo era casa dependiente del monasterio de Samos y que éste concedía libremente su tenencia a una persona en particular, no residiendo en Barbadelo, por entonces, comunidad alguna, ni siendo tampoco priorato.

Poco antes, concretamente en 1162, Poncio de Cabrera, mayordomo de Fernando II, había otorgado al monasterio de Samos la mitad de la “iglesia de San Martiño” que estaba en el coto de Santiago de Barbadelo. También por entonces -entre los años 1167 y 1169- consta que los abades de Meira y Samos firmaron una concordia por razón de distintos bienes; entre otras cosas el de Meira concedió al convento de Samos la mitad de la iglesia de San Martiño, sita en el coto del monasterio de Santiago de Barbadelo, con todas sus directuras y pertenencias, especificando que la otra mitad era ya de dicho monasterio. La concordia no debió cumplirse en todos sus términos, ya que en 1187 se hizo una permuta por la que el monasterio de Meira, además de entregar a Samos la mitad de la heredad de Marzán y la heredad de San Andrés y de Vilagudín, volvió a conceder la mitad de la misma iglesia de San Martiño.

En 1175, el papa Alejandro III confirmó al monasterio de Samos todos sus derechos jurisdiccionales y patronales que venía disfrutando de antiguo en múltiples iglesias, entre las que figuraba Santiago de Barbadelo en el territorio de Páramo. Por esta última cuestión relativa a sus derechos, el monasterio de Samos mantuvo un largo litigio con la sede episcopal de Lugo, llegando a suscribir un acuerdo en el año 1195 por el que las jurisdicciones de “San Jacobo” de Barbadelo y San Martiño de Barbadelo (entre muchas otras) fueron igualmente confirmadas a los abades samonenses. El asunto todavía coleaba cuando en el año 1206 el abad Pelayo donó al obispo Rodrigo de Lugo y a su cabildo una posesión en Biville y el eremitorio de San Adrián con sus propiedades, en compensación de la iglesia de Santiago de Barbadelo que habían recibido a perpetuidad de manos del mismo obispo y su cabildo; con respecto a esta cesión señala Vázquez Saco que aún con todo el prelado lucense no se desprendió totalmente de sus derechos sobre Barbadelo, ya que por la misma escritura le quedaba reservado el derecho de visita.

Por otra parte, Arias Cuenllas extracta la información contenida en un documento del año 1256 por el que el obispo Miguel, sucesor de Rodrigo en la sede lucense, concedió al abad Pedro y a la comunidad de Samos la percepción de los frutos y diezmos de la iglesia de Barbadelo, con la condición de que al rector de dicha iglesia se le asignase la renta mínima de sustentación sobre los mismos frutos y diezmos.

A finales del siglo XIII el monasterio de Samos lograría poner fin a la cesión de Barbadelo a terceros, haciéndose con la gestión directa de la casa. Así, en 1294 figura al frente de Barbadelo un obenzal, con lo que el antiguo cenobio encontraría entonces su condición definitiva en la estructura dominial de Samos.

Precisamente sería por entonces cuando se debió derribar el edificio alto medieval de la iglesia de Barbadelo para mejorarlo y ampliarlo, trazándose y construyéndose entonces la fábrica románica del templo que en parte ha llegado a nuestros días.

En el siglo XIV los extensos dominios de Samos se vieron perjudicados más que nunca por las usurpaciones, desmanes y atropellos ejercidos por nobles laicos, que obviando los derechos jurisdiccionales del monasterio ocuparon sus cotos, lugares y villas, exigiendo pagos y servicios y tomando vasallos bajo pretexto de encomienda. Así nos consta que en 1382 el monasterio de Samos elevó sus quejas ante el rey en contra varios señores entre los que se encontraba Roy González de Sarria, que tenía tomados contra la voluntad del abad y de los monjes los cotos de Piñeira, Barbadelo y Armeá. En los cotos y tierras del monasterio los denunciados echaban pechos y pedidos de pan, vino, carne, dineros y otras cosas y obligaban a los vasallos sujetos a Samos a realizar servicios en sus propias tierras y fortalezas, por lo que el monasterio recibía gran agravio y daño.

Ya en la Edad Moderna se produjo la reforma de las órdenes religiosas promovida en gran parte por los Reyes Católicos. La reforma trajo consigo la incorporación en 1505 del monasterio de Samos, junto con los seis prioratos que por entonces dependían de él, a la Congregación de la Observancia de San Benito de Valladolid. Entre otras cosas, la Congregación tenía como propósito agrupar los monasterios benedictinos bajo la autoridad de un superior general, para poder así defenderlos de las injerencias de los obispos y de los grandes señores.

Después de la incorporación a Valladolid se agregaron a perpetuidad al monasterio de Samos dos prioratos más y otras doce feligresías; Santiago de Barbadelo aparece entre esas doce feligresías, que con sus rentas y frutos fueron anexionadas en 1553 con la intención primera de ayudar a paliar la depauperada situación por la que atravesaba el susodicho monasterio; a partir de esa fecha era el abad de Samos quien, escogiendo entre los miembros de su comunidad, nombraba a cada uno de los monjes que debían ponerse al frente de esas doce feligresías.

Nos dice Arias Cuenllas que en 1642 fue designado como cura prior de Barbadelo Bernardo de Vozmediano y que, un siglo después, eran solo dos los monjes que vivían en Barbadelo, cuyo partido se componía por entonces de 24 lugares.

En 1752 se especifica en el Catastro de la Ensenada que la feligresía de Santiago de Barbadelo era de la jurisdicción de Samos y señorío perteneciente al “Real Monasterio de San Julián de Samos”, que nombraba juez y escribanos de número, percibiendo el derecho de luctuosa, que era una cabeza de ganado mayor por cada cabo de casa que moría, lo que sumaba al año 48 reales de vellón, y tenía también la regalía de percibir de cada labrador un día de trabajo por razón de vasallaje, pero ese derecho no lo percibía por no tener labradores en que emplear. Por entonces los diezmos de lo que se producía en la parroquia los percibía enteramente el priorato de aquel término, anexo al real monasterio. El derecho de ofrenda -que percibía igualmente el prior- era 1 real y 22 maravedís de vellón al año, por cada vecino. El derecho de primicia que correspondía a la fábrica de la iglesia sumaba 88 ferrados de centeno entre todos los vecinos y el derecho del voto que percibía el cabildo de la Santa Iglesia de Santiago de Compostela era de ferrado y medio de centeno por cada labrador. En total estaban censados 68 vecinos; entre los que desempeñaban algún oficio se encontraban 3 sastres, 1 carpintero, 2 herreros y 1 zapatero. Había 68 casas, todas habitables. No existían en cambio hospital, ni convento alguno, aunque sí moraban en la feligresía cuatro clérigos, de los cuales tres era presbíteros y uno de órdenes menores y junto a ellos había dos religiosos de la Orden de San Benito. Funcionaban en el término 7 molinos harineros de agua corriente dotados con 1 rueda, que trabajaban 3 meses al año por la escasez de agua. Además, se explotaban 181 colmenas.

Había -según consta en el mismo catastro- un mercado llamado “de la Sierra”, que se celebraba todos los martes de cada semana en el que solía venderse pan, sal y otras menudencias por las que no se pagaban derecho alguno a “Su Majestad” u otra persona, por hallarse en la posesión de comprar y vender libremente, aunque no podían dar la razón del privilegio que tenían por ello más allá de dicha posesión, ni consideraban que fuese de utilidad a ningún particular por convenirse en beneficio del común de la feligresía y de otras partes que concurrían en él.

En la relación de los beneficios parroquiales contenida en el libro titulado Razón Universal de todas las piezas eclesiásticas de este obispado de Lugo. Año 1755, que se guarda en el Archivo Diocesano, figura en el arciprestazgo de Sarria “Santiago de Barbadelo” como priorato del monasterio benedictino de Samos.

En 1826 Sebastián Miñano anotó en su Diccionario que la feligresía de “Santiago de Barbadelo” en la provincia de Lugo era de la jurisdicción de Samos. Dice que tenía 32 vecinos y 300 habitantes que se repartían en las aldeas de “Moralde, Marzán, Feide, Abeledo, Melle, Baján, San Martín, Rente, Sierra, Sabenche y Villey”. Contribuía con 1.940 reales y 2 maravedís.

El priorato de Barbadelo dejó de existir en 1835 tras la promulgación de los decretos desamortizadores que incluían la supresión de las casas regulares y de los dominios monásticos; el último monje benedictino que desde 1828 había sido cura de Vilela y prior de Barbadelo, Lucas Díaz de Baeza, continuó viviendo en esta misma feligresía ejerciendo como párroco hasta su muerte acaecida en 1838.

Ya en el año 1846 dice Pascual Madoz que Santiago de Barbadelo era de la jurisdicción de Sarria y que el curato de su iglesia era de provisión ordinaria. Comprendía por entonces los lugares y casales de “Abeledo, Baján, Casas, Ciguñeira, Chafarica, Deves, La Sierra, Loureiro, Marzán, Melli, Miraldi, Mosteiro, Paredes, Rañoá, Rente, Rio, San Martín, Savenche, Souto, Surriba, San Silvestre, Tayde, Vilar y Villey”, que reunían 92 casas. Los caminos que atravesaban el término se encontraban en regular estado. Se producía centeno, poco trigo, lino, maíz, habichuelas, patatas, nabos y castañas, cuyos frutos sobrantes llevaban al mercado que se celebraba los martes en el lugar de la Sierra; se criaba ganado vacuno, lanar y de cerda. La población era de 92 vecinos y 420 almas.

En los años treinta del siglo XX, dice Amor Meilán que esta parroquia era de entrada, con los lugares de “Abeledo, Baján, Barbadelo, Casás, Ciguñeira, Chafarica, Devesa, Loureiro, Marzán, Melle, Miralde, Montes, Mosteiro, Paredes, Pico, Priorato, Rañoá, Rente, Sabenche, San Martín, San Silvestre, Sierra, Souto, Surriba, Sabadelle, Teide, Vilar y Viley”.

En la década de los setenta de esta última centuria, figura en la Gran Enciclopedia Gallega que había en los términos de esta parroquia 445 habitantes.

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