En la villa de Arzúa, la calle que sigue el trazado del camino jacobeo se conoce en su mitad este con el nombre de «Rúa da Cima do Lugar». Allí, se encuentra la capilla da Madalena que fue el templo de un antiguo monasterio de frailes agustinos fundado a mediados del siglo XIV, del que no queda en pie ninguna otra edificación. Anexo a la capilla había un hospital, ya desaparecido, para acogida y atención de los peregrinos que estaba a igualmente cargo de los frailes del convento.
En la actualidad se encuentra, junto a la propia capilla da Madalena, en parte del terreno ocupado antes por el hospital, una casa de construcción tradicional habilitada como nuevo albergue de peregrinos perteneciente a la red oficial de la Xunta de Galicia.
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| Albergue público de Arzúa. |
De planta rectangularl, la vivienda está construida en lascas de esquisto, remarcando dinteles de puertas y ventanas con sillería de granito. La fachada principal se organiza en torno al acceso adintelado principal sobre el que se ubica una ventana con balcón en el primer piso. Ambos vanos se encuentran a su vez flanqueados por otros de iguales características. Adaptada al nuevo uso, se organiza en dos plantas y tanto su estructura interna como la rehabilitación exterior sirve a la función designada de albergue.
López Ferreiro nos dice (sin indicar las fuentes de donde proviene la información) que a mediados del siglo XIV el arzobispo de Santiago, Pedro Manuel (1346-1350), otorgó licencia a los frailes agustinos de Santa María Madalena de Sarria para edificar otro monasterio de la misma advocación en la villa de Arzúa, con la obligación de socorrer y dar albergue a los peregrinos que iban a Santiago, por lo que junto a la capilla del monasterio se hizo un hospital de peregrinos que estaba a cargo de los propios frailes.
Por lo respecta al monasterio y hospital de Arzúa, Jerónimo del Hoyo dice en el año 1607: “Hay un monasterio de la Magdalena ordinis San Agustín, hay solo tres frailes; tiene veinte cargas de pan de renta y veinte y siete ducados en dinero; cave desta un hospital questá a cargo del monasterio y hay çinco camas para los peregrinos y chiminea”.
En el siglo XVIII, el hospital de Arzúa no solo carecía de rentas, sino que prácticamente no funcionaba. En el Catastro del Marqués de la Ensenada (año 1752) se dice: “Hay una casa que llaman hospital en la que recogen algunos peregrinos; no tiene cama ni otra cosa. Lo habita el cortador y no hay otro hospitalero […] Tiene un Convento de religiosos llamado de los Magdalenos. Está incorporado con sus rentas al de S. Agustín de Santiago”.
Ya a principios del siglo XIX, los frailes del monasterio de Santo Agostiño de la ciudad de Santiago advertían que habían construido la casa del hospital de Arzúa “por pura caridad cuando ellos tenían allí convento”, alquilándola posteriormente con la obligación impuesta al inquilino de la misma de acoger a los peregrinos a cambio de su alquiler, pero advertían también que nunca habían impuesto renta alguna sobre ella que los obligase a repararla.
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