El hospital de San Pedro, también llamado da Madalena, fue un antiguo establecimiento de beneficencia para acoger y asistir a pobres y peregrinos. Estaba emplazado en el lugar de Triacastela (parroquia de San Breixo da Balsa, municipio de Triacastela) sobre el trazado del Camino Francés entre Ramil, al este, San Breixo, al noroeste (por el ramal septentrional del Camino hacia Sarria, por A Balsa) y San Cristovo do Real, al suroeste (por ramal meridional del Camino hacia Samos).
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| Fachada del antiguo hospital, «Casa da Pedreira». |
El hospital tenía anexa una capilla —ahora desaparecida—dedicada a Santa María Magdalena. Todo el conjunto se alzaba sobre la misma margen del Camino que constituye la calle principal de la población, en el mismo lugar donde hoy se encuentra una casa en cuya fachada hay una inscripción en la que res posible confirmar que dicha obra fue realizada en el año 1886.
A mediados del siglo XIX se mantenía íntegra la estructura del antiguo establecimiento hospitalario, que tenía recios muros y varias puertas coronadas con arcos de medio punto, conservándose una de ellas en la parte posterior. Al parecer, cuando se excavó en el solar para construir la nueva casa, se encontraron varios esqueletos humanos en el subsuelo, lo que hace suponer que, además de los edificios del hospital y su capilla, hubo un cementerio adyacente donde se enterrarían a los peregrinos que hubieran podido fallecer aquí.
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| Planta de la Casa da Pedreira. (José Antonio Franco Taboada, Santiago Tarrío Carrodeguas (dirs.),
A arquitectura do Camiño de Santiago: descrición gráfica do Camiño Francés en Galicia, Santiago [de Compostela], Xunta de Galicia, A Coruña, Universidade da Coruña, D.L. 2000). |
En la actualidad, el inmueble, en esquina entre dos calles, comparte características formales con otras viviendas de la villa. Cuenta con una planta baja y un primer piso, ambos construidos en piedra sencilla y enlucida al exterior, se techa con cubierta a dos aguas de pizarra sobre estructura de madera. Todos los vanos apreciables desde la calle son adintelados y cuentan con carpintería metálica para su cerramiento, así como enrejado a modo de balcón en la planta superior.
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| Alzado de la Casa da Pedreira. (José Antonio Franco Taboada, Santiago Tarrío Carrodeguas (dirs.),
A arquitectura do Camiño de Santiago: descrición gráfica do Camiño Francés en Galicia, Santiago [de Compostela], Xunta de Galicia, A Coruña, Universidade da Coruña, D.L. 2000). |
Historia
El hospital de San Pedro o da Madalena de Triacastela perteneció al obispo de Lugo; sabemos que en los primeros momentos de la fundación de la puebla nueva de Triacastela, que debió efectuarse poco antes del año 1228, el rey Alfonso IX de León favoreció la implantación del prelado lucense, Juliano, en dicho el lugar, mandando al concejo de Triacastela que ratificasen lo que allí dispusiese el obispo sobre su patrimonio.
Con todo y hasta ahora, por lo que se refiere concretamente al hospital de Triacastela no encontramos información alguna en los documentos de la Edad Media, aunque -considerando lo dicho más arriba- es muy posible que su origen pudiera remontarse a esa época.
La primera noticia que se tiene sobre su existencia cierta la da a conocer Valiña Sampedro, quien dice que en el año 1654 consta en los Libros Parroquiales que el mayordomo del hospital de San Pedro de Triacastela dio tres reales a un arriero para que llevase a un peregrino hasta la villa de Sarria. Esta información concuerda con lo que nos cuenta Laffi en el itinerario de la peregrinación a Santiago de Galicia que realizó por la misma época donde dice que, estando en Triacastela, enfermó uno de sus compañeros de viaje, por lo que tuvieron que buscar una cabalgadura para conducirlo a una tierra vecina y hacerlo medicar.
Añade el propio Valiña, que por esas fechas la economía del hospital debía marchar bastante bien, a juzgar por los datos aportados por el Libro de Cuentas. Esto último lo corrobora López Pombo que, basándose en la documentación del archivo diocesano de Lugo, asegura que se realizaron por entonces algunas compras de bienes para dicha institución. Así mismo parece ser que, en el año 1656, se otorgó escritura de obligación que hizo Juan de Villa con sus hermanos de pagar al hospital de Santa María Madalena de Triacastela una cantidad determinada por comisión de los réditos prorrateados; en otro documento del mismo año, aparece Catalina de la Iglesia, vecina de Ramil, otorgando escritura a favor de dicho hospital de un censo de siete reales cada año.
A mediados del siglo XVII el hospital sufrió un incendio; señala Valiña Sampedro que en el susodicho Libro de Cuentas figura la orden de pago “de diecisiete reales de la limpieza del incendio del Hospital que ardió”, fechada en el año 1657. Igualmente es Valiña Sampedro quien extracta de los Libros de Visitas de la parroquia la siguiente información: en 1657 el visitador del obispado de Lugo ordenaba al mayordomo del hospital de Triacastela que comprase ropa para las camas y madera para ellas, proviniendo al establecimiento de todo lo necesario; se determinaba, además, que el párroco debía señalar a dos feligreses comisionados para hacer el nombramiento del administrador y se le daban atribuciones para poderlos obligar con censuras si fuese necesario. En 1682 se autorizaba al cura párroco para que, cuando muriese en el hospital algún peregrino, pudiese llamar a otro sacerdote para darle sepultura eclesiástica, pagándole con las rentas del propio hospital; en las cuentas del año 1683, figura el pago de las misas aplicadas a dos fallecidos, así como el gasto de cinco reales por una libra de cera empleada en el entierro de peregrinos.
En 1752 consta en el Catastro del Marqués de la Ensenada, que parte del lugar de Triacastela estaba incluido en la feligresía de “San Beríssimo da Balsa” y que era en esta feligresía donde estaba el hospital intitulado de “Santa María Magdalena”, donde se albergaban los peregrinos; pertenecía al obispo de la ciudad de Lugo y tenía de renta anual ciento ochenta reales de vellón que administraba José Ventura Suárez de Prado, cura párroco de Santa María do Monte. En el mismo Catastro se especifica que los términos de la demarcación de la feligresía de San Breixo estaban señalados -entre otros hitos- por la “capilla de santa María Magdalena”.
En la visita que en 1788 realizó a Triacastela el obispo de Lugo, halló que las rentas del hospital estaban sin cobrar por no haber persona comisionada para ello; ordenaba al rector de la iglesia de “Santa Eulalia de Alfoz” que practicase las diligencias oportunas para cobrar las rentas con las que se pudiesen agenciar las cosas necesarias para alivio de los pobres y peregrinos y recomendaba además, que hubiese la oportuna separación entre las camas de los hombres y las mujeres, y que a unos y a otros se les socorriese con las limosnas y asistencia establecidas en la fundación.
En la visita que realizó el cura de La Faba en 1792, en delegación del obispo, halló la capilla da Madalena reducida a una deplorable indecencia, abiertas y caídas las puertas, sin más indicios de templo que tres imágenes sobre lo que fue el altar; el visitador ordenó que se trasladasen las imágenes a la iglesia parroquial y que se cerrasen las puertas de la capilla.
A comienzos del siglo XIX el hospital de Triacastela ya estaba abandonado. López Pombo transcribe el documento de la venta de dicho establecimiento, otorgada en noviembre de 1807, donde figura: “Haber reconocido muy por menor la casa de tal hospital sita en este pueblo con el edificio que está pegado a la misma y en el que antiguamente hubo capilla, pero sin que en la actualidad tenga imágenes, campana, ni otra alhaja que la constituya y si un agujero en que se hallase la puerta medio tapiada de pared sencilla y su interior bien inmundo a causa de los ganados que allí se introdujeron y tanto la cubrición o tejado de este edificio como el de la restante casa se halla del todo arruinado y podrido, como igualmente las paredes y maderaje de esta, la cual aun que de bastante buque y con dos salas, la una con piso y la otra sin él y entre ambas atexabana, no puede habitarse en la actualidad por el eminente riesgo de que se estropeé o caiga del todo, a menos que bajen las paredes a sus cimientos en algunas partes y en otras se reedifique, amadere y cubra de nuevo, de manera que el que declara no puede regularle por lo mismo renta alguna, pero teniendo en consideración la calidad y situación de todo el terreno que contiene el compuesto de la referida casa y edificio de que lleva dado razón con un retacito de huerta que se halla a espaldas y pegado a aquella, que englobó hará una seis cuartas de centeno en sembradura y con los materiales de piedra, losa y madera que contiene vale muy bien cuatro ferrados de centeno en renta y estos tasados a razón de ciento cincuenta reales cada uno resulta valer la casa y huerto en principal para venta seiscientos reales de vellón”.
El comprador de la propiedad, Ramón José Pombo, aforó la propiedad a un vecino del lugar da Balsa en el año 1836; en el correspondiente documento –igualmente transcrito por López Pombo- se hace la siguiente descripción: “una casa, cubierta de losa, situada en medio de dicha villa de Triacastela, con dos cuartos y cocina en alto, corredor, tres cuadras y una dispensa y su entrada por la parte de afuera, nombrado todo del Hospital, según demarca por el naciente y medio día con caminos y plazuela, por poniente con casa de Domingo Pombo, que también lleva en foro el otorgante y por la parte de atrás con cortiñas y huerto de Juan do Rigueiro”.
Fuentes y bibliografía
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